Relato erótico

Fue bestial

Charo
13 de julio del 2018

Fueron a celebrar el cumpleaños de ella y aniversario de boda a un local al que iban habitualmente. Estaba a tope y no había ninguna mesa libre, Vieron a una pareja y les preguntaron si podían sentIrse con ellos. Les dijeron que ningún problema, podían sentarse hasta que llegaran sus amigos.

José – Gerona
Amiga Charo, somos un matrimonio en el que todo era normal entre nosotros después de 10 años de casados, aunque algunas cosas se habían hecho rutinarias y el sexo también un tanto ya que nos casamos en un arranque de juventud.
Mi mujer no es muy alta, 1,60, pero con unas deliciosas curvas, unos pechos muy grandes y que podría decirse casi perfectos, cintura pequeña y caderas no muy anchas pero con unas nalgas redondas y aterciopeladas, como la totalidad de su sonrosada piel. Es pelirroja natural así que ya os podéis imaginar como tiene el escaso vello púbico, de un tono rojizo que invita a comérselo. Ella tiene 27 años, yo 35 y su nombre es María
Pero las cosas cambiaron el día de su cumpleaños, ya que siempre acostumbramos salir a festejarlo. Además, también era nuestro aniversario de bodas.
Siempre acostumbramos a ir a un lugar donde tocan música en vivo y el ambiente es excelente. En esta ocasión estaba muy lleno pues era verano y hacía mucho calor. Mi mujer llevaba una falda de color negro que le llegaba un poco más arriba de la rodilla, con una abertura por los lados y muy ajustada, de modo que se marcaba muy bien su hermoso trasero y dejaba a la vista ese par de torneados muslos. Hacía juego con una blusa también de color negro, pero sin espalda y anudaba al cuello, con un escote en V que dejaba ver la redondez y tersura de sus gordas tetas, ya que no llevaba sujetador.
El lugar estaba lleno a reventar y casi en la penumbra, la música a todo tren y como no conseguíamos mesa, me atreví a solicitar a una pareja que estaba en una, que si nos permitían compartir con ellos la suya, pero nos respondieron que esperaban a unos amigos aunque podíamos estar mientras ellos llegaban. Nos presentamos y ellos se llamaban Teresa y Alfredo.
Pedí un par de cervezas, que bebimos con gran rapidez pues el calor era demasiado y así estuvimos casi cuarenta minutos en los cuales mi mujer y yo estuvimos bebiendo junto con la pareja, que eran muy amables. Ella era de tipo atlético, alta como de 1,75, pechos no muy grandes pero redondos y bien puestos, y con un trasero tan espectacular como el de mi mujer. Llevaba un vestido de tirantes completamente pegado al cuerpo que la hacia lucir muy hermosa, con su cabello oscuro y lacio hasta los hombros. Él era un tipo normal como de 1,80 y algo robusto. Festejaban el fin de curso y por eso esperaban al grupo de amigos que llegaron casi como a la hora de que nosotros estábamos allí.
Eran tres jóvenes como de 22 a 25 años, Alex, Jorge y Luis. Pensamos cambiarnos pues ya habían llegado el grupo que ellos esperaban pero no nos dejaron, al contrario juntaron sillas, nos acomodamos como pudimos y pidieron dos botellas de whisky. Así estuvimos bebiendo y bailando y como es debido, la combinación de cerveza y alcohol, hizo que mi mujer así como Teresa, se pusieran un poco más “alegres” que los demás.

