Impulso súbito

Su novia, está muy buena y además es muy caliente. Tenían una fantasía, Juana quería follar con un chico negro, con una gran polla, mientras su novio miraba.

Alfredo – ALCORCON
Mi novia, Juana, tiene 25 años y un físico extraordinario, con un culo duro, firme, marcado. Su vientre era plano y también marcado. Sus tetas eran fabulosas. Ella decía que, a veces, le molestaban por su tamaño. Vivíamos juntos hacía dos años.
Como nos gusta estar en forma, somos socios de un gimnasio. Al poco tiempo de ir, comenzaron a acercársele hombres con obvias oscuras intenciones, pero lejos de incomodarnos, nos gustaban las insinuaciones que le hacían y cada vez que llegaba a casa me contaba los acontecimientos. Yo comencé a sentir una vibración o cosquilleo en mis huevos mientras me lo narraba. No se si esto ayudó o no, pero nuestras sesiones de sexo se convirtieron en diarias y algunas veces incluían comentarios sobre sus acosos en el club, como por ejemplo:
– ¿Que daría tal persona por una mamada como me estás haciendo? Seguro que esto es lo que te proponen.
– ¿Como será la polla de…? – contestaba ella.
Un día fui a buscarla y oí algunos comentarios:
-¿Has visto a la nueva?
– Sí y tiene un culo extraordinario.
– Y un par de tetas de primera.
– Está para follarla.
-Yo la lamería toda primero…
Cuando se lo conté a Juana se puso loca. Nos divertíamos con eso. Sin embargo la cosa empezó a cambiar un día cuando ella me preguntó:
– ¿Sabes cual es mi fantasía?
Sin saber la respuesta mi polla se me puso tiesa y le contesté:
– Nunca me lo dijiste.
Se acercó a la punta de la cama, cogió mi polla con una mano y con la otra mis huevos y sin esperar respuesta disparó:
– Mi amor, mi fantasía es follarme una polla enorme y dura si puede ser de un chico negro, mejor. Pero sobre todo, que tú estés presente mirando.

La confesión casi me hizo correr en su cara, pero poniendo una mano en su hombro de manera de que quedase acostada en la cama, me arrodillé en el suelo y abriéndole las piernas disparé mi lengua hacia su mojado y caliente coño. Introduje mi lengua lo más profundo que pude al punto que dolía y comencé a follármela con ella. Juana respondió arqueando su espalda. Me comí su clítoris golpeándolo con la punta de la lengua y por un momento imaginé estar lamiendo la eyaculación de un macho. Eso me hizo desesperar y acelerar la velocidad de la comida de chocho. Ella gritó y como si la hubieran electrizado, y tembló en el momento en que le llegaba un tremendo orgasmo. Luego su cuerpo se relajó. Y yo, poniéndome de pie, se la metí hasta el fondo.
– Parece que te gustó mi fantasía – dijo ella con voz entrecortada por mis golpes.
-Sí, también es mi fantasía – dije, pero no pude seguir hablando pues tuve un orgasmo descontrolado y único en que con varios estertores le lancé leche a discreción.
Al día siguiente, y cuando estaba en la ducha, en la de enfrente, estaba Wilson, uno de los socios, y que casualmente era negro. Colgó su toalla y abrió el agua. Solo veía su espalda y su culo, pero cuando se dio la vuelta aluciné. Tenía una polla increíble que, aún dormida era larga y gorda Sus huevos eran gigantes, como huevos de gallina. No pude dejar de imaginarme a Wilson enarbolando ese monstruo duro en busca del placer de Juana. Cuando pude bajar mi erección, no fue fácil, volví a mirar el monumento que colgaba pendiendo de un lado a otro y montado sobre un tremendo par de bolas. No se lo que me pasó, pero tuve que irme porque comenzaba a excitarme. Me vestí rápido. Estaba impaciente por contarle a Juana lo que había visto.
– Encontré alguien que va a satisfacer tu necesidad, es negro y tiene un pollón enorme – le dije.
– ¿Si?
– Es Wilson – añadí, mientras ella prestaba atención- Lo vi desnudo en la ducha.
Durante el viaje de regreso a casa le di detalles sobre él y cuando llegamos, ambos nos liamos en un polvo extraordinario. En algunos de los polvos que siguieron, Juana me llamaba Wilson y contaba como disfrutaba de la súper polla. Cuando terminamos, decidimos que Juana le tiraría los tejos.
Fuimos a comprar ropa nueva para el gimnasio. Cuando salió del probador, casi me corro de verla. Resaltaban sus tetas y su magnifico culo. Si Wilson no picaba el anzuelo, es que era gay.

