Relato erótico

Hay que relacionarse

Charo
8 de enero del 2019

Nuestra amiga y lectora de Clima ya nos hizo participes de lo que pasó cuando llegaron sus nuevos vecinos. Hoy nos relata cómo terminó aquel primer “contacto”.

Maribel – Tarragona
Amiga Charo, te recuerdo que desde que me mudé, el apartamento “F” no terminaba de venderse lo cual era bastante bueno para mí porque mi dormitorio estaba pegado a uno de los ambientes de esa casa y las paredes de la mía eran bastante finas, pero todo cambió cuando una pareja vino a ocuparlo y se pasaban todas las noches follando como locos. Te relaté también como acabé conociendo a esa pareja, como casi caí en los brazos del hombre, un negro más que atractivo y terminé mi relato diciendo que el hombre, después de mostrarme su apartamento, ambiente por ambiente, se sentó en un mini bar que tenían y me invitó a un trago. No suelo beber alcohol pero como lo preparó con frutas frescas, con un estilo bien tropical, accedí. La verdad es que estaba delicioso, era un trago suave y fresco pero los efectos del alcohol no tardaron en hacerse sentir. Me sentía más liberada que nunca y deseosa de decirle que conocía sus hazañas sexuales porque las oía a diario.
Estaba sumida en esos pensamientos cuando Alexis se bajó de su taburete y se acercó al mío, encerrando mis piernas entre las suyas. Sentir su piel chocolate cerca de la mía, solo hizo que la temperatura de mi cuerpo se elevara más de lo que ya estaba. Esta vez su boca se dirigió a mi cuello y mientras dejaba resbalar su lengua por mi piel, entre susurros me dijo:
– ¿Has venido por lo que te debía?
– Sí… ¿se nota demasiado?
– No importa, esta vez vamos a llegar hasta el final, ¿verdad?
– Si Claudia no nos interrumpe…
– Y si llegara, ¿qué… qué importa?
Mientras me calentaba con estas palabras, sus manos ya se habían apoderado de mis pechos y había comenzado a acariciarlos como aquella tarde, en la cocina de mi casa. Cuando oí lo que me decía sobre Claudia e imaginé la situación, me excité más y decidí decirle lo que conocía de ellos.
– ¿Qué, me vas a follar como haces con ella aun estando presente tu mujer?
Alexis me miro entre sorprendido y divertido.
– ¿Y tú como sabes como la follo? – preguntó entre sorprendido y divertido.
– Porque os oigo, hay noches en las que os escucho.
Al decir estas palabras, Alexis presionó más todavía sobre mis tetas, como tratando de mostrarme las caricias que Claudia gozaba en esos momentos de pasión con su marido.
– ¿Y te gusta lo que oyes… te calientas?

– ¡Claro que sí…!
– ¿Y te acaricias cuando nos escuchas?
– Me vuelvo loca de calentura, me masturbo hasta correrme con vosotros…
– ¡Como me gustaría ver eso! – exclamó.
– Y a mí que me folles como lo haces a ella.
No había terminado de decir esto cuando Alexis, con sus musculosas manos, me arrancó de cuajo la ropa y se dedicó a chupar mis tetas por encima de mi ropa interior. Enterraba su cara morena entre mis pechos y refregaba su entrepierna con las mías. Al hacer eso me dejó sentir su sexo duro y no pude resistirme a acariciarlo así, sin sacarlo siquiera de la prisión de su ropa. El tamaño que podía adivinar solo al rozarlo hacía que mi lujuria aumentara minuto a minuto.
Las manos de Alexis me quitaron toda la ropa en menos de un segundo, dejándome sentada en el taburete completamente desnuda, a merced de su boca y sus dedos. Mientras se dedicaba a eso, me entretuve desabrochando sus pantalones, bajando torpe y apresuradamente su slip con mis manos y liberando su sexo para que pudiera acariciarlo a gusto. A medida que su boca hacia estragos con mis tetas, mis manos acariciaban su sexo completamente y podía sentir como crecía y creía entre mis dedos, como cada vez la piel se calentaba más, como se endurecía y comenzaba a soltar ese maravilloso y cálido líquido seminal que invitaba a sorberlo despacio para poder degustarlo como un buen vino.
Al sentir el tamaño que adquiría su polla entre mis manos no podía evitar un escalofrío de pensar que podía clavármela, que podía llenar mi sexo con ella y hacerme gozar como hacía mucho que un hombre no lo lograba. Al rato me levantó, colocó mis piernas en su cintura y me llevó hasta el dormitorio, situándome frente a un espejo de cuerpo entero que tenían en una de las paredes y cuando se aseguro de que nuestra imagen se reflejaba perfectamente en él, comenzó a besarme. Su lengua invadió mi boca, la recorrió completa y luego volvía a encargarse de mis tetas.
Mientras ambos nos mirábamos en el espejo, desde atrás abrió mis piernas y pasó una de sus manos por delante de mi pecho, para que pudiera ver el momento exacto en el que volvía a acariciarme las tetas y con la otra mano bajaba hasta mi coño. El contraste de la blancura de mi piel con la suya morena, vista desde el espejo, era un factor de excitación impresionante. Podía ver como su mano reptaba sobre mi piel como si fuera una víbora y sentía lo mismo con su otra mano, que ya estaba llegando a donde quería.
Estando quieta se le facilitó la tarea de meter uno de sus morenos dedos en mi interior y verlo desaparecer y sentir como me follaba con él insistentemente, me calentó horrores.

