Relato erótico
Inolvidable
Es asiduo lector de Clima y Charo Medina y reconoce que los relatos le ponen cachondo. Ha querido enviarnos una experiencia que vivió hace unos años con la madre de su mejor amigo.
Daniel – Salou
Soy un asiduo lector de las revistas Clima y Charo Medina. He leído muchos relatos en tus revistas algunos muy buenos, otros un poco fantasiosos y los mejores, los que te hacen excitar, he decidido contarte mi experiencia que ocurrió hace unos años.
Me llamo Daniel, mi mejor amigo se llama Pablo y su madre Berta. Bueno una vez hechas las presentaciones procedo a contar como fue que viví una experiencia alucinante junto a la madre de mi mejor amigo, por que no fue una tarde, ni una noche, fue en realidad una sola oportunidad aprovechada, como recompensa de un inmenso deseo mental con el que me propinaba día a día varias pajas en su honor, durante años.
Mi amigo Pablo y yo nos criamos juntos, nuestros padres se fueron haciendo amigos entre ellos también, producto de la buena y profunda amistad que nosotros dos teníamos. Pablo ha venido muchas veces de vacaciones con mi familia y otras tantas he ido yo con la de él. Recuerdo como empezó todo esto. Fue en una de esas vacaciones. Su familia me había invitado a la costa dorada en un verano muy caluroso y una noche de esas, oí como Berta gritaba los múltiples orgasmos que estaba teniendo, pero tratando de ser lo más discreta posible.
Pablo dormía arriba en la litera donde nos encontrábamos y la puerta del dormitorio estaba abierta por el calor que hacía, permitiendo que esas frases sonaran como queriendo no ser oídas, pero mis orejas las oían y no podía parar de excitarme. Estaba a tope, mi polla no podía crecer más, porque fueron unos quince minutos intensos lo que duró aquel “concierto” y con eso y con la imagen de Berta en mi cabeza, empecé a masturbarme lentamente hasta que me sorprendió el movimiento de la litera, por lo que me detuve, pero el movimiento seguía. Sí, mi amigo estaba propinándose también una buena paja lo que me excité aún más hasta que reventé y manché toda la sábana, sin importarme las consecuencias. Tenía 18 años y no pensaba en otra cosa que en follar y esa situación me superaba.
Al día siguiente no podía dejar de mirar a Berta en la playa. Mi mente estaba obsesionada, me imaginaba follándomela en distintas poses, todo el día, en diferentes situaciones y después de una paja fundamental que me hice en el baño para aliviar esos sentimientos. Así fue que a partir de esas vacaciones, vi a Berta con otra onda y desde ese entonces me masturbé cuantas veces pude pensando en ella, era la dueña de mis sueños. Buscaba cualquier excusa para quedarme a dormir en la casa de Pablo, la espiaba a ratos, tratando de que Pablo no se diera cuenta. ¡La deseaba tanto! Hasta que un día, dos meses después de esas vacaciones, empecé a sentir que yo le gustaba, o que al menos se daba cuenta de como yo la miraba, porque en una noche de esas en las que me quedé, su esposo estaba de viaje y durante la cena a Berta se le cayó el pan al suelo y al levantarse, tras recogerlo, me quedé mudo por la perspectiva que tenía al verle semejantes tetas.
Me quedé atontado, como Pablo mirando la estúpida televisión, tan atontado que no aparté la mirada y fue entonces cuando vi que Berta me miraba a los ojos y con un gesto se arregló el escote y se y levantó. Mi sonrojo era tal que se me podía confundir con los tomates de la mesa.
Pasado el mal momento, y la cena, Pablo dijo tener sueño y se retiró invitándome a acompañarlo a la habitación donde solíamos ver porno por el video, pero ese día y después de lo ocurrido, le dije:
– Ya voy, pero quisiera terminar de ver el programa que están dando por la tele.
Obviamente lo único que quería era ver el hermoso trasero de su madre mientras lavaba los platos.
