Fue mi primer hombre

Cuando empezó la universidad se trasladó a Madrid y fue a vivir a casa de su tío. La convivencia era muy buena y se sentia muy a gusto. La vida cotidiana se alteró cuando un amigo de su tio se quedo una temporada con ellos.

Lorena – Madrid

Vicente era un amigo de mi tío, un hombre que tenia 48 años de edad cuando lo conocí, un cuerpo normal al de cualquier hombre; era alto, 1,80 más o menos, con un buen cuerpo y muy simpatico. No sé, pero desde pero desde que lo conocí me atrajeron mucho los hombres mayores.
Yo tenia 20 años, un buen cuerpo, unas tetas grandes y un culo respingon y de duras nalgas que cuando llevaba vaqueros, no habia tio que se girara cuando pasaba. Mido 1,70, pelo rubio guapa de cara, o esto es lo que me dicen.
Vicente necesitaba un lugar donde alojarse en Madrid, era arquitecto y estaba metido en un importante proyecto.
Yo vivia con mi tio en Madrid desde que habia entrado en la universidad. Mi tio y Vicente eran muy buenos amigos y le dijo que podia vivir con ellos mientras terminaba su proyecto.
Así trascurrieron tres meses y la relación en la casa parecía normal, parecía que tenía dos amigos en casa y nunca hubo insinuaciones de parte de él hasta que un día llegué la universidad y tenia ganas de ver un video, fui a la sala de televisión y puse el video que estaba en el aparato. Mi sorpresa fue enorme al ver que protagonista de la cinta era yo. En mi habitación, sobre mi cama y cuando me quedaba dormida, por lo visto abria las piernas, y como no llevaba bragas enseñaba el chochete a tope. Por lo visto Vicente me estaba grabando desde que llegó a casa.
Yo no supe como reaccionar y no sabia que hacer si contarselo a mi tío o sentirme halagada pero en ese momento oí abrirse la puerta. Era Vicente y lo único que hice fue quitar la cinta y ver la tele. Vicente entró con cara de alarmado preguntando :
– ¿Qué haces?.
– Acabo de llegar y solo quería ver un rato la tele – contesté.
Tomó el video y se fue a su habitación alegando que tenía trabajo. Esa noche estuve preocupada pero al mismo tiempo excitada por el morbo de la situación.
Otro día al llegar del colegio lo sorprendí en la sala delante de la tele masturbándose con mi cinta. Me quedé un rato mirando y aunque desde la puerta no podía ver su trozo de carne, comencé a imaginarme su instrumento moviéndose dentro de mí. Era virgen y pensé que solo se movería alrededor de mi clítoris pues la verdad es que no me imaginaba lo que era una penetración. Al día siguiente comenzaron las miradas que incriminan diciendo:

– Lo sé todo.
No lo podía evitar y él se dio cuenta de que ya sabía todo y solo bajaba la mirada. Pensé que debía seducirlo. Él soñaba conmigo y yo deseaba sentirme mujer, sentir el placer que tanto describen en los relatos, solo era preciso encontrar la forma y el momento en que estuviéramos los dos solos por un largo rato.
Aquel día, mi tío nos avisó que llegaría muy tarde esa noche o quizá hasta el otro día porque tenia mucho trabajo que hacer. Ese era el día, pensé, era mi momento. Todos salimos pero yo regresaría a casa mas temprano que de costumbre.
Cuando llegué a casa estaba dispuesta a todo, me subí un poco la falda y anudé mi blusa. Poco tiempo tardó Vicente en llegar y noté que me observaba con timidez. Se sentó conmigo a ver la tele y después de un rato de estar hablando me preguntó que si quería algo de la cocina. Trajo vino para él pero yo le rogué que me lo dejara probar y cuando me sirvió la copa y se sentó de nuevo en el sillón, derrame “accidentalmente” un poco en su camisa. Quiso ir a cambiarse pero lo empujé para que de nuevo se sentará y solo le dije al oído:
– Deja que yo te lo secaré todo yo.
Solo dije eso y comencé a besarlo. Sentía sus labios explorando en los míos, yo metía la lengua sintiendo su boca. Me deseaba y yo le correspondí sentándome encima de él. Sin dejar de besarme y yo le acariciaba el pecho encima de la camisa, hasta que tomé la botella de vino y la vacié en mis pechos pues, para su sorpresa, no llevaba sujetador.
– Sabía que estabas buenísima – exclamó – Pero no que fueras una gran puta.
Comenzó a chuparme los pechos torpemente abría mi blusa y terminó por arrancarla. Me dolía como succionaba un pezón mientras el otro me lo masajeaba. Eran unos espasmos increíbles, pero cuando quiso tocarme el coño yo dije que lo iba a seducir, que iba cumplir una fantasía, así que comencé a bajar poco a poco besando su cuello y concentrándome en su pecho.
Le retorcía las tetillas y fui bajando poco a poco, le quité el cinturón del pantalón y desabroché el botón e invitándole con la mirada a gozar la escena y con los dientes bajé la bragueta poco a poco. Notaba mi respiración cerca, muy cerca, yo oía sus espasmos y veía como aquel bulto se hinchaba más. El ansiaba que lo chupara pero le bajé los pantalones y el calzoncillo y miré su polla lista dura, hinchada a más no poder con unas venitas por explotar y una cabeza suave algo morada y palpitante. No había visto una verga así en vivo y vi sus testículos duros y de piel suave.

