Relato erótico
Era tímida pero cambió
Fantaseaban sobre el sexo hasta que poco a poco, y según nos cuenta Roberto, la fue “emputeciendo”. Ahora son una pareja liberal, follan con otros y con otras y disfrutan del sexo como locos.
Roberto. – VALENCIA
Hola me llamo Roberto y voy a contaros como Clara, mi mujer, y yo nos iniciamos en el mundo como zorra y cornudo consentido.
Primero os contaré como es Clara para que entréis en situación. Ella es rubia, de 1,74 m, de piel blanquita, 82 kg, usa una 95 de sujetador y sus pezones son rosados en forma de pera, pero cuando se calienta se le ponen morados, duros y con dos garbanzos, como dos arietes que señalan a los dioses, tiene un culo que aunque carnoso y redondo, da un gustazo tocarlo.
Ahora, una vez entrados en materia, paso a contaros como empezamos. Clara era una chica educada en un ambiente de represión sexual llevado al extremo, y yo por mi parte, era y soy un vicioso, así que cuando aun no llevábamos mucho de novios, ya empecé a insinuarle juegos que en un principio parecía reticente a hacerlos, pero una vez empezó a probarlos le encantaban e incluso era ella la que me los montaba sin yo esperármelo.
Esos juegos podían ser que yo le ordenaba que se desnudara en el coche y la paseaba desnuda por la autopista de Silla y cuando adelantábamos a un camión o autobús, yo lo hacía lento para que la pudieran ver y luego parábamos en algún sitio público y, dentro del coche, me la follaba como un loco. Otro juego que también hacíamos era que circulaba desnuda en el coche y parábamos en un semáforo en rojo y cuando había un grupo de coches parados, mi mujer bajaba la ventanilla a mi orden e invitaba a los conductores a que tocaran todo lo que quisieran.
No hay que decir que a mí eso me excitaba de sobremanera así que empecé a comentarle la posibilidad de meter a otro en su cama, cosa que no se tomó muy a bien al principio, pero a medida que me la follaba y se lo metía en la cabeza como una fantasía más, notaba que cada vez que se lo mencionaba, ella se mojaba más.
Un día, conversando del tema, para mi sorpresa me dijo:
– Roberto, lo he estado pensando y creo que sí me puede gustar hacerlo con otros hombres que no seas tú, pero para empezar me gustaría alguien próximo y de confianza.
– No te preocupes – le dije muy excitado – seguro que te encuentro a alguien.
Entonces empecé a llevarme a un amigo, Ricardo, que por entonces tenía 20 años recién cumplidos, de fiesta con nosotros, hasta que a mi mujer empezó a verlo normal que viniera siempre. Un sábado, de los muchos que llevábamos saliendo juntos, estando en una discoteca de Gandia, mi mujer me hizo saber que mi amigo no le desagradaba para realizar nuestras fantasías ya que ella en esos momentos tenia 24años y él, como he dicho, era más joven, con un cuerpo sin un gramo de grasa y de los metrosexuales que por aquel entonces empezaba a estilarse.
El sábado siguiente, ni corto ni perezoso, le dije a mi amigo:
– ¿Te gusta Clara?
– ¿Por que? – me preguntó a su vez, algo sorprendido.
– Tú contéstame – y repetí – ¿Te gusta o no?
– Pues sí, la verdad es que está buena – respondió.
– Entonces ¿te la follarías? Contéstame que no me voy a enfadar ¿te la follarías o no?
– La verdad es que tiene un buen polvazo – dijo al fin.
– Bueno pues, ahora te vienes conmigo y te sitúas justo detrás de ella, yo te ofreceré su culo para que le metas mano mientras bailamos y nos besamos, pero no lo desaproveches.
Así lo hicimos, él se situó detrás de mi mujer y mientras bailábamos empezó a meterle mano y cuando menos me di cuenta mi mujer estaba diciéndome:
– Tu amigo me está metiendo mano por debajo de la falda y va a notar que no llevo bragas…
– Mejor, así se podrá hacer una idea de lo que te gusta el sexo.
