Relato erótico

Esposa “provisional”

Charo
31 de agosto del 2018

Su hermana había sufrido un accidente y tenía que estar en cama unas tres semanas. Sus padres le dijeron que fuera a vivir a su casa y así la podía cuidar a ella y a su cuñado.

Maite – Ávila
Los primeros días la estancia en casa de mi hermana todo fue normal hasta que al cuarto día, después de comer y viendo los dos la tele, nos fue entrando sueño. Tan dormida estaba que no me di cuenta de cómo mi cuñado, levantándose muy silenciosamente, se había acercado a mí, me había abierto la bata que siempre llevo en casa y contemplaba mi cuerpo cubierto únicamente por las transparentes bragas. Cuando al fin abrí los ojos, aún no sé por qué motivo, vi que tenía los pechos desnudos y a mi cuñado de pie ante mí, sin los pantalones ni los calzoncillos y la polla muy tiesa. Le miré sorprendida y enfadada por su descaro pero él, al ver mi rostro enfurecido y sin ceremonia alguna me dijo:
– Maite, no seas tonta. El hecho de ser cuñados no impide que te desee desde hace mucho tiempo. A tu hermana la quiero mucho, te lo aseguro, pero no creo que hagamos ningún daño si pasamos unas horas muy agradables tú y yo juntos. Ya sabes que hace días que estoy sin mujer y que soy un hombre ardiente. Tu hermana te lo habrá dicho. ¡Mira como tengo la polla solo de mirar tu cuerpo desnudo! Tu hermoso cuerpo.
Intenté hablar, decirle algo mientras me cubría de nuevo con la bata, pero él siguió hablando.
– Voy a hacerte una propuesta. Sé mi mujer durante unos días, durante estos días en que mi mujer está en cama. Nadie se enterará de ello, te lo aseguro.
– Eres un cerdo – casi le grité enfadada – Jamás podré perdonarte lo que me has dicho y pensado. ¿Cómo te atreves a hacerme a mí, tu cuñada, la hermana de tu mujer, semejante propuesta?
– No exageres – me contestó. Es una proposición de cariño. Estoy seguro de que yo te gusto a ti tanto como tú me gustas a mí. No puedes negarlo. Es una oportunidad que no podemos dejar pasar por el hecho de que somos familia. Jamás se va a enterar tu hermana ya que eso le dolería y yo no quiero que sufra, pero eso no nos impide que nosotros gocemos lo que podamos. Se trata simplemente de satisfacer nuestros deseos sexuales, de que disfruten nuestros cuerpos y no nuestras mentes.
Mientras hablaba se me fue acercando y yo me decía: “Maite no te dejes engañar, cuidado, no seas tonta…” Pero no era todo tan fácil. Lo tenía allí delante, con su enorme polla al aire, dura, erecta, con su cara de vicioso, sus ojos llenos de deseo…

Dejé que abriera otra vez la bata y me acariciara los pechos. Y luego todo el cuerpo. No supe o no quise reaccionar y al final acabé abrazada a él besándolo con frenesí. Su polla se apretaba contra mis muslos. Por un instante pensé en desafiarle y dejarlo tirado con su deseo pero mis instintos no me dejaron reaccionar y empecé a sentir en mi coño una leve excitación que fui incapaz de despreciar. Sus manos resbalaban por mi cuerpo, acariciaban mis carnes y buscaban mis zonas erógenas.
Consiguió darme la vuelta y con medio cuerpo sobre el mío, fue acariciando mi culo, mientras su boca besaba mi espalda y yo tenía que cogerme con fuerza al brazo del sofá, con los ojos cerrados y sintiendo sus dedos en mi cuerpo como llamas de fuego.
No quería pensar, no podía pensar y cuando mis piernas se levantaron con fuerza, quedé boca arriba con sus labios comiéndome el coño por la parte de abajo, su lengua resbalaba por mi raja haciéndome gemir de placer. Mi excitación era tal que tenía la necesidad de agarrarme a algo y así cogí mis tetas que prensé proporcionándome de esta manera un mayor placer. De vez en cuando subía para besarme y nos dábamos la lengua un rato hasta que, incapaz de resistir por más tiempo, me senté sobre él en el sofá, con el cuerpo estirado y yo en cuclillas y empecé a notar como su polla se sumergía en mi coño hasta el fondo, como sus cojones chocaban con la carne de mi redondo culo y como sus manos agarraban mis tetas apretándolas fuertemente.
Dejé de tocarme y sus manos fueron a mi entrepierna, haciéndome más fácil mis movimientos sobre él, empujando mi cuerpo hacia arriba y dejándolo caer mientras se clavaba en mi coño su enorme polla. El capullo rozaba las paredes de mi sexo y mi gusto era tremendo, insufrible. Estaba deseando correrme y ya no podía más.
Le supliqué que no jugara más conmigo, que no parara y que siguiera hasta el final, hasta mi orgasmo. Para más comodidad, mi cuñado se colocó medio sentado, apoyándose en el respaldo del sofá y sentándome de espaldas a él volví a clavarme su polla hasta el fondo.

Era una delicia estar así, sintiendo sus manos apretando mis pechos y sus labios besándome el cuello, los hombros y la nuca constantemente mientras me follaba cada vez más rápidamente. La follada era cada vez más brutal, con más brío llevándome a la excitación total. Me corrí desesperadamente mientras él llenaba mi coño con su abundante y espesa leche.
Cuando acabamos, permanecimos un rato en silencio pero abrazados. Yo no me atrevía a decirle nada. Había sido muy hermoso y él tenía razón al pensar que yo lo deseaba desde el primer día en que mi hermana nos lo presentó. Aún sentía cierto remordimiento pero en mi coño aún notaba el placer que me acababa de dar aquel hombre que no era mío, aquel hombre prohibido para mí pero que se me había follado.
Como él había querido, fui su mujer durante las tres semanas que mi hermana estuvo en cama, entregándome a él noche tras noche y gozando de su polla por completo. Acabé por tratarlo como si realmente fuera suya. Mamándole la polla, dejándome follar e incluso permitiéndole que me abriera el culo para poder tener algo virgen que desflorar.
Ahora, como mi hermana ya está completamente bien, mi cuñado y yo no nos hemos vuelto a encontrar a solas y yo vivo con el deseo de tenerlo de nuevo, de correrme con la ayuda de su poderosa polla pero debo conformarme con la masturbación en solitario y llena de tristeza. Pero, tampoco me deja vivir el temor de que algún día él se lo cuente, y Lola, mi hermana se busque la venganza haciéndome pagar lo que acepté hacer con su marido.
Un abrazo para todos.

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