Enseñando a la canguro

Su mujer estaba de viaje y a él le salió una reunión de última hora. La llamó y ella le dijo que no se preocupara que hablaría con Ana, una alumna suya que podía ir para cuidar al niño, En cuanto la vio entrar por la puerta supo que, posiblemente, le seria infiel a su mujer por primera vez,

Víctor – Cádiz
Mi mujer, por motivos de trabajo, había viajado a otra ciudad por unos días, y esa noche a mí se me presentó una reunión de trabajo ineludible, y no tenía con quien dejar a nuestro hijo de dos años. La llamé y me dio la solución. Había hablado con una de sus alumnas a quien consideraba muy responsable y con quien se llevaba muy bien para que se quedara esa noche con el pequeño, y había aceptado. Su nombre era Anita y sobre las seis de la tarde vendría a mi casa.
Efectivamente, llego puntual. Me deslumbró cuando la vi. Anita tendría unos 20 años, con un cuerpo escultural. Llevaba unos vaqueros muy ajustados que permitían apreciar sus largas piernas, una fina cinturita, un polo ceñido bajo el cual se alojaban unas tetas grandes y firmes. ¡Qué mujer! No pude hablarle mucho, porque se me hacía tarde y mi hijo ya andaba por ahí haciendo travesuras, así que le dije que lo cuidara bien y que regresaría a las antes de las doce de la noche.
Durante la reunión no pude dejar de pensar en ella. Me sorprendía que mi mujer hubiese mandado una chica así a nuestra casa. De hecho confiaba mucho en mí, pero, ¿podría resistir la tentación?
Nunca había sido infiel, pero que ganas tenía de serlo esa noche. Felizmente pude salir temprano de la reunión, de manera que llegué a mi casa una hora antes de lo previsto. Encontré a Anita viendo la televisión en el sofá, me informó, que mi hijo ya estaba dormido y me preguntó si podía quedarse hasta que la película terminase, ya que faltaba poco. Obviamente accedí, y me senté a su lado. Me sorprendí al ver en la pantalla a una pareja que se besaba apasionadamente. La escena continuó mostrando como las manos del chico bajaban hasta el trasero de la chica para manosearla, a lo que ella respondía con gemidos. Luego se veía a ella besarle el cuello, luego el pecho y seguir descendiendo con sus besos, mientras que la cámara se quedaba enfocando la cara del joven con evidentes muestras de placer. Así terminaba esta película. Apagó el televisor y se giró hacia mí, preguntándome porque el chico había hecho esos gestos de placer. Le expliqué que aunque no lo mostraran, daban a entender que ella, le hacia sexo oral a su pareja, y por eso el ponía esa cara.
-¿Puedo hacerle una pregunta indiscreta?, es solo por curiosidad –dijo-
-Adelante, hazla -le respondí
-¿A Ud. le produce tanto placer el sexo oral?
-Para serte sincero, es algo que me encanta -le respondí encantado con el giro que iba tomando la conversación.
-Con razón mi novio me pide tanto que se la chupe, pero no lo hago con frecuencia porque no me gusta.
-¿Y qué es lo que no te gusta?