Berta es una mujer de unos cuarenta y cinco años, pero que a pesar de tener todo en abundancia, lo tiene en su justo lugar, con su justa proporción y con una dureza en sus carnes realmente impropia de su edad. Mide cerca de 1,80 metros y es de contextura fuerte, es realmente una yegua, posee unas grandes y redondas bolas de carne sexual que nunca pasarían desapercibidas y un trasero bien redondo y abundante. Ni hablar de las piernas macizas. ¡Como recorrí con la mirada esos lugares excitantes durante esos pocos veinte minutos! Lo recuerdo como ayer y perdonadme amigos, pero haré una pausa para pajearme en honor a ella y a mis recuerdos.
Ya más tranquilo, decía antes que preferí quedarme viendo como lavaba los platos, deleitándome con su culote de aquí para allá, producto de los exagerados movimientos de Berta. Fue entonces cuando mi mente empezó a irse y mi polla iba creciendo a pasos agigantados hasta ya no poder disimular. No sabía que posición adoptar hasta que, lógicamente, fui capturado por segunda vez, lo que dio como resultado el acercamiento de Berta y el lógico monologo.
– No te aflijas Daniel, sé que es normal que pasen estas cosas, hay una edad en la que uno se excita con cualquier cosa, todos fuimos jóvenes y en algún sentido, algunos todavía lo somos – y con gesto de madre en un principio y luego de cómplice, prosiguió – Yo sé lo que hacéis vosotros cuando vais a la cama, miráis en la tele programas eróticos y os masturbáis.
Tras estas explicaciones, yo no entendía nada, no sabía si se me estaba insinuando, si me lo decía como la mujer abierta y moderna que es, o si simplemente no quería que la persiguiera con la mirada. La cuestión es que en un momento dado, me soltó:
– Sé que hace unos meses, durante las vacaciones, manchaste toda la sábana e incluso eso me anima a decirte que cuando me di cuenta sentí una confusión de sentimientos, por un lado me daba vergüenza porque evidentemente yo había sido la que lo había provocado y por otro lado me excitaba imaginarme como te masturbabas en aquella situación.
– Mira Berta, la verdad es que no se que decir…
Pero ella interrumpiéndome, dijo:
– No estoy exigiendo nada, pero tú sabes que mi relación con mi marido no marcha muy bien, además yo sé que cuando él viaja me es infiel.
Yo sabía que las cosas no andaban bien entre los padres de Pablo, pero esta confesión obviamente tenía un doble sentido. ¿Por qué estaría contándome esto a mi, si no era su intención provocarme?, me pregunté. Y al no encontrar respuesta que me detuviera, automáticamente seguí adelante echándole un par de piropos haciéndole saber que su esposo era un imbécil por desaprovechar lo que tenía, incluso le llegué a decir que ella debería de hacer lo mismo si tuviese ganas.
En ese momento Pablo me volvió a llamar, por lo que no me quedó más remedio que ir. Una vez en la habitación y después de que Berta se acostase, Pablo puso el canal porno como era costumbre y empecé a excitarme, pero casi no miraba la TV sino que simplemente pensaba en su madre todo el tiempo por lo que decidí ir mas allá. Pasado un buen rato, le dije a Pablo que tenía que ir al baño porque no quería manchar las sábanas.
Para llegar al baño hay que atravesar por el pasillo la habitación de Berta y al llegar justo en frente me detuve, intenté mirar por la cerradura y al verla aún despierta, me atreví a golpear la puerta y entré Mi sorpresa fue verla desesperada intentando cambiar el canal porno, por lo que sonreí y sin decir nada me retiré, quizá por el miedo a la situación, quizá porque Pablo podría venir, no sé pero me fui. Al llegar al baño, toda esta situación ya me había hecho gotear leche sobre mis calzoncillos por le que decidí limpiarlos con papel higiénico y en ese momento se asomó Berta y mirándome la polla me dijo:
– He estado pensando lo que me dijiste, así que te espero después de que Pablo se duerma.
