Relato erótico
Experiencias
Le ha costado pero al fin se ha decidido a contarnos algunas sesiones de sexo que ha tenido en su vida. De todos ellos, el primero que la desvirgó ha jugado un papel muy importante.
Marga – LAS PALMAS
Amigos de Clima, quiero contar una de las mejores experiencias que tuve en la cama. Soy Marga, de Las Palmas y leyendo vuestros testimonios me he decidió a contar algunos polvos que he echado. Lo de escribir no se me da muy bien, pero lo he contado, según venían los recuerdos a mi memoria.
Mi primer hombre fue Alejandro. Era seis años mayor que yo y cuando me desvirgó yo tenía 20 años. Fue hermoso como me folló, me dolió mucho pero me corrí varias veces. Luego me folló de todas las maneras posibles, en otros encuentros. Pero la vez que más me gusto fue cuando yo estaba boca abajo y el se acostó encima de mí y me penetró. Después me puso a cuatro patas, y luego nos quedamos los dos arrodillados, él detrás de mí, follándome y acariciándome el clítoris y los pechos. Me besaba las orejas y el cuello y me decía que yo siempre iba a ser su mujercita, que nadie me iba a follar mejor que él nunca. Pero después de un tiempo nos separamos.
Recuerdo una vez que, como yo quería volver con él, me uní a una salida que iba a hacer con sus amigos. Pero en la discoteca él estaba con otra chica amiga, y yo estaba muy enfadada. Así que empecé a tomar alcohol y me coloqué un poco. Al rato lo vi salir con esa chica, seguro que rumbo a un lugar para follar. Pero entonces se me acercaron dos amigos de él, y empezamos a bailar. A pesar de todo, yo estaba súper resentida.
Mientras bailábamos, ellos me empezaron a besar en el cuello y yo no decía nada, y me besaron, primero uno y después el otro. Uno de ellos, moreno y alto, fuerte y como que me gustaba un poco desde hacía un tiempo, me empecé a pegar más a el. Finalmente salí con el moreno, después de que el otro se fue. Me sacó de allí, entre el colocón y el cabreo nos fuimos a casa de Jorge, que así se llamaba el chico.
Por supuesto, dejé que me follara. Él estaba muy caliente y con la polla bien dura desde que empezamos a besarnos. La verdad que estaba muy bueno. Tenía la polla gorda y cabezona. Era más larga y gruesa que la de Alejandro, la única que yo había probado. Me lo coloqué encima y follamos como locos.
Jorge me la metía y me miraba y me preguntaba si me gustaba su polla. Yo le dije la verdad, que era el tío mejor dotado que yo había conocido.
La tienes muy grande… – le dije.
– ¿Más que Alejandro? – preguntó él.
– ¡Siií… aaah… ni comparación… aaah…¡
Acabé en un orgasmo largo y profundo que me sacudió de los pies a la cabeza. Entonces él empezó a correrse dentro de mí, despacito, echando la leche a chorritos, como durante un minuto.
Entonces nos quedamos abrazados, yo sentada encima de él, besándonos. Pero cuando traté de levantarme, él me agarró fuerte, me miró a los ojos y me dijo, en tono amenazante:
– Yo no sé cuantos te echaba el tonto de Alejandro, pero yo de dos no bajo con una mujercita como tú. Ven acá que todavía no he terminado contigo.
Reinició las embestidas con su polla, que para ser sincera era verdad que en ningún momento había perdido dureza, pero el canalla se volvió a correr. Jorge, me folló dos veces más, en total fueron cuatro polvos. Después a la mañana, me fui y no lo he visto más.
Al que si volví a ver fue a Alejandro. Me llamó y aunque tenía novia, nos encontramos y fuimos a un motel. Después lo vi una vez más, pero yo estaba un poco reprimida y no disfruté mucho, porque me dolía, Alejandro ya no estaba tan dulce como antes. Quiso que se la chupase, pero a mi me daba asco, pues nunca se lo había hecho, ni a él ni a Jorge, los dos únicos hombre en mi vida sexual. Pero accedí y se la besé, aunque lo hacía sin ganas y mal y a él no lo satisfacía.
Al poco tiempo conocí a un muchacho con el que acabamos siendo novios, empecé a quererlo, pero no era nada comparado con lo que había sentido por Alejandro, aún y así me casé con él. Y a pesar de que Jorge, sin dudas, era el que la tenía más grande y él más potente, Alejandro me había hecho vibrar, era muy dulce y nunca me había corrido como con él, ni siquiera con Jorge. Mucho menos con este novio que tengo ahora, que es muy aburrido en todos los sentidos, y que ni siquiera tiene una buena polla. Pero un día de repente apareció Alejandro en la puerta de mi casa. No sé como había averiguado la dirección, después de casi cuatro años. Imaginad que sorpresa al ver parecer al príncipe azul de mi vida, el que me había hecho mujer. La cosa es que estaba atractivo, como siempre. Se había cortado el pelo, que antes llevaba largo y estaba más delgado y musculoso.
Charlamos pero cuando ya se iba apareció mi marido y como es súper celoso, nos miró y sin decir nada entró en casa. Yo despedí a Alejandro, que me dio un fuerte abrazo y me metió un papelito en el bolsillo.
