En busca de una buena polla

Es provocadora, caliente, viciosa y muy guarrilla. Cuando llega el fin de semana le gusta quedar con sus amigos y que se la follen por todos sus agujeros. Aquel sábado no pudo localizarlos y decidió salir a buscar “carne en tubo”

Eloísa – Alicante
El día en que ocurrió lo que a continuación os cuento, me encontraba algo aburrida en mi casa, ya que todos los fines de semana por la noche estoy acostumbrada a tener programa con uno o varios amigos y follo hasta que mi culo, mi coño y mi boca se sacian de vergas.
Como digo, es día ninguno de mis amigos me había llamado así que decidí llamarlos yo pero ninguno me contestó, entonces, con ganas de no perderme la noche, me vestí de una forma que mi cuerpo provocara ganas de follar a primera vista. Me puse una minifalda negra estrecha y tan diminuta que se podía ver parte de mis nalgas, debajo llevaba puesto un tanga blanco, la blusa también era blanca pero trasparente, anudada debajo de mis tetas dejando al descubierto todo mi estomago, los zapatos eran una sandalias plateadas de tacón alto. Me pinté muy provocativa y decidí salir a la calle caminando sensualmente para que se notara el movimiento de mis nalgas para ver qué ligues conseguía.
De pronto se acercó un hombre y me dijo:
– ¿Donde va semejante culo? – y tocándose, por encima del pantalón la polla, añadió – ¿Tienes algo que hacer?
Yo le contesté que no y que si él tampoco, me gustaría que me invitara. El hombre sonrió y me dijo:
– Espera, hago unas llamaditas y solucionamos el problema.
Así lo hizo, habló con un amigo y luego me dijo:
-Ya sé lo que haremos, vamos a casa de un amigo y allí lo pasaremos muy bien.
Yo estaba excitada pues quería tener acción aquella noche. Cuando llegamos a casa del amigo había cinco hombres más, todos con unas figuras atléticas, altos y bien parecidos que, de solo verlos mi coño se empezó a mojar al imaginar que estos seis hombres me iban a comer en muy poco tiempo. El hombre con quien llegué a la casa, me presentó como una amiga que estaba buscando diversión y ellos contestaron: 

– Pues has venido al sitio indicado, pasa y vas entrando en calor.
Me senté en un sillón grande que había cerca de la chimenea y el hombre con quien llegué, me ofreció un trago, se sentó a mi lado y empezó a acariciarme y a besarme, caricias y besos que yo correspondía hasta que, de pronto, sentí como con una de sus grandes manos desataba el nudo de mi blusa quedando al descubierto mis grandes pechos, que, empezó a chuparme al tiempo que me acariciaba mi clítoris.
– ¿Por qué no nos bailas y nos muestras todos tus encantos? -Me dijo uno de ellos-

Como ya me había tomado varios tragos, estaba un poco encendida y acepté sin más reparos. Uno puso música muy sensual y de pie en el centro de la sala, inicié un baile muy sensual. Ellos me decían:
– Zorra, queremos que nos enseñes las tetas – y yo, con mi blusa, me las levantaba pues ya las tenía fuera y ellos gritaban – ¡Qué tetas tan ricas, mirad esos pezones tan largos y duros que tiene!
Todo esto empezó a excitarlos pues se fueron quitando la ropa, mostrando sus vergas ya completamente erectas y no había ni una sola pequeña, todas eran grandísimas y gordas. Entonces comenzaron a pajearse lo que me hizo animar más para seguir desnudándome.

