Relato erótico
Increíble pero real
Suele visitar webs de contactos en internet, hasta que se decidió a poner un contacto. Quería hacer realidad alguna de sus fantasías sexuales y lo consiguió.
Ismael – Madrid
Actualmente trabajo como Informático y dedico todos los días algún tiempo a conectarme a Internet y visitar paginas de contactos. Un día me decidí a anunciarme en las páginas de contactos indicando el siguiente mensaje:
“Hola, me llamo Ismael, tengo 29 años, de Madrid, mido 1’75m, moreno de piel y pelo. Me gustaría contactar con parejas, chicos y chicas, para ofrecerles las delicias de un buen masaje. Me considero bisex, aunque sin experiencia de momento, pero con muchas ganas de probar. Sin otro particular, un saludo. Besos”.
Dos días después mi mensaje tuvo su recompensa, obtuve varias respuestas y comencé a seleccionarlas, ya que soy muy exigente y la verdad no tenía muy claro eso de ponerle los cuernos a mi mujer. Pero era tanta la necesidad que sentía, que aunque fuese solamente una vez, debía de probarlo e intentarlo. Decidí contactar con una pareja de Madrid, él tenía 28 años y ella 26. Me comentaron que estaban interesados en conocerme, les respondí contándoles mi situación y haciéndoles hincapié que en principio solo quería sexo y nada más, no quería complicaciones, probablemente más adelante podríamos conseguir una amistad e incluso tener a una pareja como amante, pero soy como la mayoría de las personas que nos anunciamos en los contactos, buscamos sexo, el placer de otro cuerpo distinto al nuestro, “lo prohibido”.
Yo tenía un pequeño problema para citarme con la pareja que quedase, ya que debía de realizarlo en horas de trabajo o como mucho demorarme algo por la tarde, todo para que mi mujer no se percatase de mi contacto y de los cuernos que se le avecinaban. En fin, una mañana solicité permiso en el trabajo y quedé con esta pareja en una cafetería, al lado de un hotel en el que previamente reservé una habitación sin llegar a abonar su importe.
Les indiqué que llegaría después de ellos, para antes poder verlos sin que ellos lo supiesen y así no correr el riesgo de que fuesen conocidos y se derrumbase mi vida. Llegaron a la cafetería, él era atractivo, buen cuerpo y moreno de pelo, ella vestía como una auténtica señora, con un traje chaqueta azul y falda por encima de las rodillas pero sin llegar a ser excesivamente corta, medias negras, morena, de pelo liso, labios rojos, era muy atractiva y guapa. Por mi parte no veía el momento de presentarme y estaba súper nervioso, incluso hubo un momento que se me pasó por la cabeza marcharme, el corazón me latía muy rápido y lo que menos ganas tenía en ese momento era tener una relación sexual.
Me acerqué a ellos y nos presentamos, olían muy bien me gustaba su perfume, yo no sabía de qué hablar, así que les dije que si les parecía, nos sentábamos y charlábamos. Después de charlar un rato, pedí un Martini, es una bebida que me sube mi lívido, veía que necesitaba beber algo para romper la timidez.
Poco a poco la conversación fue más fluida y nos comenzamos a relajar, les conté que era deportista y que sabía dar algunos masajes por el hecho de haber recibido muchos a lo largo de mi carrera deportiva. Conmigo llevaba una pequeña mochila que contenía cuchillas y espuma de afeitar junto con un bote de aceite Johnson.
Les propuse acercarnos al hotel que previamente reservé y que en nuestros intercambios de mails nos comprometimos a abonar a medias. Llegamos a la recepción y pedimos la llave para subir a la habitación. Cuando entramos, nos sentamos en la cama, yo me acerqué al minibar, cogí una botella de cava, la abrí, serví las copas y propuse brindar. Uno no está acostumbrado a la bebida por lo que el Martini y el cava conllevó a que tuviese su efecto, empezó a correr un nervio por mi cuerpo, les indiqué que se pusieran cómodos y que Abel sería el primero en recibir el masaje, mientras Sandra vestida solamente se limitaría a observar. Abel se desnudó completamente, estaba empalmado, tenía una polla no muy grande pero muy bien formada, se tumbó boca arriba en la cama, entonces y me dijo:
– Cuando quieras.
