Relato erótico

Final inesperado

Charo
8 de mayo del 2018

Sus amigas le montaron una despedida de soltera. Ya nos contó que la fiesta se desmadró y hoy quiere relatarnos el final de la historia. Lo que pasó, no es lo que tenían pensado que pasaría.

Carolina – LAS PALMAS
Amiga Charo, como te dije, me casaba una semana más tarde de lo que aquí te cuento y mis amistades me prepararon una fiesta sorpresa de la cual no me olvidaré mientras viva.
Te recuerdo que me llamo Carolina, tengo 28 años y que llevaba cinco años saliendo con mi novio Enrique el cual es tres años mayor que yo. Nos queríamos mucho y finalmente decidimos que ya era hora de casarnos. Soy una chica morena de cabello largo y lacio que me cae por la espalda. Los ojos son marrón oscuro y bastante grandes. De cuerpo no estoy nada mal ya que soy bastante alta pues llego al 1,67 m y peso 56 kg. Uso una talla 95 de pecho el cual se conserva bien duro y pone cardíaco a Enrique cuando me lo chupa. En cuanto al culo, os diré que es la parte de mi cuerpo de la que me siento más orgullosa y que despierta mayores alabanzas entre los hombres que se cruzan conmigo.
Dejé mi historia cuando estábamos en plena fiesta con los strippers que mis amigas me habían regalado como fin de fiesta. El ambiente estaba ya muy caldeado y mi hermana empezó a mordisquear las nalgas de aquel macizo stripper y de repente dirigió una de sus manos hacia la parte delantera del muchacho empezando a acariciarle el paquete a través de la tela del tanga. Aquel bulto no tardó en ponerse en forma, creciendo de forma considerable. Todas nos encontrábamos dispuestas a cualquier cosa.
Mis amigas no lo dudaron y vi como Silvia ofrecía sus labios a aquel guapo “policía” y como este introducía su húmeda lengua en el interior de la boca de mi amiga. Bailaron pegados como lapas ante el público presente aprovechando ambos para rotar sus respectivos vientres en el del otro. Al separarse, Silvia agarró con sus dedos los laterales del pantalón del negro despojándole de golpe del mismo.
A continuación agarró la camisa y se la abrió de golpe rompiendo los botones y dejando el pecho del muchacho completamente desnudo. Por su parte, Luisa se encontraba agarrada al otro muchacho abrazándole por la espalda. Le ayudó a despojarse de la sudada camiseta y después se arrodilló tras las nalgas del chico y le agarró del pantalón por la cintura tirando de él hacia abajo y dejándolo cubierto tan solo por un tanga rojo
Ronald y Peter se dirigieron hacia mí cogiéndome ambos por la cintura y apretándose contra mi cuerpo. Noté como sus pollas se apretaban contra mi pubis y mis nalgas rotándolas de forma sensual y notando como crecían sin parar.
Mientras tanto, Silvia y Luisa, ayudaron al otro chico a sentarse en el sofá y le despojaron del tanga haciendo aparecer una polla bien grande y dura que hizo que nos mojásemos todas las presentes en aquella fiesta. Silvia agarró aquel ariete con una de sus manos y lo llevó hacia su boca tragándoselo de golpe y empezando a succionarlo sin parar. La fiesta había llegado a un punto del que no había posible retorno.

