Relato erótico
Encuentro inolvidable
Publicó un anuncio en la revista Clima y le contestó una pareja que buscaba un hombre para montarse un trío. Se citaron, se conocieron, follaron como locos y califica el encuentro como inolvidable.
Tino – CALATAYUD
Lo que te cuento pasó el año pasado tras publicar un anuncio en tu revista y al contestarme una pareja de Burgos que buscaba un chico para hacer un trío. En la carta había un teléfono de contacto y una serie de normas que cumplir que me perecieron bien así que decidí llamarles. Me cogió el teléfono una señora de lo más agradable y durante la conversación hablamos de como éramos y de lo que buscábamos. Todo coincidía, sus gustos y los míos y las ganas de vivir esta experiencia.
Durante la conversación hablamos como si nos conociéramos de toda la vida pues cada uno decía lo que quería con toda sinceridad. Al final quedamos para llamarnos unos días después y quedar para una cita. Pasaron unas semanas y un viernes por la tarde sonó mi teléfono.
– Hola Tino – me dijo su voz – Soy Ángeles y no gustaría que pudieras venir hoy para conocernos.
– De acuerdo – contesté – aunque tardaré unas tres horas en llegar.
Me dio una dirección donde encontrarnos y que era una cafetería. Todo el camino me lo pasé pensando en como serían y como es lógico, un poco nervioso pues era la primera vez que hacía algo parecido.
Llegué a Burgos, busqué la cafetería donde habíamos quedado, entrando con un poco de miedo pues no sabía como eran, y al entrar una pareja me hizo una señal. Así supe que eran ellos. Nos saludamos y nos presentamos viéndole a ella una cara muy alegre. Creo que la primera imagen les gustó y ella y yo nos dimos dos besos en la mejilla y a su marido un apretón de manos.
Nos pusimos a hablar un poco de todo hasta que decidimos tener la relación a tres. Apuramos el café y nos dirigimos a su domicilio, que estaba muy cerca. Al entrar me ofrecieron una copa, que acepté, y ellos tomaron la suya. En el salón había un colchón en medio. Todo estaba preparado.
Al rato el marido me hizo una señal para que me empezara y así lo hice, empezando a desnudar a Ángeles poco a poco hasta llegar al sujetador y soltárselo. Tenía unas tetas divinas y empecé a tocárselas hasta que ella me cogió la mano y me ayudó, como si quisiera sentirlas en donde más le gustaba. Luego bajé mi mano, le quité las braguitas y empecé a tocarle el coño y noté como se iba mojando.
El marido se unió a mí y entre los dos la estuvimos sobando por todas partes mientras ella gemía de gusto, con los ojos cerrados. Nosotros le chupábamos las tetas y le tocábamos, a dos manos, el coño al tiempo que nos desnudábamos también.
Al rato, su marido, que era el que dirigía todo, me mandó tumbarme boca arriba en el colchón, no sin antes haberme lubricado mi ya tiesa polla, y ordenó a Ángeles que se pudiera también boca arriba encima de mí. Ella, entonces, cogió mi polla, la dirigió hacia su culo y empezó a intentar metérsela en el agujero. Al principio no podía y yo pensé que sería a causa de mi tamaño pero ella, muy hábil, empezó a metérsela en el ano siendo para mí una sensación fenomenal.
Sentía el calor de sus entrañas y el apretón de su esfínter anal, convirtiéndose todo al poco rato en un gusto que yo nunca había experimentado y más cuando, por fin, entró toda. Entonces su marido se puso encima de ella, se la metió toda en el coño y así empezamos el clásico movimiento de la follada. Yo le daba por el culo y él por el chocho hasta que ella empezó a gemir y a moverse como una loca.
Noté que no era la primera vez que hacían aquello, pues les veía muy experimentados. Estuvimos con el metisaca unos diez minutos. Estaba disfrutando como un cerdo, hasta que el marido se corrió. Pude notar como su leche resbalaba sobre mis testículos.
Cuando él se desacopló yo seguía con ella dale que te pego mientras su marido nos miraba. Entonces le pedí que cambiáramos de postura, se puso a cuatro patas y me coloqué detrás con la polla tiesa y volví a metérsela por el culo en presencia del marido, que no perdía detalle.
Empecé al clásico metisaca acelerando todo lo que pude, pues ella chillaba del gusto que le daba, hasta que nos corrimos los dos al mismo tiempo. Fue para mi algo inimaginable. Nunca había tenido tanto gusto en un orgasmo pues fue brutal ya que le llené el culo con una gran cantidad de leche.
Descansamos hablando un rato y tomando unos refrescos hasta que el marido me pidió que me tumbara de nuevo en el colchón y a Ángeles que me la chupara, cosa que hizo enseguida mientras él se ponía detrás de ella y enchufándole la polla en el coño, empezó a follársela. Yo estaba viendo el cielo de lo bien que me la mamaba hasta que llegó lo inevitable me corrí en su boca, sintiendo un gusto tremendo pues nadie me había comido la polla de esa forma. Fue un regalo que todavía no he podido olvidar.
Su marido siguió follándosela hasta que se corrió y yo estaba allí viendo y escuchando como gemían de gusto.
Estábamos agotados, habíamos gozado como locos y les pregunté si podía darme una ducha. Cuando salí, dispuesto a irme me dijeron:
-Estábamos pensando que como es fin de semana, podrías quedarte un día más. ¿Qué te parece?
Por supuesto acepté sin pensármelo. Nos fuimos a cenar a un restaurante que ellos conocían y después nos fuimos a tomar unas copas a un pub. No nos entretuvimos mucho ya que los tres, teníamos ganas de volver a su casa y follar como posesos.
Llegamos sobre las dos de la madrugada, pero no perdimos el tiempo. Nos fuimos directamente a su habitación, ya que antes de irnos, habían recogido el colchón del comedor. Ángeles se fue a dar una ducha y nos llamó para que nos metiéramos con ella. Aunque estábamos un poco estrechos, tenía mucho morbo eso de enjabonarnos mutuamente. En cuanto terminamos, Ángeles fue la primera en salir y en cuanto llegamos a la habitación la encontramos tumbada en la cama y con las piernas abiertas. Quedaba claro lo que quería. Me lancé a comerle el chocho y su marido le metió la polla en la boca.
No paraba de suspirar y de gemir y a los pocos minutos, tuvo su primer orgasmo. El marido le dijo que se pusiera a cuatro patas y cambiamos los papeles. Él le follaba el chocho por detrás, y yo le metí la polla en la boca.
La chupaba de maravilla, además tenía un arte especial comiéndose los huevos. Era un placer inaguantable y como os podéis imaginar, me corrí sin poder evitarlo. Lo que me sorprendió fue ver como se tragaba mi leche y que no me soltara la polla. Me dijo que me estuviese quieto que quería más rabo. Fue increíble, después de mamar, lamer, besar y masajearme los huevos, consiguió que me volviera empalmar, cosa que aprovecho para decirme que me la follara.
Fue una noche maravillosa y he de deciros que no solo lo hemos repetido, sino que entre nosotros ha quedado una buena amistad.
En otra ocasión, os contaré como fue nuestra segunda cita.
Besos para todos de nuestra parte.