Relato erótico
¡Hagamoslo ahora!
Le gustaba su compañera de trabajo, pero no acababa de decidirse. Se encontraron en la calle y fue ella la que tomó la decisión.
Felipe – CUENCA
Amigos de Clima, hace tres domingos que no podía dejar de pensar en Isabel, una de mis compañeras de trabajo. Pensaba en como proponerle algún encuentro o algo por el estilo, había notado que desde hacía unos días atrás intercambiábamos miradas y el lunes nos encontramos un par de veces, pero como todos los lunes tengo mucho trabajo, no puede acercarme.
Cuando salimos del trabajo me quedé conversando con un amigo en un kiosco mientras comprábamos cigarrillos, y cuando nos estábamos despidiendo, me encontré con Isabel, y en el acto se me vino a la cabeza que era mi oportunidad para proponerle salir, charlamos un rato, la abracé un par de veces, le acaricié su pelo, lo cual le encantó, me respondió con mimos y entre risas le propuse que nos juntáramos algún día para tomar algo.
– ¿Y por qué no ahora mismo? – dijo.
En ese momento me acordé que tenía que volver temprano a casa, así que le respondí que no podía, que por favor me disculpara que tenía que hacer algo urgente, aunque por adentro de mí pensaba que tal vez me estaba perdiendo lo bueno, pero tenía que decidirme. De pronto me interrumpió con una nueva propuesta.
– No te preocupes – dijo – lo dejamos para otro día.
Me despedí con un beso y me retiré, caminé un par de metros y por una cuestión de energía, me di la vuelta y la llamé. Ella vino a mi encuentro y le dije que estaría mejor que no desperdiciáramos esta noche, caminamos unas manzanas pensando en que restaurante nos quedaríamos, pero ninguno nos parecía el indicado y cuando estábamos frente a un supermercado, ella me dijo:
– ¿Por qué no comer en casa?
Compramos unos vinos, un pedazo de carne, y una lata de setas. En su casa ella no dejó que me acercara a la cocina. – Siéntate y disfruta, hoy cocino yo – dijo.
Su apartamento es una maravilla. Por lo visto todo su dinero lo invierte en él, sistema de sonido, pantalla de plasma… algo alucinante. Al verme como miraba sorprendido su apartamento, me gritó desde la cocina:
– También soy decoradora de interiores.
– Pues voy a contratarte – le respondí.
La comida estuvo riquísima y la primera botella voló, en todo momento miré su cuerpo y me di cuenta de que no estaba tan buena como me había parecido, empezando a notar que estaba un poco gordita, que su culo estaba un poco caído, pero pensé que si ocurría algo, no me molestaría, La cuestión es que la noche se hizo un poco larga y no ocurría nada, pensaba que tal vez tendría que haberme ido directo a mi casa.
Ella trajo otra botella de vino y nos sentamos en su sillón a conversar, noté que su perfume era exquisito y muy excitante, que sus labios eran súper carnosos y su sonrisa era mágica, nuestros rostros estaban cada vez más cerca y ella retiraba su cabeza hacia atrás cada vez que se reía lo cual me dejaba ver sus redondos pechos, al fin le cogí una mano y acariciando su cabeza acerqué mis labios a los suyos. Eran tan carnosos y suaves como había imaginado. Recorrí toda su boca con mi lengua, sintiendo su aliento cálido lleno de deseo, y estuvimos besándonos y acariciándonos por un rato. Nuestra calentura era terrible, estábamos totalmente excitados así que nos dirigimos al dormitorio.
Estábamos de pie frente a la cama besándonos, pero yo no quería tomar la iniciativa de desnudarla, deseaba que ella comenzara, y así fue. Empezó a quitarse la ropa y totalmente desnuda caminó como una gata sobre la cama y al llegar al respaldo se dio vuelta y quedó con su espalda afirmada en él, sus piernas abiertas dejaban ver su coño perfectamente depilado. Me quité la ropa, cogí una silla y me senté frente a la cama mirándola, pero pronto le pedí que se acariciara su cuerpo. Me parecían tan excitantes sus movimientos, que comencé a masturbarme. Ella miraba mis manos como acariciaban mi polla y yo, sus dedos acariciando su clítoris, sintiendo su deseo, así que me fui directamente a su sexo.
