Relato erótico

Embrujado

Charo
12 de septiembre del 2019

Tiene una novia guapa, apasionada y el sexo con ella es divino. Todo era perfecto. Cambió de trabajo y el primer día que llegó a la oficina la conoció. Aquella compañera de trabajo lo embrujó y no paró hasta que consiguió follar con ella.

Diego – Cantabria
El primer día en mi nuevo trabajo llegó con muchas sorpresas, pero la que más me gusto fue la que me proporcionó ver a la chica que trabajaba en el primer piso. Era delgada, con grandes pechos, cabello negro y ojos color miel. Llevaba puesto un tejano ajustado y una camisa blanca que no dejaba ver mucho, sin embargo algo en ella me gustó.
Por la noche cuando le conté a mi novia sobre mi día en el trabajo, tuve que esforzarme por disimular mi interés por aquella chica. Y cuando hicimos el amor no pude evitar imaginar como serían las tetas y el coño de mi nueva compañera. Estos pensamientos y lo buena que era mi novia en la cama hicieron de aquel uno de los mejores orgasmos de mi vida. Nos corrimos varias veces e hicimos un 69 fabuloso.
Al otro día tuve mi primer encuentro con Patricia, que así se llama mi compañera. Por sus funciones ella debía encargarse de entregarme mi despacho, los muebles y todo lo que yo necesitara. Allí mismo me imaginé que llegaría a necesitar mucho más de lo que ella esperaría y no podía sacar de mi cabeza la imagen de su cuerpo desnudo como yo creía que era, pues su forma de vestir, aunque agradable y elegante, no dejaba ver mucho.
Poco a poco nos fuimos convirtiendo en buenos amigos y nuestros temas de conversación llegaron a nuestras experiencias sexuales. Ella era un poco reacia a contarme cosas de este tipo, pero le encantaba escuchar las que yo le relataba. Se interesó aun más cuando conoció a mi novia. Se animaba a hacerme preguntas y quería saber algunos detalles sobre la forma de sus tetas, el color de sus pezones y la forma de su coño, cosas que yo, con cierta sorpresa, procuraba describirle.
La confianza fue creciendo, en algunas ocasiones yo iba a su oficina con cualquier pretexto, ella me decía que estaba cansada o aburrida y yo aprovechaba para masajearle la espalda y el cuello. Se notaba que le gustaba mucho pues yo lograba ver a través de su blusa como sus pezones se erguían y me imaginaba que su chocho se humedecía, no obstante yo no me animaba a hacerle ninguna propuesta directa aunque le insinuaba algo y ella no era del todo indiferente.
En ese plan transcurrió más o menos un año, hasta que por fin un día mis ex compañeros del colegio decidieron organizar una salida a bailar. Por algún compromiso mi novia no me pudo acompañar y yo decidí invitar a Patricia. Ella aceptó y esa noche salió con nosotros, bailamos y bebimos, y mis amigos se la pasaron haciendo insinuaciones sobre nosotros.
Después de salir de la discoteca en donde estuvimos, nos fuimos hacia el apartamento de unos amigos, que estaban casados, allí nos tomamos algunas copas más y luego nos acomodamos como pudimos para dormir un rato. Patricia y yo nos quedamos en un sofá de la sala y por primera vez me animé a besarla, sintiendo sus labios y su lengua húmedos y tuve el impulso de acariciar sus tetas, pero ella fue cortante y me lo impidió, aunque seguimos besándonos. De ese día no hablamos mucho, solo nos parecía un recuerdo divertido y a veces lo incluíamos en nuestras charlas mientras yo le contaba cosas sobre mis relaciones con mi novia, que a ella parecían divertirle cada vez más.

