Relato erótico

Empezó con un vibrador

Charo
12 de julio del 2018

Se quieren pero su vida sexual se estaba volviendo aburrida. A su mujer se le ocurrió comprar un vibrador, después otro más grande y poco a poco la “pasión” aumentó de tal manera que acabaron en un club intercambio.

Javier – BARCELONA
La verdad es que no sé por donde empezar pero primero me presentaré. Tengo 42 años y mi mujer 39, estamos de buen ver, pero más ella, que aparte de que esta buena o eso creo yo, también es atractiva y somos de la provincia de Barcelona. Llevamos casados 14 años y nuestra vida sexual siempre ha sido más bien monótona, sobre todo por lo que respecta a ella. Ya hacía años que en el sexo hacíamos puramente lo convencional, en cuanto a posturas, forma, siempre de noche, que es precisamente cuando más cansados estamos los dos, y según que posturas no podemos hacer porque dice que le hago daño, en fin, seguro que la mayoría de vosotros sabéis de qué hablo. Pero hace aproximadamente tres meses, todo cambió.
Un buen día me dijo que con un grupo de amigas, habían montado una reunión tipo las de cosmética pero que les enseñarían “juguetes eróticos”, que le parecía muy divertido y que se reirían mucho. Me extrañó tanto entusiasmo porque hace unos años compré un “juguete” de esos y creo que sigue en lo alto de un armario, muriéndose de asco. También debo decir que hace tiempo le conté que mi fantasía sería verla, y participar por supuesto, con otro hombre. Mejor no os digo su respuesta, porque sería deprimente. Bien, llegó el día de la “reunión” y se fue. Al día siguiente, me mostró lo que había comprado y mi sorpresa fue que hubiera comprado algo. Se trataba de un vibrador, muy pequeño, mas o menos del tamaño de un dedo meñique, y le dije que eso ya lo había comprado yo hacia años, aunque el tamaño era mucho mayor, unos 20 cm, y me contestó que aquello era distinto, más sutil, más pequeño.
Me pareció bien, a mi todo lo que sea variedad me gusta. Total, que esa misma noche lo probamos. Empezamos como siempre, con caricias, besos, etc, entonces cogí el vibrador y empecé a ponerlo en una marcha lenta, tocando con él los labios de su vagina, suavemente. Poco a poco, fui acercándome a su clítoris, notando que ya estaba húmeda y movía su pelvis con un ritmo acompasado, arriba y abajo, entonces con sorpresa por mi parte, me pidió que aumentara el ritmo de vibración, y lo puse a todo lo que daba, que es mucho, os lo aseguro. Y como se movía, se mordía los puños por no chillar, me arañaba la espalda y se movía convulsionada, se apretaba los pechos y tenía los pezones durísimos como jamás la había visto, aprovechando yo para chupárselos y mordisquearlos. En pocos segundos le llegó un brutal orgasmo pero como vi que seguía suspirando, no retiré el vibrador de su clítoris, al contrario, lo apreté con mas fuerza contra él y aunque ella intentó apartarme la mano con la que yo sujetaba el vibrador, se lo impedí con mí otra mano, inmovilizándola con mi cuerpo y la mano que me quedaba libre para que no se pudiera mover, y apreté un poco mas el vibrador contra su clítoris, al mismo tiempo que introducía mi dedo corazón en el interior de su vagina, metiéndolo y sacándolo rápidamente. No duró más de 30 segundos y tuvo un orgasmo quizás más intenso que el anterior, se retorcía de placer, convulsionaba y movía la cabeza de izquierda a derecha como poseída.

