Relato erótico

Fiesta “especial”

Charo
12 de octubre del 2018

Está casada desde hace un año pero reconoce que la vida con su marido es muy aburrida. Una compañera de trabajo le dijo si quería ir con ella a una fiesta. Dijo que se lo pasarían muy bien.

Cristina – Ciudad Real
Me llamo Cristina, soy de Ciudad Real y mi relato se inicia cuando una chica ingresó en la empresa donde yo trabajo como secretaria y me enseñó la forma en que ella se divertía. Pero para los que aún no me conocen, empezaré este relato diciendo que tengo 25 años y estoy casada desde hace un año con un hombre que para mi gusto es algo aburrido.
Cada vez que le pedía a mi marido que me llevase a algún lugar para
divertirnos, me respondía que prefería quedarse en casa viendo la
televisión y que si yo quería salir lo hiciese sola. El problema era que
cuando iba a una fiesta sin compañía, los hombres siempre me hacían
proposiciones aprovechando que iba sin mi marido y ya me estaba cansando de ser la esposa fiel que salía a todos lados sin compañía.
Fue por esa época que conocí a Roció, una chica delgada de cabello negro y bonito cuerpo. Rápidamente nos hicimos amigas y empecé a contarle cosas íntimas de mi vida matrimonial. Ella también estaba casada, y su marido también prefería quedarse en casa. La diferencia era que ella tenía un grupo de amigos que siempre la invitaban a salir.
Yo le pregunté como eran sus fiestas y ella me dijo que si yo quería podría acompañarla a una de ellas, que casualmente harían sus amigos el sábado por la noche. Le pregunté a Carlos, mi marido, si podía ir a una reunión con una amiga de la empresa donde trabajaba y muy suelto de huesos me respondió que fuera y que me divirtiera ya que él había alquilado unos videos para ver esa noche.
Roció me había dicho que me vistiera muy sensual ya que a sus amigos les gustaba mucho eso, así que esa noche antes que Roció llegara, elegí ponerme una lencería que recién había comprado para lucirla con Carlos, pero como reza el dicho “que sabe el burro de alfajores”, así que tras bañarme, me eché agua de colonia en todo mi cuerpo. Me puse unas braguitas y sujetador color azul, los cuales eran muy pequeños y a pesar que no me quedaban ajustados, resaltaban la forma de mis senos y mi trasero. Tengo unas buenas tetas y el sujetador dejaba ver un buen canalillo. Me puse unas medias de nylon y elegí un vestido del mismo color que mi ropa interior, cuya falda me quedaba un poco por encima de las rodillas. Me había comprado también unos zapatos de tacón alto y eso hacía que mi trasero se viera más salido de lo que normalmente es. Al verme al espejo, vi que el color azul contrastaba muy bien con mi piel blanca.
Roció llegó a las 8 y me despedí de Carlos, el cual ni se tomó el trabajo de
mirarme y me dijo:

