Relato erótico
Estaba caliente y…
Estaba en la oficina y se acercaba la hora de comer. Se metió en un chat y al poco rato ya había “intimado” con un hombre y se conocieron por la webcam. Se citaron y en cuanto llegó, lo reconoció al momento. Era alto y atractivo. Tomaron un café y retomaron la conversación que habían mantenido en el chat. Fueron al grano, le propuso subir a su oficina, ya que era la hora de la comida y podían estar solos.
Rosa – Zaragoza
Era verano, había poco trabajo en la oficina. Como me aburría, me puse a chatear con un par de tíos en un sitio de encuentros. Empezó a subir el tono de las conversaciones y poco a poco, noté como me estaba entrando calor. Había cerrado la puerta del despacho, así que nadie me podía pillar.
De repente, uno de los tíos me propuso quedar para ver si había química entre los dos. Intercambiamos un par de fotos (el tío no estaba mal, no estaba muy segura de que me fuera a gustar, pero bueno, tampoco estaba muy decidida a hacer algo o no, no soy muy habitual de este tipo de encuentros, pero ese día, me picaba mucho la curiosidad para ver hasta dónde podía llegar.
Era casi la hora de comer y sabía que me iba a quedar sola así que le propuse tomar un café cerca de mi trabajo. Quedamos abajo, en la entrada de mi edificio. Mientras se hacia la hora, seguí chateando con el otro, que me había puesto su webcam, y en muy poco tiempo, noté que mis braguitas se iban mojando de deseo.
Como apenas faltaban cinco minutos para que llegara el otro, me fui a arreglar rápido al baño, echando una ojeada rápida a mi aspecto: no soy una mujer guapa, pero sé que soy resultona y gusto a los hombres. Tengo unas tetas muy generosas que llevaba enfundadas en un sujetador de encaje que salía un poco de mi camiseta ceñida. Me miré, satisfecha con la imagen que me enviaba el espejo, agarré mi bolso y bajé, nerviosa por el encuentro que se iba a producir.
Nada más salir, lo vi, no tardé en reconocerle. Me acerqué, sonreímos algo nerviosos, nos dimos un beso en la mejilla y me dijo:
-Estás muy guapa, me gusta cómo te queda esta camiseta…
Nos fuimos a tomar algo a una cafetería cercana, y mientras tomábamos un café, empezamos a hablar más bajito y a recordar lo que nos habíamos contado por MSN. Estábamos sentados uno al lado de otro, bajé la mirada hacia su entrepierna, y noté un bulto de un buen tamaño. Yo, que ya estaba muy caliente, noté como mi sexo se mojaba aún más. Y me lancé. Le dije que podíamos subir a la oficina, que tenía unas vistas espectaculares y que no nos iba a molestar nadie ya que era la hora de la comida y la gente solía volver tarde.
Así que pagamos la cuenta, y subimos. En el ascensor, nos acercamos el uno al otro, detrás de una mujer que había subido al mismo tiempo que nosotros, y aproveché que estaba de espalda para pasar mi mano por ese bulto creciente en los pantalones. En cuanto salió la mujer del ascensor, nos empezamos a besar golosamente, los dos ya muy excitados. Me recompuse al llegar a la puerta de la oficina y entramos. Después de dar una vuelta, confirmé que estábamos solos y cerramos la puerta con llave.
Nada más cerrar la puerta, el hombre me agarró las tetas por detrás, apretándome contra él. Noté enseguida su polla, aún prisionera de sus pantalones, como me presionaba en la espalda. Me giré, nos besamos y le llevé hasta la recepción donde tenemos un sofá. Bajé la cremallera de su pantalón, y saqué su polla, grande, caliente, y me la metí en la boca, que delicia.
