Relato erótico
Él se lo buscó
Su marido le fue infiel cuando hacía poco tiempo que se habían casado y ella decidió que “se la devolvería”. Se ha vengado y con creces.
Marga – Almería
Yo siempre me he reído del machismo, de cómo los hombres creen que al tener otra mujer se creen reyes, pues bien nosotras también tenemos el derecho de hacerlo, solo que no lo divulgamos. Ojalá este relato lo lean mil mujeres.
Me llamo Marga, vivo en Almería desde los 2 años de edad y eso sí os lo digo, no soy bonita, mido 1,70, delgada, mi nariz es chata, mi cabello color café, ojos normales, piel canela, tengo 26 años no muy buenas curvas, aunque sí muy buenos pechos, por eso uno que otro me piropea, y estoy casada desde hace cuatro años.
Esto comenzó cuando tenía 23, hace cinco años, todos los hombres siempre tienen un compinche o un amigo, con los cuales hablan de las mujeres que han tenido, de sexo e incluso hasta hablan de sus mujeres, pues bien, mi marido tiene varios amigos de este estilo, uno de ellos se llama Carlos y se conocen desde chicos, tienen la misma edad, 32 años, y antes de casarnos, su amigo, siempre andaba con nosotros, él con su novia y mi marido y yo, hasta que un día el amigo me llamó a casa y me dijo que quería hablar conmigo. Pensé que era de Tomás, mi marido, y le dije que viniera a mi casa, que estaba sola con mi madre. Llegó como a la media hora y le hice pasar. Mi madre estaba acostada, y le pregunté qué era lo que tenía que decirme.
Antes que nada me hizo prometerle que no le diría nada a nadie y después que se lo prometí. Empezó a decirme que yo le gustaba mucho, que sabía que estaba a punto de casarme con su amigo, pero que me quería, que soñaba conmigo. Yo solo pude decirle que no fuera tan descarado, que él tenía su novia y que yo ya me iba a casar, él me insistió tanto que yo nerviosa, aunque con alegría de saber que aún atraía a otro hombre, le dije que se fuera, que olvidáramos eso.
Me casé, y el día de la fiesta Carlos me sacó a bailar y me empezó a decir que estaba muy guapa, que me deseaba con toda su alma, pero yo le repetí que por favor se callara, que me respetara, que estaba un poco bebido, pero en realidad él no bebía, así que hablaba en serio.
Pasamos así la noche y como al mes me enteré que mi marido tenía una amiga, así que llamé a Carlos, le dije que siendo el mejor amigo de Tomás y que supuestamente yo le gustaba, necesitaba que me dijera la verdad.
Después de un tiempo de negarlo, me dijo que sí, que él hasta ahora estaba liado con una muchacha cerca de su trabajo. Lo normal, como una tonta lloré, pero a los dos días Carlos me pidió que habláramos y me citó en un pequeño restaurante, allí volvió a repetirme lo mucho que me quería y yo, con rabia por lo de mi marido, no le dije nada, incluso cuando se me acercó y me besó, y aunque yo me dejé besar sin protestar, le dije que esto era algo raro que había pasado y que lo olvidara.
Regresamos a casa, él subió conmigo, nos sentamos en el sillón, él se apretó junto a mí, haciéndome sentir su calor, me dio un beso, quise protestar pero lo acepté. Al fin de cuentas mi marido no me era fiel.
Carlos me dio otro beso, esta vez en los labios, y esta vez se lo devolví. Realmente estaba muy caliente, la conversación anterior y sus besos aumentaron mi calentura, cosa que él no desaprovechó y me dio un beso en una de mis tetas. Sentí como un escalofrío y lo abracé, y notando que su bulto ya era enorme, se lo acaricié mientras él me desnudaba, al tiempo que yo le sacaba la verga, que era gruesa y muy venosa, y él bajó mi última prenda metió su lengua en mi coño…
Me lo chupaba mejor que mi marido, haciéndome gozar de lo lindo, luego me tendió sobre el sofá y me enterró la polla en todo el coño y, me dolió, ya que era más gorda que la del cabrón de mi marido.
Estuvo follándome un buen rato y empezó a gemir hasta que se corrió en mi coño, nos dimos una ducha y se fue a su casa.
Seguí saliendo con él y a los tres meses de estar con Carlos, vino un muchacho a trabajar en mi empresa, era alto, medía 1,75, moreno y tenía un buen cuerpo. Fui la encargada de presentarlo a toda la empresa y pronto nos hicimos muy amigos, tanto que lo pasábamos muy bien juntos hasta que un día se me declaró.
Yo lo acepté enseguida pues me atraía mucho, aunque le dije que estaba casada, pero me dijo que a él que no le importaba. Cuando llevábamos quince días saliendo me invitó a un bar musical. Fue un jueves y me tocó inventar excusas para escaparme tanto de mi marido como de Carlos. Nos fuimos a las 3 de la tarde, en horario de trabajo. Abel, que así se llamaba el chico, hacía de mensajero, y nos encontramos, nos tomamos una cervecita y bailamos, él me apretaba con fuerza, yo me dejaba oprimir por sus brazos y sentía su paquete por encima de mi ropa. A las cinco de la tarde salimos, yo estaba excitada y mareada, nos fuimos a un Hotel, y nada más entrar en la habitación, él me abrazó y me besó.