– Que te vaya bien y no bebas mucho.
Un poco molesta porque ni siquiera se había fijado en mi, me prometí a mi
misma divertirme como nunca esa noche. Subí al coche de mi amiga y me
sorprendí un poco al ver como se había vestido. Llevaba una falda que a
duras penas le cubría la braga, y pude ver que llevaba una blusa de
gasa y debajo no usaba sujetador. Le pregunté un poco sorprendida si pensaba ir vestida así, me respondió que si y que ya me daría cuenta de lo divertidas que eran sus fiestas.
Llegamos en 20 minutos a una casa muy bonita, y al preguntarle que si no éramos las primeras en llegar, me dijo que no íbamos a ser las primeras, sino las únicas. No le entendí lo que quiso decir en ese momento y llamamos a la puerta de la casa. Nos abrió un hombre como de unos 35 años, que llevaba una copa en la mano y nos invitó a pasar muy sonriente. Cuando nos dirigíamos al salón gritó:
– Ya han llegado las chicas.
Dentro se escuchó un alboroto y al entrar me pude dar cuenta que todos los que estaban eran solo hombres y le pregunté a Roció a qué clase de fiesta me había traído.
– Cálmate y diviértete – me contestó ella riéndose – ya que todos son unos chicos estupendos y de muy buena onda.
En el salón estarían aproximadamente unos diez hombres y se encontraban bebiendo y conversando. Nos sirvieron unas copas y Roció me presentó a cada uno de ellos. Entre los invitados me pude dar cuenta que un par de ellos eran de raza negra y que además eran muy musculosos. Ellos me saludaban con un beso en la mejilla y yo tenía a veces que girar mi cara para que no me estamparan un beso en plena boca.
Transcurrió la fiesta y yo no paraba de bailar, así como mi amiga. Los
tragos iban y venían, y el sonido de las voces cada vez se escuchaba más
alto. Mientras bailaba con alguno me decían que estaban contentos que Roció me hubiese traído, ya que a veces ella quedaba agotada y la fiesta terminaba temprano. No sabía a que se refería, pero ya me estaba preocupando un poco por estar ahí.
A medida avanzaba la reunión, uno de ellos le pidió a Roció que bailara sola y pusieron una música que más parecía de strip-tease que otra cosa, ella se puso al centro del salón y empezó a contonearse de tal forma que sus mamas se movían para deleite de los presentes. Mientras yo miraba como bailaba mi amiga, uno que estaba a mi lado, me preguntó si yo bailaba también y le respondí que no, dándole un sorbo a mi copa.

Mientras Roció bailaba contoneándose, un par de ellos se le acercaron y a modo de baile, le pasaban las manos por su cuerpo desabrochando su blusa y dejando sus pechos al aire. La falda se le había subido y se notaba claramente el encaje de sus medias y sus braguitas.
Yo la miraba sorprendida, cuando de pronto sentí en mis nalgas una mano que me apretaba por encima. Me giré y vi que era uno de los negros, que no sé en que momento se había quitado toda la ropa. Estaba completamente desnudo ante mí, mostrándome una verga larga que parecía hecha de brea.
La visión de este pene enorme hizo que no pudiera apartar la vista de él y
de pronto vi como todos se empezaron a despojar de sus ropas, quedándose desnudos en el salón. Yo no sabía que hacer en ese momento, pero al ver que mi amiga se dejaba tocar por un mar de manos y de ver tantas vergas y de diferente tamaños, me dije a mi misma que iba a aprender lo que era divertirme de esa manera.
No sé de donde me salió el valor, pero dije en voz alta que yo también
quería bailar. Todos se giraron hacia mí y comenzaron a aplaudir, por lo que mi amiga no tuvo más remedio que hacerse a un lado para que yo comenzara. Cuando me puse al centro nadie le prestaba atención a Roció, y sentía que todas las miradas estaban sobre mí en ese momento.
Comencé a bailar soltando primero mi cabello y pasando mis manos sobre mi falda la levantaba dejándoles ver la parte alta de mis piernas. Luego bajé el cierre de mi vestido y lo dejé caer al suelo, quedándome en ropa interior. Pude ver que las vergas de los presentes, que aún se encontraban flácidas, cobraron un vigor inusitado, que las hizo ponerse como astas para bandera. Mis senos amenazaban con salirse del sujetador por los movimientos que hacía y en un momento ambas tetas se salieron por encima, haciendo que todos diesen silbidos y acompañasen con palmas mi baile.
Pasé mis manos a mi espalda y solté el sujetador, dejando mis pechos blancos y redondos a la vista de mis espectadores. Varios de ellos no aguantaban más la visión de mis tetas al aire y vi que empezaban a masturbarse. Luego puse mis manos en mis braguitas y me incliné haciendo que mi cabeza casi tocara mis pies al momento que las bajaba. Varios podían ver mi culo desnudo y parte de mi coño con ese movimiento, y estando así inclinada parece que uno no se aguantó y vino corriendo, dándome un beso en mis nalgas.
Me incorporé sonriendo y batiendo en mi mano mis braguitas, se la lancé al negro que me tocó las nalgas en un primer momento. Me quedé solo con las medias de nylon y los zapatos puestos ante ellos, que se acercaron en grupo a besarme y tocar todo mi cuerpo. Pude sentir que sus dedos se peleaban por entrar en mis orificios y yo les agarraba sus vergas a todos.