Nuestras piernas se movían como si estuviéramos sobre olas, subían y bajaban con cadencia, las caderas pegadas, buscando el roce permanente, la fricción que aumentaba el deseo. Al rato me tumbó sobre la cama y me abrió las piernas firmemente, se situó frente a ellas y con su boca comenzó a explorarme en forma casi desesperada. Sabía que ese era el ritmo que a mi me calentaría, sabía que buscaba la replica de sus noches de sexo con Claudia y no se hizo esperar. Abría mis labios vaginales con sus dedos, los acariciaba de arriba hacia abajo acompañando los movimientos con su lengua, extendía una de sus manos y seguía tomando mis pechos, los martirizaba sin piedad mientras sentía que su lengua iba mas allá todavía.
Me encontré elevando mis caderas para alcanzar cada vez más su boca, para darle el espacio suficiente para que siguiera entrando con su lengua, para acomodar mi clítoris cerca de sus dientes y pudiera morderlo hasta hacerlo explotar. Mientras Alexis estaba comiendo mi sexo de esa forma, mientras sentía que su lengua se mojaba cada vez más, mientras mis manos masajeaban mis tetas que ardían de deseo, oímos un sonido que provenía de la puerta de entrada.
En un movimiento reflejo de mi cuerpo me incorporé en la cama como para querer irme pero las manos de Alexis salieron de sus escondites y me empujaron nuevamente hacia ella, para continuar con su tarea. No pasaron más de tres minutos cuando en el marco de la puerta se recortó la figura de Claudia. Me quedé muda al verla allí parada y solo atiné a decir:
– ¡Alexis, Claudia!
Alexis quitó su boca de mi sexo un segundo, giro su cara hacia atrás y al ver a su esposa contemplar la escena, sonriendo le dijo:
– Amor, estás invitada, esto recién comienza.
Creí que Claudia pondría el grito en el cielo al ver semejante cuadro pero contrariamente a todos mis pronósticos, también le sonrió a su esposo y con toda la sensualidad del mundo se despojó de sus ropas y se acercó a la cama. Si vestida me había parecido que su cuerpo era escultural, al verla desnuda me quedé sin aliento. Sus pechos eran de una turgencia fuera de lo común y su vientre plano terminaba en una casi dibujada vagina, perfecta en su dimensión y color. Tenía un par de piernas que parecían cinceladas y un culo más perfecto aun que sus tetas.
Pensé que se nos iba a unir pero grande fue mi sorpresa cuando vi que se sentó en un sillón cerca de la cama y coloco una de sus piernas por encima del apoyabrazos, dejándome ver su coño completamente abierto.
Alexis parecía no inmutarse, seguía con su tarea de lamerme por completo y su lengua no paraba, era la lengua mas inquieta que alguien me haya dado para probar, era inquietante sentirla en todos mis rincones y lo único que conseguía era inundarme más y más con mis propios jugos, provocando sonidos súper eróticos que retumbaban en todo el cuarto.

