Relato erótico
Espejismo en la noche
Fue a ver a una amiga suya y se le hizo tarde. No tenía prisa porque su marido estaba de viaje. De camino a casa el coche empezó a hacer ruidos y se paraba. Iba circulando como podía y vio un taller mecánico que estaba cerrando la persiana. Le pareció un espejismo y realmente, lo fue.
Magda – ALICANTE
Voy a contar algo que me acaba de suceder y que comenzó como un susto pero terminó en placer.
Me llamo Magda, tengo 30 años y vivo en Alicante. Iba de camino a casa ya de noche después de visitar a una amiga. Aquel día me encontraba sola porque mi marido había salido de viaje, así que salí tarde para matar el tiempo. Había mucho tráfico y apenas había recorrido la mitad del camino a casa cuando mi coche comenzó a hacer unos ruidos y el motor se apagaba. Yo me asusté e inmediatamente empecé a buscar algún lugar para que me auxiliaran. Seguí avanzando unos minutos hasta que vi el letrero de un taller mecánico. Inmediatamente me dirigí a él pero cuando estaba a punto de meter el coche en el taller un hombre robusto como de 55 años, se colocó en la entrada y me indicó que ya no podían atenderme.
Yo le hacía señas desde el coche pero era inútil, así que decidí bajarme y explicarme. Yo vestía una diminuta minifalda de mezclilla y una blusa con un gran escote que dejaba ver gran parte de mis gordas tetas. Al bajar, el hombre se me quedó mirando las tetas mientras le explicaba mi situación. Él me dijo que ya era tarde y estaba cerrando, pero yo le rogué que me ayudara y ayudada de mis gordos atributos, disimuladamente movía el pecho, así que, tras dudarlo unos segundos, accedió a revisar el coche. Me dijo que lo metiera y al entrar el mecánico cerró el portón diciéndome que no me asustara, que era para que ya no entraran más clientes.
Yo me puse algo nerviosa, le expliqué lo que hacía el coche, abrió el capó, lo reviso y luego trajo un carrito para meterse debajo. Yo miraba desde arriba como él entraba y salía de debajo del coche y tomaba herramientas hasta que en una ocasión me percaté que lo hacía porque en cada salida podía verme por debajo de la falda. Esto me puso nerviosa pero también me excitó.
De pronto en una salida noté que me cogía el tobillo y le dije, muy seria:
– Oigame, tenga cuidado.
– Perdón – me dijo – es que necesitaba salir y sin querer me apoyé en usted.
Esto me dio algo de miedo, salió nuevamente y entonces se apoyó en mi muslo para levantarse, yo exclamé:
– ¿Pero, que está haciendo?
Pero él no me soltó el muslo sino que me cogió el otro por lo que le dije:
– Suélteme, porque va a tener problemas.
El hombre no hizo caso y comenzó a deslizar las manos hacia mis nalgas al tiempo que me decía:
– No te quejes, golfa, que sé que te gusta.
Yo le dije nuevamente que me soltara, pero de pronto sentí como sus manos me apretaban las nalgas y me acercaba hacia él, que se encontraba de rodillas frente a mí. Entonces me dijo:
– ¡Que piel tienes, que suavecita!
Yo me quedé fría de miedo, miré hacia abajo y me di cuenta que cuando subió las manos a mis nalgas, la minifalda también subió y la tenía en la cintura descubriendo mi tanga. De pronto el mecánico incrustó su cara entre mis piernas y sentí como su lengua comenzaba a humedecer mi entrepierna y el tanga mientras me apretaba las nalgas. Yo seguía muy nerviosa, pero fue cuando noté que me soltaba las nalgas y tiraba de la minifalda y el tanga juntos, cayendo hasta el suelo quedando a la vista mi coño peludo y semi húmedo.
Entonces él metió nuevamente la cara entre mis piernas y sentí como su lengua buscaba mis labios vaginales y al encontrarlos comenzó a chuparme hasta que se apoderó con su lengua del clítoris. Fue entonces que mi cuerpo reaccionó y le cogí la cabeza apretándola hacia mi clítoris mientras sentía como pequeños toques eléctricos en mi coño y estomago. La excitación comenzaba a fluir, que combinada con los nervios, era una sensación especial. Después de unos momentos así, se levantó, me cogió de los brazos y me metió en el asiento trasero del coche quedando acostada mientras él, abriendo mis piernas, comenzaba a besarme al tiempo que desabrochaba la blusa haciendo que mis gordas tetas se liberaran y emergieran ante sus ojos. Rápidamente me las cogió y apretó con sus manos, metiéndoselas luego en la boca y las lamía y chupaba haciéndome sentir sus manos por todo el cuerpo.
Yo para entonces ya correspondía a las caricias y miraba al hombre, pero aunque sabía que no era guapo, estaba excitadísima. En eso se levantó y me dijo:
– Esto te va a fascinar, ya verás
Levanté la cabeza sin saber en que momento él ya se había librado de los pantalones por lo que solo se sacó la camisa y quedamos totalmente desnudos los dos. Miré como se cogía la polla y logré ver que era bastante gruesa y de tamaño normal, al tiempo que me decía:
– Con esta polla vas a gozar como una loca.
Sin decir nada más, la enfiló hacia mi coño y pronto la sentí en los labios y luego, dejándose caer sobre mí, empujó y la polla comenzó a abrirse paso en mis entrañas, mi coño se estaba abriendo como nunca y entonces me percaté que esa polla era más gruesa de lo normal, pero conforme iba entrando el placer era mayor y me contorsionaba de placer mientras él se apoyaba en mis tetas, noté aquella gruesa verga dentro de mi en su totalidad. Entonces comenzó a meterla y sacarla lentamente al tiempo que yo empujaba y me apretaba a él mientras sus manos se apoderaban de mis nalgas y entraba y salía de mí, taladrándome de placer hasta que logré un orgasmo fenomenal.