No se en que momento se retiró, pero yo no salía del asombro. Todas mis fantasías iban a convertirse en realidad. Estaba como loco. Me mojé la cara para refrescarme y volví a la habitación anhelando encontrar a Pablo ya dormido. Pero no fue así, Pablo estaba súper caliente y en plena paja. Debo reconocer que Pablo tiene una polla enorme, heredada de su padre, envidia de todos los vagos del grupo y es por ello que es el que más chicas ha ganado en los últimos tiempos, por haberse hecho la fama de polla gorda.
Al rato decidí verificar si Pablo dormía. La tele se había apagado hacía más de media hora según mis cálculos, así que comprobé que efectivamente mi amigo dormía y rápidamente me fui a la habitación de Berta. Al llegar estaba dormida boca abajo y empecé a observarla detenidamente, imaginando todo lo que le iba a hacer. Comencé tocándole las piernas y lentamente fui subiendo hasta llegar a su gran y duro trasero donde metí mi mano sobre la raja de su culo, hasta que se despertó y me dijo:
– Llegas tarde.
Dándose la vuelta automáticamente agarro mi tiesa polla y comenzó a tocarla suavemente mientras se ponía en posición para un 69. Pude darme cuenta enseguida de lo que pretendía, así que empecé a lamerle los labios vaginales primero suavemente y luego introduciendo mucho más mi lengua mientras ella mordisqueaba la cabeza de mi verga. Yo tenía una visión espectacular de su coño y de su hermoso y virgen orificio negro. Parecía un botoncito fruncido y decidí hacer algunas lamidas espaciadas, respondiendo ella con más mordisquitos en mi polla, diciéndome de esta manera que quería guerra.
Seguí lamiendo hasta que estuve a punto de explotar y ella, dándose cuenta, insistió hasta tragarse toda mi leche y obligándome a que no me detuviera. Tuvo su primer orgasmo. Pero no se paró y dándose la vuelta empezó a decirme cosas al oído mientras me acariciaba el pecho y mi verga comenzó a endurecerse nuevamente. Entonces, abriendo sus piernas, me invitó a entrar, cosa que hice de inmediato. Fueron varios bombeos hasta que cambiamos de posición ya que parecía no disfrutar mucho. Paso ella a estar arriba y allí sí pudo cabalgarme a lo loco. ¡Como suspiraba y gritaba! Cabalgando llegó a su segundo orgasmo.
Yo había quedado con ganas por lo que le dije que le haría unas buenas caricias en el culo y comencé a pasar mi dedo, rodeando el orifico una y otra vez y ella relajándolo, hizo que empezara a dilatarse mientras me decía que era virgen, que nunca le había entregado el culo a su marido por miedo a que le hiciera daño ya que estaba muy bien dotado pero que me dejaba tener el privilegio a mi. Imaginad como estaba yo de loco, a como hipnotizado por ese botoncito fruncido. Pasé la lengua sin importarme nada e introduje después la cabeza de mi polla, rozando mi glande con su año y lentamente se lo fui introduciendo, empezando un lento vaivén al que ella respondía arqueando la espalda.
Me excitaba mucho ver, en el espejo del armario, como estaba dando por el culo a la madre de mi mejor amigo y así mi mente se fue y acabé enseguida corriéndome en aquel sabroso y estrecho trasero.
Una vez acabado esto, nos dimos unos besos, los únicos, y me fui al baño, me limpié bien y regresé a mi habitación donde, obviamente, me costó dormirme. Aún no podía entender lo que había pasado, pero el sueño se me había hecho realidad.
Después de esa noche no he tenido más oportunidad de repetirlo, ya sea por la falta de situaciones o porque me he echado novia, pero recientemente Berta se ha separado de su marido y a mi me han venido ganas de tenerla nuevamente entre mis brazos, así que he comenzado a hacer un trabajito fino para obtener lo que deseo.
Saludos y espero que lo hayáis disfrutado al igual que yo cuando lo recordaba y escribía.