Relato erótico
Follando en el probador
Fue con su amigo a unos grades almacenes para comprarse un traje para una boda. No se decidía por nada y le pidió a una dependienta que si lo podía asesorar. Entró en el probador e hicieron de todo menos mirar si el traje le quedaba bien.
Miguel – Palma de Mallorca
Mi nombre es Miguel y os voy a contar la experiencia que he tenido esta mañana con una mujer imponente. Pues bien esta mañana he ido a comprarme ropa para asistir a una boda, como no me decidía por nada, ya que, no sabía si me caía bien o mal la he dicho a una de las dependientas, que era simpatiquísima, y además tenía un escultural cuerpo, que si podía entrar conmigo al probador para que me diera su opinión acerca de cómo me quedaba la ropa, aquélla rubia imponente asintió con la cabeza, no me lo podía creer ya que nunca me había visto en una circunstancia igual, ella se acercaba con un ligero contoneo de caderas.
Llevaba un pantaloncito negro súper ceñido que marcaba cada curva de su cuerpo y una blusa transparente por la que se podía ver el sostén negro. Tenía los pezones marcadísimos. Entró en el probador conmigo, y cuando se giró me quedé pasmado, tenía un culito divino y me daban ganas de apretarlo contra mi paquete.
Ella se dio la vuelta y me dijo:
-Vamos a ver, quítate ese pantalón y pruébate este, a ver cómo te queda.
A mí me daba mucha vergüenza ya que estaba completamente salido.
-Venga que no tengo todo el día, ya sé como estas o sea que no me vas a asustar -me dijo ella con un tono entre agresivo y dulce en la voz-
La verdad nunca me he explicado porque las mujeres pueden hacer eso con la voz. Me desabroché el botón y comencé a bajarme los pantalones, ella se sorprendió de las dimensiones que había tomado mi “cuerpo” a la altura de las ingles y dejo escapar una exclamación de sorpresa tapándose la boca con la mano abierta. Yo llevaba un slip pero la fuerza con la que se me había despertado el miembro lo había desplazado y aquello parecía según me dijo ella una tienda de campaña para doce, a lo cual yo no pude hacer otra cosa que sonreír.
-¿Puedo cogerla? Nunca he tenido en mis manos algo tan grande como “esto”.
-Por supuesto, contesté yo terminando de sacarla de entre el slip y el ombligo. ¡No me lo podía creer, aquello no me estaba pasando a mí!
Se agachó cogiéndola y se la metió en la boca y empezó a chuparla. Paró, se levantó y se quitó los estrechos pantalones y un tanga precioso. Tenía el coñito depilado, y debía estar jugosísimo. Se lo acariciaba mientras decía:
-¿Te gusta mi coño eh?
Había llegado un momento en el que ya no tenía que responder, la rigidez de mi verga no dejaba lugar a confusión, ella seguía tocándose el coño y a mí me estaba poniendo a cien, que digo a cien, por lo menos a mil, ya no podía aguantar más, me la tenía que follar, así que acercándome a ella la cogí por la cintura y poniéndola culo a la pared la levante, ella cogió mi verga y la puso a la entrada del chocho, la deje caer suavemente sobre ella y la penetre, mientras, ella lanzaba un débil gritito, y eso que no había entrado entera que si no hubiéramos llamado la atención de la gente que se encontraba en la tienda a aquella hora.
Con un nuevo empujón entró entera mientras ella abría la boca sin gritar, solo lanzaba leves gemidos de placer mientras yo bombeaba y bombeaba haciendo su coño a la justa medida de mi polla. De pronto, no pudo aguantar más y soltó un alarido que intente tapar con la mano.
La baje de mis brazos y asiéndola de los hombros la hice arrodillarse de manera que su boca quedase a la altura de mi instrumento, abrió la boca y de un movimiento de caderas le introduje mi estilete en su boca hasta que rebotó en la campanilla, la volvió a sacar en medio de una arcada pero acto seguido la volvió a meter en su boca caliente, el sudor recorría nuestros cuerpos hasta caer al suelo formando un pequeño charco que se unía a los jugos derramados por su chochito.
-Lámemela bien para que luego no te haga daño en el culo -le dije yo-
Su respuesta fue chupármela con más ahínco, mientras, vi que sus dedos se perdían en el interior de su culo, quizás para abrirme el camino. Cuando se la saqué de la boca no tuve que decirle nada, ella ya sabía lo que la iba a hacer, se puso a 4 patas y con el culo en pompa esperó a que la penetrara, pero no lo hice así, abrí la cortina del probador buscando un amigo que había venido conmigo y le invité a entrar, Patricia, que así se llamaba la dependienta se sintió cohibida al ver a mi amigo en el probador e intentó taparse con la ropa que se encontraba tirada por el suelo.
Yo le expliqué que no pasaba nada, que solo quería que experimentara lo que se siente con dos pollas a disposición de una mujer, y le dije que se la pusiera a punto para penetrarla por el coño, mientras yo se la metía por el culo, cosa a la que accedió con gusto metiéndose la polla de Toni en la boca y empezando a chupar, entre tanto, yo jugueteaba con mis dedos y mi lengua en su culo chupándoselo para lubricarlo e intentando dilatarlo un poco. Cuando Toni la tuvo a punto se tumbó en el suelo, Patricia se sentó encima clavándose la polla de Toni en el coño emitiendo un pequeño suspiro de placer, Toni la cogió de las tetillas y tirando de ellas consiguió echarla hacia delante hasta que sus bocas se fundieron en un beso, le cogió las nalgas, las abrió, facilitando mi penetración. La fui metiendo lentamente, no entraba fácilmente y tuve que dar un fuerte empujón que hizo que Patricia gritara de dolor
-¿Quieres que pare?
-¡Nooo! no, sigue follándome, no pares.
Al cabo de unos minutos gemía, ya no la importaba que la oyeran lo estaba pasando bien y eso bastaba, le daba igual ahora solo pensaba en aquellas dos pollas que la estaban follando.
En un momento dado exploté vertiendo toda mi leche en el interior de su ano, Toni al ver que ya me había corrido y que ella estaba teniendo un orgasmo de campeonato no pudo aguantar más y se corrió. Cuando ella se levantó, el semen salía por los dos orificios por los que había sido follada.
Nos vestimos rápidamente y salimos vigilando que no nos viera nadie. No me compré nada, porque estaba tan agotado que no tenía ganas de probarme ningún traje.
Mi amigo y yo nos fuimos alucinados por lo que había pasado. No lo podíamos creer, era típico de un guión de peli porno.
Un saludo para todos los lectores de esta cachonda revista.