Relato erótico
Gracias a una peli porno
Vio, junto a su mujer, una película porno en la que las escenas de tríos e intercambio de parejas abundaban. Mientras, le comentaba a su mujer que le gustaría montarse un trío con una mujer, pero ella no estaba del todo convencida. Al final, la película surtió su efecto.
Esteban – Granada
Todo comenzó un día que llevé a casa una película XXX, mi mujer un poco dudosa aceptó ver junto a mi esa película que mostraba las aventuras de una mujer casada y celosa. Cierto día su esposo, un poco cansado de sus celos, decidió llevarla un lugar en el cual el sexo era un requisito indispensable para compartir con los demás asistentes y así fue como él, excitado por las osadas mujeres asistentes, gozó de un polvazo con una diosa imposible y la mujer, sin poder creer lo que estaba presenciando, atino solo a asumir todo lo que estaba pasando en ese local, y más aún, lo que su esposo estaba haciendo frente a sus ojos.
Así y gracias a esta película, fue naciendo en mi mujer la inquietud de experimentar la fantasía más fascinante que un hombre pudiera desear, estar con dos mujeres a la vez. Ella me confesaba en la cama su calentura con respecto al tema diciéndome las cosas más insólitas hasta entonces:
– Me gustaría que te la chuparan, me gustaría verte montado en una hembra, metiéndosela en el coño… que gusto verlo… ¡Dale, dale, dale a una puta toda tu leche!
Todo eso de verdad me tenía muy caliente pero ella, a pesar de todo, no se decidía a dar el paso, hacer realidad todo lo que en la cama decía pero un día y movido por la calentura que ella misma había cultivado, tomé la iniciativa y decidí buscar una ocasión para llevar a cabo mi plan, el cual consistía en buscar a una “amiguita” que aceptara el juego y después de llegar a un consenso con mi mujer, ella aceptó por fin buscar a alguien.
La búsqueda resultó algo complicada y yo estaba desesperado, mi mujer había dado el sí y también estaba más caliente que nunca. Esta fantasía había mejorado nuestro sexo de una manera desenfrenada pero así fueron pasando los días hasta que nos lanzaron un privado en el chat, nos hicimos muy amigos de una mujer de la misma edad de mi mujer, con ella conversábamos de nuestras ideas sobre el sexo y ella no nos era indiferente al tema, pues tenía pensamientos parecidos.
Llegó el día que concertamos cita y los tres sabíamos que esa cita tendría todos los efectos esperados, al menos por nosotros. Quedamos de acuerdo en encontrarnos en cierto lugar, con las descripciones pertinentes tratándose de una reunión a ciegas y fuimos a la aventura, mi mujer, nerviosa, y yo… bueno nervioso-caliente.
Extraño, por decir algo, lo menos fue nuestra sorpresa que al llegar aquel sitio, no había una si no… ¡Dos mujeres esperándonos! Mi mujer me hizo una sola pregunta:
– ¿Te atreves con tres?
Yo, sin perder tiempo ni pensármelo demasiado, acepté de muy buena gana lo que se me venía encima. Alucinaba en el trayecto al motel con esas tres Evas y yo allí como todo Adan solo, dejando que hicieran con mi polla lo que quisieran. Llegamos al motel, yo estaba ya excitado, mojado un poco, mi mujer a esas alturas solo deseaba desnudarse y las otras dos mujeres ya venía jugando en el auto, jugando con sus lenguas, tocándose, sobando sus tetas, y todo eso yo viéndolo a través del retrovisor.
En el motel nos tomamos unos tragos y con la botella vacía decidimos jugar a las prendas, aunque en realidad no hubo necesidad, pues mi mujer le pidió una penitencia muy directa a una de las mujeres:
– ¡Quiero que te penetre mi esposo!
Nos tiramos a la cama y yo la penetré con fuerza. Esa putita gemía como una perrita mientras yo la follaba como un loco tomando su culo y apretándolo hacia mí. En eso estaba cuando vi a mi mujer jugando con la otra chica y lo que estaba viendo no me lo podía creer. Se chupaban las tetas con gran maestría y la chica, como toda una experta abría los labios de la vagina de mi mujer, le metía la lengua con suavidad y luego con fuerza, le chupaba el clítoris y lo besaba y mi mujer perdida, gemía con placer. Yo excitado a tope, más duro le daba a la perrita que tenía bajo mi cuerpo y esta, a su vez, se contorsionaba gritando.
A esas altura el dormitorio era un caos de sexo, los sudores y olores se mezclaban, nos cambiábamos todos con todos, le daba a una y después a la otra y seguido a la otra. En un momento quedé con las dos mujeres, ambas chupándome la polla, besándose entre ellas, mi pene en medio de sus bocas y mi mujer mirándonos. La escena le excitaba pues se masturbaba mientras observaba. Entonces la llamé para que participara con las dos chicas y se uniera a lamerme las bolas. Tres mujeres lamiéndome el sexo como locas, todas peleando por pasar la lengua por la cabecita, la calentura estaba a mil y mis esfuerzos por no derramar mi leche en sus cara eran insuperables, hasta que no pudimos más y vi que mi mujer estaba a punto de correrse.
Me la follé por el culo y le di duro, ella gritaba como una loca y las otras dos mujeres, una en cada teta de mi mujer, se las chupaban tirando de sus pezones. Esa escena hizo que yo también eyaculara en el culo de mi mujer, mientras las otras dos acabaron frotándose las vaginas gimiendo del placer.
Después de un descanso mi mujer fue al baño y una de las dos chicas me dijo:
– Ahora tienes que darme tu leche a mí.
De eso me encargué, me monté sobre ella, sus grititos me excitaban mientras la otra chica miraba nuestro acto y se masturbaba. Todo fue rápido, ella orgasmo y yo le di la leche que ella quería… Y todo gracias a una película.
Desde entonces, no hemos parado de tener fantasías y hacerlas realidad y más adelante seguiremos contando más.