Se la empecé a chupar, con ganas, pero también con nervios, tenía mucho miedo de que nos pillaran, así que no quise tampoco estar así mucho tiempo. Me tumbó en el sofá, me levantó la falda, y vio como mis bragas estaban mojadas por mis jugos. Me las quitó, las olió y me dijo que las quería guardar, así que se las metió en el bolsillo. Me abrió las piernas y me empezó a lamer el chocho. Me puso aún más caliente de lo que estaba. Yo, aguantaba mis gemidos, mientras agarraba su polla con la mano y la acariciaba. Quería que me follara ya. De repente, se puso un condón, y me la metió en el coño, sin más preámbulos, así, de un golpe. Tuve que reprimir un grito, su polla era enorme y me sentía llena de carne caliente y palpitante. Empezó a entrar y salir de mí, con un ritmo rápido.
De pronto, me colocó a cuatro patas. Me abrió las piernas, sacó su móvil, e hizo una foto de mi coñito visto desde atrás, me lo había rasurado hacía poco, y seguro que la vista era muy excitante. Me dijo que iría a su colección privada, que no me preocupara, que no se me veía la cabeza. Sin decir nada más, me penetró hasta el fondo, súper excitado, y noté como llegaba hasta el fondo, su polla me estaba llenando y yo, como una perra en celo, le pedía que me follara más, que me encantaba su polla caliente, que era suya, que hiciera lo que quisiera. Noté que me venía un orgasmo tremendo, y me corrí con su polla dentro. Mi coñito chorreaba de placer, y notaba como mis flujos iban bajando por mis piernas y como me invadía una ola de calor, quería más, más, aún más….
Él, no se había corrido, salió de mi coño, e introdujo un dedo en mi ano, y la verdad, me empecé a asustar un poco, con el tamaño de su verga, no sabía cómo iba a salir la cosa, se lo intenté impedir volteando, pero me dijo que me callara, que era su perra y que me iba a hacer lo que él quería.
Me metió, un dedo, se mojó los dedos en los jugos de mi chocho y agrandó mi ano con dos dedos mojados, mientras lubricaba su polla con mis jugos.
Notaba como mi ano se iba dilatando, estaba a la vez excitada y con algo de miedo, introdujo la punta en mi ojete y despacio, con cuidado, intentaba meter la cabeza gigante de su verga. Empezaba a dudar seriamente de si iba a poder entrar, y sobre todo, del daño que me iba a hacer. Con su otra mano, me masajeaba el clítoris, cosa que me estaba produciendo un placer enorme y eso ayudó a que fuera entrando su polla en mi ano poco a poco, despacio, mientras gozaba, a la merced de este hombre que me estaba dando un placer intenso. Noté que su polla se había abierto camino y empezó a entrar y salir.
-Buena chica -me dijo- ves como ha entrado….
Como para reafirmar su frase, me dio una pequeña embestida, más fuerte, que hizo que se me escapara un grito. Notaba que me estaba gustando cada vez más. Empezó a entrar y salir con algo más de ritmo, mientras notaba que me empezaban a temblar las piernas.
-Sigue, no pares -le dije-
Siguió y el bombeo se hizo más rítmico, más rápido, y noté como me invadía de nuevo una ola de calor, casi a la vez que él se corrió dentro de mí. Noté como bombeaba el semen en mi interior, y que se había quitado el condón sin decírmelo, pero al estar tan caliente, ni me percaté. Se quedó unos segundos más, descargando en mi ano y la sacó.
Nos fuimos a limpiar y me dijo que se quedaba mis bragas, de recuerdo… Empecé a protestar, pero no me hizo ni caso, me dijo que quería guardarlas y olerlas cuando quisiera.
Le acompañé a la puerta, me dio un beso y se fue…
Cerré la puerta, y me fui al baño, notaba como el semen seguía saliendo de mi ano, caliente, y me fui a limpiar. A los pocos minutos llegaron mis compañeros, no me había dado cuenta de la hora, por poco nos pillan allí, follando en el sofá.
Volví a mi mesa, a seguir con mis ocupaciones, mi coñito aún caliente y con ganas de volver a repetir cuanto antes. Ese sexo prohibido fue tan bueno, tan intenso, tan morboso… pero eso será otra historia.
Un beso muy calentito para todos los lectores.