Me acerqué al baño, cogí un recipiente con agua templada. Me senté al lado de Abel y le dije:
– Cierra los ojos y relájate.
Comencé a untarle espuma de forma suave y sensual por su polla y genitales, según lo realizaba observaba que se le escapaban algunos gemidos muy leves, mojé la cuchilla le sujeté la polla y comencé a rasurarle todo. Continué con mi trabajo y procedí a desnudarme por completo. Sandra se quitó su chaqueta, llevaba una camisa blanca, pude observar como se trasparentaba un sujetador blanco de encaje que llevaba y a su vez fijarme en el volumen de sus pechos, que no eran excesivamente grandes, pero parecían tener firmeza.
Mientras tanto continuaba con mi trabajo y una vez afeitado genitales, pene y ano, cogí una toalla y le sequé. Completamente desnudo, saqué el aceite y se lo empecé untar por toda su polla, huevos y ano, él no paraba retorcerse de gusto, de vez en cuando, con la yema de mi dedo corazón me detenía masajeándole la entrada de su ano y con la otra mano le cogía el pene y le masturbaba mientras miraba a Sandra y observaba la excitación de sus ojos. Estaba viendo disfrutar a su marido como nunca y no solo eso, sino que además empezaba a imaginar lo que se avecinaba.
Decidí centrarme en mi trabajo y con mi boca comencé a mordisquear y a chupar los pezones de Abel, fui descendiendo lentamente por su cuerpo hasta que su polla quedó a la altura de mis labios, a esta altura podía percibir el aroma que desprendía su sexo. Decidí meterme aquel miembro en mi boca y comencé a chupar, estaba riquísimo… Al mismo tiempo, con una de las manos le masturbaba y con un dedo le rozaba en la entrada de su ano, su respiración estaba totalmente acelerada. Le estaba haciendo una mamada tremenda, inimaginable.
Pronto noté como le llegaban convulsiones con indicios de correrse, en ese mismo momento paré, y me dijo:
– ¡No pares ahora, por favor!
– Silencio, ahora viene lo mejor… – le dije susurrándole.
Me encontraba totalmente empalmado ante esta situación y Sandra procedía a irse desnudando, se soltó el sujetador y aparecieron sus preciosos pechos, no eran demasiado grandes pero tenían una gran aureola de color rosa y como había imaginado, eran firmes y apuntando hacia arriba.
La cosa comenzaba a animarse, unté en ese mismo instante algo de aceite en mi culo así como en su polla, procedí a sentarme encima de Abel, cogí su polla que apenas unos segundos antes se quedó a punto de eyacular y muy despacio me la fui metiendo… Ummmmmm delicioso, he de decir que no me atrevía a bajar del todo por miedo a que me hiciese daño, ya que era virgen, según me iba moviendo, mi ano iba dilatándose y cada vez su polla tenía más cabida, hasta llegado un momento en que noté como sus huevos golpearon con mis nalgas, por fin estaba toda dentro, ahora sí empecé a moverme como un loco sin parar. Comencé a botar encima de él, de vez en cuando se le escapaba algún pequeño grito y me agarraba con fuerzas de mis glúteos.
De repente Sandra que estaba a nuestro lado empezó a quitarse el tanga y en ese mismo momento pude apreciar su hermosa rajita, me llevé una grata sorpresa al observar que se había depilado. Ella susurró:
– ¿Cuándo me toca a mí?
– No te preocupes, tenemos toda la mañana – le contesté.
Yo continuaba con mi trabajo, parecía que mi culo iba a estallar de placer, notaba como su polla llegaba casi hasta mi estómago cuando de repente noté una descarga de leche caliente dentro de mí, Abel no aguantaba más y se estaba corriendo en mi interior, qué gusto. No pensé en parar sino todo lo contrario, apreté con más fuerza, tenía de seguir botando, debía de dejarle los huevos sin leche para luego poder dedicarme a Sandra mientras él conseguía recuperarse o no.
