Relato erótico

Es bueno ayudar

Charo
30 de enero del 2019

Está casada, la relación con su marido es buena pero, como les pasa a muchas parejas, la crisis les complica un poco convivencia. Tenía un vecino que se había quedado viudo, era un hombre mayor y se le ocurrió que podía ofrecerse para ayudarle con las tareas de la casa.

María – LA CORUÑA
Hola, queridas amigas y amigos, me llamo María, vivo en un pueblo cercano a La Coruña, tengo 47 años, estoy casada, tengo dos hijos y empezaré con mi relato diciendo que en la época que empezó todo esto estábamos pasando una mala racha económica, pues mis dos hijos estaban estudiando en La Coruña, en la universidad, con el consabido desembolso económico que eso supone.
Pues bien, tuve que ponerme a trabajar y me enteré que un vecino del mismo bloque donde vivíamos, un señor de setenta años y que llevaba tres de viudo, buscaba una señora para que le hiciese las tareas de la casa y la comida. Al ser en mi mismo bloque se lo conté a mi marido y le pareció bien, entonces hablé con don Fernando, que así se llama el hombre, y nos pusimos de acuerdo en lo que me pagaría. No era mucho, pero con esa cantidad tenía para pagar el piso de mis hijos en la capital y dado que él estaba en el mismo edificio, podía hacer las tareas de las dos casas sin ningún problema.
El primer mes lo hice sin ningún problema e incluso algunos días comía allí pues mi marido se va por la mañana y no regresa hasta la noche, con lo que también era un ahorro en la comida. El segundo mes yo me empecé a dar cuenta que don Fernando me observaba con detenimiento cuando estaba haciendo las tareas de la casa y cuando me subía a la escalera para limpiar los muebles por la parte de arriba, se sentaba en un sillón y no me quitaba ojo, y como es natural, yo subida en la escalera y el sentado, podía ver gran parte de mis muslos y quizá también mi culo. Esto empezó a molestarme y le dije a mi marido:
– Mira, Juan, voy a tener que dejar de limpiar en casa de Fernando – y le conté lo que pasaba.
– Bueno, si quieres dejarlo lo dejas, pero una cosa como esta y en el mismo edificio no vas a encontrar, además por lo que me cuentas, a poco que tú te pongas un poco provocativa le puedes sacar bien los cuartos, de todas formas cuando se muera se los va a llevar hacienda puesto que no tiene herederos.
Yo le dije que eso era una barbaridad y que como iba a hacer eso, pero él me volvió a decir:
– No tienes porque hacerlo, pero es una posibilidad de sacar partido de esto, además tampoco te cuesta tanto vestirte provocativa y dejar que vea algunas partes de tu cuerpo, seguro que te lo agradecerá, pruebas unos días y si no da resultado lo dejas y en paz.
Dejamos la conversación y yo seguí dándole vueltas a la cabeza sobre el asunto, la verdad no era una idea descabellada pues el dinero realmente nos hacía falta.

