Relato erótico

Imagenes imborrables

Charo
19 de febrero del 2019

Su hermana mayor le llamó y le dijo si quería pasar unos días en su casa. Su novio estaba de viaje y no le gustaba estar sola. Cuando llegó se encontró con una amiga de su hermana que, posiblemente, se quedaría también unos días.

Daniel – Gerona
Soy un adolescente con todos los problemas que traen consigo la edad, tengo pelo negro, ojos marrones, nada fuera de lo normal. Hasta el día de hoy vivo con mis padres, aunque tengo una hermana mayor (Reme), está estudiando para ser arquitecta, ella vive con su novio. La relación con mi hermana es normal, la mayoría de las veces estamos peleando por trivialidades pero generalmente nos llevamos bien.
Cierto día Reme me invitó a pasar un par de días en su casa, ya que el novio se había ido y no estaba acostumbrada a estar sola, con gusto acepté. En el segundo día que estuve allí nos visitó una amiga suya, que hasta ese momento no conocía. Esta chica era realmente sensacional, en el momento en que entró ya me había cautivado con su melena castaña enrulada, su piel fluida y sus ojos marrones.
Su nombre era Sara. Ella quería hablar con mi hermana para ver si podía quedarse a dormir unos días, ya que por la llegada inesperada de unos parientes, en su casa no había espacio suficiente.
Reme no tuvo problemas, su casa tenía lugar al menos para una persona más; por supuesto que me emocionó la idea. Sara se fue y al rato volvió con su ropa y otras cosas de utilidad. Vale decir que ella estudiaba psicología, por lo cual siempre estaba tratando de descifrar a la gente mediante charlas que eran más bien interrogatorios (eso lo descubrí el tiempo que compartí con ella).
Esa misma noche, mientras estábamos comiendo, llamaron por teléfono a mi hermana, noté por su cara (y algunos que otros insultos) que no eran buenas noticias. Al parecer la fecha de entrega de un trabajo se había adelantado, cosa que la obligaba a tener que terminarlo lo más pronto posible. Reme nos dijo que tenía que ir urgente a casa de una compañera de estudio, que la disculpáramos, así que se fue dejándome solo con esta chica que despertaba en mí pensamientos la lujuria. Seguimos cenando y hablando de nuestras cosas.
Me preguntó si tenía novia, a lo que contesté con una negación a lo que ella añadió “que lástima”. Malditas indirectas, nunca supe manejarlas y ese no era un buen momento para aprender. Puse mi mejor cara y seguí con la conversación.
Acabamos de comer y nos dirigimos al sofá a ver la tele y seguimos con la conversación.
– Yo tampoco tengo novio, siempre hay chicos pero nada serio ¿te puedo hacer una pregunta atrevida?- me dijo
– ¿Tienes alguna fantasía por cumplir?

-¿Fantasía? si… Supongo que como todos.
– ¿Cuáles? Tengo curiosidad.
– Prefiero guardármela…
– Venga chico, no te cortes. Si me la cuentas, yo te cuento la mía.
Tenía muchas ganas de escuchar su fantasía, era una gran oportunidad, decidí arriesgarme.
– A decir verdad no es muy complicada ni rebuscada, me gustaría mucho estar con dos mujeres al mismo tiempo, ya está.
Para ese momento ya estaba divagando entre palabras, diciendo lo primero que llegaba a mi cabeza, tenía muchas ganas de irme de allí antes de meter la pata. Hubo un pequeño silencio, hasta que ella puso su mano sobre la mía y dijo.
– Ahora te voy a decir cual es mi fantasía, aunque no sé si vas a poder aguantarla…
Eso fue demasiado para mí, me levanté acalorado y ella se levantó al mismo tiempo.
– Me parece que mejor me voy a dormir.
– Vamos, no te asustes, estamos jugando- dijo.
Comenzó a acercarse con la mirada fija en mis ojos, hipnotizándome, tratando de acorralarme.
Tenía un cuerpo apetitoso, se notaba a través de la ropa las curvas que cuidaba celosamente. De pronto me levanté, tropecé con la alfombra y caí. Ella en vez de ayudarme a levantarme se puso sobre mí y atinó a besarme, mientras que sus manos tocaban mis piernas y su busto se clavaban en mi pecho. Yo me quedé inmóvil sin saber que hacer, era una situación que escapaba a mi control. Sara en cambio sabía muy bien lo que hacía, en vez de besarme mordía levemente mis labios y pasaba su lengua en ellos, también besaba mi cuello y lo chupaba, produciéndome cosquillas.
No me di cuenta cuando bajó el cierre de mi pantalón, pero si me di cuenta cuando comenzó a luchar con mi boxer, tratando de sacar mi polla a la luz. Nervioso como nunca me bajé el pantalón, pero cuando iba a quitarme el boxer Sara se agachó un poco y comenzó a desnudarme ella misma. Notaba en su cara algo de ansiedad, una sonrisa cómplice y rubor en sus mejillas. Ya no había nada de ropa que nos separase, mi rabo estaba justo delante de ella, esperando el siguiente paso.
Ella acercó sus labios y le dio un piquito justo en la punta.
Comenzó a sacudir mi polla con su mano como si fuese un juguete, tocaba y rascaba mis huevos con sus largas uñas mientras me decía unos cuantos cumplidos.