Pues bien, continué galopando cuando, sin mediar palabra, Sandra empezó a besarme en la boca, su lengua era caliente, sus labios suaves, su perfume cautivador, era maravilloso como besaba, una corriente bajó por mi corazón. Empezó a descender hasta llegar a mis tetas, las cual empezó a chupar y mordisquear, siguió bajando y besándome alrededor de mi ombligo, podía notar su perfume en mis labios y el sabor que me dejó en ellos, también podía sentir su aliento cerca de mi polla, que por cierto parecía que iba a estallar de lo roja que estaba. Titubeando empezó a besarla con sus labios rojos y se la metió en la boca, creí en ese momento morirme de placer, me estaba follando Abel y ella me estaba chupando la polla, pocos placeres en el mundo puede haber como este.
Abel volvió a la carga por segunda vez, no habían pasado 3 minutos cuando volví a notar otra descarga de leche caliente en mi interior… Me fui levantando poco a poco para sacarme aquel miembro de mi ano, notaba como me quedaba vacío mientras que salía su polla. Entonces Sandra me dijo:
– Mira lo que le has hecho a mi marido, le has dejado los huevos sin leche, voy a tener que hacer lo mismo yo contigo.
Me tumbó boca arriba dándome un pequeño empujón y siguió chupándome la polla a la vez que me pajeaba mientras yo observaba como se movían sus pechos. No estaba para muchos trotes ya que llevaba un buen rato con ganas de eyacular, cuando estaba apunto de correrme paró, en ese mismo momento creí morirme.
– Por favor, fóllame, te pido que me folles – dije.
Entonces se incorporó en posición de montarse encima y con su mano agarró mi pene y lo fue introduciendo lentamente en su rajita, esta estaba totalmente dilatada, húmeda, daba la sensación de tener fuego dentro. Enseguida comenzó a efectuar vaivenes continuos, era maravilloso observar desde mi posición su cara, labios, sus ojos que habría y cerraba con sensualidad, sus senos balanceándose y su pelvis y caderas con ese movimiento sincronizado a la perfección. Sin pausa fue incrementando su ritmo, Abel mientras observaba exhausto del favorcito que había recibido por mi parte y contemplaba como su mujer se follaba a un desconocido, como decía. Sandra incrementó su ritmo, ella era la que marcaba el tiempo, de inmediato dejó de realizar los vaivenes y comenzó a botar encima mío, yo podía apreciar como chocaban mis huevos en sus glúteos, era un sonido muy peculiar, hasta que definitivamente comencé a correrme, tuvimos la suerte de que ella en ese mismo momento también tuvo un tremendo orgasmo, parecía querer llorar de placer. Seguía con mi polla dentro pero sin moverse y respirando fuertemente, le faltaba aire después de su orgasmo, en ese mismo momento vi como Abel se incorporaba y se encontraba de nuevo totalmente empalmado, ¡qué vitalidad! era insaciable, puso su pene a la altura de la cara de Sandra y ésta se lo introdujo en la boca, comenzó a mamársela como nunca había visto, yo permanecía anonadado, tenía la sensación de que se habían olvidado de mí.
Pasados unos minutos noté que mi pene volvía a ponerse erecto en el interior de esa rajita Sandra se sacó la polla de la boca y me miró con cara de vicio, se había percatado de mi nueva erección. Se salió de encima mía y se colocó a cuatro patas, era hermoso ver su culo en pompa, disponía de una vista privilegiada, contemplar aquella raja y aquel culo pidiendo guerra era lo mejor que me podía pasar.
– Quiero que Ismael me la meta por el culo, ¿puedo contar con tu permiso?- le dijo al marido.
Él asintió con la cabeza y me dijo:
– Adelante, fóllatela bien follada.
A cuatro patas, su marido le volvió a meter la polla en la boca. Viendo la oferta que me habían hecho, no podía despreciar semejante oportunidad. Unté un poquito de aceite en su ano y glúteos, aunque al pasar por su ano me entretuve acariciándoselo levemente con mi dedo, en breve sustituí mi dedo por mi lengua, me encantó pasar mi lengua por semejante culo. Definitivamente observé que aquel agujerito ya se encontraba algo dilatado y procedí a incorporarme y rozar la punta de mi glande por su ano, llegó un momento en que presioné y sin darme cuenta le había introducido la punta, Sandra dejó escapar un gemido, no sonó muy fuerte porque tenía la boca ocupada con la polla de su marido, volví a pegar otro apretón y observé que mi polla se encontraba todavía por la mitad, podía comprobar que no se la habían follado muchas veces por el culo. Ella se sacó la polla de su marido de la boca y dijo:
– ¡Ahora! métemela toda.