Como casi no podía moverme por la cantidad de manos que tenía encima, algunos se fueron con mi amiga y así empezó la bacanal esa noche.
Tenía alrededor mío como seis hombres y vi a mi amiga chupando las vergas de los que tenía cerca, así que yo también me arrodillé y empecé a mamar una por una, deteniéndome un poco mas en las vergas de los negros que me llamaban mas la atención por su color y tamaño.
Algunos no aguantaron más el placer que les daba con mi boca y sentía como la leche que eyaculaban me caía en la cara y dentro de mi boca. Todo lo que me caía lo lamía y me lo tragaba, mandándolos a sentarse un rato a los que acababan. Los veía sentarse en un sillón pero sin dejar de masturbarse, seguramente para continuar con el manjar nuevo que tenían esa noche.
Mientras chupaba las vergas arrodillada, alguien se echó boca arriba entre mis piernas, así que las separé un poco más para dejar que entrase su cabeza y así pudiera chuparme el coño. Estuvo un buen rato haciéndolo, hasta que alguien lo apartó y luego me eché sobre la alfombra, pidiéndole a uno muy guapo que fuera el primero en penetrarme. Le abrí mis piernas dejándole ver mi cueva colorada y sentí que su verga entraba deliciosamente en mi coño.
El tipo que tenía dentro movía su verga en mi coño, y me daba la impresión de un pistón entrando y saliendo, por la fuerza y velocidad que ponía. Los otros hacían cola para que una vez que terminara, ellos entraran para follarme también. En un momento determinado les tocó su turno a los dos negros musculosos que había visto al llegar a la fiesta, y uno de ellos se puso boca arriba y me ayudó para que me sentase en su verga, mirándolo de frente. El otro negro me lamía el ano y seguidamente pude sentir que metió su inmensa verga por mi ano, quedando ensartada por ambos lados. Las lágrimas se salían de mis ojos, por la fuerza que hacía para moverme con esas dos trancas dentro de mí.
Roció estaba sentada sobre un tipo que se encontraba en uno de los sillones y chupaba cualquier verga que se le pusiera enfrente. Me alegré que mi marido me dejara salir libremente ya que así había tenido la oportunidad de gozar de tantos penes a la vez. Después que los dos negros me inundaron con su leche, algunos venían y se colocaban alrededor a masturbarse. Yo tomaba sus vergas chupándoselas alternativamente, y sentía que me salpicaban el cuerpo con su leche, cayendo sus descargas en mi boca, mi cara o en mis tetas.
En un momento me encontré arrodillada en medio de la sala, sobando con mis manos toda la leche que había caído en mi cuerpo. Las gotas de semen me chorreaban por la barbilla y caían al suelo. Luego de eso a Roció y a mí, nos dijeron que nos pusiéramos a cuatro patas, en un sillón de tres cuerpos que ahí había y nuestros culos quedaron a la vista.

Formaron dos colas de cinco hombres cada uno y simultáneamente nos penetraban. Una vez que terminaban, dejaban su lugar al que seguía en la fila. Alrededor de las 3 de la mañana estábamos todos totalmente exhaustos, y Roció y yo nos fuimos a bañar para quitarnos todo el semen que nos había caído en el cuerpo esa noche.
Nos vestimos y nos despedimos quedando reunirnos otro día para una fiesta similar. Camino a casa Roció me felicitó por el éxito que yo había tenido esa noche y cuando me dejó en la puerta de mi casa, podía sentir que me ardía el ano y mi coño de tanto follar. Entré y encontré a mi marido viendo sus videos y me preguntó que porque cojeaba. Le expliqué que había estado bailando toda la noche y que me dolían los pies ya que los zapatos eran nuevos.
Me fui a dormir sintiendo el palpitar de mi ano y mis labios vaginales,
que parecía que estaban en carne viva de tanta verga que habían comido esa noche.
Saludo y hasta otra

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