El siguió metiéndole mano hasta que en un instante la giró, la puso de cara a él y yo entonces me retiré un poco para ver el espectáculo que durante tanto tiempo había ansiado contemplar. Nada más ponerla de cara a él, le levantó la mini y empezó a sobarle el trasero dejando ver todo su culo a los demás y como le estaba metiendo una sobada que hacía época. Al poco rato, no fueron pocos los que también se unieron a tal sobada con disimulo. Luego mi amigo la cogió y le sacó uno de sus pechos al aire y le empezó a comer el pezón delante de todos, cosa que a mí me estaba excitando en exceso, hasta que mi mujer se arrimó a mí y me dijo:
– Roberto, nos podías acercar ya a casa porque tu amigo me ha puesto caliente con su exhibición de dominio de una buena hembra, pero es que además le he notado el bulto que tiene esperando impaciente por mi y la verdad es mucho mayor que el tuyo, más grueso y estoy impaciente por probarlo.
Nos fuimos de la discoteca, yo conducía, y ellos se subieron en la parte trasera. Él continuó metiéndole mano, le quitó el suéter y dejó sus pechos al aire que, seguidamente, empezó a comérselos pegándole pequeños mordisquitos en los pezones, luego le sacó la mini y así ella se quedó completamente en pelotas en la furgoneta y su toqueteo no paraba.
He de decir que al ser furgoneta, lleva unos grandes cristales que facilitan al máximo la visión de lo que está ocurriendo dentro.
Ella, por su parte, ya había dejado libre el monstruo que tanto quería catar, y aunque ya empezaba a dar signos de despertarse, no alcanzó su punto álgido hasta que mi mujer, mientras se lo manoseaba, se lo introdujo en la boca y empezó a chupársela lentamente, no tardando en convertirse en una follada de boca bestial, hasta que él no aguantó más y se corrió en su boca, sacando una gran cantidad de leche espesa, que mi mujer se afanaba en tragarla, aunque le fue imposible. Le chorreaban por la comisura de los labios dos hilos de semen de mi amigo.
Ni que decir tiene que a mí todo eso me tenía excitadísimo y no me importó que a mi amigo le permitiera follarle la boca hasta el fondo de la garganta, cosa que a mí no me dejaba hacer, que tuviera arcadas, y sobre todo, que le soltara un buen lecherazo en la boca.
Por fin llegamos a casa, Clara dijo que iba a ducharse y a cambiarse. Ricardo preguntó si también podía ducharse y Clara le dijo que podían hacerlo juntos. Aquella respuesta me dejó un poco perplejo, pero me parecía bien. Tenía claro que iban a guarrear en la ducha y les dije que les acompañaría, quería verlo todo. Y no me equivoqué.
En cuanto se metieron dentro de la bañera, se enjabonaron el uno al otro y, Ricardo, se puso de rodillas, le hizo apoyar una pierna en el borde, le quitó todo el jabón del coño y empezó a comérselo, lentamente y con mucho arte.
Clara estaba como loca, que le coman el chocho es lo que más le gusta en este mundo, y en menos de cinco minutos tuvo su primer orgasmo, pero cuando iba a bajar la pierna, Ricardo le dijo que no se moviera, que una corrida no era nada. Le dijo que le iba a comer el chocho hasta que ella le gritara que parara.
Para resumir os diré que Clara se corrió unas diez veces, conmigo nunca le había pasado. Acabó gritándole que parase que no podía más.
Ricardo se levantó, se acabó de lavar y dijo como premio esperaba que le permitiera follársela por el culo.
Clara estaba tan contenta y por supuesto, tan satisfecha que en menos que canta un gallo ya estaba colocada a cuatro patas encima de la cama.
Yo, como os podéis imaginar tenia la polla tiesa y los huevos me dolían de la leche que tenia acumulada.
Todo fue muy rápido, Ricardo se acercó a la cama, le pego unos lametones en el ojete de mi mujer y sin decir nada, se la clavó de un solo golpe. El grito que pegó Clara debieron oírlo todos los vecinos pero, la muy guarra, a los pocos minutos decía:
-Lo ves cabrón, quería meter a otro hombre a nuestra cama y lo has conseguido. Mira como me da por el culo. Acércate que te comeré la polla y permitiré que te corras en mi boca.
Fui hacia ella rápidamente, pero estaba tan caliente que a la segunda chupada me corrí como un cerdo.
Cuando me estaba limpiando el rabo con su lengua, noté que las embestidas de Ricardo eran más fuertes. Lo miré y vi, que había sacado la polla del culo de mi mujer y se estaba corriendo en las nalgas de Clara.
Estábamos derrotados y nos acostamos los tres. Dormimos hasta bien entrada la mañana. Ricardo se vistió y quedamos en llamarnos para quedar para el próximo fin de semana y tener una buena sesión de sexo.
Ya os contaré como fue. Besos para todos.