Relato erótico

Entre copa y copa

Charo
7 de agosto del 2019

Les gustaba Ibiza y aquel año volvieron a ir a pasar unos días. Reconocieron en el restaurante del hotel a una pareja de su ciudad. Se acercaron, se saludaron y entre copa y copa terminaron hablando de sexo y…

David – Barcelona
Lo que voy a contar ocurrió en la maravillosa isla de Ibiza. Allí hemos ido varias veces mi mujer y yo, 35 y 40 años, ella rubia y ojos claros, de hermoso cuerpo, un culo como para no dejar de mirarlo y unas tetas de exhibición, yo moreno, cuerpo atlético por mi afición al deporte y una polla normal pero que sé utilizar bien.
Siempre nos habíamos alojado en hoteles más o menos modestos pero esta vez nos quedamos en uno que está a la orilla del mar, con pequeñas cabañas con todas las comodidades, piscina, jacuzzi, restaurante y bar.
Íbamos en plan de descanso y nos dedicamos a visitar las playas blancas y los encantos propios de la isla mediterránea.
Una de aquellas noches cálidas nos dedicábamos a nadar en la piscina, mientras la brisa nos bañaba dulcemente. De pronto vi sentada en el bar a una pareja de mi ciudad, con quienes no tenía una cercana amistad pero nos conocíamos y alguna que otra vez nos saludábamos.
La pareja era aproximadamente de nuestra edad, ella de cabello rubio como mi mujer y muy buen cuerpo, y él tal vez mayor que yo algunos años, alto y de aspecto agradable.
Se lo comenté a mi mujer y fuimos a saludarlos. Ellos habían llegado esa misma tarde y al igual que nosotros estaban esperando que el clima fuera más propicio para ir a dormir. Nos invitaron a sentarnos con ellos y a tomar unas copas. Conversamos largamente sobre diferentes temas y nos alegrábamos de habernos encontrado para compartir nuestras experiencias en los diferentes paseos programados por las agencias de viajes, pero como ya iban a cerrar el bar, decidimos continuar en el apartamento de ellos con el licor que estaba en la nevera de la habitación.
Las mujeres pronto hicieron buena amistad y se reían de los chistes que decíamos e inclusive ellas contaron algunos. Pronto nuestra charla derivó hacia el tema sexual y como el licor hace que uno se desinhiba, pues los temas se hacían cada vez más fuertes, comentando sobre nuestros gustos y nuestras fantasías.

La mujer de mi amigo comentó que a ella le agradaría ver a otra pareja hacer el amor. Su marido dijo que le gustaría hacerle el amor a su mujer junto con otro hombre, por lo cual yo solté la carcajada comentando que esa era también una de mis fantasías. Mi mujer dijo que a ella también le gustaría hacer el amor con dos hombres al mismo tiempo, pero que aunque yo se lo había insinuado ella no se atrevía. En fin cada uno puso sus cartas sobre la mesa.
La charla continuó y en medio de las risas, los cuentos y las copas, nos besábamos cada uno con su pareja sin preocuparnos de estar frente a otros. Como mi mujer y yo estábamos en traje de baño, en uno de los besos acaricié sus blancos y grandes pechos, pero de inmediato ella detuvo mi mano.
En ese momento la mujer de mi amigo le dijo que siguiera tranquila, que estábamos en confianza. Entonces vimos que ella le tenía agarrada la polla a su marido sobre el pantalón mientras se entrelazaba en un beso largo y apasionado. Esto nos dio ánimo y nos seguimos besando, pero no me contenté con acariciar sus tetas sino que saqué una al exterior y me puse a chuparla suavemente como a ella le encanta.
Al rato, como la habitación tenía dos camas grandes, cada pareja se apoderó de una y ya desnudos los cuatro, nos dedicamos a acariciarnos hasta que nosotros nos detuvimos un momento para mirar como ellos se acariciaban. Ella sobaba con placer la polla de su marido mientras él le metía uno, dos o tres dedos en el coño, el cual se veía muy bien cuidado.
Entonces nosotros nos situamos para hacer un 69 y con disimulo miré que nuestros vecinos detenían su acción para mirarnos, mientras se seguían acariciando. Mi mujer se tragaba mi polla, lo mamaba delicioso con la motivación de que éramos observados y además por las copas que tenía encima. Yo procedía a pasar mi lengua por su raja y su culo, intentando penetrarla con ella. Así tuvo varios orgasmos, lo que es frecuente en ella, mientras yo intentaba contenerme para no eyacular tan pronto, pero pronto ella me pidió que se la metiera ya que estaba muy caliente.
Me coloqué sobre ella y procedí a introducir mi verga suavemente, pues ella es muy sensible y aunque, mientras yo bombeo mi polla como un pistón, me gusta mamarle las tetas, en aquella ocasión dejé que ella se acariciara los pechos para mi deleite y el de los vecinos que nos seguían mirando.
De pronto observé que la mujer de mi amigo abandonaba la cama donde estaban y silenciosamente se vino a la nuestra dedicándose a besar y a chupar los pechos de mi mujer. Ella se dejó hacer hasta el momento en que sujetó la cabeza de la mujer con sus dos manos para que siguiera mamando con más fuerza. Entonces le pregunté:
– ¿Te gusta?
– ¡Me encanta, que gusto! – y siguió con suaves quejidos, demostrando lo mucho que estaba gozando.