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Jamás la había visto así y podéis suponer como estaba yo, mi pene parecía de piedra, y no pude más, me puse sobre ella, y la penetré de un solo golpe. Estaba muy mojada y empecé a follármela de una manera brutal mientras, con la mano con la que sujetaba el vibrador aún en marcha, se lo puse en la entrada del ano, sin llegar a introducirlo. No sé cuanto tiempo pasó, creo que muy poco, y ella se volvió a correr, agarrándome por las nalgas fuertemente y empujándome hacia ella. Ya no pude mas, la saqué, puse mi pene en su boca, ya que os aseguro que mi mujer chupándola es increíble, y tuve un orgasmo alucinante. Luego, me dijo que le daba vergüenza confesar que le había gustado muchísimo, por lo que yo podía pensar que era una puta, una guarra, etc. Por supuesto le dije que estaba entusiasmado, encantado, que por mi cuando quiera y que ya somos adultos. Bien, pero eso no fue todo, es solo el principio.
Al día siguiente de la famosa “reunión”, cuando me enseñó el minúsculo vibrador, me comentó que había visto unas bragas que llevaban incorporado un vibrador, pero lo mejor de todo es que tenía un mando a distancia, sin hilos ni cables, o sea que podía activarlo yo sin necesidad de estar justo a su lado. Pero no lo compró porque era muy caro. Viendo el éxito del anterior me faltó tiempo para comprarlo y la verdad es que si, es muy caro, pero yo tenía algo planeado y si eso me servía a mis propósitos, pues me daba por satisfecho. Cuando se lo di, le hizo gracia, y dijo de probarlo, pero la convencí que no era un “juguete” para probar en casa, para eso ya teníamos el otro. Le propuse ir a cenar a un restaurante del centro de Barcelona y luego a tomar una copa y aceptó. La primera parte de mi plan estaba en marcha.
Nos vestimos bien, yo con traje y corbata y ella con un vestido con falda por encima de la rodilla, con la braga-vibrador puesta y yo con el mando a distancia en el bolsillo, claro. Ya en el camino de ida hasta el restaurante, en el coche, estuve jugando un rato con el mando a distancia, con una vibración muy suave y nos reíamos porque a ella la cogía por sorpresa, pero noté que funcionaba. Llegamos al restaurante y la estuve martirizando durante toda la cena, viendo que su cara se transformaba y de vez en cuando se mordía el labio inferior o cerraba los ojos unos segundos, síntomas inequívocos que se estaba poniendo cachonda. Terminamos de cenar y me preguntó donde podíamos ir a tomar una copa y le contesté que cerca de allí había un pub musical que me había dicho que estaba bien, aunque, “casualmente”, ese pub era de intercambios de parejas.
Entramos en el pub, había mucha gente, pero le gustó porque la mayoría eran personas de nuestra edad. Pedimos la bebida y nos sentamos en un sofá en el que ya había sentada otra pareja pero que cabíamos sobradamente. Me senté de manera que mi mujer tuviera que sentarse forzosamente entre el hombre de la otra pareja y yo. Entonces puse en marcha el vibrador, desde mi bolsillo, muy lentamente al principio, y empecé a besar apasionadamente a mi mujer.

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Supongo que su clítoris estaría muy sensible por la cantidad de veces que había activado el vibrador durante el viaje y la cena, porque rápidamente la oír suspirar, aunque lo hacía con disimulo, supongo que para que el hombre que tenía justo al lado no la oyera, pero como yo estaba deseando que la oyera puse el vibrador un poco más fuerte. Como estábamos en un sofá, al sentarse, su falda se subió un poco, dejando ver más de la mitad de sus muslos. Yo seguía besándola y disimuladamente le acariciaba un pecho, empezando a notar sus pezones duros. Vi que aquel hombre, y también la mujer que estaba con el, nos miraban y puse el vibrador mas fuerte. Mi mujer se abrazó a mí y supe que estaba cachondísima.
Entonces ella empezó a hacer movimientos pélvicos, que aunque suaves, se apreciaban a simple vista y fue entonces cuando aquel hombre y yo nos cruzamos la mirada, él me sonrió y acercó su mano a la pierna de mi mujer, sin llegar a tocarla. Me miró como buscando mi aprobación y supongo que entendió que sí, porque inmediatamente empezó a acariciarla. Creo que en un primer momento, mi mujer no notó que esa mano no era mía porque continuaba abrazada a mí y suspirando con más fuerza. Le di más marcha al vibrador y ya con descaro, empecé a sobarle las tetas por encima de la blusa. Fue entonces cuando se dio cuenta que había una mano de más y se quedó paralizada. Aquel hombre se dio cuenta también que se podía cortar el rollo y dijo, como ordenándolo:
– ¡Acompañadme! – levantándose él y la mujer que estaba con él.
Mi mujer me miró, pero yo me levanté y cogiéndola de la mano la ayudé a incorporarse. No dijo nada. Entramos en una habitación con una gran cama y dos butacas. Lo que allí ocurrió lo recordaré siempre. Yo me senté en una de las butacas y a mi mujer la sujetaron suavemente, de pie, el hombre se puso delante de ella, y la otra mujer detrás. Mi mujer me miraba y parecía decirme que saliéramos de allí, así que empecé otra vez con el vibrador.
El hombre empezó a besarla y a desabrocharle la blusa y el sujetador, dejando sus tetas al aire, tocándoselas, chupándoselas y mordisqueando sus pezones, mientras la mujer, le tocaba el culo y se desnudaba al mismo tiempo. Cuando vieron que mi mujer llevaba puesto el artilugio, me sonrieron con complicidad. Entonces se desnudó el hombre y vi que tenía una potente erección. La otra mujer obligó suavemente a mi mujer a agacharse frente a él e introdujo la polla en su boca y yo, en ese momento, puse el vibrador a toda potencia. La otra mujer, mientras, acariciaba y apretaba las tetas e introducía su dedo en el culo de mi esposa, lubricándole el ano con saliva. Yo no me lo creía, jamás había visto a mi mujer moverse tanto y se estaba comiendo la polla de aquel tipo como si le fuera la vida en ello. Y gritó, vaya si gritó, en aquel lugar no contuvo sus gritos para que no la oyeran los vecinos, allí se soltó, se corrió como nunca, aunque sus gritos no fueran muy altos, porque aquel tipo impidió que se sacara la polla de la boca, sujetándola por la cabeza.
Entonces vino lo sorprendente. Mi mujer seguía a cuatro patas, el tipo se puso detrás de ella y me dijo:
– No pares el vibrador y ponlo a todo lo que de.

