Fui un voyeur pero…

Salía del trabajo y se dirigía a casa de su novia. Últimamente estaba un poco esquiva cuando él quería follar. En cuanto entro en la casa se dio cuenta de que algo no iba bien. De la habitación salían gemidos y grititos de placer. Hizo de mirón, pero al final participo y de qué manera.

Diego – BARCELONA
Era un día como cualquier otro, volvía del trabajo caminando tranquilo, o mejor más que tranquilo, resignado. Pensaba en la relación que tenía con mi pareja, que ya no funcionaba muy bien. Desde hacia uno o dos meses que ella no quería que follásemos casi nunca, a duras penas lograba tener sexo con ella, mas que común, monótono. Yo la quería lubricar como a ella le gustaba pero no me dejaba, así que decidí ir a su casa, donde ella vive sola. Ella es mayor que yo, pues tiene 25 años y yo solo 21.
Cuando puse la llave en la cerradura para entrar me quedé seco escuchando los gemidos que venían de adentro
Como lo sospechaba ya tenía otro, pero por lo menos hubiera cortado la relación conmigo y listo, no tenía porque decirme que me amaba si no era así. En fin, abrí la puerta rezando que no estuvieran en el living, sino en la habitación y por suerte para mi así fue.
Me dirigí hasta allí, de puntillas, mientras escuchaba como aumentaban sus gemidos y con más claridad como él le decía:
– ¿Necesitabas que te follaran así, no? Y el estúpido de tu novio, no lo hace.
– ¡Sí, sí, Luis rómpeme el culo así, no pares por favor no pares! – contestaba ella.
Me quedé dolorosamente sorprendido mirando escondido la escena, el chico con la verga en el culo de mi novia y ella a cuatro patas. Empecé a pensar qué hacer. ¿Solo demostrarles que estaba allí? ¿Qué podía hacer? Entonces se me ocurrió un plan. Me empecé a pajear despacito y cuando quedé en bolas, abrí la puerta suavemente, sin hacer ruido para que ninguno notara mi presencia, me coloqué mirando las espaldas del chico, salté sobre la cama. Ahí si que se dieron cuenta de mi presencia y apoyé todo el cuerpo sobre la espalda del chico dejándolo inmovilizado y con mi verga de 18 ó 19 cm en la entrada de su culo.
Mi novia me miró como pudo, estando a cuatro patas y con una verga respetable en el culo decía:
– ¿Qué pasa? ¿Qué está pasando? Sácala Luis por favor, sácamela del culo que me duele.
El chico intentó apartarse porque sabía lo que le esperaba, y yo le dije:
– Mira, tú dices que me la follo mal, así que en vez de suponer, vas a saber de verdad si follo bien o mal.
Se quedó mudo y empezó a moverse tratando de zafarse, pero lo tenía bien agarrado, así que separé bien sus piernas con las mías y le dije a Julia, mi novia:
– Estoy por convertir a tu amante en mi puta, porque sé que le va a gustar.

Ella reconoció mi voz y no sabía que hacer, solo atinó a pedirme perdón y a rogarme que no lo hiciera, con una voz entrecortada. Yo no la escuchaba, estaba demasiado enojado con ella y con el tío aquel, así que apoye mi verga y empecé a meter la cabeza por el agujero, pero el culo estaba muy apretado, así que como pude escupí, le metí un dedo, mientras él intentaba escapar, pero no lo dejé y sin darle tiempo a nada, le clavé la verga de un solo golpe, dejando la mitad fuera. Empezamos a gritar él, mi novia y yo, hasta que el chico se quedó inmóvil, como sin aire. Mi novia también gritó un poco, y como pude le dije al oído:
– ¿Qué pensabas, que te ibas a follar a mi novia gratis? Esta es una forma de pagar.
El chico me seguía insultando más pausado, ya que con mi polla en el culo no podía hablar casi y le dije:
– Mira Luis, relájate o te voy a desgarrar el ano, porque no te vas a ir hasta que te guste como te follo el culo.
Él se quedó mudo, bueno mudo no, ahora solo gritaba pero empecé a notar que su agujerito se relajaba y con eso me dejaba entrar un poco más. Mi novia sin decir palabra, también se relajo y tiró su culo un poco más para abajo para poder, ya que no le quedaba otra, disfrutar de la rotura de culo que le hacia su amante mientras yo lo sodomizaba a él. Después de unos minutos, en los cuales mi novia le decía a Luis:
– Relájate, sino va a ser peor.
– ¿Te gusta no? – le decía yo – Te fuiste a meter con la chica equivocada.
Él empezó a mover las caderas, dejándose llevar y sus gritos se iban transformando en gemidos, tanto que se corrió en el culo de mi novia exclamando ella:
– Tenías razón, le está gustando, tanto como me gusta a mí.
Entonces hice una prueba y saqué la verga de su culo para ver como reaccionaba, y comprobé como sus caderas se echaban para atrás buscando mi polla. Entonces lo cogí del pelo y lo tiré un poco para atrás, para que Julia saliera de debajo de él, cosa que hizo de inmediato y se quedó de rodillas mirando como mi verga volvía a entrar y salir del culo de Luis. La miré y le dije:
– Acaríciale la verga mientras me lo follo.
Ella, con un poco de picardía en sus ojos verdes, con una mano le tocaba la verga, que ya volvía a estar dura, y con la otra le acariciaba el culo diciéndole al oído:
– ¿Ahora entiendes porque no puedo dejarlo? Mírame y dime si folla mal.
A lo que Luis respondió:
– ¡Nooo… me encanta que me rompa el culo así… dile que no pare!

Yo no podía más pero quería darle mucho tiempo, así que me aguantaba como podía, ya que por más que yo no sea bisexual y no me atraigan los hombres, ver a Julia, una hembra de cuerpo flaquito, tetas medianas y un culo hermoso y encima ver a su amante bajo mi control, es el sueño de más de un heterosexual. Yo seguía bombeando y él moviendo el culo como un loco, mientras Julia chupaba su verga, hasta que no pude más y la saqué, tome del pelo a mi novia y la traje hasta mi verga.
Entre los dos me la chuparon hasta no poder más y me corrí en sus bocas. Él quedó tendido con el culo todo rojo, haciendo pequeñas convulsiones, Julia solo se masturbaba como una loca hasta que por fin dejó de pajearme la verga, que estaba toda roja por la reciente actividad que había realizado. Cuando acabé me levanté como pude, me senté al lado de Luis y le dije:
– Al final no me lo has dicho, ¿follo bien o follo mal?
– La verdad es que me has follado bien, muy bien, nunca me lo habían hecho así y tengo que reconocer que me ha gustado mucho – repuso él con voz cansada.
Sin decir nada más me levanté, busqué mi ropa, que estaba en el pasillo y me fui no sin antes mirar a Julia y decirle:
– Si ya no me querías me lo hubieras dicho, la verdad es que nunca pensé que me podías hacer algo así, porque aunque yo sea más joven que tú creo que no merecía que me trataras como lo has hecho.
Sin decir nada más empecé a salir de la habitación y ella, sorprendida por lo que le había dicho, corrió tras de mí, pero ya era tarde.
Saludos.