De pronto gritaban que querían ver mi culo y con movimientos sensuales me fui quitando la falda y mis nalgas, gordas y grandes, quedaron al descubierto quedándome con mi diminuto tanga blanco, moviéndoles el culo y con mis manos abriéndome las nalgas para que pudieran ver mi agujerito.
Esto los puso más cachondos de lo que ya estaban y me decían:
– ¡Zorra, que ano tan hermoso tienes!
Después les mostré mi coño y con mis dedos me acariciaba y les mostraba el clítoris hasta que les dije:
– ¿Quien me va a follar primero, quien me va a chupar el culo?
Con mis dedos me acariciaba el ano para provocarlos aún más y de pronto uno de ellos que estaba a mi lado, de unos cuarenta y cinco años aproximadamente, pelo canoso pero con una polla preciosa, me dijo:
– Ven, siéntate en mi tranca que quiero probar que tal está tu culo.
No me lo hice repetir y abriendo mis nalgas me enterré de una sola su polla en el culo. Era tan gruesa que apenas si cabía en mi culo por lo que empecé a brincar encima del hombre, que me decía:
– ¡Sí, sigue así, así… mira que te estás tragando toda mi verga!
Los demás muchachos se
meneaban con más fuerzas sus
trancas al ver como brincaba yo
encima de aquel hombre hasta
que le dije a uno de ellos que se
acercara a mí para chuparle la
polla pues tenía unas ganas tremendas de mamar una de esas grandísimas vergas. Se me acercó, yo cogí su aparato con mis manos, la acaricié un momento y después poco a poco me la fui tragando toda hasta los huevos. Después de un buen rato de estársela mamando, le dije que se diera vuelta, que quería lamerle el culo y al colocarse en posición, le metí la lengua por el culo cosa que pareció gustarle.
Después de un buen rato, otro chico se tendió en el suelo y me dijo:
– Ven zorra, quiero abrirte el coño.
Me situé y acomodando la verga en mi coño me movía como loca, pues realmente me enloquecía aquella verga enorme dentro de mi. Estaba en esto cuando de pronto otro chico, encima de mí, me la clavaba por el culo y otro, colocándose frente a mí y sin pensarlo más me tragué su verga de un solo bocado mientras acariciaba sus huevos grandes e hinchados. Mientras estos tres me seguían follando y los demás se pajeaban viendo tan hermoso espectáculo pero, de pronto, uno de ellos dijo: 

– Chicos, ¿por qué no la bañamos con nuestra leche?
– ¡Sí, sí, sí…! – les dije yo.

Me arrodillé en el centro de la sala, todos los chicos hicieron un círculo y apuntando sus vergas se empezaron a correr con grandes chorros de semen mientras yo, como loca, no sabía cual verga chupar y sacarle la leche mientras uno de ellos tiraba de mis pezones. Uno de ellos me puso su enorme y gorda verga en mi boca y yo se la chupaba como si fuera el más rico helado tomándola con mis dos manos acariciándola y también los huevos.
– ¡Esta guarra todavía tiene ganas de más! -exclamó uno de ellos. Colocándome a cuatro patas sobre el sofá, les dije:
– Mi culo puede con dos vergas. Estaba tan emocionada de notar tanta leche sobre mi cuerpo, que quería seguir con más acción. De pronto sentí dos enormes cabezas de vergas entrando en mi culo. Yo mordía mis dedos para no gritar de placer y dolor al mismo tiempo. Pasado un rato de esta dulce tortura, uno de ellos dijo:
– Quizá pueda con tres.
Me tomaron por la cintura y quedando acostada sobre uno de ellos, con la verga dentro de mi coño, otro me dijo:
– Coloca bien el culo que te vamos a clavar dos.
Situándome de tal forma, sin que se me saliera la verga del coño, ofrecí mis nalgas y de repente sentí como dos vergas entraban en mi ano. Yo les decía que me las metieran más, que quería sentirlas toda dentro y después, uno de ellos dijo:
– Creo que este culo tiene un poco de sed, ¿por qué no le damos un poco de vino?
Trajeron una botella de la nevera y agitándola fuertemente, la introdujeron en mi culo y el vino espumoso y frió, empezó a entrar luego yo les dije que lamieran mi culo para que me limpiaran el vino y uno a uno fueron pasando a lamerme hasta que nuevamente me vi clavada por dos vergas y con otra en la boca. Cuando iban a correrse me dijeron que si quería tragarme la leche y yo les contesté que sí.

De todas sus vergas empezó a salir esa deliciosa y caliente leche y yo a tragar toda la que podía.
Cuando terminamos decidí regresar a mi casa pues tenía todo el cuerpo pegajoso de toda la leche que había recibido y mi culo ya no resistía más pues me habían metido más vergas de lo que ya estaba acostumbrada. Fue una noche inolvidable.
Un beso muy caliente para todos.