Relato erótico
Fue a por pastelitos y…
Siempre le han gustado las maduras y tetonas. Cuando entró en aquella pastelería, no sabía que compraría una pastelito de crema y que también le daría “cremita” a una mujer como las que le gustan a él.
Miguel – Barcelona
Todo pasó en una pastelería en la que yo entré a comprar una pasta de crema. Allí vi el gran trasero de una mujer con grandes pechos pero delgada, o sea que tanto culo como tetas le sobresalían mucho y eso me encantó. Era una señora mayor con un abrigo de visón bajo el brazo y un gran bolso. En el pastel que había encargado ponía dos velas, y en el pastel leí “50 años juntos”.
La mujer, que veía que yo miraba el pastel y la miraba a ella con asombro, me dijo sonriendo:
– No, yo tengo 68 años y esto es que celebramos las bodas de oro con mi marido este sábado que también cumpliré yo los 69.
– El 69 es mi número favorito en la cama – le dije riendo.
– Si chico, ya te entiendo, soy mayor pero no tonta, pero esto lo harás con una chica joven no con una mujer que tiene ya 69 años – y dirigiéndose a la de la pastelería añadió – Pasaré a recogerlo el sábado.
Se puso el abrigo, salió del local, yo compré dos pastas y al salir miré por todas partes hasta que vi a la señora mayor y a por ella fui. La seguí hasta un bar-restaurante y se sentó en una mesa sola.
– ¿Puedo sentarme con usted en esta mesa, señora? – le dije – Me llamo Miguel y esto está muy lleno – y era verdad.
– Me llamo Pilar y siéntese, siéntese si no le molesta hacer compañía a una señora mayor y ya abuela – me dijo.
– Pues es una abuela muy guapa y sexy, se cuida mucho y no parece tener 68 años, la verdad – la piropeé.
Tomando el café con leche, saqué mis pastas y le di una a ella que agradeció diciendo:
– Está bien, entonces yo pago los cafés con leche.
Estuve de acuerdo y sacando mi móvil le pregunté:
– ¿Puedo sacarle una foto señora Pilar?
Me miró, se arregló el pelo y me dijo:
– Oye, tú vas muy rápido, si no fuera tan mayor diría que estás intentando ligar conmigo, me has seguido, la pasta, no me quitas los ojos de encima ni un momento, ¿es que te gusto?
Hice la fotografía y pedí a otra persona que nos hiciera alguna los dos juntos y cuando me puse a su lado le dije en voz baja:
– Sí, me gusta mucho y si intento ligarla, ¿pasa algo?
Cuando salimos a la calle pasamos por delante de una tienda de flores y le compré un ramo de rosas rojas, pillándola por sorpresa, y también la cogí por la cintura y le di un gran beso. Estábamos en un parque, sentados en un banco de madera.
– ¡Estás loco! – me dijo – Podría ser tu madre. ¿No te da vergüenza?
La volví a besar pero aprovechando para meterle mano a sus grandes tetas y le dije, contestando a su pregunta:
– A mi no, pero a usted sí, así que si quiere nos vamos a una pensión.
– No, vamos a mi casa – dijo levantándose – Si vas tan lanzado te gustará más hacerlo en mi cama, aunque nunca he hecho esto antes y no me importa si no me crees.
– Si te creo, eres inteligente y no quieres que nadie te pueda reconocer, además te he calentado, te has excitado y no quieres decirme que no – le dije yo.
Fimos a un parking subterráneo donde tenía el coche y allí, apoyada en el vehículo, nos besamos como dos enamorados hasta que ella me dijo:
– Toma, anda, conduce tú si no aún me harás el amor aquí mismo.
Fuimos a su casa, entramos directamente en el garaje y ya en la casa ella puso las rosas en agua diciéndome:
– Gracias por las rosas, hacía mucho tiempo o años, que nadie me las regalaba. Me has sorprendido y me ha gustado mucho tu detalle – y me besó.
Fuimos al lavabo, nos desnudamos mutuamente pudiendo yo entonces admirar aquellas enormes tetas, plenas pero colgantes, su cuarzo y la pelambrera de su coño. Nos duchamos los dos juntos y en la ducha, bajo el agua y muy excitado, le levanté una pierna y apoyando su espalda en la pared le metí la polla en todo el coño, entrando muy fácilmente hasta los huevos. Me la follé como un loco viendo como a cada empujón mío, sus mamas rebotaban y se balanceaban como grandes campanas.
– Es la primera vez que hago el amor en la ducha, Miguel – me dijo ella.
– Ya me has dominado, conquistado y te ha sido fácil, ¿eh? – me dijo.
– Sí, la verdad es que pensé que me echarías de allí enseguida, que no me dejarías sentarme contigo y te veía muy seria.
– A muchas de mis amigas alguna vez alguien a intentado ligarlas y ellas han ido a la cama con algún desconocido, pero a mi es la primera vez que me han hecho propuestas deshonestas y me han intentado ligar – dijo – No me lo podía creer, y tan joven, tendrás 45 años, como mi hijo.
Le confirmé que efectivamente yo tengo 45 años y ya en la cama hicimos el 69.
– Es la primera vez que hago esto y la verdad es que no está nada mal… sigue, sigue… come, come, chúpame el coño… – decía gimiendo.
Cuando se corrió me la follé, ella encima y luego abajo. Al final y siempre desnudos por completo, la llevé al comedor, la hice tender encima de la mesa y allí puse sus pies en mis hombros y me la follé por el coño un rato hasta que unté su ano con crema y ella, al notarlo, exclamó:
– ¿Qué haces… no harás lo que yo pienso… no te atreverás a metérmela por el culo?
Sin hacerle caso, empujé metiéndole la mitad de mi verga en el culo. Ella lanzó un tremendo grito y como me gustó ver como le dolía esto me excitó aún más.
– No había ninguna necesidad de hacerme esto – gemía ella – pero date prisa que mi marido llegará pronto, venga córrete que yo ya no puedo más, no puedo tener más orgasmos, me has dejado sin fuerzas.
Apreté de nuevo hasta meterle la polla entera en el recto y allí instalada comencé a encularla hasta que, con un tremendo placer, me corrí. Y en este preciso instante apareció el marido pillándome con su mujer enculada. Tanto ella como yo nos quedamos parados, sin saber qué hacer ni qué decir pero la sorpresa fue grande cuando el marido dijo:
– Hola, cariño, hace rato que os estoy observando y tranquilo Miguel, te agradezco que te folles a mi esposa y que le hayas abierto el culo, pero ahora deja que mi esposa me la chupe hasta que me corra en su garganta pues es que la chupa muy bien.
Naturalmente, sin sacarle mi verga del agujero del culo, acepté que Pilar se la mamara al mismo tiempo a su marido. Pero la mujer, asustada y sorprendida, dijo:
– ¿De verdad no te ha molestado verme con Miguel, cariño?
– Al contrario dijo el marido creo que hemos encontrado al hombre ideal para montar ese trío del que tanto hemos hablado.
Bueno amigos de clima, cuando nos veamos otra vez os lo contaré. Muchos besos para todos.