Pero el placer seguía en mí y después de unos minutos, bajé las manos y con una cogí sus huevos, que comencé a sobar, y con la otra buscaba aquel pollón que, al alcanzarla, pude constatar que era muy gruesa y mi mano no la rodeaba. Diré que no tengo las manos grandes pero no era para tanto, así que me sorprendí de tener aquello adentro, pero entonces él me dijo:
– ¡Saca la mano de mi polla, que no te la puedo meter toda!
Así lo hice, pero le seguí sobando los huevos y dándome cuenta que con eso el placer aumentaba, me excité y nuevamente exploté en un segundo orgasmo justo cuando el mecánico soltaba un gemido al tiempo que su leche caliente se estrellaba dentro de mi chocho. Nos quedamos quietos unos segundos hasta que él se levantó, salió del coche y me tiró hacia fuera mientras yo miraba aquella polla que, aunque flácida, era muy gorda. Entonces me cogió en brazos y yo le dije:
– ¿Qué haces?
– Ahora lo verás – contestó entrando en su oficina y bajándome – Aquí sí puedes pisar – fue hacia otra puerta y añadió – Ven.
Cuando abrió esta puerta vi que dentro había una cama, pero yo le dije:
– Oye, espérate, no creas que me voy a quedar o algo así.
– Solo es para que descanses – me contestó sonriendo.
Entonces entré en la habitación, lo miré y dirigí mi mirada hacia su polla flácida, de pronto una gota salio de la punta de gordo capullo y al caer formó un hilo de semen que aun no sé por qué, pero al ver esto mi coño comenzó a palpitar y una gran calentura se apoderó de mí tanto que, al entrar en la habitación y acostarme, no aguantaba la excitación y no podía apartar la mirada de esa gruesa polla. Entonces me dijo:
– Mientras descansas voy a terminar con el coche.
Pero yo, ya excitada de nuevo, pensé que no me podía quedar así, por lo que me acerqué a la orilla de la cama, lo miré y le dije:
– ¿Me piensas dejar aquí solita?
Tiré de él, de manera que se acostara a mi lado, volví a mirar su polla húmeda y no lo pensé más, abrí la boca y cogiéndola con la mano, pronto sentí su calidez entre mis labios, aunque tuve que abrir bastante la boca para meterme todo el capullo dentro. El sabor de leche hizo que me llevara la otra mano al coño, que comenzó a palpitar teniendo un orgasmo mientras yo chupaba como una loca, lamía y le sobaba los huevos con un placer que hacía se retorciera gimiendo de gusto hasta que, de pronto, de oí que me decía:
– Si sigues así, te voy a llenar la boca de leche caliente.
Pero yo, sin sacármela, seguí chupando hasta que me paró, me tumbó de lado en la cama, me abrió de piernas mientras la metía nuevamente en mi coño diciéndome:
– Te la voy a meter, porque ya no aguanto más.
Nuevamente mi coño se abrió hasta que sus huevos chocaron y comenzó el metisaca, pero yo le dije:
– No te corras rápido, hazme gozar más tiempo.
– Date la vuelta – me dijo entonces sacándomela del coño.
– Yo obedecí y me giré poniéndome a cuatro patas y me la volvió a meter en el chocho. Yo movía las nalgas disfrutando a cada momento de la penetración, luego se enderezó y mientras me metía la polla, al mismo tiempo, con un dedo, me sobaba el ano, que ya estaba mojado por los líquidos de los dos, y pronto sentí como su dedo comenzaba a resbalar dentro de mi culo. No me dolió, al contrario, el placer se incrementó aun más y cuando iba a pedirle que me penetrara por atrás me dijo:
– Te lo voy a meter por el culo, porque por delante ya está muy húmedo
Yo no dije nada, solo espere, apunto aquel enorme capullo en la entrada del culo empezó a empujar despacito. Yo hice fuerza para aguantar la arremetida y logró dilatar mi culo y comenzó a abrirse paso. Ahí sí que comenzó a doler, pues insisto, era muy gruesa, y le dije:
– Despacio, que duele un poco.
Aminoró y empujó más lentamente hasta que sentí como nuevamente sus huevos se pegaban a mi chocho. Cuando ya estaba toda dentro la metía y la sacaba despacito hasta que yo misma marque el ritmo de la follada. La excitación era tanta que tuve un orgasmo y otro y otro, podría decirse que fue un multiorgasmo mientras sus manos me sobaban las tetas y las nalgas y yo me sobaba el clítoris. Seguía excitadísima y quería otro orgasmo y fue en eso que él comenzó a hablarme diciéndome cosas como:
– Que hermosas nalgas tienes, muévete así, trágatela toda…
Yo le pedí que me siguiera hablando, pero que me llamara puta. Eso me excitó muchísimo, así que él me decía:
– Te vas a tragar toda mi leche, puta, tienes el coño más sabroso que he follado, putita.
– ¡Fóllame así… métemela… sigue follándome fuerte… métemela toda! – le decía yo sobre la cama, donde me dormí sin darme cuenta.
Desperté por la mañana cuando traía mi ropa.
– Ya me tengo que ir – dije.
Él me miró completamente desnuda y me dijo:
– Que maravillosa follada hicimos y que hermoso cuerpo tienes.
Me vestí y quedamos que nos llamaríamos, me fui a mi casa y dormí como bebé.
Besos y hasta otra.