Relato erótico

Fue una sorpresa

Charo
20 de enero del 2019

Trabaja en un centro comercial y dice que la parte positiva de su trabajo es la cantidad de mujeres guapas que ve a diario. Una noche que salió a tomar unas copas con sus amigos y la vio. Era una mujer que a veces iba a su tienda y que le llamaba la atención.

Juan – Alicante
Hola, amigos de Clima, os voy a contar mi experiencia como vendedor en un centro comercial, bueno una parte de mi experiencia en este puesto que no tiene muchas cosas buenas, pero si una que es ver todos los días mujeres hermosas, que van casi a diario a realizar sus compras, siempre muy arregladas y sin sus maridos parándose en muchas ocasiones a coquetear con los vendedores.
La historia que les cuento sucedió con una de esas clientas que durante un tiempo circulaba por el centro comercial por lo menos tres días a la semana, siempre con ropa ajustada, pero muy elegante, una chica joven casada porque a veces la acompañaba su marido, con un cuerpo de los que a mí me gustan, no demasiado delgada, con unos pechos perfectos bajo ropa ajustada y un culo que era para morirse solamente con mirarlo cuando iba debajo de esos pantalones de tela que parecían iban a romperse en cualquier momento.
De tanto pasar por allí, hablábamos de vez en cuando, y nos saludábamos siempre que nos encontrábamos de frente cosa que pasaba a menudo porque yo me encargaba de que ocurriese. Dentro de la tienda no ocurrió nada, cosa normal pues yo estaba trabajando y ella de compras, aunque siempre insinuante. Un sábado que salí a tomar unas copas con unos amigos, me encontré a mi clienta favorita en un bar de copas de la ciudad y nos saludamos.
– Hola, que tal – dije – ¿Tomando una copita?
– Sí, estoy bien aunque un poco aburrida – contestó – porque esta gente con la que he salido están un poco apagados.
Al decirme eso se me ocurrió intentar algo y le comenté que nosotros nos íbamos a un bar donde había bastante marcha siempre y que si quería podía venirse, sin esperar una respuesta afirmativa pues al fin y al cabo solo nos conocíamos de atenderla alguna vez en sus compras, pero cual fue mi sorpresa cuando dijo que le gustaría venir porque se estaba aburriendo mucho. Fue hacia donde estaban sus amigos y le dijo que había encontrado a alguien que conocía y que iba a tomar una copa con él.
Nos fuimos al lugar del que yo le había hablado, tomamos una copa, conversamos mucho, aunque la música estaba bastante alta, y con las copas y el ambiente no tardé en hacerle saber cómo me alegraba las tardes cada vez que iba de compras y pasaba por mi lado.

Ella dijo que ya se había dado cuenta de cómo la miraba pero que no me preocupase que no le molestaba que lo hiciera y que siempre que iba de compras intentaba pasar por la zona donde yo me encontraba y saludarme.
Seguimos hablando y sin darnos cuenta, como suelen pasar esas cosas, estábamos los dos bastante pegaditos uno al otro y le hablaba al oído para que me oyese bien, tan cerquita del oído que siempre me aseguraba de rozar su oreja con mis labios y mi sorpresa fue que ella hacía lo mismo y además la conversación estaba subiendo de tono a cada instante. Pasado un rato me dijo que nos fuésemos a un sitio más tranquilo y donde no hubiese tanta gente pues dijo:
– Nos estamos acercando demasiado y puede haber gente que nos conozca y no me parece bien, pues te recuerdo que estoy casada.
Salimos del local y nos fuimos hasta mi coche, entramos en él y le pregunté qué donde íbamos, me miró y dijo:
– No vamos a perder más el tiempo, creo que los dos queremos hacer algo.
Se lanzó sobre mi boca y no me dio un besito sino que sacó su lengua y la metió en mi boca dándome un bocado literalmente con sus labios, que fue seguido de varios intercambios de mordiscos, saliva y lametones durante un buen rato sin decir nada ninguno de los dos. Después tomamos aire y me dijo:
– Vámonos a la casa que tengo en la playa a pasar un buen rato.
Le dije que me encantaba la idea, nos dirigimos hasta una zona turística cercana donde ella tenía un chalet en el que entramos sin hacer mucho ruido para que los vecinos no advirtiesen nuestra presencia.
Al momento de estar allí dentro volvimos a besarnos de nuevo y a mordernos nuestras lenguas pero yo no pude evitar hacer algo con lo que había soñado tantas veces, poner mis manos sobre aquellas dos nalgas que estaban esa noche bajo una faldita no demasiado corta pero bastante ancha y sin dejar de besarnos, mis manos entraron por debajo de su falda y se posaron en su culo, apretándola contra mí y haciéndole sentir mi paquete, que se había puesto muy duro.