Al día siguiente decidí hacer caso a mi marido y me vestí un poco provocativa. Como ropa interior me puse solo un tanga y sin sujetador, una falda un poco corta y en la parte de arriba una blusa un poco transparente y con varios botones desabrochados, con lo cual al inclinarme hacia delante se podían ver casi todas mis tetas, que no tengo nada pequeñas, y por detrás casi todo el culo hasta el comienzo de mis cachetes. Cuando Fernando me viese quizá le diese un infarto al hombre.
Nada más entrar en la casa, se me quedó mirando las tetas, pues como digo la blusa era algo transparente y se adivinaban casi en su totalidad. Yo me puse a hacer las tareas de la casa y como todos los días empecé por hacer la cama, él me siguió hasta el dormitorio, yo empecé con la tarea y él no me quitaba ojo, pues como sabéis para hacer una cama hay que inclinarse bastante con lo cual el podía verme bien las tetas colocándose frente a mi y por detrás todo mi culo casi desnudo pues el tanga lo tenía metido en la raja de mis nalgas.
Así estuvo todo el día siguiéndome a donde yo iba para no perder detalle, en la cocina incluso roce con mi culo su bragueta moviéndome de un sitio para otro. Debo de deciros que me estaba gustando este tipo de juego, al ver al pobre abuelo todo el día babeando de un lado para otro detrás de mí como un perrillo faldero. Por la noche le conté a mi marido como había ido el día, y él me dijo:
– ¿Ves como no era una tontería? Lo tienes en el bolsillo, sigue así y veremos que pasa, si no consigues sacarle nada, lo dejas y en paz, que busque a otra que le haga las cosas, porque tú no le vas a enseñar tu cuerpo gratis, si lo quiere ver que suelte la pasta.
Como yo estuve todo el día algo caliente, por la noche follamos pensando yo en don Fernando y recordando la cara de satisfacción que tenía el hombre todo el día. Así estuve todo el mes y cuando me pagó, me dijo:
– María, he pensado en hacerte un regalo por lo bien atendida que tienes la casa, pero como no sabía que regalarte, te voy a dar 600 euros más y te compras lo que quieras.
Yo le di las gracias y le dije que me venía mejor el dinero, pues como el sabía los hijos los tenía fuera estudiando, y eso eran muchos gastos.
Cuando le enseñé a mi marido la propina que me había dado don Fernando me dijo:

– Ves como mi plan ha empezado a dar sus frutos, sigue así y verás como consigues mucho más, tú llega hasta donde tú creas que debes llegar, porque a mi no me importa, total es un abuelo y poco puede hacerte aunque quiera con su edad, seguro que ni se le empina al pobre, que mas quisiera él que follarte.
Durante el mes siguiente seguí con mi plan e incluso dejaba que de vez en cuando me rozara con cualquier pretexto. Mi intención era hacer que se colgara de mí y al final empezó a hacer algunos comentarios sobre mi cuerpo, diciéndome un día:
– María, no quiero que te molestes por lo que te voy a decir, pues no quiero incomodarte, pero eres una mujer extraordinaria, tiene mucha suerte tu marido con tenerte y poder disfrutar de tu cuerpo, quien tuviera 20 años menos, me acuesto temprano para que llegue pronto otro día para verte, estoy muy a gusto contigo.
Yo me empecé a reír y le dije que no había para tanto, que si fuese otra mujer le pasaría lo mismo, que al encontrarse solo era normal que se sintiese mejor cuando yo estaba con él, que no se preocupase, que no me molestaba con decirme esto, que yo lo consideraba como mi padre. Era evidente que lo tenía en el bote y él me volvió a hacer el regalo del mes, pero una vez empezada la manzana, había que terminarla, y estaba dispuesta a conseguir más, por lo que le dije a mi marido que si podía seguir adelante con el fin de sacarle todo lo que pudiera, y él me dijo como antes que hasta donde yo considerase oportuno, que eso era cosa mía.
Un día me dijo que, como yo sabía, él no tenía a nadie y por si le pasaba algo había pensado en ponerme con él en la cuenta del banco, porque si le pasaba algo y estaba él solo en la cartilla el dinero se lo quedaría el banco o hacienda, y el prefería que me lo quedase yo que, en definitiva, era como de su familia y el dinero tendría mejor provecho. Mi plan iba viento en popa. Al día siguiente fuimos al banco y como me dijo, me puso también como titular de la cuenta y cuando vi el saldo me dio un sobresalto, tenia ahorrados un millón de euros y cuando se lo dije a mi marido, él me insinuó que le diese alguna recompensa más al pobre abuelo. Entonces yo empecé a rozarme más con él y sin tanto disimulo, con más descaro. El estaba encantado con este juego y cuando comía con él en su casa, tomábamos café en el salón y yo procuraba sentarme frente a él para que pudiese verme las bragas que yo me encargaba de que se vieran al moverme,
Un día la casualidad me echó una mano. Cuando llegué por la mañana, me extrañó que estuviese acostado todavía, me preocupé, entré en el dormitorio temiéndome lo peor, estaba acostado con grandes signos de dolor.