Yo me sentía fuera de lugar, imaginaos, una hermosa chica mayor que yo estaba masturbándome, esa situación podría volver loco a más de uno. A todo esto su mano recorría la longitud de mi pene, mientras que la otra la usaba como cuna para mis testículos, meciéndolos de aquí para allá. Yo lo único que quería en ese momento era sentir sus labios, pero ella se hacía esperar.
Siguió masturbándome, acariciando mi polla de punta a punta, el liquido pre seminal brotaba del agujerito del glande posándose en su mano, ella lo esparcía a lo largo de mi falo en cada movimiento que hacía, para que estuviese más resbaladizo. En cierto momento acercó su cara con la boca entreabierta, pensé que había llegado el momento pero no… En vez de eso comenzó a hacer círculos con mi pene sobre sus labios, una y otra vez, untándose mis fluidos. De pronto se metió el pene en la boca, lo chupó apenas y lo sacó hacia fuera haciendo que muriera de ganas.
-¿Tienes ganas de que te la chupe bien, no?
– Si, muchísimas.
Sara me miró, bajó un poco su rostro y comenzó a pasar su lengua por debajo de mis testículos, acercándose irremediablemente hacia el glande. Cuando llegó a él empezó a rozarlo con su lengua, por suerte no tardó mucho en metérselo dentro de su húmeda boca de nuevo. Sentí un placer exagerado todo de una vez, seguramente esto era mejor que cualquier paja que me hubiese hecho en el pasado, parecía que había valido la pena esperar.
Sara chupaba mi polla de una forma lenta y apetitosa, buscando probar el sabor que tenía, su mano hacia movimientos giratorios hacia arriba y hacia abajo, acompañando su lengua. A veces se lo sacaba de la boca, pasaba la lengua por el palo, por mis testículos y mirándome se lo tragaba nuevamente. Mi cuerpo se encorvaba instintivamente y trataba de alejarse, pero ella me tenía bien agarrado de las piernas y me acercaba otra vez hacia su orificio bucal. Yo sentía en cada lamida que llegaba al orgasmo, la resistencia que tenía dejaba mucho que desear, mi corazón latía fuertemente y mi respiración era cada vez más notoria, cuando pensé que no podía aguantar más ella se tomó una pausa.
Se puso de rodillas frente a mí, con sensualidad se quitó la blusa que llevaba puesta y quedó solo en sujetador que casi no le tapaba nada.
– Me gusta el sabor de tu verga es estupendo- dijo mientras terminaba de desabrocharse.

Parecía estar acostumbrada a este tipo de situaciones, yo estaba en las nubes, transpirando como nunca. Cuando se quitó el sostén pude apreciar sus atributos, eran normales pero maravillosos, tenía unos pezones chiquitos y rosaditos. Ella apretó sus pechos con los brazos para que sobresalieran más.
Sara se acercó nuevamente y pasó mi polla por sus pezones, alternando uno con el otro. La pausa no duró mucho, apresuradamente comenzó a chupar de nuevo, su lengua estaba totalmente descontrolada y sus labios resbaladizos facilitaban la entrada y salida.
Un orgasmo en estas situaciones es inevitable y el mío estaba a punto de presentarse. Como todo un caballero traté de avisarle pero ella no me escuchaba, al contrario, apretó sus labios y comenzó a moverse con más velocidad, no quería darme descanso.
– ¡Sara ya viene! ¡No puedo aguantar más!
Pero nada, parecía que estaba muy concentrada, no quería detenerla pero tampoco quería que tuviésemos un accidente tan tonto. Haciendo uso de mi fuerza logré escapar de su boca, corriendo su cara un poco hacia atrás con mis manos. Empecé a gemir a causa del placer que se estaba avecinando, de pronto mi polla empezó a palpitar, ella se dio cuenta rápido y acercó su mano para masturbarme y controlar la dirección. El primer chorro fue pequeño y apenas llegó a su boca, en cambio el segundo fue mucho más lejos y aterrizó en su cara, algo de mi semen cayó también en mi cuerpo y en sus manos.
Sentí que había perdido muchísima fuerza en ese momento, un escalofrío había recorrido mi cuerpo y se había llevado toda mi energía, por suerte estaba acostado.
Sara siguió masturbándome un poco más, usando mí propia leche como lubricante, el chapoteo que eso provocaba era de lo mejor. Al ratito se puso de pie, cogió su ropa y me dijo:
– Estoy cansada, me voy a acostar. ¡Hasta mañana!
No podía creer la naturaleza que tenía esa chica, después de algo así pensé que las cosas serían distintas.
Me quedé acostado unos minutos reviviendo lo que había sucedido, hasta que decidí levantarme. Llegué el baño para asearme un poco y sin perder mucho tiempo me fui a acostar, el cansancio era máximo.

Al día siguiente cuando me levanté ella estaba en la cocina preparando el café, mi hermana había llegado muy tarde y estaba durmiendo.
Cuando me acerqué vi que estaba vestida con un pijama bastante infantil, me causaba cierto morbo verla con esa ropa. Ella se dio cuenta de mi presencia y con una sonrisa me saludó.
Me senté en una de las sillas de la cocina y ella me alcanzó una taza de café, luego se sentó enfrente con su taza de café y encendió un cigarrillo.
Ambos nos quedamos callados sin decir nada, relajándonos con el café y los cigarrillos. Yo quería decir algo, pero no encontraba palabras, estaba mudo. Cuando terminó de tomar su taza de café se levantó de la mesa y con unos pasos silenciosos se acercó a mí, me dio un pequeño beso en la mejilla y susurró.
– ¿Sabes? anoche hice realidad mi fantasía.
Yo asentí con la cabeza, acalorada por la revelación. La miré mientras se iba, moviendo su hermoso culo y sus largas piernas llamando al desenfreno.
De seguro sería uno de los mejores recuerdos de mi vida…
Saludos

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