Relato erótico

Insatisfecha y muy caliente

Charo
14 de agosto del 2020

La conoció en un chat. Estaba casada y según sus propias palabras, su marido “no le daba caña”. Después de varias semanas consiguió convencerla y se conocieron. Era un volcán sexual.

Eduardo – Madrid

Hola, me llamo Eduardo, tengo 45 años, soy de Madrid. Suelo frecuentar a menudo en chats de sexo y no hace mucho conocí a través de uno ellos a una mujer de mi misma ciudad. Ella se llamaba Marisa, tenía 46 años y estaba casada. Me contó que era abogada y que solía chatear porque su marido no la satisfacía sexualmente. Según me dijo en sus propias palabras: no le daba bastante caña.
Después de chatear un rato, seguimos haciéndolo por el Messenger y me mostró una foto suya. Era una morena bastante guapa y al final acabamos teniendo una sesión de cibersexo bastante caliente. Después de chatear unos cuantos días más y de otras varias sesiones de cibersexo me di cuenta de que estaba muy necesitada y que le iba la marcha así que, en cuanto pude, le empecé a comer el tarro hasta que aceptó tener un encuentro real conmigo. La verdad es que no hizo falta insistirle mucho. Elegimos un día en que su marido iba a estar fuera trabajando y en que ella iba a poder ausentarse del trabajo sin problemas. Como tiene que salir menudo de su oficina para ir a visitar a clientes no tenía problema en acabar ese día un poco antes y quedar conmigo en un bar.
Ella acudió puntual a la cita y pude comprobar que aún estaba mejor que la imagen que me había hecho de ella por la foto: morena, macizorra y con un culazo impresionante. Se había maquillado mucho, con unos labios bien rojos y se había vestido con una blusa negra, una falda ajustada que le marcaba las formas y el trasero y unas medias negras de esas de rejilla, cosa que me puso cachondo al instante.
Nos sentamos en una mesa y empezamos a hablar pero enseguida decidí pasar al ataque a ver cómo reaccionaba. Acerqué mi silla aún más a la de ella y, cuando nadie miraba hacia nosotros, metí una mano por debajo de su falda y le acaricié suavemente los muslos. Ella no sólo no me rechazó sino que vi como su respiración se agitaba un poco más y separaba un poco más las piernas dejándome hacer. Acerqué mi boca a la suya y la besé metiéndole toda la lengua dentro y ella se dejó. De repente pareció darse cuenta de donde estaba y me dijo:
-Aquí no, por favor, aquí no. Podrían vernos.
Le dije entonces que si tenía sitio y ella me dijo que podríamos ir a su casa, que caía cerca y que no había nadie.
Me pareció perfecto y la llevé hasta mi coche que tenía aparcado cerca. Una vez dentro de mi coche, aproveché para comerle la boca otra vez metiéndole mi lengua hasta el fondo y ella se dejó hacer. Su mano me tocó el paquete por encima del pantalón y mi polla se puso durísima. Noté como a ella eso la excitaba. Yo, por mi parte, aproveché para sobarle las tetas por encima de la camisa y pude notar perfectamente sus pezones tiesos por debajo de la tela (luego supe por qué).
Conduje hasta su casa y durante todo el camino ella fue acariciándome la polla por encima del pantalón.
Nada más entrar en su casa me llevó hasta el salón, que era la primera habitación al entrar. Yo me senté en el sofá y, desabrochándome la bragueta me saqué la polla fuera que ya tenía totalmente tiesa. Ella la miró con los ojos muy abiertos.