Me quedé alucinada viendo como Silvia se comía aquel poderoso rabo chupándolo por todos los rincones. Jamás había visto a Silvia follando con ningún chico y debo reconocer que la situación me estaba produciendo un morbo increíble. Silvia ofreció aquel tesoro a mi hermana la cual se quedó admirando aquella polla con cara de lujuria y de pronto acarició el glande amoratado de aquel muchacho con la punta de su lengua pasando a recorrer toda la longitud de aquel miembro ensalivándolo por completo.
Yo, mientras tanto, besaba con pasión al guapo muchacho de color el cual me estrechaba entre sus brazos al tiempo que Ronald apretaba su dura verga contra mis nalgas. Me agaché ante ellos chupando sus respectivas pollas cubiertas por los tangas que portaban. Agarré ambos tangas y los bajé de golpe haciendo aparecer dos morcillas fenomenales ante las que me quedé con la boca abierta y los ojos fuera de sus órbitas. Ambos miembros eran de dimensiones extraordinarias. El de Ronald alcanzaría los veinte centímetros y tenía un gran grosor. El del “policía” me aterrorizó solo de verlo. Jamás había tenido en mis manos algo semejante. Era una estaca de unos veinticinco centímetros la cual imaginé que me destrozaría cuando me traspasase. Me lancé a por ellas succionándolas alternativamente aunque mi boca no daba abasto con ambas pollas. Aun así finalmente conseguí tragarme por completo el nabo de aquel negrazo llegando a tocar la garganta con la punta de su glande. Aun no me explico cómo conseguí hacerlo. Lamí aquella rica banana a lo largo de ella notando las venas llenas de sangre que bombeaba desde su cerebro.
Ronald se colocó entre mis nalgas y empezó a chuparme el ojete consiguiendo sacarme un gemido de placer. Humedeció mi entrada posterior y después su lengua se hizo más ambiciosa penetrando en el interior de mi ano. Me estaba volviendo loca de placer. Estaba segura que aquellos cabrones deseaban sodomizarme. Jamás lo había probado con Enrique pero en aquellos momentos sabía que no sería capaz de negarme a pasar aquella dura prueba. Lo que aun no sabía es quien de ellos sería el afortunado. Gracias al estado de enajenación en que me hallaba debido a las caricias anales que soportaba, mi mano y mi boca alcanzaron una velocidad de vértigo y de repente mi amante de color me apartó de él y descargó toda su leche esparciéndola en toda mi cara y llegando algunos goterones hasta el cabello.
Giré la vista al escuchar los gritos que lanzaba Silvia. La escena que presencié casi me hace correr. El tercer chico tenía apoyada a Silvia de espaldas a él con las manos sujetas al respaldo del sofá mientras mi amiga tenía ante su boca el coño ofrecido de mi hermana a la cual le estaba comiendo toda la fruta de la pasión. No imaginaba que a mi hermana le gustasen las mujeres. El muchacho follaba con fuerza a Silvia clavándole toda la polla hasta el fondo.

La tenía bien abierta de piernas y la sujetaba de las caderas traspasándola con gran fuerza. Silvia introdujo uno de sus dedos en el ano de mi hermana la cual se quejó fuertemente ante dicha acometida.
Peter me separó de Ronald llevándome con él. Estaba entregada a aquel hombre de ébano el cual me atemorizaba con su mirada. En aquel momento era mi dueño. Me cogió de las piernas y me giró por completo colocándome boca abajo situando mi cara ante su poderoso músculo sexual. El cabrón ya se había recuperado pese a haberse corrido hacia poco tiempo. Aquella noche estaba aprendiendo muchas cosas que seguramente nunca hubiese vivido con Enrique. Hacer un 69 de pie me dio un vértigo y un morbo fenomenal. Me agarré a la broca de aquel tío y comencé a comérmela sin parar. Peter dirigió su lengua hacia mi clítoris chupándolo sin descanso. A los dos minutos me había corrido entre sus labios ofreciéndole todos mis jugos. El orgasmo fue increíble.
Tras ese orgasmo me relajé cruzando mis piernas tras su cabeza. Peter no mostraba síntomas de cansancio teniéndome sujeta entre sus brazos lo cual estaba dispuesta a aprovecharlo. Me sentía cómoda en aquella posición comiéndome aquel sabroso plátano de chocolate que me hipnotizaba. Me quedé adorando aquel glande amoratado que me encantaba. Volví a chupar su polla con ansia intentando conseguir hacerle correr de nuevo. Deseaba sacarle toda su leche y esta vez no pensaba dejar que se me escapase. Me iba a tragar toda su espesa vitalidad. Me afané en masturbarle chupándole la verga y meneándosela sin parar. Al tiempo bajaba de vez en cuando hacia sus testículos y se los lamía para proporcionarle mayor placer. Él me introdujo dos dedos en mi ano mientras seguía comiéndome el clítoris haciéndolo crecer sin remisión. De pronto aquel fuerte “policía” empezó a temblar y se quedó parado de golpe corriéndose sin parar. Me atraganté ante aquella catarata que invadía mi boca. Aquel negro expulsó semen en mi boca durante treinta largos segundos. Creí que no iba a acabar nunca. Sin embargo logré tragar todo aquel manantial sin desperdiciar ni una sola gota pero no aguanté más y me corrí de nuevo entre sus labios llenándole la boca con mis jugos. Ambos quedamos completamente saciados.
El espectáculo que ofrecíamos al resto de invitados a la fiesta era impresionante. Dos de las chicas se unieron entre ellas iniciando una relación lésbica que hizo que nos hallásemos nuevamente preparados para el último asalto. No me olvido del trío que mantenían Silvia y mi hermana con el otro stripper y os diré que el chico acabó explotando en la vagina de mi amiga llenándola con su lefa. Mi hermana acabó chillando entre los labios de Silvia con las caricias que esta le prodigaba.
Peter llamó a Ronald para que volviese a juntarse a nosotros. Me acerqué a Ronald y le agarré la dura verga que tenía e inicié unos lentos movimientos sobre ella masturbándole con dulzura.