Luego me llevó a la cama y de inmediato empezó a comerme las tetas, mientras nos desnudábamos.
Cuando se quedó sin ropa, me quedé sin palabras, tenía una polla enorme, muy gruesa y erecta a tope. Sin perder tiempo, bajó su lengua a mi coño y cuando notó que estaba húmeda, acercó su polla y me la fue metiendo, pero como era tan grande, no pude evitar gemir de dolor, pero me alegraba tener todo eso para mí sola.
Cuando la tenía toda dentro me daba la sensación de que me estaba penetrando un trozo de hierro, yo, gritaba, gemía… Cuando se corrió, tenía tal cantidad de leche que noté que se me escurría por los muslos. Me dejó el chocho totalmente dolorido.
Cuando miré aquella polla en reposo y todavía enorme, hice algo que nunca le había hecho a mi marido. Lo acaricié y poco a poco, empecé a chuparla. Cuando ya estaba dura, nos fuimos dando la vuelta y nos sumergimos en un caliente 69.
Noté que se dedicaba exclusivamente a mi culo. Metía la lengua, un dedo y le echaba saliva, vi que tenía intenciones de encularme y le dije que no, que tenía la polla muy grande y que me iba a romper el culo. Evidentemente, no me hizo ni caso.
Acercó su polla y me la fue hundiéndolo poco a poco en mi culito. Yo grité al sentir como entraba, era como si mi ano reventara, no podía más del dolor así que empecé a insultarlo, pero cada vez la tenía más adentro y de repente mi culo estaba ya abierto, me había roto, me la metía y la sacaba hasta que sentí como su leche encharcaba.
Descansamos un ratito y nos fuimos a la ducha y cuando llegué a casa, me ardía el coño el culo, me tomé unas aspirinas, y confieso que el dolor en ambas partes me duró más de una semana y esos días me negaba a tener relaciones tanto con Carlos como con mi marido.
Seguí saliendo con este chico casi seis meses, con Carlos duré casi el mismo tiempo, pues él, por trabajo, tuvo que irse a otra ciudad, Abel se marchó de la empresa y así se fue mi último amante. Desde ese momento me juré no perder oportunidades, de no ser tonta siéndole fiel a Tomás ya que él había tenido una aventurita de recién casados.
Por fortuna, a las pocas semanas conocí a otro chico, me invitó a comer y acepté, él me conquistó con regalos, joyas, me trataba muy bien, y a los dos meses me pidió acostarse conmigo, yo le dije que sí, me llevó a un Hotel muy fino, y cuando llegamos me dijo que él quería cumplir una fantasía conmigo, yo le pregunté qué cual era, y dijo que quería que yo le chupara la polla directamente así que sin desvestirnos le bajé el pantalón, me arrodillé y se la empecé a mamar. Él gozaba, apenas gemía, pero de repente eyaculó dentro de mi boca, llenándome parte de la cara de semen y el resto me lo tragué. Ya me había acostumbrado con Abel. Entonces él me desnudó, chupó mi culo y me enterró la polla en el culo, ni siquiera me la metió por el coño. Estuve con él tres años.
Hace un mes mi hermana me presentó a un amigo suyo, muy guapo, alto, y con un cuerpo musculado. Me contó que el día que folló con él, la hizo gritar, pero no me dio más detalles, lo cual me dejó intrigada.
Me lo encontré al día siguiente y me invito a tomar una cerveza, la cosa se fue calentando y me llevó a su apartamento. Nos morreamos nada más llegar y decidí que sería yo la que tomaría la iniciativa.
Me arrodille, le desabroche el pantalón y saqué “aquello” que hizo llorar a mi hermana. Tenía un pollón bestial, el más grande que había visto en mi vida. Se la empecé a mamar y cada vez me costaba más metérmelo en la boca. Cerraba los ojos de gusto y no paré hasta que noté que iba a correrse. Recibí un gran caudal de leche y aunque intentaba tragármela, se salía por la comisura de mis labios.
A continuación me acostó en el suelo, me desnudó toda, y dijo que iba a darme por el culo y le contesté que de acuerdo. Me puso a cuatro patas, y aunque mi culo ya había recibida varias pollas, aquel capullo enorme me hizo ver las estrellas. Volvió a correrse.
Cuando me fui de su casa, quedamos para vernos otro día. Han pasado varios meses y aun nos vemos con asiduidad, no sé lo que durará pero pienso aprovechar a tope.
A las amigas de Clima les doy un consejo, si vuestro marido os pone los cuernos, no lo dudéis, follad con quien os apetezca. ¡Si ellos pueden, nosotras también!
Besos a todas y a todos.