Relato erótico
Cumpleaños feliz
Es camarero de un pub de Málaga y sus compañeras de trabajo son dos chicas muy marchosas y liberales. Junto a un amigo fueron a celebrar el cumpleaños de una amiga. Fue una fiesta “total”.
Gonzalo – Málaga
Amiga Charo, lo que te voy a contar se originó en una fiesta que para mi iba a ser como cualquier otra, pero que se convirtió en una agradable orgía entre cuatro amigos.
Me llamo Gonzalo y trabajo como camarero en un pub de Málaga donde casi todas mis compañeras son mujeres, o sea las chicas que sirven las bebidas, y debo decir que la mayoría de ellas son muy liberales. No estoy diciendo que sean prostitutas porque en realidad solo una mínima parte de ellas ejercen la prostitución, pero sí son mujeres que dejan aflorar más sus instintos y dan rienda suelta a sus deseos sin tantos prejuicios.
Gloria y Clara son dos de estas compañeras de trabajo y yo me llevaba muy bien con las dos. Gloria era muy curvilínea, bien formada, sus piernas eran esbeltas y marcaban muy bien la forma y la curvatura, su gordo trasero dejaba adivinar unas nalgas duras y redondas, un vientre plano sin nada de grasa, cabello rubio y lacio hasta media espalda y lo más atractivo era su busto que, aunque de tamaño normal, se le notaba tieso y duro tanto que muchas personas creían, yo entre ellos, que se había hecho algún implante. Tenía 20 años y era muy agraciada de cara, con ojos grandes y oscuros, nariz fina y delgada y boca con labios carnosos.
Clara, era más rellenita de cuerpo, con un par de piernas gruesas y bien torneadas y su busto era un monumento a la opulencia, pues no alcanzaba mi mano para cubrir completamente uno de ellos, tenía un poco de tripa, pero era bastante apetecible, además tenía unos bellísimos ojos verdes que terminaban por hacerla una mujer de mucho atractivo. Clara era una chica alegre, siempre de buen humor y con esa chispa que, sacada en los momentos clave, animaba la reunión. Gloria era su mejor amiga, también alegre aunque en algunas ocasiones queriendo parecer más madura, era muy insolente.
Aquel día, al terminar el trabajo, quedamos en ir a casa de otra compañera a celebrar su cumpleaños, fiesta a la que yo no quería asistir porque tenía problemas en mi matrimonio, sin embargo Clara me convenció de ir para que ella también tuviera pareja, ya que todos iban a ir en pareja. Ramón, uno de los compañeros de seguridad, sería el compañero de Gloria.
Salimos los cuatro y nos fuimos en mi coche pero yo, como había bebido algo más de la cuenta y me sentía algo mareado, le pedí a Ramón que condujera él. Clara y yo nos fuimos en la parte de atrás y Gloria y Ramón delante y casi desde el primer momento Clara se empezó a comportar muy cariñosamente conmigo y cuando nos acomodamos en el asiento subió una de sus piernas sobre las mías y se apoyó en mi pecho. Yo la abracé y noté sus turgentes pechos.
Ramón, tuvo que hacer un frenazo por culpa de otro coche y Clara se fue hacia delante, la mini falda le quedó en la cintura, pero vi que no hacía nada por bajársela y podía ver perfectamente su tanga.
Seguimos así el trayecto, durante el cual varias veces mi mirada se perdía en su entrepierna y ella, al percatarse, las separó. Como la tentación era grande mi mano no tardó en acariciar sus bonitas piernas y todo lo que podía.
Clara correspondió desabrochando mi camisa y besándome el pecho. No podíamos ser muy explícitos ya que nuestros compañeros de viaje, a pesar de ir muy entretenidos, podían darse cuenta de la situación. Llegamos al lugar de reunión, había buen ambiente y como todos íbamos en pareja no faltó el baile y los besos. Clara y yo también nos besamos mientras bailábamos:
– Que bien escondido lo teníais – dijo Gloria en una ocasión, creyendo que Clara y yo teníamos una relación de tiempo atrás – y yo no me voy a quedar atrás – continuó diciendo.
Después de esto tomó a Ramón de la camisa y le plantó un beso salvaje. A partir de ahí ya se estaba trazando el camino por el cual íbamos a seguir. A las dos horas de la fiesta, se empezaron a retirar los primeros amigos y a las tres horas ya solo estábamos Gloria, Clara, Ramón, Claudia la del cumpleaños y su marido que desde hacía una hora roncaba en una silla de la cocina víctima de la borrachera. De todas formas, Claudia, también iba un poco colocada.
La música seguía sonando y Clara y yo nos pusimos a bailar. Ramón estaba sentado en un sillón y Clara le dijo que viniese a bailar con nosotros. En unos minutos estábamos los tres pegados.
La cercanía de nuestros cuerpos empezó a calentar el ambiente, Clara me morreaba y mi polla estaba a punto de explotar. Ramón dándose cuenta de la situación no se quedó atrás y clavaba su rabo en aquel maravilloso culo, incluso, levantó la minifalda para poder tener acceso libre a sus nalgas. Al poco rato, nuestras pollas estaban fuera de los pantalones y restregándose contra el cuerpo de Clara.