Nos dimos un beso apasionado y al separarnos le dije al oído que se tumbase sobre al alfombra del salón que deseaba montarme sobre él. El chico sonrió y accedió a mis ruegos tumbándose boca arriba apuntando al techo con su enhiesto mástil.
Me encantaba la manguera que poseía aquel guapo “bombero”. Le agarré de la polla y me coloqué a horcajadas sobre él apoyando el coño sobre su poderosa cabeza y me acabé sentando de golpe sobre Ronald. Lancé un prolongado suspiro al notar como iba entrando centímetro a centímetro en mi interior. Tras permanecer unos breves segundos sintiéndome taladrada por aquel chico apoyé mis manos sobre su pecho y empecé a cabalgar sobre mi potente macho como una yegua enloquecida al tiempo que Ronald me golpeaba las nalgas con las palmas de sus manos haciéndome gritar. A lo lejos oía como Luisa, que estaba follando con su acompañante. La tenía cogida en brazos apoyada en la pared y la sentaba sobre su verga haciéndola exhalar auténticos alaridos de júbilo.
Mi hermana cruzaba las manos tras el cuello de su amante sin dejarlo escapar y cruzaba las piernas tras las nalgas del muchacho atrayéndolo hacia ella y le gritaba de forma sofocada diciéndole:
– ¡Fóllame el culo cabrón, me encanta como me lo haces… es lo mejor que he sentido en toda mi vida! no te detengas ni un solo segundo, por favor, es demasiado bueno para dejar que se acabe!
Ronald me ayudó a caer sobre su pecho con lo cual mostraba mis nalgas en todo su esplendor. Peter se arrodilló detrás de mí y chupó mi ano dándome un beso negro de fábula.
Sabía lo que aquello significaba y aunque sentía un pavor sin límites ante lo que se avecinaba, al mismo tiempo deseaba ser ensartada por aquellos dos machos al mismo tiempo. Tras dejarme el ano bien lubricado gracias a su saliva, Peter se aproximó a mi oreja y me susurró que me relajase que todo iría bien, que ellos se encargarían de que disfrutase. Ronald se quedó parado y Peter acercó la punta de su lanza a mi esfínter apoyando aquella cabezota en la entrada. Aquellos dos cabrones me iban a destrozar por dentro pero estaba dispuesta a pasar aquella dura prueba. El chico negro empezó a introducir con suavidad el glande y me agarró con las manos de las caderas.
– Carolina bonita – me dijo – ahora voy a penetrar tu estrecho agujerito hasta que desees que no acabe nunca, será la mejor experiencia de tu vida, es el punto culminante a esta bonita fiesta que te han preparado tus amigas.
Tras aquellas palabras, Peter apretó fuertemente mis nalgas hacia él clavándome su enorme ariete en el culo. Chillé sin poder controlarme. El dolor era insoportable. Aquello era excesivamente grande y fuerte para que mi pobre culito lo cobijase. Me estaba quemando por dentro. Lloraba sin poder aguantar el embate de aquel negro fabuloso. Pero Peter pronto golpeaba sus testículos contra mis nalgas. Por fin había logrado alojar toda aquella tranca en mi dolorido esfínter. El chico se quedó quieto unos segundos para dejarme asimilar aquel torpedo que me había traspasado. Entonces Ronald empezó a rotar su pelvis follándome en el momento en que su amigo inició un metisaca enloquecedor.

Sentía en mi interior como ambas barras se unían entre sí y me acoplé al movimiento de mis dos amantes rotando mi pelvis sobre las de ellas. El rato el dolor dio paso a un placer indescriptible. Ahora sí que me encontraba en la gloria siendo follada por ellos y mis gemidos dieron paso a unos aullidos enloquecedores. Notaba como la carne de aquel negro llenaba mis intestinos sin remedio.
– ¡Cabrones, me matáis pero me hacéis enloquecer! -les decía – ¡Me muero de gusto con vosotros, folláis de maravilla… no deseo que esto acabe nunca, seguid así y no paréis!
Sentía que el nuevo orgasmo se aproximaba a pasos agigantados. Deseaba retrasarlo lo más posible pero no lo logré. Les dije que me corría y que se corriesen conmigo, que me llenasen mis dos agujeros con sus calientes leches. Así pues ambos aceleraron sus acometidas hasta quedarse parados en mi interior exhalando gritos los tres al corrernos como auténticas bestias en celo. Sudábamos como animales y tardamos dos minutos largos en recuperarnos de aquel último encuentro.
– Carolina, ahora ya estas preparada para casarte con tu futuro marido – me dijo Peter tras salirse de mí.
– Tienes razón aunque ahora tengo aun más dudas de que realmente desee casarme – le contesté sonriendo.
Miré a Silvia y a mi hermana y vi como me saludaban estando abrazadas a su ocasional amante.
Fue una fiesta estupenda y realmente no me he casado.
Besos.

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