Fui obediente y cumplí con sus palabras, se la metí hasta dentro, empecé a bombear y a arremeter con fuerza. Abel se vino hacia mí y me introdujo su miembro en mi boca, de inmediato notaba como su polla llegaba hasta el fondo de mi garganta, hasta que la sacó y empezó a correrse en mi cara. En ese mismo momento empecé a correrme en el culo de Sandra, era fabuloso.
Estábamos agotados, por lo que decidimos descansar y charlar amablemente. Sandra se encontraba recostada sobre la almohada, en ese momento dije:
– Sandra ahora vas a recibir el mejor masaje que hayas recibido nunca, tu marido va a ser mi colaborador. Túmbate y relájate.
Se tumbó hacia arriba y me senté encima de ella, cogí el aceite y comencé a untarlo por sus pechos y hombros, todo ello muy suavemente. Poco a poco fui descendiendo por su estómago, caderas y piernas. Su cuerpo brillaba y estaba muy escurridizo. Cambié mis manos por mis labios y comencé a mordisquearle sus pechos, que se endurecían por momentos, pasaba la lengua por sus pezones efectuando circunferencias, continué descendiendo hasta llegar a su pubis, separé levemente sus piernas, allí mismo y ante mí tenia la mayor belleza que podía haber en este mundo, esa hermosa rajita que no se podía marchar de allí sin ser bien follada. Una vez en su pubis, con mi lengua llegué hasta su clítoris y de vez en cuando rozaba con mi lengua esa delicada parte, para con el tiempo ir aumentando la cadencia, hasta rozárselo de continuo. Abel una vez mas le metió su polla en la boca y yo con mis manos procedí a separarle los labios vaginales, para así tener un mayor acceso con mi lengua que no paraba de efectuar circunferencias y de subir y bajar a un ritmo vertiginoso, a veces se me escapaba algún que otro mordisco, del cual ella desprendía algún que otro gemido, que no podía oír con calidad ya que su boca se encontraba ocupada con el miembro de su marido.
Llegó un momento en el que comenzó a mover sus caderas como una loca pidiendo más y más, empezó a ejercer presión con sus caderas y a coger mi cabeza con sus manos, se estaba corriendo. Yo podía degustar perfectamente el sabor de su flujo, que por cierto era delicioso. Una vez finalizada su corrida, les indiqué que para finalizar deberíamos de cambiar de posición.
– Abel, túmbate boca arriba, Sandra, túmbate encima de él en la misma posición y sentido.
Le cogí la polla a Abel y fui introduciéndola muy despacito en el culo de su mujer, cuando pude comprobar que la tenía toda dentro, entonces tomé las piernas de Sandra y las puse sobre mis hombros, la íbamos a follar todos a la vez. Tomé mi polla y se la metí hasta dentro, estaba siendo perforada por dos hombres a la vez. Al principio nos costó un poco, pero definitivamente conseguimos sincronizar los tres todos los movimientos. El lleno que debía sentir ella era total, dos pollas aunque todo hay que decirlo, no de muy gran tamaño estaban invadiendo sus entrañas. Abel y yo apretábamos cada vez con más fuerza y Sandra no paraba de gritar como una loca, hasta que pude comprobar que Abel se corría dentro, ya que los espasmos que originaba su orgasmo, se veían comunicados por la poca distancia que había entre su polla y la mía. Por mi parte no tardé mucho más tiempo. Era maravilloso, los tres cuerpos impregnados de aceite y percibiendo la mezcla que originaban nuestros perfumes, sudores y olores de nuestros sexos…
Aquí finalmente acabó nuestro encuentro, cumplí de sobras una fantasía que me llevaría a repetir y disfrutar muchas veces más…
Besos a todos