Así estábamos cuando regresó Gloria, que había ido al baño y dijo: – ¿Qué estáis haciendo, cerdos?
– Solo estamos pasándolo bien – contestó Clara.
– De acuerdo – añadió Gloria – pero también te estás metiendo con mi compañero, fóllate al tuyo si quieres, pero al mío déjalo en paz.
Con esto dimos por terminado el baile, guardamos nuestras “herramientas de trabajo”. Clara se colocó bien su minifalda. Fui a acostar a Claudia que ya estaba muy mal. Su marido se despertó y junto con Ramón la subimos hasta su habitación. Claudia tal vez inconscientemente se desvistió para dormir, quedándose sin sujetador y solo con unas braguitas, su marido que aun estaba muy borracho se acostó a su lado, y los tapamos con la sabana.
De regreso a la sala Gloria nos dijo sonriendo, que éramos unos guarros, ya que no le habíamos sacado los ojos de encima a Claudia mientras se desnudaba y añadió:
– Pues si lo que queréis es ver, aquí estamos nosotras, ¿o no? – se intercambiaron una mirada de complicidad que nosotros también supimos interpretar.
A partir de este momento la cosa se desmadró. Me acerqué a Gloria y le pegué un morreo impresionante. Ramón y Clara se sorprendieron, pero no perdieron el tiempo, se engancharon como lapas, morreándose y sobándose.
Tumbé a Gloria en el sofá, le levanté la falda, bajé su tanga y empecé a comerme aquel lindo chochito depilado. En cuanto noto mi lengua, comenzó a agitarse y a gemir. No me dio tiempo de nada, se corrió en un largo y estremecedor orgasmo. Yo estaba caliente como un mandril, la levante, me senté y ella solita se arrodilló y empezó la mejor mamada que me habían hecho en toda mi vida.
Cogió mi polla con una mano, con la otra masajeaba mis huevos y se la metió en la boca. Aquella humedad y aquel calorcito me estaban volviendo loco. Se la metía hasta el fondo de la garganta y la sacaba de golpe, lamiendo y chupando como una loca. Noté que iba a correrme, pero no quería acabar tan pronto. Me levanté, la coloqué a cuatro patas en el sofá y se la clavé en el chocho. Me la follé con fuerza, ella gritaba y se corría como una fuente. Cuando vi que no podía aguantar más, le di la vuelta y se la metí en la boca. La agarró con ganas y se la metió toda en la boca. Me corrí largamente. Daba un gusto tremendo correrse en aquella cueva caliente. Cuando acabé iba a sacarla de su boca pero me detuvo. Se dedicó a limpiarla hasta que quedó sin una sola gota de leche.
Mientras tanto, nuestros amigos Ramón y Clara no habían perdido el tiempo. Clara estaba de rodillas en la alfombra, a cuatro patas y Ramón se la estaba follando por el culo. ¡Nos quedamos de piedra!, pero seguimos sentados en el sofá mirándolos.
Clara se retorcía de gusto con las embestidas de Ramón, gritaba que quería más y más.
Se levantaron del suelo, y Ramón se sentó con nosotros en el sofá. Clara estaba poseída por el vicio y el morbo, empezó mamando la polla de Ramón y la alternaba con la mía y con el coño de su amiga. Mi compañera de follada y yo, nos recuperamos rápidamente, y Ramón al cabo de poco rato, se corrió en la cara de Clara.
Clara seguía cachonda, nos hizo levantar a los dos tíos, tumbó a Gloria y le puso el coño en la boca diciéndole que se lo comiera como solo ella sabía hacerlo. Ramón y yo nos miramos y nos quedó claro que de vez en cuando debían montarse algún bollo.
Clara le restregaba el chocho por la cara y la boca de Gloria, y nos indicó que nos acercáramos. Ramón le metió la polla en la boca y yo, me coloqué encima de Gloria y me la follé.
Estábamos los cuatro salidos. Uno a uno nos fuimos “desmontando”. Ramón se corrió en la boca de Clara. Clara en la boca de Gloria, y yo le llene el coñito a Gloria. Un final de fiesta perfecto.
Nos levantamos y nuestra sorpresa fue ver a Claudia en la puerta del salón, estaba fumando un cigarro y por lo visto había estado observando todo la “película”.
Se acercó a nosotros y sonriendo nos dijo que su marido seguía borracho y durmiendo. Que se había dado un baño, pero que nos sugería que nos ducháramos todos, ya que después de lo que acababa de ver, quería que entre los cuatro le diéramos todo el placer que se merecía por habernos dejado usar su salón.
La obedecimos, y cuando regresamos al salón hicimos lo que nos había pedido. La dejamos agotada y sin ganas de sexo al menos para una semana.
Algún día os contaré como nos lo montamos. De momento nos despedimos de todos vosotros y os deseamos lo mejor y que folléis a tope.
Besos.