Relato erótico
Es el mejor
Ha tenido varios novios y de todos ha aprendido algo. Con su actual novio ha entrado en “terrenos” que nunca había explorado. Reconoce que es el mejor y que disfrutan como locos.
Elena – Lérida
Soy una chica de 23 años, mi novio tiene 29 aunque, antes que él, hubo siete más. Perdí mi virginidad a los diecisiete más o menos pero él ha sido el único que realmente me ha dado placer en todos los sentidos y ha recorrido todo mi cuerpo haciéndome sentir las cosas más excitantes. Con él he descubierto como me gusta el sexo y he aprendido a decir lo que quiero y lo que me gusta, me encanta hacerlo con él y he descubierto lo salvajes que somos en la cama y lo que me encanta de sus embestidas.
Mi novio trabaja en un sex-shop desde hace ya tiempo, empezamos comprando condones de sabores y algunas tonterías para el juego hasta que un día a mi se me antojó un vibrador y lo compramos. Nunca había probado uno y tenía ganas de saber lo que se sentía así que el siguiente día que nos disponíamos a hacerlo lo cogió.
Al principio solo lo metía y sacaba de mi coño pero no nos hacía gracia eso de ponerle pilas porque yo había oído que los vibradores te dan sensaciones que una polla no puede darte y a él le daba cosa que me fuese gustando demasiado y no quisiera tener relaciones con él, vamos que “lo sustituyese por el aparato”.
Un día quise probarlo funcionando y se lo dije pero nada, el bicho no hacía nada, a mí por lo menos no me gustaba, prefería sin duda las embestidas de mi novio y su cuerpo bajo el mío.
En ese momento, cuando usamos el aparatito, cumplí una de mis fantasías aunque la que había tenido incluso antes de tener relaciones era la de varios hombres poseyéndome, siempre que había visto en pelis como varios tíos se lo hacían a una sola tía y me excitaba bastante. Una vez estuve a punto de hacerlo con dos chicos a la vez pero me rajé. Después de eso no quería porque con mi novio todo cambió, él me completaba y me daba todo lo que necesitaba, no necesitaba dos tíos para saciarme, además de que me daba miedo que me diesen por el culo.
Un día en que mi novio y yo lo hacíamos, él empezó a acariciarme el clítoris pero poniendo su mano cerca de mi culo y eso me puso muchísimo. Habíamos hablado del tema varias veces, a él le daba asco y a mi me parecía que dolía demasiado así que me extrañó mi nueva sensación.
Aunque al principio no me atreví a comentárselo, cada vez que lo hacíamos y él me rozaba el ano me ponía a mil hasta que un día le comente lo que me gustaba esa caricia. Desde entonces comencé a pedirle que me acariciase el agujerito del culo cada vez que lo hacíamos.
Comprábamos de vez en cuando lubricantes de sabores porque a él a veces le gustaba juguetear además de que le excita mucho cuando estoy muy húmeda. Una mañana, cuando me había untado con uno, comenzó a acariciarme como siempre. Estaba yo de espalda y con la otra mano me acariciaba el culo y el agujerito. Estaba tan mojada y tenía tanto lubricante que el dedo se metió dentro de mi culo sin darnos cuenta. Me excité muchísimo y él también así que durante unos días él me metía el dedo mientras me comía el coño y cosas así.
Otro día haciendo un 69, él metió el vibrador en mi coño mientras me comía y luego también me metió un par de dedos en el culo. La verdad es que yo cada vez tenía más ganas de que me enculara y él, que al principio decía que le daba asco, le estaba cogiendo el gustillo también y cada vez tenía más ganas de metérmela en el culo.
Una mañana, después de haber hecho el amor, nos tumbamos en mi cama, él se pegó a mi y me abrazó. Yo estaba todavía muy cachonda y el roce de su polla, que se estaba empalmando otra vez, me volvía loca y sin poderme resistir y le dije que me enculara. En ese mismo momento le bajé los pantalones y cogimos lubricante, me untó el ano y comenzó a metérmela suavemente. Solo la punta y mientras yo me movía poco a poco, él me daba cachetadas en el culo que sabe que me excita y hacen que me moje muchísimo. Iba pasando la mano de arriba hacia abajo por entre mis muslos, me rozaba con su polla dura y grande hasta que, por fin, nos atrevimos y la metió un poco más y el momento era tan excitante y novedoso que nos corrimos los dos enseguida, él, sobre todo, al decirle yo que se podía correr en mi culo.
Nos quedamos con ganas de probarlo de verdad, metiéndola bien dentro, así que otra mañana en la que estábamos solos, él comenzó a comerme. Como siempre yo le pedí que me echase lubricante y al decirme él que no, le comenté que era para volver a intentar que me la metiese por el culo.
Entonces se excitó mucho, ya que él tenía tantas ganas como yo, siguió lamiéndome mientras metía dos de sus dedos por mi coño y otros dos por mi culo. Yo me sentía rellena como en mis fantasías, aunque al principio me ardía y molestaba, se solucionó con lubricante. Al poco me coloqué a cuatro patas y él se puso detrás de mí rozándome con sus dedos mi culo y al final la metió un poco, luego un poco más hasta que finalmente estuvo dentro. Las suaves embestidas de mi novio me volvían cada vez más loca y me enculó mientras me agarraba el pelo y me decía lo puta que era, cosa que a mi me pone muy mojada, y seguimos así mientras yo tocaba mi clítoris hasta que él se corrió.
Esta vez yo no me corrí pero él me siguió lamiendo mientras movía sus dedos en mi coño y en mi culo, me hacía “la pistola”, que es así como llamamos a juntar las manos y meter cuatro dedos en el coño y dos en el culo, hasta que no pude más y entonces sí que me vine.
Desde ese día estábamos al acecho de otra oportunidad para hacerlo de nuevo pues a los dos nos encantó. No fue como ninguno creíamos, con mucho dolor. La siguiente vez que lo hicimos sí que me corrí con él y ahora es una práctica sexual más que tenemos y practicamos con gusto, aunque ahora queremos cosas nuevas de las que estamos hablando pero eso es otra historia.
Besos de los dos.