Le pregunté qué le pasaba y me dijo que al levantarse con tan mala fortuna se cayó sobre la mesilla de noche y le parecía que se había roto el brazo. Efectivamente, intenté levantarlo y le dolía horrores, llamé a mi marido, le conté lo que pasaba y me dijo que vendría para que lo llevásemos al medico. Cuando llegó lo vestimos entre los dos y fuimos al hospital. Tenía el brazo roto y tuvieron que escayolárselo desde el hombro, con lo cual a mi me cayó más trabajo, pues como había sido el derecho, hasta tenía que darle de comer y vestirlo, pero eso no era lo peor pues al cabo de unos días de estar así, me dijo que necesitaba bañarse y que como un día yo le dije que para mi era como si fuese mi padre, si no me importaba ayudarle, que le daba apuro tener que pedirme esto, pero que si yo no le ayudaba era imposible que él solo pudiese hacerlo.
Efectivamente, si no le ayudaba a bañarse cuando pasaran unos días iba a oler a perros muertos. Le dije que bueno, me fui a preparar el baño, cuando lo tuve listo lo llamé y tuve que empezar a desnudarlo. Eso ya lo había hecho al acostarlo, pero siempre se quedaba con el calzoncillo, pero esta vez tenía que dejarlo en cueros y cuando quedó con el calzoncillo llegó el peor momento, pero había que hacerlo. Me agaché y tire de ellos hacia abajo. Que espanto, los huevos le colgaban casi hasta las rodillas, gordos como dos naranjas, y la polla como una morcilla, flácida, pero de unos 20 ó 22 centímetros. Se me abrieron unos ojos como platos. Yo nunca había visto algo tan grande y eso que había visto y me había follado más de una. Lo ayudé a entrar en la bañera y a tumbarse en ella para que no volviera a caerse, y empecé a enjabonarlo por todo el cuerpo pero dejando esa parte sin jabón, pues me daba corte tocársela, pero como no tenía más remedio así es que puse jabón en la esponja y se la apliqué entre las piernas empezando a enjabonarle la polla y los huevos. Conforme le frotaba la polla, empezó a ponerse tiesa y él me dijo:
– Perdona María, pero es que no puedo evitarlo, comprende que llevo más de cuatro años sin que nadie me toque en semejante sitio, y mucho menos una mujer joven, para mi también es una sorpresa pues yo he intentado ponerla así, y no he conseguido nada, pero siempre he creído que era por la edad, aunque ya veo que no, además en la postura que tu estás puedo verte las tetas y eso también ayuda con lo hermosas que las tienes.
A mí, con todo esto, el chocho se me estaba empezando a mojar pero seguí con el lavado de polla y huevos y cada vez se le ponía mas dura, y entonces le dije:
– Don Fernando, sin que sirva de precedente, le voy a hacer una paja en agradecimiento de lo bien que se porta conmigo
El me dijo que lo haría muy feliz y empecé a subir y bajar mi mano a lo largo de aquel pedazo de polla, sacándole el capullo que parecía una ciruela morada.

Yo estaba que me salía, me estaba gustando y tenía el chocho como una fuente, las bragas totalmente empapadas de mi jugos y cuando él me dijo si podía tocarme las tetas, yo le dije que bueno y para facilitarle la tarea, me desabroché la blusa y mis gordas mamas salieron al aire pidiendo guerra. Él me las sobó una a una y yo casi me corro mientras seguía con la paja que le estaba haciendo, hasta que conseguí que el abuelo se corriera y también me sorprendió la cantidad de leche que soltó. Cuando terminó de correrse yo acabé de bañarlo y lo vestí mientras él me decía que lo había hecho muy feliz y que me recompensaría. Yo me quedé como un ascua ardiendo.
Lo que sigue lo contaré en una próxima carta.
Saludos.

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