Relato erótico
Follar es sano
Estaba triste, su novia lo había dejado y aceptó la invitación de unos amigos para ir a una discoteca. Fue mejor de lo que esperaba hizo “amistad” con dos tías que estaban buenísimas y le hicieron olvidar a su novia.
Pablo – VALENCIA
Me acuerdo que por aquel entonces mi novia me había dejado por otro chico y la verdad yo lo estaba pasando verdaderamente mal. Quizás fuera una de esas relaciones las cuales desde un principio se sabe o se tiene el presentimiento que no tienen futuro. Era verano, me acuerdo perfectamente, y unos amigos que había hecho en el chat me veían muy deprimido, en mi cabeza solo estaba la imagen de ella.
Mis amigos me dijeron que el sábado iban a ir a una discoteca de Valencia yo dije que pasaba porque estaba bastante deprimido, pero insistieron tanto que al final acepte, en total para comerme la cabeza en casa prefería distraerme un poco. Y llegó el sábado. Aquello estaba lleno, es una discoteca que está dividía en zonas, con una que se llama “besodromo” en la que hacen actuaciones picantes subiendo a los asistentes a unas plataformas. Yo empecé a estar animado, aunque mis amigos iban cada uno por su lado.
Allí en la zona del “besodromo” vi a una joven morena, de 1,69, delgada y ojos verdes que llevaba una minifalda negra con botines y una camiseta con un escote tremendo. Aquella chica me cautivó y me quedé mirándola, ella aprecio mi atención y como ya iba un poquito contento de haberme tomado un par de copillas no me lo pensé y me presenté a ella y sus amigas. Al principio era algo reticente, comprensible si pensamos en la cantidad de babosos que le rondaban pero conforme fui hablando a sus amigas ella empezó a prestarme más atención.
Ella se llamaba Laura y sus amigas Silvia y Merche. He de decir que también aquellas dos hembras eran despampanantes. Silvia era rubia, ojos marrones, poco pecho pero buen culo, también llevaba una minifalda y una camisa blanca. En cuanto a Merche, era morena, llevaba falda corta como las otras dos, iba muy bien arreglada y como no, era bastante coqueta. Me dijeron que eran universitarias, estudiaban arquitectura en el Politécnico de Valencia y que habían salido hoy después de un mes estudiando los parciales
– Pues ya era hora, ¿no? – comenté.
– Ya ves, es que los parciales matan – contestó Merche.
– Merche, pero si tú apenas has estudiado – le soltó Laura.
– Qué dices Laura, quien no ha estudiado es Silvia – se defendió la primera.
Estuvimos hablando de todo un poco y se creó una sintonía entre ellas y yo a medida que el alcohol iba fluyendo entre nosotros. Las conversaciones fueron tomando una connotación más picante.
Me confesaron que tenían un piso en la avenida Blasco Ibáñez de Valencia, que una de ellas era de Córdoba, otra de Alcoy y la tercera de Barcelona.
Parecía que todo iba bien cuando de repente Laura dijo:
– Pues si ya hemos acabado… ahora toca desenfreno.
– Sexo y juerga – añadí yo.
La mirada de aquellas hembras se clavaron como dagas en mi y de repente noté que me miraban de forma un tanto extraña y les dije:
– ¿Qué pasa?
– Nada, que es cierto lo que dices – dijo Laura – Necesitamos juerga y sexo.
Merche me miro fijamente y me preguntó:
– ¿Tu tienes marcha para las tres?
No podía creer lo que oía. Yo con tres tías buenas, el sueño de cualquier hombre.
– No sé – repliqué – pero por probar….
– Entonces te vienes con nosotras a probar – dijo Silvia
– Bueno – añadí.
Yo llevaba casi una melopea encima, pero bueno. Busqué a mis amigos y les dije que me iba, que no me encontraba bien. Falsa verdad para que aquellos tres cuerpos que la suerte me había presentado, fueran solo para mi. Mis amigos no pusieron resistencia y me dijeron que tuviera cuidado.
Al salir de la discoteca las encontré en la puerta y subimos a un Peugot 206 en dirección a Valencia. Yo me senté atrás con Laura quien, durante el viaje, me estuvo frotando la polla por encima del pantalón, a lo cual yo correspondía metiéndole el dedo dentro de su rajita dado que solo llevaba un tanga. Cuando llegamos al piso fuimos a una habitación que, para
sorpresa por mi parte, estaba llena de juguetes sexuales, consoladores etc. Aquello más que un cuarto de estudiantes parecía la habitación de un Puticlub de carretera.
Me tiraron sobre la cama y mientras Silvia empezaba a desabrocharme el pantalón y quitarme la camiseta, Laura y Merche comenzaron a desnudarse.
Cuando estuve desnudo, Silvia se lo quitó todo. Yo ya estaba empalmado y aquellas tías tenían caras de viciosas, como si en un siglo no hubieran pegado un polvo. Laura se abalanzó sobre mi cipote como una loba mientras Silvia y Merche me mamaban los huevos y el culo.
Quien lo iba a decir, tres cabezas femeninas sobre mi polla tiesa comiéndomela toda. Mi placer era indescriptible, todo un sueño hecho realidad. Cuando toda mi polla estuvo bien ensalivada Laura, que parecía la capitana del equipo, me planto el coño en toda la cara y yo me lo comí con ansia mientras ella gemía de placer pero cuando se apartó, satisfecha, y lo mismo ocurrió tanto con Merche como con Silvia.
Mientras se los comía pensaba que aquellos coños bien lubricados me las iba a calzar yo solito.
En un momento dado Laura se agachó sobre mi polla y se la introdujo hasta el final en su coño, cabalgándome con fuerza mientras Merche me volvía a poner su chocho en la boca al mismo tiempo que Silvia y Merche se besaban en la boca.
Cuando Laura se retiró, se puso ahora Merche a follarme. Los jugos de aquellas tres hembras se iban entremezclando en mi polla notando por mis huevos empapados como chorreaban sus coños.
Al final se pusieron las tres a cuatro patas, les fui introduciendo mi falo dentro de aquellas castañas y una vez probé aquellos coños, me aventuré a explorar sus culos, aquellos agujeros cavernosos sedientos de ser penetrados.
Al principio se resistían pero al final con la fuerza de empuje de mi polla las puede follar por el culo reventándoselos a las tres. Hasta que le dije a Laura:
– Tú eres la elegida para recibir todo mi esperma dentro de ti.
Ella se abrió de piernas y la penetré con ansia hasta llegar al orgasmo, dejando salir mis chorros calientes dentro de aquella vagina ansiosa por tenerlos mientras Laura se corría.
Merche y Silvia andaban jugando con los consoladores y las vi correrse también casi a la par que nosotros. Una vez acabamos aquella orgía de desenfreno sexual, se vistieron y nos fuimos a tomar unas copas para acabar aquella velada. Sé que se han montado un estudio de arquitectura en Madrid y con Laura, de vez en cuando, nos enviamos algún email y seguimos en comunicación.
Gracias por publicar mi testimonio y muchos besos, Charo.