En eso estábamos cuando vi que el marido también se venía a nuestra cama y colocaba su polla junto a la boca de mi mujer. Ella, abrió sus labios y se introdujo por primera vez una polla que no era la mía en su deliciosa y delicada boca. Aquello se había convertido en una orgía completa y animado, le dije a mi mujer que se colocara a cuatro patas y mientras yo la seguía bombeando desde atrás, la mujer se metió por debajo de ella en posición de 69 y comenzó a lamerle el clítoris aumentando el placer de mi mujer, que seguía mamando aquel pene que, aunque no era más grande que el mío, le daba morbo, pues no había visto en vivo otro en su vida.
Pronto el hombre sacó su polla, pues presentía que la eyaculación se aproximaba, se sentó a un lado y comenzó a besar el coño de su mujer, que seguía chupando el de mi mujer, aunque muchas veces su lengua se extraviaba y pasaba por el tronco de mi pene y mis pelotas. Mi mujer gemía como endemoniada por el mucho placer que recibía.
Al rato el amigo, que seguía comiéndose el coño de su mujer, le dijo que iba a penetrarla. Se colocó en posición y comenzó a meter y a sacar su polla del coño de su mujer, que gemía al igual que la mía. Nos dejamos llevar por el placer y en forma simultánea una corriente eléctrica nos recorrió cuando llegamos al orgasmo. Chorros de semen inundaron los coños de las mujeres que movían deliciosamente su culo, buscando si se quiere más placer.
Para terminar la faena la mujer de mi amigo se dedicó a lamer mi pene hasta dejarlo limpio y de nuevo listo para el segundo tiempo. Mi mujer al verla, hizo lo mismo con el pene de nuestro amigo. Solo reposamos un breve momento mientras tomábamos unas copas. Entonces decidimos que como ya estábamos en confianza, cambiáramos de pareja. Mi mujer me miró como preguntando si era verdad que yo estaba dispuesto a compartirla y yo le dije que después de lo que había pasado, no había problema.
Para darle ejemplo cogí a la mujer de mi amigo y le pedí que me la mamara. Ella, en forma muy obediente, se colocó de rodillas y se dedicó a pasar sus labios y su lengua por mis huevos, mi tronco y cuando lo consideró conveniente se introdujo mi polla en su boca, mientras su marido la miraba complacido, pero mi mujer, que aún recelaba, se arrodilló también ante mí y compartió la mamada que me hacía la otra mujer. Las dos se turnaban para mamarme como si de una competencia se tratase e incluso besos se dieron entre ellas, lo cual me encendió en gran manera, pues estuve a punto de bañarles el rostro con mi esperma.

