Relato erótico

Fue la bomba

Charo
12 de septiembre del 2019

Hasta que terminó la carrera, compartía piso con su novio y con una amiga. Para hacer el postgrado, se separaron. Iban hablando con su amiga y un día les dijo que iría a pasar el fin de semana con ellos. Fue “la bomba”

Noelia – Cantabria
Hola a todos. Durante el tiempo que estuve viviendo en Madrid para estudiar en la universidad, logramos una muy bonita amistad Elvira y yo. La verdad, todo era muy sano, convivíamos para todo junto con nuestros novios y llevábamos una relación de buenas amigas. Nunca me he considerado lesbiana ni bisexual, aunque tengo muchas amigas que si lo son y las respeto mucho, porque tampoco estoy discriminando a nadie, pero a mí, siempre me habían gustado los hombres, y sé que yo gusto a bastantes de ellos. Era muy feliz con mi novio y nunca me pasó por la cabeza estar con una mujer.
El caso es que con Elvira pasaron ciertas cosas que me ponían nerviosa sin saber por qué. Vivía en el mismo piso que el mío y con ella podía hablar de sexo sin ningún problema, intercambiábamos posiciones sexuales, consejos no solo de la escuela, hablábamos de vibradores, orgasmos, belleza y de todo con mucha naturalidad. Había veces que por las mañanas nos juntábamos a completar una tarea o a desayunar y las dos vestíamos solo una camisa larga, normalmente de los novios, sin nada de sujetador y por abajo solo un tanga como siempre. Yo me ponía a mil al verla así, de imaginar que no llevaba sujetador y que sus pezones traspasaban la ropa. Me encantaban sus gigantes tetas y ella sabía que hasta le tenía envidia, pero lo que ella siempre envidiaba de mí era mi abdomen y mi cintura sin grasa y mi trasero que sobresale de mi cuerpo.
Había días en que nos quedábamos a estudiar hasta tarde y acabamos durmiéndonos en el sofá, siempre una encima de la otra. Podía sentir su respiración en mi cara y solo de recordarlo en este momento me pongo húmeda. Cuando salíamos de fiesta nos arreglábamos juntas y a lo máximo nos veíamos en ropa interior y esto también delante de los novios que alucinaban con vernos así.
Un día que salimos de una disco, nos pusimos todos tan borrachos que los hombres y demás amigos, nos pidieron que nos besáramos, pues la verdad éramos siempre el alma de la fiesta y el centro de atención. Sin embargo yo no me atreví a hacerlo porque sabía que estaba muy bebida y que además ese pequeño detalle podía repercutir en nuestra amistad.
Nos graduamos de la universidad y primero yo me fui de Madrid, ya que mi novio y yo continuamos un postgrado en otra ciudad y nos mudamos, me despedí de mi amiga llorando, pero nos prometimos seguir visitándonos donde estuviéramos. Ella, un mes después, también se mudó, consiguió un trabajo y se fue a vivir sola, pues esta vez su novio se tuvo que quedar por cuestiones económicas.
De vez en cuando nos hablábamos por teléfono, otras veces por e-mail y en una ocasión hablamos con webcam. Ese día yo solo llevaba un top corto, ya que había regresado del gimnasio, pues cuido bastante mi figura. Soy alta y delgada, pero muy bien proporcionada.
El caso es que ella me podía ver así y comenzamos a hablar de todo lo que nos había pasado y me contó que como no estaba con su novio el sexo lo llevaba mal. Entre bromas yo acabé por decirle que se masturbara, pero ella entendió que lo hiciera en ese momento, frente a mí, y yo me quedé sin habla cuando empezó a tocarse, luego sacó un vibrador gigante y solo me pedía que le ayudara a excitarse.
Yo le decía que me encantaba el olor de su cabello, su figura, cosas sencillas al principio pero cuando de repente le dije lo que ella me excitaba cuando nos quedábamos dormidas juntas, en ese momento ella estalló con un orgasmo brutal. No me lo podía creer. Seguro a ella le pasaba lo mismo, pero nunca dijimos nada al respecto. Ese día me traumaticé porque cuando se recuperó de su orgasmo solo me dijo que se tenía que ir a bañar y que luego hablaríamos. Ya no supe que pensar, estaba segura que algo en nuestra amistad iba a cambiar y así fue, porque pasó como un mes sin saber nada de ella y yo no me atrevía a llamarla y ella sentía vergüenza de hacerlo también.
Para mi sorpresa, de repente una mañana me llamó para decirme que venía a visitarnos durante un fin de semana.