Empezaron a bailar todos juntos, haciendo un círculo y una pareja en medio turnándonos a las mujeres para bailar con nosotros cinco. El círculo era muy pequeño así que los roces eran muy frecuentes y algo atrevidos, lo que hizo que mi mujer se pusiera caliente y empezara a bailar sensualmente con todos. El primero que encendió el fuego fue Jorge que, al bailar con Teresa, le pasó las manos por todo el contorno de su cuerpo y esto hizo que todos esperáramos con ansia el turno para bailar con ella, pues era la más ebria y dejaba que la tocáramos por todos lados así como ella nos pegaba su enorme trasero en nuestros paquetes, que ya estaban mas que encendidos.
Mi mujer, al ver que toda la atención era hacia la otra, empezó a bailar más atrevido, pegándose con todo su ser al cuerpo de cada uno de nosotros. En un momento estaban las dos, María y Teresa, bailado en medio del circulo en un baile de lo más sensual, juntando sus senos y pasando sus manos por todas las redondeces de cada una de ellas, sobándose sus coños con tal sensualidad que estábamos a punto de estallar los allí reunidos. Para finalizar el baile, Teresa le plantó a María un tremendo beso en los labios que si bien al principio lo rechazó María, cuando pasaron los segundos, lo fue disfrutando y más cuando Teresa introdujo la lengua en su boca. Nosotros estábamos que ardíamos.
Entonces Jorge y Luis dijeron que porque no seguíamos la fiesta en otro lugar, a lo cual todos accedimos y nos fuimos al apartamento de ellos, donde vivían solos al ser estudiantes foráneos.
Alfredo y Teresa iban en una camioneta en la cual nos fuimos todos. En un asiento íbamos Alex, María en medio y yo en la orilla. En el otro iban Alfredo, Teresa y Jorge, y conducía Luis. Por el trayecto íbamos bebiendo otra botella de whisky y las mujeres iban aún más ebrias y Teresa casi inconsciente, por lo cual Alfredo le iba metiendo mano en el coño y ella no oponía resistencia, al contrario. Jorge, que la llevaba abrazada, le iba acariciando uno de sus pechos, que ya lo llevaba casi de fuera, dejando ver un poco del pezón, que ya estaba erguido y listo para ser devorado.
Por nuestra parte, María y yo no parábamos de acariciarnos de tal manera que parecía que nos faltaban manos y era tal nuestra calentura que no nos dimos cuenta que María llevaba la falda enrollada y dejaba ver un poco de su coño, el cual estaba ya bastante húmedo y escurriendo jugos, cubierto escasamente por un pequeño tanga que dejaba ver sus labios vaginales.
Alex, sentado a nuestro lado observaba detenidamente nuestras maniobras y animándose a participar en nuestro juego, empezó a acariciar las piernas de mi mujer y poco a poco fue subiendo hasta que llegó al centro de placer. María lanzó un suspiro al sentir la mano de Alex y yo realmente estaba disfrutando al ver como le metían mano a mi mujer y como disfrutaba ella de las caricias de otro hombre.

Fue tanto la cachondez que le dimos a María que empezó a cooperar con ambos y desatando el nudo que sujetaba por el cuello su blusa, dejó al descubierto sus grandes y deliciosos melones. Sus pezones estaban completamente erguidos y la aureola de uno color rosado rojizo que denotaba como estaba disfrutando. Mientras mamaba uno de sus pechos, Alex se encargaba de sobarle el otro así como de darle tremendo besos en la boca. Yo veía como cruzaban sus lenguas y como le acariciaban el pecho dándole pellizcos al pezón, haciéndole lanzar pequeños quejidos de placer.
Por su parte María, que tenía las manos libres, nos sobaba ambos paquetes a cada uno de nosotros hasta que nos bajó las cremalleras y sacó nuestros instrumentos para acariciarlos libremente. Alex tenía un tremendo aparato, largo y grueso, en el que resaltaban todas sus venas y parecía que iba estallar. Mi mujer, al ver tremendo falo que cargaba nuestro compañero de parranda, no resistió y empezó a hacerle una tremenda mamada, aunque no le cabía completamente en la boca por el grosor que tenía, pero haciendo un esfuerzo pudo introducirse la enorme cabeza. Alex lanzó un suspiro de placer y ella hacía lo imposible por metérselo en la boca, succionándolo, lamiéndolo, acariciándolo con sus labios, metiendo la punta de la lengua por el pequeño orificio de aquella descomunal verga. Alex, por su parte, le introducía los dedos en lo más profundo de su coño y yo acariciaba sus pechos. Cuando Alex no aguantó más, arrancándole el tanga de un tirón, la subió sobre su polla y María, haciendo un esfuerzo, abrió las piernas lo que pudo para que le entrara. Con gran dificultad entró la cabeza y mi mujer lanzó un quejido de dolor y placer, cerraba los ojos y se deslizaba sobre aquel tronco de carne y venas, montándose a Alex y dejándome como espectador, calentándome al ver aquel espectáculo.
Mi mujer subía y bajaba, lanzaba grititos de placer, tenía los ojos cerrados, disfrutando al máximo. Alex la tenía cogida primero de la cintura, ayudándole a subir a y bajar, pero después empezó a deslizar sus manos por las redondas y suaves nalgas de María, acariciando su culito e introduciendo la punta de uno de sus dedos en su ano. Ella, al mismo tiempo, le ponía los pechos en la boca para que se los succionara y le mordiera los pezones. Por otra parte, en el asiento de atrás, ya tenían a Teresa sin vestido y con las bragas hasta la altura de las rodillas, Jorge le comía los senos, chupando sus pequeños y erguidos pezones, dándole mordidas que la hacían quejarse de placer, y por su parte Alfredo le metía dos dedos por su depilado orificio vaginal del cual emanaba una gran cantidad de jugos que le escurrían por entre las nalgas pasando por el pequeño ano.