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Un día la gente de la oficina decidió organizar una fiesta en un bar para celebrar el día de San Valentín. El día escogido para la fiesta yo estaba comprometido para salir con mi novia y les dije que no iba a ir. Lo extraño del asunto fue que Patricia se disgustó mucho y esa semana estuvo muy distante conmigo, pero se vistió y maquilló como nunca antes lo había hecho. Entonces yo decidí pedirle a mi novia que cambiáramos la cita que teníamos y le contarle el compromiso con los compañeros del trabajo. Así lo hice y la única condición que me puso fue que saliéramos el día anterior a la reunión y que fuéramos a hacer el amor en un motel. Obviamente yo acepté.
Ese jueves, después del trabajo, la recogí y nos fuimos para el motel. Ella estuvo maravillosa, su piel estaba toda humedecida con un aceite muy suave de olor formidable, sus pezones estaban coloreados con labial rojo y los pelitos del pubis estaban recortados de forma que los labios del coño podían verse fácilmente. El sexo fue de lo mejor, comenzamos con sexo oral, ella recorría mi polla con su lengua húmeda y luego se giró de forma que mi lengua quedara sobre su clítoris. Así tuvimos nuestro primer orgasmo, ella tragó mi semen con deleite, y yo bebí sus líquidos encantado.
A continuación decidimos hacerlo con ella encima de mí. Me encantaba ver como se meneaban sus tetas mientras ella me cabalgaba y creo que ella logró varios orgasmos mientras controlaba que yo no eyaculara, algo que era muy difícil pues con sus manos acariciaba mis muslos y con su boca mordía y chupaba mis tetillas. Finalmente eyaculé y ella se quedó sobre mí impidiendo que la erección terminara. Finalmente me pidió que me pusiera de pie, sin sacar mi polla de su chocho y que fuéramos hasta la ducha, allí lo hicimos nuevamente, de pie y con el agua tibia cayendo sobre nosotros. Ella estaba apoyada contra la pared y la sensación fría hacia que su piel se erizara, sus pezones estaban muy duros y su clítoris rozaba contra la parte superior de mi pene cada vez que entraba y salía de su coño y cuando notó que yo estaba a punto de eyacular me la sacó de ella y me masturbó para hacer que mi leche cayera en su cara.
Al otro día llegué tarde a trabajar pues realmente no hubiera querido separarme de mi novia, pero cuando llegué a la oficina mi compañera estaba vestida de manera extraña, llevaba un pantalón muy ajustado y bajo la blusa un top muy ceñido y escotado que permitía ver el nacimiento de sus pechos. Cuando la saludé me acerqué para darle un beso en la mejilla y ella se movió para que yo viera lo que ella estaba mostrando. Luego me preguntó que si finalmente iba a ir a la fiesta y yo le dije que no, que era imposible, aunque claro que yo lo tenía todo arreglado para ir. Ella se molestó de nuevo y el resto del día no hablamos.
Por la tarde, cuando todos estaban preparándose para ir, la secretaria me preguntó que por qué no los acompañaba a la fiesta, yo le confirmé que sí que iba. Mi compañera no pudo ocultar su cara de satisfacción y aunque trató de disimular fue evidente que le gustó la idea. En la fiesta todo estuvo delicioso, la comida, las copas y la música. Hacia las once algunos compañeros comenzaron a irse y quedamos algunos pocos que aun queríamos bailar y tomar algo más. Patricia estaba muy contenta y el calor del sitio hacía que sus mejillas estuvieran sonrosadas haciendo un bonito contraste con sus labios, que ese día estaban pintados de rojo.