Un día la encontré en el gimnasio con él. Le había pedido que la ayudase a entrenar. Wilson tocaba sus piernas y su vientre, dando indicaciones del ejercicio. No se si a él lo había excitado, pero a mí sí. La cosa continuó con nuestros juegos hasta que un día mi calentona novia se las arregló para hacerlo venir a casa, no sé con qué excusa. Yo no sabía que él venía hasta que sonó el timbre.
– Nos viene a visitar Wilson – me dijo.
Entre esta respuesta y la indumentaria que llevaba puesta tuve un principio de erección. Se había puesto una mini, súper mini de tejano y un top blanco de algodón, sin nada debajo. Lo hizo sentar en el sillón grande y ella trajo algunas bebidas, sin alcohol para él y sin más preámbulos, Juana le dijo al oído:
– Después quiero saber si es verdad lo que dicen de ti.
– ¿Y qué dicen? – contestó Wilson.
– Que tienes una polla muy grande y hermosa – continuó mi novia deslizando su mano por su pierna terminando en su paquete.
Con sorpresa por parte de Wilson, que me miraba incrédulo, ella comenzó a acariciarlo sobre la tela del pantalón. Al final, al ver que yo no decía nada, se dejó acariciar riendo a carcajadas, mientras mi calentona novia desabrochaba su pantalón.
– ¿Y quien te dijo como la tengo? – preguntó él acomodándose en el sillón de manera de permitir que Juana metiera la mano bajo su ropa interior.
– Mi novio – respondió ella mientras capturaba la polla de Wilson.
– ¿¡Tú!? – me preguntó sorprendido.
Yo asentí con la cabeza, levantando mi vaso de whisky en señal de aprobación.
– Alfredo… ¿Tú le dijiste a tu novia la polla que tengo?
– Me lo contó porque tengo una fantasía – contestó ella.
-¿Sí… cual?

– Quiero que me folle un tío como tú, mientras mi novio nos mira – dijo sin dejarme responder y mientras levantaba su top y se lo quitaba quedando sus geniales mamas al aire y acercándolas a Wilson.
Wilson estaba triplemente alucinado. Primero por ver sus hermosos globos que, seguramente, deseó desde que la conoció, segundo porque mi novia, ahora acariciaba su polla por debajo de su ropa interior y por último porque se acababa de enterar que ella quería follar con él
– A ver si lo he entendido – dijo al fin -. ¿Quieres tener sexo conmigo mientras él nos mira?
– Sí, quiero disfrutar de tu hermosa polla mientras Alfredo mira como me das placer.
– Eso podemos solucionarlo fácilmente – respondió Wilson
No dijo nada más, cogió una de sus tetas con las manos y comenzó a lamer y besar su grande y morena aureola. Besó ambas tetas como desesperado, susurrándole al oído:
– Te tenía unas ganas enormes.
– Yo también desde que Alfredo me contó el pedazo de polla que tienes.
Ahora la vas a disfrutar como nunca y tu novio va a mirar como te follo – dijo él poniéndose de pie para quitarse la ropa.
Cuando bajó sus pantalones su enorme verga quedó al descubierto semi erecta
– ¡Oooh… que belleza! – exclamó mi novia.
– ¿Vas a aguantar esto? – preguntó él.
– Vamos a ver si me aguantas tú a mí, corazón – sentenció ella mientras se sacaba su diminuta ropa interior.
Comenzó a deslizar su mano desde la base hacia arriba sin liberar la cabeza. Wilson resoplaba cerrando los ojos.
– ¡Golfa, que bien la chupas! – Dijo él entrecortadamente – ¡Eres una experta. La de pollas que te habrás comido para aprender a chupar así!
– Muchas – respondió ella sacándosela de la boca.
Me sorprendieron sus enormes huevos. La lengua se clavó en el escroto entre ambos huevos y se hundió. Saboreaba y olfateaba sus testículos con enorme placer. Luego lamió cada una de sus enormes bolas para, por fin, meterlas en su boca y succionar. Mientras le comía los huevos no dejaba de pajearlo. Wilson tenía los ojos en blanco. Mi novia estuvo comiéndoselos varios minutos, y de vez en cuando verificaba que yo contemplara el espectáculo mirándome con cara de guarra.
– Ven, que vas a saber lo que es una buena polla –me dijo él, se sentó en el sillón y su verga estaba brillante por la saliva de mi novia – Mostrémosle a tu novio como te tragas todo esto.
Su glande separó de par en par los labios de su coño abriéndose camino. Era increíble la imagen de esa impresionante penetración mientras ella me miraba esbozando una enorme sonrisa de victoria sazonada con placer. Pero la enorme polla solo se introdujo hasta la mitad.
– ¡Aaaagggh…! – gritó mi novia ahogadamente.
Yo estaba alucinado viendo como una verga inmensa se follaba a mi novia

