Entre dos amores

Nos contó en otro relato que su vida sexual no era muy satisfactoria hasta que se lio con su suegro. Estaba viudo y era un hombre muy fogoso. Han seguido con su relación con mucha discreción. Los quiere a los dos, pero…

Arantxa – BILBAO
Dejé mi relato cuando estaba entregada a mi suegro y sintiendo, al moverme, su dureza en mi vientre desnudo y me reí a la vez que le besaba y le preguntaba qué era eso que teníamos ahí. Pepe rió conmigo y soltando su cinturón y el botón del pantalón cogió mi mano para acercarla. Yo, toda decidida, bajé el pantalón y el slip a la vez, dejando a la vista un pedazo de rabo como nunca había visto. No es muy largo, casi como el de mi marido que anda por los 15 cm, pero es gordísimo.
Con esa misma mano comencé a pajearle a la vez que le susurraba guarradas, como que se la iba a comer entera, etc. De pronto Pepe agarró mi mano pidiéndome que parara pues estaba a punto de correrse y no quería hacerlo. Por eso, como pudo, se quitó los pantalones del todo y poniéndose a mi espalda, me empujó llevándome al dormitorio, bien agarrada por el culo y por las tetas. Esto consiguió excitarme de nuevo y con una mano tiré hacia atrás para buscar su polla. Estaba terriblemente dura y encabritada con cada paso que dábamos.
Al llegar al cuarto nos dejamos caer en la cama, nos colocamos bien y ahí estaba Pepe apuntando con su polla la entrada de mi coño. Me miró y me preguntó si estaba segura de querer que ocurriera pues era mi suegro y ya no habría marcha atrás. Yo respondí con un grito que quería sentir su polla machacándome el coño, sentir su leche dentro de mí y poder correrme de nuevo entre sus brazos.
Pepe no se hizo de rogar y se dejó caer encima de mí. Su polla llenaba por entero mi coño y con sus embestidas y rugiendo se corrió dentro de mí. Siguió entrando y saliendo un poco más y justo cuando paraba, me corrí yo en un orgasmo brutal. Nunca antes, ni tampoco después, sentí uno igual. Me quedé en la cama toda despatarrada, cuando Pepe salió de mi para tumbarse a mi lado a la vez que me abrazaba, chorreando flujo, semen y pienso que también me meé dejando toda la colcha hecha un asco.
Así estuvimos un buen rato descansando y sin hablar hasta que al poco le pedí de meternos dentro de la cama pues hacía un poco de fresco. Deshicimos la cama y desnudos como estábamos nos acurrucamos el uno junto al otro, frente a frente, besándonos con más tranquilidad y hablando. Pepe me preguntó qué iba a pasar en el futuro pues mi marido es su hijo y de ninguna manera quería hacerle daño. Yo le respondí que mi situación era inaguantable y que si no hubiera sido con él antes o después me hubiera acostado con un hombre para saciar las ganas de sexo atrasadas por culpa de la inapetencia de su hijo. Añadí que nuestra vida podía seguir igual que hasta ahora con la única diferencia de que todas mis ganas de follar tendría que calmarlas él mientras su hijo trabajaba, y por supuesto nadie se tenía que dar cuenta de nada por el bien de los dos. Si no era así, posiblemente tendría que separarme de su hijo y por supuesto no nos veríamos más, que el decidiera lo mejor para todos.
Pepe, sin decir nada, llevó su mano a mi coño, restregándome bien los dedos por todos los sitios y luego, sacándola, se los llevó a la boca degustando nuestros sabores y entonces habló.

