Relato erótico
Espectáculo para voyeurs
Fueron a pasar el fin de semana a un chalet que tenían sus padres y su novia salió al jardín a darse un baño y tomar el sol. De pronto, lo llamó y le dijo que le daba la sensación de que alguien la estaba espiando desde la casa de al lado. Él, le dijo que allí vivían una pareja mayor y que eran amigos de sus padres, pero que iría a ver que pasaba.
Nikko – Almería
María, mi novia, es de aquellas mujeres que florece con la primavera. Su piel, en cuanto recibe los primeros rayos de sol, toma un bronceado luminoso, que hace que cualquier parte de su cuerpo resulte atractiva. Lo que más destaca son sus hombros y espalda que en cuanto puede, ella luce con descaro llevando vestidos escotados.
Sin embargo a mí, lo que más me estimula es cuando se pone alguna blusa de seda sin sujetador. Sus hermosas tetas parecen tener vida propia moviéndose debajo de la tela, haciendo que esta se adapte a sus pronunciadas curvas. Los pezones quedan muy marcados y actúan como un imán de todas las miradas.
Ella lo sabe y en ocasiones ayuda desabrochando con descaro varios botones, con lo que muchos hombres se la miran esperando el momento a que una teta se le salga. Me gusta tanto contemplarla, como ver la envidia que despierto. Luego cuando estamos a solas disfruto como un loco chupando y magreando sus bonitas tetas.
El fin de semana pasado, lo pasamos en el chalet de mis padres en la costa. El sábado a medio día, María se puso a tomar sus primeros rayos de sol de la temporada en una tumbona del jardín. Al poco rato entro en la casa bastante alterada.
-Nikko, me parece que alguien me está espiando desde la casa del lado.
-No puede ser…esa casa es de un matrimonio mayor conocido de mis padres -le dije.
-Pues yo te digo que alguien me espía a través del seto de separación, he oído algo -dijo ella.
-Bueno, ahora voy a ver qué pasa – le digo- tratando de tranquilizarla.
Como son buenos vecinos, tenemos sus llaves por si pasase algo, pero no me hace falta usarlas pues la puerta está abierta. Oigo como alguien habla en el jardín. Al acercarme oigo con claridad la voz de dos hombres que hacen comentarios. Me asomo por la esquina de la casa. Son dos albañiles que construyen una barbacoa. Mientras tanto comentan entre ellos lo “buena” que esta la vecina.
-¿Te has fijado el par de tetas que tiene?- le dice uno al otro-.
-Yo me haría una paja con ellas, -responde el segundo-.
-Pues imagínate lo que haría yo si pudiera, te imaginas lo dos follando a un bomboncito así…
-No sigas que ya la tengo bien dura, y me dan ganas de ir a mirar otra vez.
Yo no los interrumpo y vuelvo por el mismo camino sin decirles nada.
-¿A que si había alguien? -pregunta María-
-Si, tienes razón, pero no es para tanto. Esta el nieto de los dueños que solo tiene quince años. No te va ha hacer ningún daño si te mira, además a él sí que le puedes ayudar – le digo-
-¿Que quieres decir? -pregunta.
-Yo todavía me acuerdo cuando de pequeño espiaba a mis primas mayores…lo pasaba muy bien…aun me acuerdo…y no hacia mal a nadie. ¿Por qué no le regalas una pequeña sesión para que se vaya despertando?
-No sé, me da un poco de reparo”, y diciendo esto sale de nuevo y se sienta en la tumbona.
Yo desde el interior le hago señas para que se quite la parte de arriba del bikini. María, vuelve la cara al oír un ruido que viene del seto. Me mira con cara de picara y asiente con la cabeza como diciendo “ahora va a ver este chico tan curioso”.
Se desata los tirantes del bikini y por descuido se sale una teta. María con parsimonia la sujeta y la cubre de nuevo con el diminuto bikini. Se tumba y se pasa la mano por el vientre como si lo alisara. Al llegar a la braguita se mete los dedos por el lateral y se lo coloca bien. Se pone de lado y hace lo propio por la parte de atrás ya que lo tenía prácticamente medido en la raja del culo. Se vuelve a sentar en la tumbona, y me dirige una mirada de complicidad. Yo con gestos la animo a que continúe.
Se desprende de la parte superior dejando sus tetas al aire. Son grandes, hermosas y coronadas por unos pezones pequeños y puntiagudos. Coloca las manos por debajo, como si los sopesase. Las agita suavemente como para despertarlas. Sus pezones se mueven alegres. Luego las aprieta de abajo hacia arriba, haciendo que se salgan hacia delante aun mas. Las acaricia con meticulosidad como para tonificarlas. Se agacha para coger crema bronceadora y sus tetas quedan colgando mostrándose en toda su amplitud. Se entretiene unos instantes manteniendo la postura que resultas ser una delicia para mis ojos y supongo que para los albañiles también. Al sentarse de nuevo, sus tetas vuelven a quedar erguidas y desafiantes a la gravedad.
María, se echa un par de chorritos de crema bajo el cuello y con ambas manos se lo va extendiendo, primero por los hombros y pecho, y luego lentamente por las tetas, al tiempo que se las masajea. Sus tetas responden a la presión tomando formas graciosas y estimulantes. Finalmente se pone un poco de crema en el vientre y la entrepierna.
Terminada su actuación, se recuesta en la tumbona para disfrutar de los rayos del sol.
A los cinco minutos, entra en la casa. Viene muy excitada y como pidiendo el aplauso para tan buena exhibición. Antes de que me diga nada, le respondo sin palabras enseñándole mi polla que esta dura como una piedra.
María se da por satisfecha con mi contestación y me coge la polla con su mano grasienta de crema. Me la menea un poco y luego se la mete en la boca chupando con ganas.
Antes de correrme, me libero de su abrazo. Me levanto, la beso en la boca y a continuación hago que se dé la espalda. Desde atrás, le acaricio las tetas y le bajo la braguita del bikini. Cuando ella cree que la voy a penetrar por detrás, la empujo hacia afuera.
Al principio, María sorprendida, se resiste. Luego se deja llevar. Hago que se arrodille junto a la tumbona apoyando sus antebrazos en ella. Estamos frente al seto. Me coloco detrás de ella y con una enérgica embestida la penetro. Con las manos sobre sus caderas, guío sus movimientos de atrás adelante. Sus tetas también se mueven acompasadamente. Tras unos minutos ambos empezamos a gritar y gemir hasta que llega nuestro orgasmo. Después, ya tumbados sobre la hierba, María me confiesa:
-Espero que le haya gustado al chaval tanto como a mí”.
Yo asiento con la cabeza, mientras pienso que seguro que todos hemos disfrutado.
Un saludo de una pareja cachonda.