– ¡Que coño más apretado, nena! – dijo él – ¿La quieres toda adentro? – le preguntó Wilson mientras me lanzaba una mirada desafiante comunicándome como la vería toda entera en la argolla de mi amada.
– ¡Sí, por favor párteme con tu polla, que estoy muy caliente! – rogaba Juana.
Wilson finalmente dejó de sostenerla. No me imaginaba como entraba todo eso dentro de ella. Los huevos de Wilson se aplastaban con cada subida de Juana, que comenzaba a gritar de placer. Wilson apretaba sus tetas sus pezones erectos. Ella curvaba la espalda y gritaba que se corría. Fue un orgasmo inigualable. Jamás había llegado al clímax tan rápidamente. El tamaño y mi presencia seguramente habían logrado eso.
– Estabas muy caliente, mi vida – le dijo él al oír su sonoro orgasmo.
– ¡Sí, pero quiero más polla, rómpeme… fóllame fuerte, …! – le gritó entrecortadamente, comenzando a dar saltos.
– Eres una máquina de orgasmar. Apuesto que tu novio no te hace acabar tanta veces ni tan rápido.
– ¡Claro que no! – Dijo ella – Es tu enorme polla y el hecho de que él mire.
-¿Te gusta que él te mire follando con otro? – preguntó Wilson sacando la polla de su interior – ella asintió con la cabeza y él añadió – Eres muy golfa.
– Sí, soy muy golfa y deseo que mi novio me conozca así, insaciable de polla y de leche- respondió ella con sus ojos vidriosos. – ¡Fóllame, cabrón! – gritó.
Wilson la metió de pronto y totalmente en su interior, sin decir agua va. A partir de allí comenzó a bombear como si se tratara de un pistón golpeando el coño de Juana hasta que, sin avisar, sacó su verga para apoyarla sobre el chocho y frotar el enrojecido clítoris de mi novia. Esto le gustó, ya que comenzó a gritar obscenidades. Al cabo de unos segundos volvió, a penetrarla. Con cada golpe, el cuerpo de Juana se convulsionaba y sus tetas se disparaban de un lado a otro.
– ¡Te voy a llenar de leche! – dijo él al rato.
– ¡Sí, por favor, quiero tu semen! – rogaba.
– Alfredo… – me dijo él entonces – ¡Me voy a correr dentro a tu novia, la voy a inundar de leche!
Yo no dije nada y él, de pronto, comenzó a gritar como un cavernícola golpeando más fuerte y quedándose unos segundos con la polla a fondo mientras apretaba el culo, para luego repetir sus estertores cuatro o cinco veces.
– ¡Oooh… no lo puedo creer, tanta leche… aaah…! – exclamó mi novia uniéndose a él en el orgasmo.
Juana quedó inmóvil con la verga de Wilson en su interior. Parecía que a ambos se le escapaba el aire de los pulmones. Cuando él salió de su interior, por la enorme cantidad de esperma que lanzó dentro de su coño, este líquido blanco y viscoso comenzó a salir de Juana. Wilson se retiró satisfecho viendo como se derramaba la culminación de su polvo, para sentarse en el sillón.
Todos habíamos quedado más que satisfechos.
Saludos de Juana y míos.