Entre tanto, el otro hombre sobaba alternativamente el culo de las dos mujeres, les metía los dedos en sus coños, pasaba jugos a sus culos y para luego meter en cada ano un dedo. Las dos mujeres acabaron a cuatro patas, mamando alternativamente mi polla, mientras nuestro amigo las enculaba con sus dedos.
Los gemidos de las mujeres no se hicieron esperar. El hombre sacó el dedo del culo de mi mujer y procedió a meterle su polla, primero en el coño, bombeándola suavemente una y otra vez, mientras con el dedo seguía dando placer al culo de su mujer. Nuestras fantasías se estaban cumpliendo al completo.
Después sacó la polla del coño y la situó en el ojete y como estaba bastante dilatado, lo fue introduciendo poco a poco. Las nalgas de mi mujer se movían como una licuadora. Estaba disfrutando a lo máximo y entonces la mujer de mi amigo me pidió que la enculara también, que no fuera egoísta y yo, solícitamente, la complací, repitiendo la faena hecha por su marido en el cuerpo de mi mujer.
Ahora las dos mujeres eran sodomizadas por dos hombres que no eran sus maridos. Los penes entraban y salían haciendo un ruido peculiar. Los gemidos aumentaban de nivel. Los cuerpos se contraían y los espasmos del orgasmo se fueron incrementando. Parece que nos pusimos de acuerdo, pues eyaculamos casi al mismo tiempo. Los deliciosos culos exprimieron hasta la última gota de semen de las pollas y caímos en la cama rendidos, extenuados, pero muy contentos.
Luego nos fuimos a nuestra habitación y sin hacer ningún comentario, nos aseamos y pronto nos quedamos dormidos.
Al día siguiente cada pareja disfrutó de los planes turísticos que había contratado con su agencia de viajes y al anochecer regresamos al hotel. Después de cenar, nos entonamos con una buena dosis de copas y comentamos lo ocurrido la noche anterior. Para las dos parejas era la primera vez que esto ocurría, aunque la mujer de mi amigo me comentó luego que ella sí había tenido experiencias con un novio anterior, a quien se la había mamado varias veces.
Conversamos largo rato y nos besábamos con cualquier mujer, pues los dos las teníamos a nuestra disposición a cada lado. Pronto nos desnudamos y echamos a suerte a cual mujer le tocaría primero. La suerte favoreció a la mujer de mi amigo. Yo me acosté boca arriba y la mujer se colocó sobre mí, de tal manera que mi polla quedó incrustada en su coño. La bombeé varias veces, mientras que su marido le besaba la espalda y luego pasaba la lengua y los dedos por el culo de la mujer, dilatándolo previamente para luego penetrarla con deleite.
Mi mujer estaba sentada, sobándose las tetas con una mano y el coño con la otra. Logramos que la mujer tuviera varios orgasmos y cuando dijo que quería descansar porque estaba rendida y dolorida, sacamos nuestros penes y mi mujer se arrodilló ante los dos y comenzó a mamarnos la verga alternadamente, mientras con sus manos nos acariciaba las pelotas.

Duró largo rato metiendo y sacando nuestros penes de su boca. Cuando sintió que era el momento apropiado, al sentir la agitación de nuestras respiraciones detuvo la mamada y le indicó al hombre que se sentara en la orilla de la cama y ella, por su cuenta y riesgo, se sentó sobre él dándole la espalda y mirándome de frente, metió la polla en su vagina para lubricarlo apropiadamente y luego de gozarlo por unos minutos lo sacó, lo situó en su culo y dejó que se fuera introduciendo suavemente.
Luego comenzó su deleite, subiendo y bajando sobre ese poste de carne que le enardecía los sentidos. Yo la miraba extasiado. Esto parecía imposible solo dos días antes y ahora lo veía en realidad. Después se echó hacia atrás, dejando a mi disposición su coño. De pronto sentí que la otra mujer se arrodillaba de tal manera que con sus manos nos acariciaba los huevos a los dos. Esto era difícil de soportar y pronto un escalofrío me recorrió la espalda y eyaculé como nunca lo había hecho. Cerré mis ojos y me dejé llevar por la emoción, notando que nuestro amigo también había inundado el culo de mi mujer, acelerado por las caricias en los huevos propiciadas por su mujer con sus expertas manos.
Después nos despedimos y quedamos comprometidos que nos comunicaríamos para continuar nuestra relación sin despertar sospechas en la ciudad donde éramos muy conocidos y la verdad es que para nada se dañó nuestra relación de pareja, al contrario se enriqueció con estas nuevas experiencias.
Nosotros nos amamos apasionadamente y lo demás es solo sexo. Las dos parejas somos muy estables emocionalmente y no compartimos con otras. Por ahora es suficiente.
Besos de los cuatro.

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