Relato erótico
Fue su elección
Se define como un cachondo mental y una de sus “cachondeces” es ver a su mujer follar con otro. Su mujer se resistía, pero aceptó. Puso una condición, el tío, lo escogía ella.
José María – Badajoz
Hola, somos matrimonio, ella Cristina de 39 años, una mujer morena de pechos grandes y curvas, yo José María, 43, morboso y de mente liberal y queremos contaros una experiencia que hemos vivido recientemente y compartirla con todos los lectores de esta estupenda revista.
Yo soy un autentico cachondo metal y siempre estoy fantaseando con ver a mi esposa en brazos de otro hombre. Me pongo a cien solo de pensarlo aunque ella era algo reacia pero yo notaba sus ganas de probar con otro hombre y después de mucho insistir, ella accedió a intentarlo.
Ella tiene un amigo, antiguo compañero de trabajo, que según ella le tiró los trastos en varias ocasiones y qué mejor que intentar seducir a su antiguo compañero y amigo. Él se llama Jorge, tiene unos 50 años y es un hombre de complexión fuerte y robusto. El plan era invitarle un sábado noche a cenar en un restaurante y después ir a tomar unas copas a ver que pasaba y esto es lo que sucedió,
Cristina se puso ropa provocativa, faldita corta con medias negras sujetas con ligero, un tanga a juego, blusa negra con pronunciado escote muy tentador y de esta guisa acudimos al restaurante donde Jorge nos esperaba. Ellos se saludaron con un cordial beso en la mejilla y nosotros nos dimos la mano. Ya sentados y durante la cena, se notaba que Jorge estaba por ella, o al menos a mí me lo parecía dado que él la devoraba con la mirada y eso me ponía a tono pues el notar que aquel hombre deseaba a Carmen me ponía a cien.
La cena fue muy cordial y amena pero no se producía lo que yo esperaba, algún comentario subido de tono, alguna caricia disimulada, algo que diera pie a más. Después de los postres propuse ir a una sala de baile cercana pensando que a lo mejor allí con una copita y la música sería un ambiente más propicio para el toqueteo o roce en la sala. Nos sentamos los tres a tomar una copa, ella sin alcohol pues el alcohol la saca un poco de sí aunque yo en ocasiones le pongo algo de alcohol en su bebida para que se desboque más.
Bueno, Jorge estaba muy formal y cuando Carmen se ausentó para ir al baño yo aproveché para hablar con Jorge para salir del pozo en que nos encontrábamos y le dije:
– Mira Jorge, el motivo de quedar contigo es que a Carmen y a mí nos da mucho morbo hacer un trío contigo, yo en especial quiero veros echar un buen polvo.
Me miró sorprendido pero al mismo tiempo encantado confesándome que a él siempre le había atraído Carmen, que era una hembra de bandera y que estaría encantado de poder estar con ella.
– Estupendo -le contesté- pero que ella no sepa que hemos hablado de esto, es más morboso que quede entre los dos.
Cuando ella regresó, yo les propuse que salieran a bailar juntos, que yo saldría a echar un vistazo al coche que estaba no muy bien aparcado. Ellos salieron a bailar, pero yo no salí de la sala, me quedé mirando como bailaban desde una esquinita camuflado entre la gente. Ellos bailaban muy animados, pero lo mejor llego cuando pusieron una balada lenta y por fin los vi muy juntos, bailando pegaditos, abrazados el uno al otro. El pillín de Jorge, como ya sabía nuestras intenciones, ahora no perdía el tiempo y se agarraba bajando sus manos de la cintura de Carmen hasta su trasero y en un arrebato de pasión, él comenzó a besarla y ella le respondía. Se comían la boca el uno al otro, la cosa se calentaba mucho y el local no era el apropiado para tal pasión. Después del morreo regresó a la mesa donde yo ya estaba esperándolos.
Se hacía tarde y Jorge nos propuso tomar la última copa en su casa. Eso prometía más intimidad y asentimos. Ya en su casa él me sirvió una copa en el salón de su casa, puso música suave, luz tenue y le pidió a Carmen salir a bailar. Yo quedé sentado contemplando como ellos bailaban muy pegados y como él le metía mano a ella bajo la falda y empezaba a tocarle el culo, los dos cachetes. Yo veía en primera línea la fina tirilla del tanga de Carmen y las manos de Jorge sobando su trasero y con eso se me puso dura y más cuando Jorge le desabrochó la falda cayendo al suelo y dejándola tan sexy, solo con el tanga, liguero y medias, para comérsela y no paró, pues ya estaba lanzado. Le desabrochó la blusa, quitándosela y dejando sus pechos al descubierto.
Sus grandes tetas fueron acariciadas y lamidas por Jorge, que gozaba como un loco con los encantos de Carmen. Yo era un complaciente espectador, un voyeur que gozaba viéndoles disfrutar. Después Jorge tendió a Carmen en la alfombra, le bajó el tanga y dijo:
– ¡Jo, que ganas tenía de ver tu coño!
Comenzó a lamerlo pasándole la lengua una y otra vez por toda la raja y por los suspiros gemidos y contracciones de Carmen, Jorge se lo estaba comiendo de maravilla
Yo disfrutaba de lo lindo viéndolo todo y me puse a mil, muy cachondo. Ella tenía el coño muy mojado y se corrió en la boca de Jorge varias veces. Él, que se excitaba más con las corridas de ella, se desnudó por completo y madre mía que estaca tenía. Una verga muy gruesa y grande, de unos 22 cm, sino más.
Ella, muy cachonda, le cogió la polla y no dudó en chuparla con intensidad, lamiéndola y chupándola como una puta en celo. ¡Que espectáculo más morboso verla con aquella enorme polla en la boca y la cara de placer de Jorge! Pero lo más llegó cuando el la puso a cuatro patas y le clavó su gruesa polla en el coño, empezando a follarla con fuerza. Su gran verga entraba y salía del coño de Carmen volviéndole los labios vaginales, se lo llenaba todo bien de carne y sus huevos golpeaban con fuerza en el trasero.
Ella gritaba de gusto al sentirse toda llena de polla y bien follada por Jorge. Entonces yo me puse de rodilla frente a Carmen y le metí mi polla en su boca, que ella me la mamaba con gusto mientras su amigo le daba caña y decía:
– ¡Que hembra, está tremenda, que coñazo más rico y que zorra es!
Yo, muy caliente y excitado
– Sí, chupa puta, me voy a correr en tu boca – le decía yo, muy caliente y excitado.
Sin poder aguantar más, me corrí llenando su boca con mi leche y Jorge hizo lo mismo inundando el coño de Carme con su bestial corrida que la puso llena de leche. Cuando se levantó para ir al baño, por sus nalgas corría un mar de semen y tenía su coño muy dilatado por el pollón que tuvo dentro. Tremendo, muy morboso, un polvazo en toda regla pero cuando ella vino del aseo tenía ganas de más guerra, nos cogió las pollas y nos la puso de nuevo duras mamando la las dos alternativamente.
Yo me la follé esta vez mientras ella mamaba la polla de Jorge. Tenía el coño muy mojadito y dilatado y no tardé en correrme en él. Jorge aguantó más con la mamada que le hacía Carmen.
Ella le devoraba la polla, le lamía los huevos y como una puta en celo, chupaba el cipote de Jorge que no tardó mucho en correrse sobre el rostro y pechos de Carmen. Parecía un burro, cuanta leche, que morbo verla cubierta de semen.
Saludos de José María y Cristina.