Saqué mis manos de allí y las subí hasta sus tetas que estaban duritas diciéndome ella que quería disfrutar de ese momento y que le encantaba que le tocaran las tetas, pero que lo hiciese bien, que ella sabía que yo era un experto. No sé porque dijo eso pero bueno, se las acaricié por encima de la blusa, luego le quité la blusa y el sujetador dejándolas al aire. Eran grandecitas y duras, con los pezones muy excitados pidiendo que se le acariciaran. Entonces bajé mi boca y comencé a besar y chuparle los pechos, uno primero y otro después, desde su base hasta llegar a la aureola de sus pezones sin tocar estos en ningún momento. Ella jadeaba, se retorcía e intentaba que sus pezones entraran en mi boca pero sin conseguirlo porque yo no quería que eso pasase todavía. Entonces metí mi mano por debajo de su falda y pude comprobar que sus braguitas estaban mojadas y sus ingles chorreaban un fino hilo de líquido vaginal.
Eso me puso a cien mientras ella acariciaba mi paquete por encima de mi pantalón, y agarré su coñito por encima de las bragas poniendo mi dedo a la altura de su clítoris y en ese momento comencé a pasar mi lengua primero por sus pezones y luego los cogí con mi boca y los chupé como si fuese un bebe amamantándose. Eso hizo que ella se retorciese y me dijera:
– ¡Acabas de conseguir que me corra… que gusto… qué bueno…!.
Desabrochó mi pantalón y sacó mi polla de su prisión acariciándola y tocando mis huevos, lo que hizo que tuviese que aguantarme para no correrme en ese momento. Yo seguí desnudándola hasta que la dejé completamente desnuda y la llevé hasta un sofá cercano donde la tumbé contemplando su coño con bastante vello y totalmente húmedo como nunca había visto ninguno. Me arrodillé frente a ella y comencé a besar sus piernas y el interior de sus muslos subiendo hasta sus ingles. Ella levantó mi cabeza, me la llevó hacia la suya y besó mi boca, fundiéndonos en largo beso muy apasionado como los anteriores y me dijo:
– Por un momento he creído que ibas a darme un beso en otros labios que no son los que acabas de besar.
Yo le respondí que si y que además pensaba hacerlo en cuanto soltase mi cabeza y me dejase bajar hasta su entrepierna y entonces ella me dijo:
– Tengo que confesarte algo y es que nunca nadie ha metido su lengua en ese sitio.
Eso me puso aun más caliente y bajé si decir nada hasta su vientre chupándolo y mientras ella se retorcía, abrí sus piernas y besé su chocho. Cada vez estaba más excitada y entonces besé su clítoris, su capullito, y lo apreté con mi lengua durante un largo rato diciéndome ella de pronto:
– ¡Aaaaah… no aguanto eso, me voy a correr!

Mojé mis dedos y muy despacito saqué su botoncito del capullo hasta que puede poner mi lengua sobre él y tuvo así su segundo orgasmo casi gritando de placer mientras yo no lo soltaba esperando que acabase de disfrutarlo y cuando esto sucedió, me pidió que la volviese a besar, que necesitaba mi boca. Así lo hicimos y luego me dijo que ella también quería probar que se sentía poniendo la boca en el sexo del otro, y así lo hizo, besó mi polla, que estaba muy dura y chorreando, la lamió, la besó y la metió en su boca. Le dije entrecortadamente que se apartase o me correría en su boca. Ella, obediente, se la sacó y comenzó a lamer mis testículos hasta que, sin poder evitarlo, lancé un gran chorro de semen que no sé donde fue a parar. Ella subió hacia arriba, nos besamos, nos lamíamos y me decía:
– Estoy disfrutando como nunca, hasta hoy no he sabido lo que es disfrutar del sexo, me muero de placer.
Yo con esas palabras, ya volvía a estar excitado, mi herramienta estaba comenzando a crecer de nuevo y ella le ayudaba acariciándola mientras metía sus pechos en mi boca y yo me dedicaba a lamerlos y chuparlos sin parar. De pronto pegó sus labios a mi oído y me susurró:
– Necesito que me folles ahora, me falta sentir tu polla dentro de mí, estoy deseando saber qué se siente.
Yo acaricié su chocho y uno de mis dedos también acarició el agujero de su culo, preguntándole si le molestaba que hiciese eso. Ella respondió que no, que le encantaba que le acariciaran con un dedito pero sin penetrarla con más de un dedo porque para ella era molesto.
Entonces se sentó sobre mí y mi verga se fue clavando lentamente en su coño. Notaba que su chocho vibraba mientras entraba mi polla y me la presionaba. Yo me movía lentamente haciendo que entrase hasta el fondo mientras acariciaba su culo tal y como ella me había dicho, entrando la puntita de mi dedo, después de haberlo lubricado muy bien con sus jugos para lo cual no tuve ningún problema pues estos eran muy abundantes.
Follamos como animales tumbándola debajo de mí y con sus piernas bien abiertas, entrando y saliendo de ella continuamente, acelerando el ritmo de mis embestidas. Me decía que parase, que se iba a volver loca. Yo no aguantaba más y le dije que me corría. Dijo que me corriese ya, pues ella, ya había tenido otros dos orgasmos y no necesitaba más. Empujé hasta que sentí que me corría y en ese momento me dijo que aguantase un segundo mas, así lo hice hasta que de nuevo me dijo:

– ¡Córrete ahora y yo lo haré contigo… vamos córrete!
Nos corrimos los dos a la vez en un orgasmo que fue el mejor que he tenido hasta ahora. Quedamos uno encima de otro dándonos besos, chupándonos y así nos dormimos un rato.
Cuando despertamos habían pasado unas dos tres horas desde que se separó de sus amigos, nos vestimos y fuimos a buscarlos. Todo el mundo le preguntó donde había estado tanto tiempo y no sé que les contó.
El lunes volvió a ir de compras al centro comercial y no pudimos evitar darnos un buen mordisco detrás de una de las estanterías. Luego nos dimos el teléfono para quedar otro día. Si eso ocurre ya os lo contaré. Besos.

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