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-¿Qué? ¿Te gusta? -le pregunté.
Ella me dijo que sí y entonces le dije:
-Pues a qué esperas, ¡Ven aquí y cómeme la polla, vamos!
Ella se puso de rodillas entre mis piernas sin rechistar y, cogiéndome la polla con la mano se metió toda la polla en la boca y empezó a mamármela. La mamaba de vicio. “¡Joder con la abogada!
Ella le daba largas y profundas chupadas, succionando y mientras lo hacía me miraba a los ojos. Yo la animaba diciéndole:
“Mmmmmm… ¡Así, mamona, así…! ¡Qué bien la chupas, joder!
Durante los chats que habíamos tenido había visto que a ella le excitaba mucho el lenguaje obsceno y que me dirigiera a ella de esa forma. Ella no dijo nada y siguió con la mamada. De vez en cuando se la sacaba de la boca para lamérmela con la lengua a todo lo largo, acariciándole el capullo con la lengua y entonces me miraba a los ojos y me preguntaba poniendo cara y voz de zorrita:
-¿Te gusta cómo te la chupo? ¿La mamo bien?
Yo estaba gozando y le dije:
-¡Calla y sigue chupando! Ella me obedeció y siguió mamándosela sin parar poniéndole toda su dedicación.
Después de que me la comiera un buen rato le saqué la polla de la boca diciéndole:
-Bueno, ya basta, que no me quiero correr antes de tiempo. Quiero que esto dure lo máximo posible.
Entonces ella me llevó hasta su dormitorio y allí nos desnudamos. Cuando se quitó la ropa me llevé una buena sorpresa. Resulta que las medias de rejilla que llevaba no eran medias sino una especie de body de malla que le cubrían todo el cuerpo. Lo más excitante era que el body tenía un agujero en la zona del coño para poderla follar sin problemas con él puesto. Había acudido a la cita con eso puesto debajo y el coño al aire todo el rato. No le pregunté cómo es que tenía ese body. Seguramente ya lo había usado más veces con más tíos. Empecé a darme cuenta de que aunque estuviera casada y por más abogada que fuera, en realidad era una zorra del copón.
Lo primero que me llamó la atención es que tenía unos buenos pezones. Tenía las tetas algo caídas para mi gusto pero los pezones eran impresionantes. Ideales para mordérselos o pellizcárselos. Los tenía completamente empitonados y le sobresalían por entre la malla. La otra cosa que me llamó la atención fue lo peludo que tenía el coño. Tenía un buen matojo.
Entonces ella se tumbó boca arriba encima de la cama y se abrió de piernas para que la mirase bien.
-¿Te gusta? -me preguntó sonriendo-

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Mientras se abría bien los labios del coño con la mano. Entonces ella se mojó los dedos con saliva y empezó a tocarse los pezones, acariciándoselos, estirándolos y pellizcándolos hasta que se le pusieron tiesos y muy duros. Luego se abrió bien los labios del coño y empezó a meterse un dedo en el coño poco a poco. Se iba excitando y mojando, cada vez más deprisa.
Cuando vi que ella ya estaba a punto de correrse le dije:
-Ya basta. Es suficiente, que no quiero que te corras antes de tiempo”.
Entonces me tumbé encima de la cama con mi polla tiesa mirando al techo y se la metí en el chocho. Después de un buen rato de estar follándola así, la puse a cuatro patas encima de la cama.
Después de follarla así un buen rato, le saqué la polla del coño y dándole un fuerte cachete en el culo le dije:
-Qué culazo tienes, seguro que te lo han follado muchas veces. ¿Te gusta que te den por el culo, Marisa?”
-No sé, nunca lo he probado.
Empecé a lubricarlo con mi saliva metiéndole mis dedos dentro, primero uno y después dos, removiéndolos. Poco a poco, gracias a mis toqueteos, empecé a notar como su ano se dilataba. Ella se empezó a remover y a gemir de gusto mientras mis dedos entraban y salían de su culo. Entonces apoyé la punta de mi polla en su agujero y, agarrándola por las caderas, empecé a apretar con fuerza forzando la entrada de su culo. Me costó un poco meterla, pero poco a poco lo conseguí. Primero protestó, pero al final disfrutaba como una loca.
La verdad es que la situación era muy morbosa. Ahí estaba yo dándole por el culo a toda una abogada de prestigio, casada y en su propia casa. Me corrí en su culo y quedamos agotados. Hablamos un rato y quedamos en que volveríamos a vernos.
Seguimos viéndonos a menudo y me la follo todo lo que quiero y más siempre que puede ausentarse de su trabajo y que su piso se queda libre mientras su marido está trabajando.

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El pobre debe llevar ya unos cuernos que no le cabrán por la puerta. Además ella es muy caliente y sumisa y se deja hacer todo lo que le pido, hasta sacarse fotos para que, los días que no me la follo, pueda seguir pajeándome con ella y disfrutándola a gusto a su costa, así que no puedo estar más satisfecho.
Saludos a todos.

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