María subía y bajaba, a veces lento y a veces con rapidez disfrutando de aquel poste, Alex le mamaba las tetas y seguía con el dedo dentro del agujerito de su culo, cosa que a mi siempre me había sido negado y fue tanto el sube y baja que ya no pudieron resistir más y ambos se corrieron en una explosión de placer. Entonces María incrementó el ritmo hasta que lanzó un grito mitad triunfo, mitad gozo, dejándose caer sobre el pecho de Alex que, por su parte, lanzó gran cantidad de leche caliente en la jugosa cavidad de mi mujer, aquella en la que yo solamente había disfrutado, inundándola de tal manera que le escurría por los lados de su verga la cual todavía no se reducía de tamaño. Fueron varios los espasmos que tuvo, lanzando borbotones de leche dentro de mi mujer, llenándola por completo hasta lo más recóndito de su vagina.
Cuando llegamos al apartamento, tuvieron que bajar a Teresa cargada en brazos pues estaba tan borracha que le era imposible sostenerse de pie. La metieron en el apartamento y la recostaron sobre un sofá completamente desnuda. Pudimos contemplar su cuerpo delgado y bien torneado, su chochito completamente depilado, sus pechos redondos y firmes. Nosotros entramos caminando aunque María daba traspiés por lo ebria que estaba, así como también por el efecto del sexo que tuvo en la camioneta. Se había colocado nuevamente la ropa pero no llevaba las bragas, caminaba delante de mi y veía como le escurría semen por una de sus muslos de lo lleno que traía su cochito. Se dejo caer pesadamente en un sofá, en el cual nos acomodamos nuevamente los tres que veníamos en la camioneta, Alex, María, yo pero ahora se nos juntaba Luis.
Los cuatro veíamos como Jorge y Alfredo le acariciaban a Teresa, que no oponía resistencia a nada pues estaba completamente inconsciente. La habían pasado a la mesa de centro, justo del tamaño para que ella cupiera acostada boca arriba y ahora Jorge estaba situado en medio de sus piernas mamándole el chochito como si fuera el más delicioso manjar. Por su parte Alfredo le introducía en la boca su pene, que era muy largo pero no muy grueso y al mismo tiempo le sobaba las tetas. Teresa dejaba escapar algunos pequeños gemidos y se notaba que lo estaba disfrutando. Así estuvieron casi 15 minutos cuando Jorge se sacó su polla, casi igual de grande que la de Alex, pero no tan gruesa, y se colocó entre las piernas de Teresa apuntando al centro de su cueva. Puso primero el capullo sin introducirlo, empapándole la raja de aquellos jugos que indicaban que ya esta todo listo para la acción. Teresa, al sentir el contacto y calor de aquella verga, movió casi por instinto las caderas invitándolo a que entrara en su estrecho conducto. Al principio no entró tan fácil pues, a pesar de estar tan lubricado, el capullo era un poco grande para el orificio, así que él se afianzo de las caderas de aquel cuerpo y empujó con fuerza.

Teresa lanzó un quejido de dolor al sentirse penetrada por aquel tremendo tronco que se fue deslizando poco a poco hasta que topó por completo, juntando sus cuerpos y así se quedó un momento Jorge, sin moverse, disfrutando el calor que emanaba esa cuevita tan ajustada. Por su parte Alfredo seguía introduciendo se verga en la boca de aquella mujer, cogiéndola en ocasiones de la nuca para ayudarse a introducirlo lo mas profundo que pudiera, y seguía acariciándole las tetas a un tiempo. Estábamos disfrutando aquel espectáculo como clientes de primera fila, estábamos en un estado de cachondez que hacía que María se acariciara con sus dedos la rajita y por mi parte casi me estallaban los cojones, primero al haber visto como disfrutaba María y ahora con aquel espectáculo.
Jorge empezó con sus movimientos de metisaca, primero lentamente y después aumentando el ritmo y por su parte Teresa ya no se quejaba, al contrario se dejaba hacer disfrutándolo al máximo y así lo demostraban sus suspiros de placer.
De pronto Jorge la cogió por los tobillos, levantando sus piernas e incrementando la velocidad de sus movimientos, demostrando que estaba a punto de correrse y casi al mismo tiempo lanzaban sus leches Jorge y Alfredo cada cual por su lado y era tal la cantidad de leche que lanzo Alfredo que Teresa no se la pudo tragar toda dejando escapar por la comisura de su boca algunos chorros, y por su parte Jorge empujaba y empujaba como intentando llenar hasta los mas profundo de la cueva con su leche. Por fin terminaron los tres, quedando Teresa en un estado de inconsciencia que ya no pudo hacer más, se quedó dormida encima de la mesa con las piernas abiertas escurriendo leche por su orificio, la cual iba formando un charquito justo en medio de sus nalgas.
Besos de todos y gracias por publicar nuestra experiencia.

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