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Apartó la braga y soltó saliva en el agujero del culo de mi mujer, encaró la polla, y empezó a follársela por el culo, de donde ella era virgen. Soltó un pequeño grito, pero casi al instante empezó a jadear. A mi mujer tenían que sujetarla, porque se caía sin fuerzas. Entonces la otra mujer, se puso delante de ella, con las piernas abiertas y cogiendo a mi mujer por la cabeza, la hizo comerle el coño, y mi esposa… ¡se lo comió! Pronto se corrió, sí, mi mujer volvió a correrse otra vez, más fuerte quizás que el anterior. Entonces aquel hombre le quitó las bragas, la tumbó sobre la cama, boca arriba y empezó a comerle el coño al tiempo que aquella mujer, se ponía las bragas que parecían tener vida propia, porque el vibrador aún estaba en marcha y a toda potencia.
Yo seguía sentado en la butaca pero aquella mujer se me acercó y empezó a chuparme la polla, que ya estaba para explotar. A lo lejos oí a mi mujer correrse otra vez con la comida de coño que le estaba pegando aquel tipo y me dio el tiempo justo para ver como aquel hombre se ponía sobre ella y se la follaba de una manera brutal, sin miramientos clavándole la polla hasta el fondo y mi mujer chillándole:
– ¡Fóllame… fóllame fuerte canalla… más… no pares!
En ese momento, la mujer que me la estaba chupando y con las bragas de mi mujer puestas, se puso sobre mí, se apartó la braga y se metió mi polla dentro empezando a cabalgar, poniéndome las tetas delante y obligándome a chupárselas. Mientras cabalgaba, con su mano me acariciaba los huevos y yo creía que me corría ya, pero cuando ella lo notaba, aflojaba el ritmo, o paraba para mi desesperación. Y otra vez vi a mi mujer correrse como un animal, chillando, vociferando y llamando a aquel tipo “cabrón” o “canalla”. Jamás había oído a mi mujer hablar así. En una de las paradas que hizo la mujer que me estaba follando para que yo no me corriera, se acercaron mi mujer y aquel tipo y la otra mujer se quitó las bragas. Entonces, aquel hombre, se arrodilló frente a mí y empezó a chuparme la polla y a masturbarme y antes de que yo pudiera protestar, la mujer puso una pierna sobre la butaca con su coño a la altura de mi boca y empecé a chupárselo.
Mi mujer, no sé si por venganza o por morbo, recogió las bragas del suelo y empezó a pasarme la parte del vibrador por los huevos, mientras aquel tipo me chupaba la polla y me masturbaba al mismo tiempo. Me corrí, sí me corrí y tuve la sensación de estar media hora corriéndome. Y tal era mi excitación que aun habiéndome corrido, no me bajó la erección inmediatamente como habitualmente pasa. Así que sin decir nada, me levanté de la silla, agarré a mi mujer poniéndola de rodillas sobre la butaca, con su culo hacia afuera y su cabeza apoyada en el respaldo de la butaca. Como un cerdo, escupí tres veces en el agujero de su culo para lubricarlo y empecé a encularla, cosa que yo nunca había hecho.

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Entonces, aquel hombre se pudo detrás de la butaca, donde estaba la cabeza de mi mujer, le metió la polla en la boca y empezó a follársela por la boca. Y no, no digo que mi mujer le comiera la polla, no, aquel tipo hacia lo mismo que si se la estuviera follando por el coño), sujetándole la cabeza. Al mismo tiempo, la otra mujer deslizó una mano por el vientre de mi mujer, hasta llegar al clítoris, y empezó a masturbarla con una mano y con la otra a acariciarle las tetas. ¡Que gusto me daba follarme a mi mujer por el culo! Y por lo que parece a ella también, porque volvió a correrse como una loca.
Yo me corrí dentro de su culo y el otro tipo dentro de la boca de mi mujer. Fue entonces cuando ella se sentó rendida en la butaca y la otra mujer empezó a besarla en la boca, mientras el semen de aquel tipo aún salía de su boca. Desde entonces, con aquella pareja, nos hemos visto en alguna otra ocasión en casa de ellos que también está en Barcelona, y os aseguro que desde que los visitamos el sexo ya no es monótono en nuestro matrimonio.
Saludos y hasta otra ocasión.

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