– Estoy seguro que estás falta de follar, como lo estoy yo, por eso pienso que podemos ayudarnos el uno al otro sin que haya ningún escándalo.
Así, con largo beso, cerramos nuestro acuerdo y aquella noche, por supuesto, dormimos, es un decir, en la misma cama. Se la chupé, Pepe me comió el coño de una forma magistral haciéndome recordar viejos tiempos con mi marido, pues de casados no ha vuelto a hacerlo, y volvimos a follar otras dos veces. Yo me corrí por lo menos seis veces y Pepe tres, por lo que quedamos agotados.
A la mañana siguiente nos levantamos tarde y lo primero que hice, ya que estábamos desnudos, fue agarrarle por el rabo y ponerme tumbada encima de él, besándole y haciéndole notar mis tetas. Pepe se fue empalmando poco a poco y al sentir su polla dura lo que hice fue sentarme encima de ella. Esta postura no la había hecho nunca y estuvo muy bien pues fui yo quien controló en todo momento cuando y cuanto entraba en mi coño y a la vez Pepe no dejaba de babear con mis tetas colgando y al alcance de sus manos. Así conseguí que casi nos corriéramos a la vez en un orgasmo lento e interminable.
Descasamos abrazados el uno al otro y nos levantamos para desayunar. Cuando estábamos en la mesa se me ocurrió una idea, me levanté y llamé a Koldo a casa, pues era domingo y estaría todavía en la cama. Le dije que como había pasado tanto tiempo sin venir desde la última vez, estaba toda la casa hecha unos zorros y necesitábamos más tiempo para dejarla presentable, que lo mejor era quedarnos toda la semana y que él viniera a buscarnos el sábado.
Se quedó conforme y supongo que contento de tener una semana de tranquilidad. Al despedirme le advertí que si, al no estar yo, se le ocurría hacer alguna tontería por ahí, me lo iba a pagar muy caro.
Pepe, desde la mesa, se reía por lo bajito hasta que se levantó y poniéndose a mi espalda, me empezó a meter mano, sobándome las tetas, el culo, el coño y vaya, todo lo que pillaba y allí estaba yo, calentorra de nuevo, hablando con mi esposo de trivialidades hasta que, en una de esas, se me escapó un gritito y para arreglarlo le dije a Koldo que tenía que colgar pues tenía la leche en el fuego y se iba a quemar todo.
Colgué y fui a por la leche, pero la del rabo de mi suegro. Como una posesa le cogí la polla y le hice una mamada, tragándome toda su leche allí mismo. Esta semana, hasta que vino Koldo, nos la pasamos follando a todas horas y en todos los sitios que pudimos. He de reconocer que Pepe, pese a sus 56 años, fue capaz de satisfacerme todas y cada una de las veces. Un día llegamos a follar ocho veces, corriéndome yo las ocho y Pepe en cinco ocasiones.
El sábado que vino mi marido follé con él por las bravas pues le dije que quería estar segura de que no había hecho ninguna escapada por ahí. Supongo que mis celos le alagaron y esa noche consiguió hacerme disfrutar, muy escandalosamente por cierto, por lo que Pepe tuvo que oírnos.

Cuando acabó, mi esposo se dio la vuelta y a dormir, pero yo me levanté par ir al baño. Cuando estaba en él mi suegro, que estaba pendiente de mí, entró y allí me pilló en el momento de irme a sentar en el bidé a refrescarme el coño. Se desnudó en un momento y allí, los dos desnudos y sin poder decir nada ni hacer ningún ruido, nos acoplamos como pudimos. Pepe estaba como una moto y metió todo su rabo en mi coño, todavía con el semen de mi marido, y ambos nos corrimos enseguida, quedando deshechos pero satisfechos. Cada uno volvió a su cama y dormimos hasta el día siguiente.
Este domingo nos levantamos algo tarde, desayunamos los tres juntos y al acabar mi marido dijo de ir al pueblo a comprar el periódico y el pan. Nada más marchar, Pepe se tiró sobre mí para meterme mano, besarme y follarme. Al rato nos fuimos a la cama y allí, desnudos, estuvimos como media hora follando sin parar. Nos corrimos los dos y rápidamente nos vestimos para cuando viniera mi marido.
Después, ya de regreso a casa, Pepe y yo hemos seguido follando todos los días, incluso varias veces. Las relaciones con mi marido se fueron estabilizando y con mucha mano izquierda por mi parte he conseguido cierta paz conyugal y también que mi esposo se decida a follar con un poco más de regularidad, pero muchas veces que hemos acabado y voy al baño a limpiarme, allí está Pepe esperándome para darme rabo otra vez y con toda la leche de mi marido rebosando de mi coño.
Ahora seguimos así, follando todos los días con Pepe y de vez en cuando con Koldo. Los peores días son en vacaciones, pues si bien una semana antes vamos Pepe y yo a prepararlo todo y vivimos y actuamos como recién casados, los días que mi marido está allí desocupado, tenemos que aguzar el ingenio para esperar a que vaya a hacer recados o bien vamos nosotros.

Esta es nuestra historia que, como os decía al principio, está escrita a cuatro manos pues Pepe la va pasando al ordenar mientras yo voy hablando y recordando, pero tengo que deciros que hemos tardado casi una semana en acabarla pues varias veces nos hemos calentando tanto que lo hemos dejado para irnos a la cama y revivir nuestras experiencia follando de nuevo.
Un saludo.