Hay que aprovechar el tiempo

Aprovechando que su mujer tenía una cena de antiguos alumnos, contacto con una pareja que se anunciaba en Clima y después de cartearse y hablar por teléfono, concretaron una cita para conocerse y si había química, follar como locos.

Raúl – TOLEDO
Hola Charo, quisiera me publicaras el siguiente relato de una experiencia que, gracias a tu revista, pude realizar hace unos días.
Me llamo Raúl, tengo 38 años, sano, limpio, discreto, vasectomizado y muy dotado.
Como te digo, gracias a esta revista, mediante cartas y posteriormente a través del teléfono, pude conocer a un matrimonio de la misma provincia para realizar un trío que aunque para ellos sería el primero, para mi era ya el cuarto que realizaba.
Como el día 26 de setiembre mi mujer tenía una cena de antiguos compañeros de colegio, yo tenía el campo libre para poder estar con este matrimonio para ver si congeniamos y si era así, intentar follar esta misma noche.
Quedamos en la puerta de de un conocido hotel y por lo que pude comprobar, tras la lógica conversación e intercambio de ideas y opiniones, que congeniábamos los tres maravillosamente por lo que, directamente nos dispusimos marchar a una casa de campo donde pretendíamos realizar el encuentro.
Ella llevaba una falda larga con un corte que dejaba ver unas piernas preciosas y bien formadas, y un suéter con un escote por donde asomaban unas tetas que quitaban el sueño y que mas tarde pude comprobar que eran una delicia saborearlas.
Su marido era un chico más alto que nosotros, con clase, elegante y sabiendo llevar a su mujer al encuentro de otro chico para que le diese la suficiente valentía para entregarse por completo al sexo, ya que se la notaba nerviosa, hecha un flan.
Ellos en su coche y yo con el mío, nos dispusimos a irnos a la casa de campo mencionada. Cuando entramos en ella tomamos un whisky cada uno para relajar el ambiente. Su marido se sentó en el sofá y yo en una silla, al igual que su mujer, al lado de la mesa, dejándome ver ella todo su muslo ya que puso una pierna encima de la otra. Al estar frente a ella la contemplaba algo excitado, pues me la comía con la mirada.
Hablamos de muchas cosas sin llegar al tema del sexo hasta que yo fui al aseo y cuando salí, entró ella. Entonces el marido me dijo:

– Cuando salga mi mujer llévatela al dormitorio y te la follas de una vez, pues sé que ella está deseando acostarse contigo.
Así lo hice cuando la vi salir, me levanté, la cogí de la mano y dándole un toque en el culo, la llevé al dormitorio, donde nos besamos apasionadamente, con muchas ganas de sexo, pues ella me decía:
– Estoy muy necesitada pues mi marido se corre nada más metérmela y yo necesito disfrutar largo rato de una buena polla.
La fui desnudando y lamiendo cada centímetro de su cuerpo, hasta dejarla completamente desnuda y ella imitándome, hizo lo mismo hasta que llegó a mi ya erecta polla, quedando algo paralizada pues, según decía, para ser la segunda polla que veía en directo era mucho más grande y larga , pero sobre todo gruesa, que la de su marido.
Le lamí el coño con mucha pasión hasta hacerla correr por primera vez, suplicándome ella que la follara pues quería tener mi polla dentro de su cuerpo, quería disfrutar lo que hasta la fecha no había sentido.
Cuando le iba introduciendo mi verga por su coño, veía que se le abrían los ojos, notando efectivamente, que estaba muy necesitada de polla, y de una polla grande como la mía.
Su marido, que se había quedado en el comedor, entró en ese momento en la habitación, viendo una escena que le gustó, según decía, y pudimos, su mujer y yo, comprobar.
Estaba contemplando a su mujer bien abierta de piernas y como otro tío le estaba metiendo su pollón hasta los huevos, en lo más profundo de su coño.
– Así me gusta, cariño, así me gusta verte bien follada por otra polla, pues yo me corro enseguida – le decía él.
Por mi asombro él, que todavía estaba vestido, volvió a salir de la habitación dejándonos a los dos follando como locos. Nos pusimos en todas las posturas imaginables y de vez en cuando él entraba, nos veía tan a gusto y se volvía a marchar.
Ella se corrió infinidad de veces y yo esperando a que él entrara para que me viera correrme en el coño de su mujer. Me la estuve follando durante más de hora y media y en una de las veces en la que entró su marido, le dije:
– Espera que vas a ver como le doy toda la lechada en el coño.

Así lo hice, y cuando me lavé en el aseo pasamos al comedor a descansar, comentando su mujer y yo lo bien que lo estábamos pasado. Cuando terminamos de fumarnos un cigarrillo, cogí nuevamente a su mujer y le dije:
– Ven, vamos al dormitorio – y mirando al marido, añadí – Si quieres ver disfrutar a tu mujer, ven con nosotros.
Cuando su marido entró en la habitación su mujer estaba encima de mí, dándose una cabalgada de espanto, cogiéndola yo por las tetas y ella berreando de gusto. Tras estar follando un buen rato, ella se levantó a darle un morreo al marido, aprovechando yo mientras se besaban para incrustarle otra vez mi polla por detrás hasta que él se sentó en la cama desnudo para que yo, desde atrás, arrodillada ella encima de la cama y mientras yo me la follaba ella se la chupaba al marido.
En esta posición me corrí nuevamente animándose entonces su marido que se la folló y efectivamente no habían pasado ni cinco minutos que se corrió, dando así por terminada la sesión de sexo.
Nos despedimos hasta otro encuentro ya que, al menos para mí, ese fue inolvidable, por lo que si este matrimonio leyera esto ya sabrá quien soy, dándoles un fuerte saludo a ambos y las gracias por lo bien que lo pasamos.
Un fuerte beso.