Relato erótico
Historia compartida
Una chica le dijo que su amiga estaba loquita por el y montaron una salida de fin de semana. Además, por lo que contaron, las experiencias que ellas habían tenido en lo referente al sexo no eran demasiado buenas.
Antonio – MADRID
Hola me llamo Antonio, tengo 35 años y es el primer relato que escribo a vuestra revista pero es que quería compartir con vosotros una historia que me pasó ya hace unos 4 años.
Yo trabajo en una empresa de transporte de viajeros en Madrid y un día, al llegar a cabecera de línea, me estaba esperando Vanesa, una viajera que se subía mucho conmigo. Tiene 20 años, una figura preciosa, delgadita, 1,65, buenas tetas y pelo color rubio oscuro. Venía a decirme que tenía a su amiga Silvia loca por mí, que no hacia más que comerle la cabeza, que yo le gustaba mucho y que quería que saliéramos un dia a tomar algo. Yo le dije que sí, que el fin de semana libraba y que podíamos quedar.
– Ya se lo diré a Silvia – dijo Vanesa.
Al día siguiente, a la misma hora, me estaban esperando las dos en el mismo sitio. Empezamos a hablar y quedamos para el sábado, aunque les dije que llevaría a un amigo y que quedaríamos los cuatro. Llegó el sábado y nos presentamos mi amigo y yo en el barrio de Vanesa. Llevamos dos coches para así, al final de la noche, yo no tener que llevarle a él a casa y dejarme a mi el terreno libre con Silvia, ya que no vivía al lado de Vanesa sino mucho más retirada. Cuando llegamos Alfredo aparco su coche y allí estaban las dos vestidas con una minifalda que tapaba lo justo, Silvia con un top que le marcaba las tetas y Vanesa con una camiseta ceñida, la cual también se las marcaba. Nos montamos en el coche, Alfredo se sentó atrás con Silvia y Vanesa conmigo pudiendo admirar todo el trayecto las bonitas piernas de la chica.
Durante la cena hablamos de todo, ellas decían que habían tenido algún rollo que otro, pero nada serio aunque Silvia añadió que ella no sabía lo que era un polvo. Yo me quedé blanco, pero ella añadió:
– No es que sea virgen, lo que pasa que en diez minutos que me duraba el tío, una no se llega a correr.
– ¿Diez minutos? – pregunté incrédulo – ¿Pero qué les haces?
– Nada, al rato de meterla se corría y yo me quedaba con las ganas.
Alfredo y yo comenzamos a reír y ellas preguntaron qué nos hacía tanta gracia ya que ella lo había comentado con sus amigas y era lo que les había pasado a la gran mayoría.
– Hombre, yo en diez minutos nunca me he corrido, pero no lo voy a decir muy alto, no sea que un día me pase – yo le dije.
– Ya lo veremos – dijo Silvia.
– Cuando tú quieras- contesté.
La cosa se quedó ahí y nos fuimos a tomar algo a un garito con bastante gente y a eso de las dos de la mañana, yo les pregunté a qué hora tenían que estar en casa y nos dijeron que sus padres las dejaban hasta las cinco. Vanesa dijo que nos podíamos ir porque se encontraba mal, cogimos el coche, llegamos a su barrio, nos despedimos, Alfredo se fue y Vanesa entró en casa.
Cuando iba camino de casa de Silvia, antes de llegar, le dije que si quería ir a un lugar más tranquilo, que aun era pronto y me dijo:
– Sí y me vas a enseñar eso de que duras más de diez minutos.
Aquellas palabras saliendo de aquella boquita tan apetecible, hizo que mi polla pegara un salto, y le dije:
– A lo mejor me voy antes de lo previsto, pero bueno ya lo veremos si me dejas.
– ¿Dejarte? Te voy a dejar porque tengo ganas de estar contigo hace tiempo y esta noche no la voy a desaprovechar,
Llegamos a un lugar apartado y le dije que pasáramos al asiento de atrás, me quité los pantalones y cuando mi polla quedó al descubierto ella preguntó:
– ¿Cuando te mide?
– Unos 21cm – dije.
– Si me aguantas, como me lo voy a pasar, a mi rollito no le media más de 16.
La cogí, le empecé a quitar el top, dejando al descubierto dos tetas que chupé y sobé sus pezones que ya estaban erectos, y cuando metí la mano debajo de su diminuta falda, le aparté el tanga y empecé a meter un dedo en su raja muy lentamente. Ella gemía y se retorcía de placer hasta que yo ya no aguantaba más y le dije:
– Quiero que me la chupes.
Ella agachó la cabeza y empezó un lenta y torpe mamada, así que yo le dije como me gustaba. Más lentamente pero bien adentro. Ella me contestó que lo intentaría y así lo hizo. Empezó a chupar poco a poco y se la iba introduciendo más dentro de su boca, hasta casi a su garganta. Estuvo así más de 15 minutos y cuando se incorporó me dijo:
– Eres duro, cabrón, no he conseguido que me lo eches dentro de la boca.
Entonces la tumbé en el asiento, le quité la mini y le rompí el tanga por lo que ella me dijo:
– ¡Que bruto eres, pero que cachonda me estás poniendo! – añadiendo – Ponte el condón, por favor.
Contestándole que no se preocupara, me lo puse y apunté mi polla a la entrada de su coño, que llevaba depilado, y me quedé observando aquella preciosa imagen. Un coñito de 19 años, follado por una polla de 21. Comencé la follada lenta, pero sin perder el ritmo y mientras ella gemía y jadeaba, me decía:
– ¡Más adentro, cabrón, fóllame fuerte!
Se corrió tres veces y en una de ellas parecía que se meaba, la muy guarra, pidiendo perdón entre gemidos y diciendo que no se podía contener. Entonces la puse a horcajadas sobre mí y le dije:
– Ahora fóllame tú a mí.
En el acto empezó a moverse arriba y abajo, yo le apretaba el culito y le ayudaba en la follada. Los dos estábamos sudando hasta que le dije:
– Creo que ya he superado tu record.
– Sí, eres un cabrón, aguantas más que ese niñato que me quitó la virginidad.
– Ven – le dije – quiero acabar en tu boca.
– Te voy a dejar los huevos secos.
Una chica de 19 años hablando así me ponía la polla que iba a reventar. En el acto se la metió en la boca y empezó a chupar y chupar e incluso hubo un momento en que dijo:
– Me duele el cuello.
– No te preocupes, yo te ayudo – le dije y empecé literalmente a follármela por la boca.
Yo sentado, agarraba su cabeza comenzando un metisaca bastante más deprisa que ella lo hacía y cuando fui a reventar en su boca, le dio una arcada y mi polla se coló de un golpe en su boca, desapareciendo en su interior y soltando toda mi leche dentro. Ella contuvo la corrida dentro de su garganta y sacándose mi polla me dio a probar mis jugos en un beso y dijo:
– Eres magnífico, más de una hora follando, me he corrido ni se sabe las veces y casi me haces vomitar, pero estaba tan cansada que no me ha salido la arcada con fuerza para ello, cabrón.
La llevé a casa y después de ese momento hemos follado muchas veces más pero lo mas interesante fue que su amiga Vanesa se enteró de como se lo pasaba Silvia por cosas que esta contaba, y se la jugó a sus espaldas regalándome también buenos momentos, pero eso lo dejamos para otra ocasión.
Saludos