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Salimos a bailar una vez más, ella puso su mano en mi culo y me susurró en el oído algún reproche por haber mentido toda la semana. Yo no la dejé terminar y me acerqué para besarla, pero ella se adelantó y muy rápido sentí su lengua dentro de mi boca. Después de bailar un buen rato decidimos irnos. Nuestros compañeros estaban tan borrachines que no se dieron cuenta de nada. Nos despedimos y preferimos pedir un taxi pues era tarde y, aunque no estábamos ebrios, era más seguro.
En el taxi seguimos besándonos e intenté tocarle las tetas, ella accedió y puso mi mano por debajo del sujetador sintiendo sus pezones duros. Con la otra mano toque su sexo por encima del pantalón, creí sentir su humedad y entonces le susurré al oído que, por favor, hiciéramos el amor, pero ella solo me dijo que lo pensaría. Sentí una gran decepción pero fue imposible convencerla. Después de dejarla en su casa seguí en el taxi y me fui a dormir. Esa noche me masturbé mientras pensaba un poco en mi novia y otro poco en mi compañera. Realmente quería estar con ella y me preguntaba que tan diferentes eran una de la otra.
Ese fin de semana hablamos por teléfono, yo le recordé la propuesta y ella prometió que no lo olvidaría. El lunes yo llegué temprano pues tenía algo de trabajo atrasado y la verdad no me di cuenta cuando ella llegó, pero al rato me llamó para que fuéramos a almorzar. Durante el almuerzo, ella evitó cualquier referencia al tema y solo hablamos del trabajo y de la universidad.
Esa fue una semana dura y no tuvimos oportunidad de conversar, así que tampoco pude insistirle en la idea que me rondaba por la cabeza. El sábado recibí una llamada a mi teléfono móvil. Era ella, la verdad me sorprendió un poco. Me dijo que si quería salir con ella, yo acepté aunque un poco escéptico. Cuando nos encontramos vi que ella no estaba tan radiante como el día de la fiesta, pero tenía un brillo especial en los ojos. Le pregunté que quería hacer y ella solo me dijo si yo conocía algún sitio para lo que ella había estado pensando. Entendí inmediatamente y la llevé a un hotel que conocía. Allí la noté un poco nerviosa, pero apenas estuvimos en la habitación se lanzó a besarme. Yo estaba excitadísimo y empecé a tocarla por todas partes, sintiendo que sus pezones estaban erectos y que la temperatura de su piel aumentaba.
Pronto comencé a desnudarla. Primero la blusa y pude ver sus grandes tetas dentro de un sujetador blanco de encaje, que dejaba transparentar el color café claro de sus pezones y su piel pálida y suave. Luego le quité el pantalón y vi ese pequeño tanga que se perdía entre sus nalgas y dejaba entrever algunos mechones de su pubis, negro como el cabello. No me pude contener más, me quité toda la ropa y la abracé con mucha fuerza, sintiendo unas ganas enormes de poner mi verga en su coño y hacerle sentir el calor de mi semen dentro de ella.

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Terminé de quitarle la ropa, el sujetador y el tanga, y pude verla completamente desnuda. Su cara se veía hermosa, sus ojos grandes y color miel, los labios finos y bien delineados, y su cabello le llegaba a los hombros y estaba perfectamente liso. Tenía un par de grandes y jugosas tetas, algo colgantes, con pezones grandes color café. Sus caderas angostas y un culo hermoso, respingado y firme.
El coño fue una visión deliciosa, el pubis negro e intrincado, muy bien depilado para que fuera cubierto por el tanga, pero suficiente para que los labios no pudieran verse desde lejos, así que tuve que acercarme y descubrí unos labios gruesos, de color intenso, completamente húmedos.
Entonces ella comenzó a tocarme, notando la deliciosa sensación de su mano apretando el glande descubierto de mi polla erecta y sus dientes mordisqueando mis tetillas. Mientras, yo empecé a lamer su cuello y ella a gemir. Aquello me excitó mucho, sobé sus tetas y ella suspiró, coloqué mi mano en su coño y estimulé el clítoris con mis dedos. Luego puse sus tetas en mi boca y sentí el deseo de lamer su vagina.
Bajé hasta allí y probé el sabor de sus jugos mientras ella gemía y arqueaba su cuerpo de placer. Mi polla ya no aguantaba más, así que la penetré. Sus piernas abiertas y la humedad permitieron que yo entrara con facilidad a pesar de lo estrecho que tenía el chocho. Estuve entrando y saliendo muchas veces y se notaba que ella lo disfrutaba, sentía su sudor entre los senos y en la espalda, oía como gemía, reía y sentí como clavaba sus uñas en mi espalda y en mis nalgas.
Aquello fue el final, me corrí con fuerza mientras sentía un placer inmenso en todo mi cuerpo viendo como ella respiraba agitada y se convulsionaba.
Después de descansar un rato, nos bañamos juntos y exploramos cada parte de nuestros cuerpos al mismo tiempo que nos enjabonábamos. Y entonces pensé cómo sería hacerlo con mi novia y con mi compañera juntos. Si lo logro ya lo contaré.
Hasta otra y saludos.

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