Rápidamente mi lengua recorría cada parte, sus manos acariciaban mi cabeza y a su vez me guiaban hasta su clítoris, donde noté el sabor en mi boca de sus fluidos que empezaban a surgir. Ella estaba gozando locamente. A los pocos segundos se dio la vuelta y se sentó sobre mi cara, sus manos recorrían mi vientre buscando mi polla, con sus dedos buscaba mi fluido y lo esparcía por mi glande hasta que se arqueó y sus labios besaron mi polla, su boca tragaba toda mi verga, la chupaba hermosamente, masajeándome los huevos y acariciando su rostro con ella.
Era increíble, luego se levantó y se puso de rodillas frente a mi polla y allí comenzó el espectáculo. Me la chupaba como si nunca más en la vida lo volvería a hacer, la tragaba a toda, sentía mi verga en su garganta, la tomaba con las dos manos y la llenaba de saliva mientras deslizaba suavemente sus manos.
Me excitaba su mirada, miraba mis ojos como mostrándome que le encantaba mi polla y luego se puso de rodillas sobre mi verga, con una mano la agarraba subiendo y bajando, deslizándose por la saliva, y con la otra acariciaba su clítoris, acercaba su coño para que mi polla tocara su sexo hasta que entraba el capullo y volvía a retirarla. Yo estaba loco, ella seguía masturbándome y acariciando su clítoris, y volvía a hacerlo.
Cada vez entraba un poco más, hasta que lentamente fue bajando hasta quedar con toda mi polla dentro, subía y bajaba sin dejar de acariciar su clítoris y sus pechos. Era una visión alucinante, sus gemidos eran hermosos, llenos de deseo y cambiamos varias veces de posición.
Al cabo de unos minutos, sentí los temblores de su orgasmo, mientras sus uñas se clavaban en mi cuerpo.
– ¡No pares! – me dijo –
Yo no deseaba parar ni un momento, saqué la polla de su coño y me fui directamente a chupárselo nuevamente. Su excitación era cada vez mayor y entonces decidí que era el momento de lamer su culo. Mi lengua giraba en su ano llenándolo de saliva, empujando para que se dilatara, volvía a su clítoris y de vuelta a su culo, mientras oía su voz diciéndome que no parara cada vez que lamía su culo.
Mi lengua golpeaba su clítoris y mis dedos entraban y salían de su ano sintiendo sus gemidos como iban en aumento. Entonces me acerqué a su oído y le dije suavemente que deseaba follarla por su ano. Y como parecía que mis palabras la excitaban más volví a repetirlo y ella gemía cada vez más. Entonces me puse de costado, ya que es la forma más fácil de follar por el ano, mis dedos seguían en su culo y mientras le decía que deseaba follarla por su culo, oí su voz diciendo:
– Hazlo mi amor, hazlo, deseo sentirlo.
Saqué mis dedos y apoyé mi polla en su culo y lentamente entró toda. Sus manos en mis glúteos me presionaban para que no dejara de moverme, sentía como su ano apretaba suavemente mi verga, pero yo deseaba cogerla a cuatro patas, así que la levanté y le seguí dando. Puedo decir que su agujero se iba agrandando cada vez más, y eso me volvía loco, y parece que a ella también ya que gritaba como enloquecida de placer.
Mis deseos de acabar llegaron, ya no aguantaba más y le pedí que me la chupara hasta correrme. Podía ver su rostro lleno de satisfacción. Luego se alejó un poco y me dijo:
– Córrete, deseo verte correr.
Comencé a masturbarme y ella, con su boca frente a mi verga, recibió mi primer chorro de leche y luego buscó cada chorro para que cayera dentro de su boca, después me la chupó hasta vaciarla, pero siguió masturbándome y chupándola. Nos fumamos un cigarrillo y le dije que no se molestara, pero yo tenía que volver pronto a casa.
– No te preocupes – dijo, mientras ella se iba al baño a asearse.
Yo me vestí y le pregunté si había disfrutado tanto como yo, asegurándome que lo había pasado genial y que tendríamos que organizar otro encuentro.
Este nuevo encuentro ya se ha realizado, y no uno sino son muchas la veces que hemos gozado juntos y espero que eso dure.
Saludos.