-Es que tengo miedo de que se corra dentro de mi boca, nuca se lo he permitido, debe ser horrible.
-Pero no puedes decir que es horrible si nunca lo has probado – dije acercándome un poco más a ella mientras debajo de mi pantalón ya tenía una erección descomunal.
-Es que realmente a veces no lo entiendo – dijo ella sin inmutarse en lo más mínimo por mi cercanía.
-¿A qué te refieres?
-A veces creo que lo único que él quiere es que le este chupando el pene, y a mí me gustaría que juegue conmigo, me encantaría que me toque toda, que me acaricie los pechos, que me los bese, en fin, pero creo que no lo entiende así.
Con tal conversación ya no pensaba en otra cosa que en quitarle la ropa y penetrarla por todos sus agujeros, pero tenía que actuar con mucho tacto para no arruinarlo
-Por lo que me dices, me parece que debes tener una sensibilidad especial en tus pechos…
-Sabe, me parece que es cierto, porque cuando me los toco yo misma me excito -y diciendo esto se apretó sus tetas con sus manos mientras cerraba los ojos.
Decidí que era el momento apropiado. Era en ese momento o nunca. Le pasé mi brazo derecho por la cintura acercándola más a mí, y puse mi mano izquierda encima de su mano que estaba apretando una de sus tetas, a la vez que con mi boca le besaba suavemente el cuello. Ella respondió con un gemido y retiró su mano para que fuera la mía la que tocara su pecho. Parece que esto la excito más, porque comenzó a gemir más fuerte. Definitivamente se calentaba mucho acariciándole los pechos, y yo no desaprovecharía eso.
No opuso resistencia cuando le saqué el polo, quedándose con un sujetador blanco, a mi parecer muy ajustado, porque sus tetas parecían estar luchando por librarse de él. Inmediatamente la puse frente de mí, e introduje mis dos manos por dentro y le apreté las tetas con fuerza, lo que provocó en ella un grito de placer. Tenía unas tetas perfectas: grandes, redondas, muy firmes y de pezones duros y erectos. Inmediatamente comencé a besar esos pechos divinos, lo cual a mí también me excitó muchísimo, ya que ella me había sacado la camisa y también acariciaba mis tetillas. De pronto sentimos un ruido en la habitación de mi hijo, que nos hizo separar. Le pedí que fuera a investigar. Se cubrió las tetas con mi camisa y se dirigió a la habitación. Mientras se alejaba no pude apartar la vista de su culo, era fenomenal. Regresó a los pocos segundos, ya sin cubrirse. Me excitó aun más verla caminar con sus vaqueros apretados, esa cinturita y el torso desnudo, con sus tetas balanceándose de un lado a otro conforme caminaba. Cuando llegó a mi lado, la abrace y empecé a besarla en la boca con mucha pasión. No puedo negar que sentir su lengua en contacto con la mía me gustó sobremanera.

Mis manos se deslizaron hasta su culo y lo apreté muy fuerte, arrancándole un gemido. Entonces la recosté sobre la alfombra, y volví a atacar esos pechos geniales. Los chupaba, los apretaba, los pellizcaba, los mamaba y ella se retorcía de placer hasta que increíblemente comenzó a temblar descontroladamente. No lo podía creer, estaba teniendo un orgasmo con solo acariciarle las tetas. Minutos después se sentó, y aun jadeante me dijo:
-Me ha hecho sentir cosas que nunca nadie me hizo sentir
-Tu novio es un idiota si no se da cuenta de lo excitantes que son tus tetas – le respondí
-Pues ahora es mi turno de darle placer -dijo mientras se acercaba gateando hacia mí, que me había puesto de pie.
Me excitó mucho verla gateando en cuatro patas hacia mí. Cuando me alcanzó, me bajó el pantalón y la ropa interior, liberando mi polla que estaba loca por salir. La cogió con las dos manos y comenzó a lamerla, desde la raíz hasta la punta, una y otra vez, deteniéndose para jugar con la lengua sobre el capullo. Eso me encantaba. Luego empezó a lamerme los testículos, y era muy placentero. Me volvía loco con la lengua, pero yo ya moría de ganas de que se lo metiera en su boca, así que agarre su cabeza con una mano y dirigí mi polla hacia su boca, pero ella la cerró. Luego me dijo que por favor no me corriera dentro, ya que ni a su novio le permitía hacer eso. Le dije que no lo haría, con tal de que me la chupara de una vez. Acto seguido, se la metió lentamente en la boca, y lo hizo tan profundamente que desapareció completamente dentro de ella. Que placer me produjo estar tan dentro de ella. Comenzó una mamada genial, me la chupaba, la lamía, la mamaba, la besaba y yo me volvía loco. Con razón su novio solo le pedía sexo oral. Lo hacía fenomenalmente bien.
No sabía cuánto tiempo podría resistir, pero ella parecía adivinar, y cuando estaba cerca, ya que bajaba el ritmo de su mamada, haciéndome durar más. Finalmente decidí que ya era hora de hacerla gozar de verdad, así que la levante, le di la vuelta, pegué mi polla a su culo y abrazándola comencé a desabrocharle el pantalón. Ella entendió, porque se lo bajó y, vaya sorpresa, llevaba un tanguita blanco diminuto que se perdía entre ese culo descomunal.
-Que buen culo tienes -le dije mientras la hacía poner a cuatro patas.