No pude aguantar más pero quise excitarlo por lo que comencé por besarle muslos y fui a sus bolas, se las acaricié con la mano y luego se las recorrí con la lengua sintiendo sus pelos cerca de mi boca pero él solo veía mis tetas y mi cara como gozaba. Comencé a besar la base de su instrumento, lo recorrí con las manos con movimientos suaves pero ligeramente rápidos hasta que con su mano me empujó la cabeza para hacérmela tragar toda.
Era grande, dura, sentía que me ahogaba pero la apretaba con mi lengua, apretaba la cabeza y chupaba, era inexperta pero la cachondez me guió y solo veía que Vicente cerraba los ojos y me empujaba la cabeza en cada chupada. Estaba claro que quería follarme por la boca, pero dejé que se calmara un poquito y puse ese gran trozo de carne entre mis pechos y le di una buena sobada sintiendo palpitar su carne. Movía su polla de lado a lado, jugueteaba con mis tetas y me decía:
– ¡Así, chupa, lame, acaríciame… zorra!.
Volví a sentarme sobre él y empezó a tocarme el trasero, sentia sus manos sobándome, sintiendo cada uno de sus dedos rozando la piel recorriendo pellizcando. Bajó un poco mis pantalones y tocaba mis muslos y en ese momento, cuando con la puntita de la polla sintió que yo no llevaba bragas, me miró y se metió a la boca uno de mis senos. Vacié sobre ellos lo que quedaba del vino para que gozara del sabor y solo sentí un golpeteo en mi clítoris que me hizo dar gemidos de gozo. Me dijo que estaba al mil, con la verga súper dura y que quería sentir la calidez de mi chocho.
Yo solo le respondí tomándolo de la cabeza y acariciando su pelo pero no pensé en el condón y poco a poco, con sus manos en mis caderas, me fue ensartando. Yo gritaba de placer y al notar que era virgen, me decía:
– Sí, seres nueva pero te deseo tanto que no te va a doler, vas a ser una zorrita solo para mi.
Enseguida me metió su verga de golpe y el dolor fue tan grande que solo tiré de sus cabellos y eché la cabeza hacia atrás. Entonces empezó a chuparme el cuello y con los movimientos de sus caderas. Al poco rato el dolor comenzó a darme cosquillas, hice que se recostara totalmente en el sillón y comencé a moverme como una posesa. Sentía su polla palpitante con su cabecita rasgando dentro de mí, de arriba abajo, y solo yo me movía en círculos haciéndola desaparecer por completo. Prácticamente brincaba sobre ella mientras me detenía en su pecho y lo sobaba lamiendolo de vez en cuando. El me tocaba el culo, trataba de llevar un ritmo y veía mis senos brincar, gemía, lo sentía dentro, era mío solo mío. Estaba tan mojada que se movió libremente dentro de mí y el decía:-

– ¡Que bien follas, parece que me la estás chupando por dentro… dale zorrita… muévete, puta!.
Sus palabras me excitaba más y le tomé sus bolas con una mano por detrás de mí y cabalgándolo duro y gimiendo por el placer de sentir su calor y escuchar sus palabras, solo gritó:
– ¡Me corro,… aprieta … muévete… dame más…!.
Sentí un cosquilleo por todo mi cuerpo. Mis pezones estaban a punto de estallar y el gemía y lo apreté tanto que ambos nos corrimos, sintiendo su líquido calientito llenándome, chorreando por todas partes, cubriendo sus bolas y mi coño, dándome un placer infinito.
Después de un rato me aparté y quise caminar pero no podía, las piernas me temblaban pues creó que sentí varios orgasmos al mismo tiempo o que sé yo pero este macho me acabó. Él también quiso ir a la ducha pero no podía ponerse de pie y después de un beso tierno como si fuera el último de nuestra ultima pasión me dijo:
– Realmente me has dejado totalmente seco y no quiero nada más que follarte a diario.
Gocé a un hombre como nunca y por primera vez, la historia continuó, pero os lo contaré en otra ocasión.
Besos y hasta pronto.