Pero no podía dejar de mirar a Claudia, quien a esta altura de las cosas estaba con sus manos en su propio sexo, masturbándose deliciosamente con la escena que representábamos su marido y yo. Podía ver como se metía sus dedos hasta lo más profundo de su sexo y cerraba los ojos al sentir como ella misma se follaba, para luego sacarlos brillantes de humedad y chuparlos uno a uno. Parecía que la misma escena se repetía en mi cuerpo pero esta vez con los dedos de Alexis, que después de entrar y salir de mí completamente mojados, se introducían en su boca y los chupaba para poder llenar más aun su boca con mi flujo. Ver la cara de Alexis completamente mojada con mis jugos me provoco un orgasmo profundo y casi silencioso, un orgasmo que solo excitó mucho más todo mi cuerpo.
Claudia, desde su sillón, no cesaba de darse placer y a medida que este crecía, sus gemidos habían comenzado a oírse en el cuarto, los mismos que oía por las noches y me hacían estallar de gozo. Después de acabar en un orgasmo más que estridente, Claudia se acercó a su marido y mientras permitía que el siguiera torturando mi coño completamente caliente, así como estaba a sus espaldas, se agachó lo suficiente como para quedar a su altura y tomándolo por detrás, vi como su cara se escondía entre sus nalgas. Claudia estaba lamiendo su sexo por detrás, estaba chupándole la polla por detrás y provocando espasmos de placer en todo el cuerpo del moreno que me mataba a mí con las mismas caricias.
– Chúpame el culo, amor – dijo Alexis de pronto.
Ante el pedido de su marido, Claudia comenzó a lamer el culo con su lengua, arrancando suspiros de placer de la boca masculina y volviéndome loca al ver semejante cuadro. Lo excitó hasta el delirio, hasta que Alexis le exigió que se lo follara con los dedos. Lentamente las manos de Claudia masajearon los glúteos del moreno hasta que un dedo lo penetró y a su vez, por el mismo empujón natural de la acción, dos dedos de Alexis me follaron a mi al mismo tiempo, uno en el coño y otro en el culo.
Después de experimentar su primer orgasmo, Alexis se incorporó y le cedió su lugar a Claudia y fue ella quien se ubicó entre mis piernas, mientras que él la tomaba de sus caderas y desde mi posición podía ver como la follaba desde atrás. Claudia ponía todo su empeño en excitarme y lo lograba. Nunca me había chupado una mujer hasta ese momento y juro que me quedé encantada con las sensaciones que esa lengua femenina despertaba en mí. La sensualidad de su boca comiendo mi sexo era algo indescriptible, ser mujer le daba la ventaja de saber que zonas tocar para hacerme estallar de placer, para lograr que mi cuerpo saltara ante su lengua y los masajes internos de sus dedos.