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Cuando fuimos a buscarla estaba impresionante. Mi novio no dejaba de piropearla y decirle lo guapa que estaba, y la verdad es que con tanto estrés del trabajo había bajado los pocos kilos que le sobraban y se veía genial, eso sí, sus tetas y su trasero seguían igual de apetitosos. Del aeropuerto fuimos a un bar tranquilo para poder hablar y llegué a sentir celos porque mi novio no le quitaba los ojos de encima y le prestaba demasiada atención, pero al final él tomó unas cuantas copas de más por lo que yo decidí conducir de regreso.
En el coche, él se fue atrás y Elvira y yo adelante. Las dos llevábamos minifaldas muy cortas y con las cervezas que nos habíamos tomado no nos importó que se levantaran, así que yo podía ver parte de su tanguita rosa y sabía que ella también se estaba deleitando con el pequeño y húmedo triangulo que se me veía a mí. El camino del aeropuerto a casa es largo por lo que seguimos hablando todo el rato los tres, pero cuando ella se giraba a ver a Pedro hacia atrás, se apoyaba siempre sobre mi pierna muy discretamente, acariciándola y yo sentía algo extraño pero muy placentero.
Llegamos a casa y le tenía preparado el sofá, pero mi atrevimiento llegó a más cuando le dije que se podía quedar en la cama ya que el viaje es pesado. Se negó completamente, así que Pedro y yo nos metimos en la habitación sin cerrar la puerta. Yo ya no podía más con los pensamientos que llevaba en la cabeza y le conté a mi novio todo, todo lo que he contado, y podía ver su bulto enorme encima del calzoncillo y, comencé a masajearlo y besarlo con suavidad mientras seguíamos hablando. Esa noche hicimos el amor como locos, entre gritos, gemidos y de solo saber que Elvira nos estaba escuchando yo me corrí como tres veces. Después Pedro me dijo que hiciera lo mismo, que le contara por las noches todo lo que sintiera, ya que con el trabajo y la escuela solo nos íbamos a poder ver por las noches. Así que, ya con mi conciencia tranquila, aquel fin de semana fue el más delicioso de mi vida.
Al día siguiente fuimos a pasear Elvira y yo por la ciudad. Yo llevaba puesto pantalón y una sudadera sin nada debajo como me gusta, ella vestía unos jeans con una blusita súper ajustada, y con un súper escote, porque le encanta llamar la atención con sus “buenas aliadas”. Así nos fuimos de compras y ella me escogió una mini. Me enteré después que le encantaban mis piernas. Ella se compró un bikini, pasó el día con naturalidad, y cuando llegamos a casa le pedí que se probara el bikini para ver como le quedaba y ella me dijo que yo me probara la faldita.
Estábamos en la sala y sin pensarlo, me quité los pantalones, me quedé en tanga y me puse la falda, pero como la sudadera era demasiado grande, y no lucía la falda, me dijo que me la quitara. Lo hice y quedé desnuda de arriba, y aunque se me quedó mirando con asombro y un poco de lujuria, actuó como si nada hubiera pasado. Entonces ella también se quitó toda la ropa y se probó el diminuto bikini. Yo no podía creer que estuviéramos casi desnudas las dos, así que rápidamente me puse mi sudadera y ella se tapó con una toallita. Así nos pusimos a ver la tele, en el mismo sofá de mis recuerdos, acostadas las dos y ella en frente de mí hasta que no aguantamos más la calentura y el morbo.