– Es mi número de teléfono, llámame cuando quieras, para lo que necesites – dijo y se fue.
Esa noche mi marido estaba loco de celos. Discutimos, y por la noche, aunque enfadados, follamos, y por suerte acabó rápido, como siempre, y salió a la calle. Yo empecé a llorar y ahí decidí separarme. Al día siguiente llamé a Alejandro y llorando le dije lo que me pasaba. Él se ofreció a verme y nos encontramos en un parque cerca de casa.
Estuvimos charlando toda la tarde, de todo. Incluso le conté lo de Jorge. Me abrazó y empezó a besarme con suavidad. Yo empecé a llorar y lo besé en la boca. Pero no pasó nada más, aunque ganas de hacerlo no me faltaron. Así paso un año más y corte un poco de salir con chicos.
Un día me llamó Alejandro. El tenía novia, pero arreglamos para vernos en su casa. Yo sabía que íbamos a follar y me fui lista para demostrarle todo lo que yo había cambiado sexualmente.
Para la cita me puse un tanga muy pequeño, un hilito nada más en el culo. Ya en su casa, fuimos a su habitación y empezó a seducirme. Eso era lo que me calentaba tanto de él, que aunque los dos supiéramos que íbamos a hacer el amor, que yo estaba ahí porque quería que él me follara, él me seducía y no era grosero o apresurado en ningún momento.
Me besaba y me decía lo guapa que estaba y me acariciaba. Al rato yo le propuse darnos unos masajes. Primero le hice yo, lo acaricié todo el pecho, la espalda, los brazos, el vientre, el cuello. El me acariciaba hacia atrás, con una mano, el culo y las piernas Después me dio masajes él. Sentada de espaldas dejé que me acariciase el pelo, la espalda, la cintura, que tengo delgadita, las piernas, la entrepierna, con una mano, mi coño por encima del pantalón y con la otra mano suavemente mis pechos, que ya tenían los pezones bien tiesos. Después me dio masajes acostada boca abajo. Me acarició solo el, culo hasta que me empezó a bajar el pantalón y cuando vio el tanga casi se muere. Me dijo lo atractiva que estaba, que lo estaba más que cuando estaba con él y me empezó a besar.
El resultado fue que follamos y sin quererlo, lo empecé a comparar con mi marido. La de Alejandro era más gruesa y la cabeza también. Después me acordé de Jorge. ¡Que polla tenía el cabrón! Aunque la verdad que Alejandro no tenía mucho que envidiarle, pero creo que a Jorge, por unos centímetros de más de largo y de grueso, lo sentía más que a Alejandro. Pero Alejandro tenía a su favor como se movía. Era algo de piel, nos calentábamos de vernos nada más.
Cuando estaba a punto de correrse, Alejandro se me subió encima y me empezó a preguntar quien era el mejor macho que había tenido yo.
– Tú, amor, no sabes el gusto que me haces sentir”.
– ¿Y tu ex maridito?
– ¡No, aaah… oooh… no, él no tiene nada que hacer contigo… oooh…!
Él se corrió también y nos quedamos en la cama. Pero quería demostrarle en qué mujer me había vuelto y le empecé a besar las tetillas. Enseguida se le levantó de nuevo la polla y me montó, preguntándome:
– ¿Y Jorge, como la tiene Jorge?
– ¿Seguro que lo quieres saber? – le dije.
– Sí, por favor.
– ¿No te vas a enfadar?
– No, no me enfado.
– Bueno te lo voy a decir. ¿Qué quieres saber?- le dije mientras nos movíamos muy suavecito y él me la sacaba y le metía entera,
– ¿La tiene grande? – insistió
– ¡Sí… aaah… que gusto… la tiene muy grande!
– ¿Cuanto de grande? ¿Más que yo?
– Sí, cariño la tiene más gorda… aaah… que tú!
– ¿Y larga? – me dijo mientras aceleraba.
– ¡No sabes que larga la tiene, es como de 24 centímetros, pues me la hizo medir – mentí, porque si bien era cierto que el chico la tenia más grande, no llegaba a tanto.
Al acabar de decirle esto se corrió. Después follamos otra vez y ahora se la chupé yo solita, sin que me dijera nada, me había convertido en una buena mamona. También le chupé los huevos, un rato largo y sin que me lo pidiera. Se corrió mientras le besaba las pelotas, que las tiene bien grandes.
A las tres semanas nos vimos de nuevo y otra vez me echó tres polvos. La última vez que lo vi, estaba muy caliente con deseos de comerme el coño y por cierto, lo hizo como nadie. Otro puntito a su favor y me pidió que le contase como follaba con Jorge.
Yo le mentí, diciéndole que habíamos follado varias veces y que me había hecho llorar de tan bien que me jodía cada vez. Yo había descubierto que mientras más exageraba lo de Jorge, más se iba a preocupar Alejandro por superarlo y satisfacerme.
Un tiempo después dejé de ver a Alejandro porque empecé a salir con un chico de mi trabajo. Alejandro me llamó un par de veces y casi me convence de vernos pero yo quería cortar con é. Era una historia que si no la cortaba, no me dejaría ser feliz, y ahora estoy muy bien con mi nuevo novio.
Besos y hasta otra.