Alexis no paraba de follarla, no paraba de meter esa polla que yo quería en mi interior una y mil veces, alternando su coño y su culo. Cada vez que su verga salía del cuerpo de su esposa, lo hacía más y más mojada, más y más brillante y yo no veía el momento de sentirla dentro de mi, de poder tomarla entre mis manos y metérmela en la boca. Quería todo de los dos y lo quería en ese mismo momento.
Cuando Claudia tuvo su primer orgasmo con su marido, Alexis se separó de ella y se colocó con su sexo erecto frente a mis piernas, mientras ella se colocaba de costado para poder encargarse de mis tetas.
– ¡Por favor, fóllame como a ella… fóllame como a ella…! – gemí.
No aguantaba más, quería que lo hiciera y se lo pedí, apuré el momento, no quería que se demorara un instante más. Mientras Claudia masajeaba mis pechos, Alexis primero me acarició el clítoris con la punta de su polla súper mojada. Al ver la desesperación de mi cara, al escuchar mis ruegos de calentura para que se metiera dentro de mi, cogió mis piernas, las alzó en el aire y me metió la polla hasta el fondo, sin más preámbulos, sin delicadeza casi, haciéndome sentir las entrañas en llamas.
Todo mi interior ardió al contacto de su sexo duro y caliente, sentía que me derretía por dentro, el tamaño de su verga parecía mucho más grande al moverse dentro de mí, la fricción de su carne y su piel al entrar y salir de mi coño me estaba haciendo delirar.
– ¡Siiiií… esto quería… así, muévete, muévete dentro…! – gritaba yo.
Claudia sonreía en forma lasciva porque sabía lo que estaba sintiendo, conocía el placer que su marido me estaba regalando, ella lo vivía a diario. No conforme con enloquecer mis pechos, se subió a la cama y se colocó a caballo sobre mí, dejándole en primer plano el culo a su esposo y permitiendo que su sexo se refregara sensualmente sobre mi vientre. Su cuerpo me tapaba a Alexis pero su boca se apoderó de la mía, me besaba sin piedad, me metía la lengua en mi boca una y otra vez, calcando los movimientos de su esposo dentro de mí. Alternaba entre mi boca y mis tetas, no dejaba nada librado al azar, parecía querer cubrir mi cuerpo por completo con el suyo, torturarlo hasta que me desmayara de tanto placer. Era más de lo que había imaginado, era más de lo que en mis noches de solitario placer, oyéndolos desde mi cama podía creer que algún día viviría.
Mientras tanto, Alexis seguía perforándome las entrañas, seguía moviéndose dentro de mí casi con desesperación y me encantaba, me excitaba, la facilidad con que entraba en mí por mi humedad me daba un placer único. Pero en un solo segundo, Alexis me abandonó y entró en Claudia y volvió a entrar en mi y volvía a meterse dentro de Claudia, follando su culo mientras sus tetas, por el movimiento, rozaban las mías. Así estábamos, uno encima del otro, yo debajo deleitándome con el peso de los dos cuerpos, Claudia en el medio dejándome sus pechos para que yo pudiera saborearlos a gusto y Alexis encima de ella, regalándonos su sexo a una y a otra en forma alternativa.
Era maravilloso oírnos a los tres gemir, pedir, suspirar y gozar pero sabiendo que mi cuerpo anhelaba el sexo de Alexis de cualquier forma, se separó de las dos, quitó a Claudia de encima de mí y me sacó de la cama, permitiendo que ella quedara recostada contra las almohadas, yo frente a su sexo y él detrás de mí. Por primera vez en mi vida tuve la oportunidad de probar un sexo femenino, por primera vez supe lo que era un flujo que no fuera el mío y me deleité tomando cada gota de jugo que se escapaba de su exquisita almeja. Claudia parecía estar en la gloria al sentir mi lengua en ella, al sentir mis dedos hurgándola por dentro y así como sucedió antes, cada embestida de Alexis por detrás de mi cuerpo, se reflejaba en una más dentro del de Claudia.
Sin consultar nada y dando por sentado que era lo que estaba esperando, Alexis me metió su tremendo y caliente sexo en el culo. El empujón me sorprendió pero estaba tan concentrada en darle placer a Claudia que solo empecé a reaccionar cuando oleadas de placer me recorrían el cuerpo desde la punta de los pies hasta mi cabello. No recuerdo cuantos orgasmos tuve ni cuantos le regalé a Claudia, solo recuerdo el preciso momento en que Alexis se separó de mí y colocándose al borde de la cama, nos obligó a ella y a mí que nos arrodilláramos frente a él. Cuando nos tuvo rendidas allí, nos regaló su polla para que pudiéramos chuparla en forma alternada, para que las dos gozáramos del sabor de su sexo mojado con nuestros jugos, para que las dos pudiéramos sentir al mismo tiempo como su leche llegaba lentamente a la punta y pugnaba por salir.
Después de una mamada gloriosa por parte de ambas, Alexis cogió su verga con las manos y dejando salir su chorro tibio de semen, nos inundó las mejillas y la boca. Cuando su orgasmo llegó a su fin, se inclinó y después de besarnos nos pidió el beso de despedida entre las dos, para poder contemplar la belleza de nuestros labios mojados de semen tomando la boca de la otra.
Desde aquel día la relación entre los tres ha sido más que de buenos vecinos, hemos estado juntas con Claudia sin la participación de Alexis y viceversa. La única condición que los tres nos impusimos fue la de invitar al que faltaba si, estando solos en nuestras casas, oíamos a través de las paredes que del otro lado la estaban pasando genial.
Besos de los tres.

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