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Yo comencé a acariciarle la pierna, era lo que más tenía al alcance al estirar mi mano hacia abajo. Ella se dejaba hacer y lo disfrutaba pues pegaba su cuerpo al mío, luego subí poco a poco mi mano hasta llegar a su cadera y sus nalgas, allí me entretuve un rato, rozándola con las uñas y las yemas de los dedos. La situación estaba que ya no podíamos y veía como su cuerpo se estremecía y su piel se erizaba. De repente ella se giró hacia mí y me dio un beso repentino. Al principio solo quedaron nuestros labios pegados, rozándose, hasta que abrimos la boca y dejamos que nuestras lenguas jugaran y recorrieran cada centímetro, y así el beso pasó de tierno a apasionado mientras nuestras manos recorrían nuestras piernas y caderas.
Ella sabía lo que me encantaba que me masajearan los muslos, cosa que hacía muy bien. De repente me apretaba las nalgas y así fue metiéndose más entre mis nalgas. Yo sentía su mano como si fuera uno de mis tangas, totalmente hundida y así fue como tocó mi humedad por encima del tanga. Nos acariciábamos por todas partes que podíamos. Yo trataba de hacer lo mismo y me entretuve con sus nalgas redondas, tratando de lubricar su ano con un poco de los tantos chorros que escurría su chocho, le tocaba el clítoris despacio con los dedos, dándole golpecitos como a mí me gusta masturbarme, unas veces lo apretaba y lo penetraba con dos dedos. Ella solo gemía y me hacia lo mismo. Comenzó a meterme un dedo en el coño. Yo me estaba derritiendo, luego metió dos y tres. Quise corresponderle de la misma manera y con un extra, así que comencé a lubricar su otro agujerito y le metí hasta dos dedos. Fue así como tuvo su primer orgasmo. Era ya todo excitación.
Nos volvimos a acomodar en el sofá y me quitó la sudadera, pues la falda no era ningún problema, comenzando a recorrer con besos, lamidas y mordidas tiernas mi cuello, mis hombros, mis pechos y el vientre. Todo me lo besaba y me mordía. Mis pezones la volvieron loca pues no dejaba de morderlos y pellizcarlos, hasta que yo no aguanté más y le quité el bikini. Era el juego más excitante, pezón contra pezón como lo había visto en alguna película porno. Yo intentaba devorar sus enormes tetas pero no me cabían en la boca. Era delicioso, nunca me había imaginado hacer eso pero lo estaba disfrutando, esas tetas que me traían loca no me las podía acabar, también recorrí cada parte de su cuerpo hasta que logramos acomodarnos en un 69, yo arriba. Debo admitir que lo hacia increíble, yo siempre me mantengo toda depilada por darle gusto a mi novio y por higiene, así que con su lengua recorría despacio toda mi zona, cada vez más rápido hasta que eran lengüetazos, se tragaba todos mis líquidos y metía su lengua en mi coño y yo, por mi parte, también la lamía. Elvira solo se depila la línea del bikini pero me encantó la sensación de sus pelos en mi cara, me metía su clítoris en la boca y lo succionaba como lo hace mi novio, y gritábamos de placer como perras.

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Ella me besaba hasta mi ano, eso me vuelve loca y pegaba más mi raja en su cara para que se la comiera completa y ella me tiraba del cabello para que no me despegara ni un instante de su culo. Mi clítoris es súper sensible, cosa que ella sabía y aprovechó para pedirme el vibrador y hacerme gritar de placer, hasta que terminé tumbada y con espasmos.
Mi amiga, tierna y linda, se había convertido en una fiera, sentía sus mordidas y sus rasguños en las nalgas. Tuvimos como tres orgasmos más cada una y como se había hecho de noche, detuve el asunto con todo mi dolor. No sabía a que hora iba a llegar mi novio, así que nos guardamos las ganas y nos fuimos a bañar juntas. Allí todo fue más tranquilo, solo nos manoseábamos y jugábamos como amigas, mientras nos enjabonábamos y reíamos de los rasguños que teníamos.
Preparamos algo de cenar y llegó Pedro que, con la mirada que le lancé, entendió que ya había pasado lo que tanto deseaba. En ese momento me cogió del brazo y me llevó a la cocina, allí se lo conté sin muchos detalles pero fue suficiente para que se le levantara la polla y como yo llevaba falda, solo me hizo a un lado el tanga y me empezó a follar en la cocina con nuestra amiga en la sala. Fue súper excitante ese polvo rápido, mi novio se guardó la polla y se fue cuando llegó Elvira. Yo seguía limpiándome la leche que me escurría en el muslo cuando ella dijo que me ayudaba. No quise que lo hiciera pero ya la tenía debajo de mí, chupándome la entrepierna. No podía creer que mi mejor amiga se estuviera tragando el semen de mi novio. Pero la dejé hacerlo y hasta me acomodé en la cocina para que fuera más fácil para ella. Así me hizo tener otro orgasmo, nos besamos cariñosamente y volvimos a la sala.
Nos despedimos de Elvira con mucha tristeza pero obviamente quedamos en repetir lo sucedido. Definitivamente nuestra amistad sí cambio pero me encanta.
Saludos y besos.

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