Relato erótico
Empezamos hablando y…
Su amiga es algo mayor que él y según nos cuenta, está buenísima. Estaban charlando tranquilamente en el jardín y de pronto, se besaron. Estaban calientes y por supuesto, la cosa no acabó aquí.
Oscar – Estepona
Me llamo Oscar, tengo 22 años y vivo en la localidad de Estepona Málaga. Lo que ahora voy a contar es una historia que ocurrió realmente entre una de mis mejores amigas y yo, hará ahora un par de noches.
La chica en cuestión de quien les hablo se llama Tania, y es una magnífica mujer, tanto física (pues tiene un cuerpo escultural) como mentalmente. Tania tiene 29 años.
Tiene los ojos de un color verde mar, una altura de 1’60, su pelo es en este momento rubio y, para rematar tiene un culo que quita el hipo y unas tetas redondeadas y perfectas.
Tania y yo estábamos charlando tranquilamente en mi jardín tumbados sobre una toalla y en bañador, le conté que había estado en una piscina con dos amigas mías que hicieron topless. Entonces dijo, a modo de broma:
– Pues tendríamos que ir tú y yo a la piscina algún día.
Sin pensar siquiera un segundo yo le respondí en el mismo tono
– Siempre y cuando tú hagas topless
– Ok, trato hecho -contestó ella sin que hubiera mediado un segundo entre nuestras intervenciones- Pero lo mejor sería que nos bañáramos en bolas directamente
– ¿No tendrías reparo alguno en bañarte desnuda conmigo?- pregunté yo sin saber a qué atenerme.
-En absoluto -replicó ella con dicha sonrisa-
Nos quedamos mirándonos apenas unos segundos a los ojos, y comencé a notar un dolor intenso en mis huevos, mientras que podía ver en sus ojos la comprensión de los mutuos pensamientos. Al cabo de unos instantes la estaba besando en los labios de una manera total y absolutamente desenfrenada y ardiente, estrechándola entre mis brazos con miedo a que huyera de mi beso, pero ante mi excitación y comportamiento ella respondió dejando libre su propia pasión, me devolvió el beso.
Continuamos besándonos durante largo tiempo, mordiéndonos los labios, dándole pequeños mordiscos en el cuello que hicieron que ella se convulsionara de placer, cubriendo su cuerpo de caricias, besos y recorriendo su torso con la lengua, hasta llegar a sus enormes y apetecibles tetas.
La miré con un ansia de deseo y placer sexual que no había sentido nunca antes, pidiéndole permiso para continuar con el juego, con el cortejo, con el sexo q estábamos realizando.
Le desabroché suavemente el bikini al tiempo que le regalaba besos allá donde mis manos se posaran, y finalmente sus tetas quedaron ante mí, desnudas y libres, sencillamente perfectas, doradas por el sol, con una aureola rosa coronada por unos pezones rosados. Los lamí realizando círculos con la lengua en la aureola, mordí suavemente los pezones, masajeé gentilmente sus tetas, mientras oía como ella comenzaba a jadear y sentía como su pecho se bamboleaba al ritmo de su respiración entre cortada.
Continué mamándole las tetas ayudado de mi mano izquierda, mientras que con la derecha comencé a bajar a través de su barriga, suave y tersa, hasta su monte de Venus, el sagrado agujero, su coño.
Le quité de igual modo que hiciera antes con la parte de arriba, la parte de debajo de su bikini y comprobé que sus jugos de mujer desprendían un olor fuerte y sensual, a la vez que salvaje y erótico.
Solté sus tetas para encargarme de algo mucho más apetecible, y lo contemplé en su totalidad, un coño rasurado, suave y limpio de vello alguno, que palpitaba debido a la excitación reinante.
Me acerqué a ella y le di una suave lamida con mi lengua sobre la parte exterior de su coño, en primer lugar, y haciendo giros dentro de él en segundo. Gemía de placer cada vez más y más rápido a cada segundo que pasaba. Cuando ya llevábamos un rato en esa postura, opté por ahondar en materia, y le metí dentro de ella el índice y el corazón y comencé a moverlos y a tocar con el pulgar desde fuera el clítoris y presionar, lo que provocó que sus líquidos vaginales cayeran en mi dirección como un torrente caliente, y los saboree gustoso de hacerlo, pues es el jugo de la mujer.
Acto seguido, ella tomó las riendas de la situación y me dio la vuelta en el suelo, quedando yo boca arriba, y ella a la altura de mi polla, que estaba a más no poder. Comenzó a desatarme el bañador mientras me lamía ella a mi todo el torso, deteniéndose en mis pezones, lo cual nadie sabe que excitan muchísimo al hombre.
Cuando hubo desatado mi bañador, metió su mano dentro, buscando mi polla y cuando sentí que la tenía, pude ver su cara de asombro al descubrir 19 magníficos centímetros de polla morena con el capullo púrpura. Me miró de una manera muy felina, como si fuera a ponerse a ronronear, y comenzó de inmediato a besar, lamer y morder la punta de mi polla, tragándosela al minuto siguiente, sintiendo yo una excitación sin parangón. Mientras me comía la polla, me estaba masturbando, y pasando la lengua por todo el tronco hasta llegar a mis huevos, donde los chupaba y succionaba, dejándome sin aliento y haciendo un esfuerzo sobrehumano por no correrme, volvió a meterse la polla en la boca y succionó más fuerte, con lo cual acabó conmigo, y me corrí dentro de ella, descargando potentes chorros de semen en su boca.
Se dice que cuando un hombre se corre, la polla se encoge de nuevo, pues eso a mí nunca me ha ocurrido, lo cual es una enorme ventaja.
La tumbé encima de mí y la penetré hasta el final, sintiendo un calor maravilloso y una suavidad en su interior deliciosa. Comenzamos entonces con el clásico sube y baja, y yo me maravillaba al ver su enormes tetas bamboleándose delante de mi cara. Se movía con movimientos rápidos y fuertes, que me excitaban muchísimo más, mientras ambos gemíamos de placer.
La tomé por la cintura y la subí a pulso, comenzando a follarla en el aire, tan solo sostenida por mis brazos. Mi polla entraba y salía de su coño a gran velocidad y con gran dureza. Los dos nos convulsionamos de placer, sudando y besándonos en todo momento.
La puse sobre el suelo, de costado, y me situé tras de ella, y continuamos follando así, mientras le agarraba sus tetas y ella me tocaba la cara. Al cabo de unos minutos, yo me situé sobre ella, quien aun seguía de costado, puse su pierna derecha sobre mi pecho, y la follé de perfil.
Realizamos muchísimas posturas, hasta que le dije que iba a correrme, ella me contesto que también.
Terminamos de follar y nos quedamos los dos, desnudos, abrazados el uno al otro.
Fue la mejor follada de mi vida, y por supuesto no fue la única que hicimos.
Saludos.