La vista era inigualable. Me estaba ofreciendo ese culo que tanto me excitó desde que la vi, e inmediatamente la cogí de la cintura, la atraje hacia mí y de una sola arremetida le metí toda la polla. Sin duda se había excitado chupándomela, ya que estaba totalmente mojada y mi rabo no encontró dificultad para entrar hasta lo más profundo de su chocho. Comencé a follarla con fuerza, ella gritaba de placer, y sus gemidos se incrementaron cuando bajé el ritmo y con mis pulgares empecé a acariciarle el ano. Era muy estrecho, sin duda virgen, pero vaya que se había excitado cuando mis dedos comenzaron a abordarlo.
-No, por ahí no. Soy virgen por ahí, y quiero seguir siéndolo, a mi novio tampoco le permito que entre a pesar de lo mucho que insiste… es que pienso que me dolería mucho.
Me quedé frustrado por no poder encularla, pero entonces tomó la iniciativa, recostándome de espaldas sobre la alfombra, y subiéndose sobre mi empezó a cabalgar mi polla frenéticamente. Que excitante era verla subir y bajar sobre mí, con sus grandes tetas moviéndose aparatosamente. De pronto su cuerpo se tensó completamente, me apretaba tanto el cipote que me dolía, y comenzó a temblar aparatosamente, saliéndose de mí y continuando con sus temblores en la alfombra. Estaba teniendo otro orgasmo ¡esta hembrita era puro fuego! Me puse encima de ella y le dije:
No me has dejado que te llene la boca con mi leche, ni que te la meta por el culo, y he cumplido obedeciéndote, pero no permitiré que me niegues lo siguiente:
¿De qué se trata? -me dijo un poco asustada
Tus tetas son maravillosas, me encantan, y las voy a bañar de leche.
-Nunca nadie ha hecho eso conmigo.
Se la volví a meter en la boca y me la chupo hasta que estuve a punto de correrme, la saqué y le solté un enorme lecherazo en las tetas. Cuando acabé dijo:
-No puedo creer que me haya causado tanto placer recibir su leche en mis pechos.
-Eres una hembra fenomenal, muy sensual -le conteste-, y el sexo, en todas sus formas, te puede dar mucho placer, mucho más del que has sentido hoy, si es que estás con un hombre que sepa como follarte. Te aseguro que incluso lo que tienes miedo de hacer te puede resultar muy placentero.
-Pues solo hay una forma de averiguarlo –dijo- mientras se arrastraba hasta colocar sus labios sobre mi polla que aun no se recuperaba.

Lo cogió y se la introdujo en la boca, rápidamente conseguí una nueva erección. Comenzó a mamármela como una desesperada, se la introducía tanto que llegaba hasta su garganta. Esta chica, vaya que sabía chupar una polla. Agarré su cabeza firmemente con mis dos manos, ya que estaba próximo a inundarla de semen. Cuando comencé a eyacular, su primera reacción fue retirarse, pero aguanté su cabeza con firmeza.
Era evidente que estaba reteniendo la leche en su boca, ya que un chorro empezó a escapar por sus labios y a deslizarse por su mentón. Eso me excitó aun más, y seguí corriéndome sin poder parar.
Segundos después me retiré y caí exhausto al sofá. Ella se echó en la alfombra, mirándome en silencio. Era una buena imagen verla tumbada en el suelo, con sus tetas y su barbilla cubiertas por mi leche. Finalmente se incorporó y me dijo:
-Tenía razón, me estaba perdiendo cosas muy buenas.
-Pues quizás te pueda dar una segunda clase más adelante.
-No me la perdería por nada -me respondió sonriendo mientras buscaba su ropa.
La segunda clase y todas las que vinieron después os las contaré más adelante.
Un saludo.