Relato erótico

El padre del novio

Charo
16 de mayo del 2020

Su novio insistió en que conociera a sus padres, llevaban un año saliendo y le hacía ilusión presentárselos. Eran muy educados y simpáticos pero, durante la cena, se dio cuenta que el padre la miraba mucho.

Eva – Alicante
Antes de empezar mi historia, me voy a describir. Soy delgada pero proporcionada, cabello lacio castaño claro, ojos miel, mido 1.70 m., soy una chica tranquila dentro de lo típico, me gusta ir a la disco con los amigos, me gusta ir al cine, me gusta en general pasármelo bien en compañía y también tengo novio y mi nombre es Eva y tengo 24 años.
Todo empezó cuando mi actual novio se me declaró y luego me llevó a presentarme a sus padres. Una vez presentada noté como la mirada de su padre me recorría desde los pies hasta la cabeza y me pareció ver que su mirada no era de una simple apreciación cordial sino de una apreciación morbosa.
Él es un señor mayor para mí ya que tiene 48 años, es abogado, y la verdad es que es atractivo. La madre es una mujer muy dulce, amable y sobre todo detallista.
Un día mi novio me comentó que tendría que salir de la ciudad porque tenía que hacer unos cursos o conferencias de su carrera y que, sería por unas cuantas semanas. Me sabía mal, pero entendía que tenía que hacerlo.
Días después, estaba a punto de coger el autobús, cuando antes de llegar a la parada, vi que un coche se acercaba a mi lado hasta darme alcance y una vez que estuvo a mi lado se abrió una ventanilla. La verdad es que eso me asustó un poco, ya que una nunca sabe que loco puede estar detrás de algo así, pero por fortuna no, era el padre de mi novio, el cual paró su coche, me saludo y me preguntó que a donde iba y que si quería, me llevaba. Me quedé pensando qué sería lo más práctico, seguro y rápido, y acepté su invitación. Subí al coche y le di las gracias. Le conté que iba a una fiesta con unos amigos.
Durante el camino se hablamos de tonterías, pero me di cuenta que no quitaba la vista mis piernas, y al final me dijo:
– Por lo que veo las chicas de hoy compiten por ver quién es más bella y con todo respeto, se te ve preciosa.
Yo le agradecí el comentario, pero la verdad me incomodó, y le dije que esa era la moda de hoy, pero que no siempre vestía así, a lo que él contestó:
– Eres una chica muy atractiva y me gusta que seas la novia de mi hijo. Espero que no tengas problemas al regresar a tu casa su acoso, visual, me estaba incomodando, pero no pasó de eso – Creo que ya estamos llegando – me dijo de pronto-
Le di las gracias por acompañarme y procedí a bajarme, pero él ya estaba abriéndome la puerta caballerosamente y me cogió la mano para ayudarme a salir.
– Fue un placer ayudarte -me dijo- espero no te haya molestado, y por favor cuídate, es una lástima que mi hijo no esté para acompañar a una hermosa mujer como tú, pásalo bien.

Después de bajar de su coche, alguien me cogió por el brazo. Era Sergio, un antiguo y compañero de estudios, que me propuso acompañarme a mi casa y yo encantada acepté. Entonces me pregunto que si tenía novio o estaba solterita, y yo le dije que ya tenía novio.
– Lástima – me dijo – no me has esperado – y se echó a reír, – Estás loco – le contesté – No pensarás que te iba a esperar durante estos 5 años.
Sergio, aparte de ser mi amigo, fue un asiduo pretendiente mío, siempre fue conmigo muy detallista, pero en ese entonces no tenía el menor interés en tener novio, ahora era distinto.
– Que hermosa estás – me dijo.
– Deja de decir tonterías – repliqué sonriendo.
Íbamos caminando por no sé qué calle, y de repente me cogió de la cintura y me apretó a él diciendo.
– ¿No me vas a dar un beso de bienvenida?
Yo me quedé desconcertada ante semejante reacción, y le dije:
– Sergio, ¿qué te pasa?, ¿te sientes bien? Recuerda que ya tengo novio y el hecho de que él no esté ahora no te da derecho a que me trates así.
– Eso ya lo sé, pero ya sabes que solo vine de paso, y el verte ahora es para mí una suerte, solo regálame un beso ya que no sé si después nos veremos, anda, solo uno.
Yo le dije que no, que me disculpara pero que no podía hacerlo, pero el suavemente me apretó a él, yo traté de resistirme, pero la verdad algo dentro de mi había despertado, y la ausencia tan larga de mi novio me obligó a no resistirme mucho por algo que yo deseaba, y fui cediendo a él, hasta que nuestros labios se unieron en un dulce y apasionado beso, al mismo tiempo que nuestras manos empezaron su trabajo como si desearan explorar uno al otro. Estábamos cobijados por un árbol frondoso el cual nos proporcionaba la complicidad de su sombra ayudado por la poca iluminación de la calle.
Pero en eso, oímos que un coche frenaba inesperadamente frente a nosotros. Los dos nos separamos, y vimos que salía una persona del vehículo… ¡Era el padre de mi novio! Que, en eso me gritó:
– ¡¿Qué crees que estás haciendo?! – y se dirigió hacia donde estábamos nosotros, añadiendo – ¡Contéstame Eva!
Sentí la vergüenza más grande el mundo, mi amigo me preguntó que quien era y yo le dije que era el padre de mi novio, y mi amigo se quedó también sorprendido, en eso el señor me dijo.
– ¿Quien es este imbécil, Eva? – yo le contesté que era un amigo – ¿Un amigo o tu amigo-amante?
– Calmaros, por favor – dije intentando poner paz y dirigiéndome al padre de mi novio, añadí – Es mi vida y si quiero comportarme como una golfa es mi problema.

– ¿Ah sí?, ¿entonces te gusta comportarte como una golfa, eh…? Claro vistes como una auténtica furcia, bailas como una maldita golfa y al parecer sabes moverte como una verdadera golfa – me soltó él.
– ¿Me estaba usted espiando en la fiesta? – le pregunté extrañada.
– Volví a tu fiesta a entregarte mi tarjeta para que me llamaras, si tú así lo deseabas, para pasar por ti al acabar la fiesta y llevarte a tu casa, pero como vi que estabas muy entretenida bailando con un imbécil, decidí no entrar – y agregó : Y la verdad es que me calentaste y me excitó ver cómo te movías alrededor de ese imbécil, como movías tus caderas, pero en ese momento merecías mi respeto por ser la novia de mi hijo, pero como te gusta comportarte como una golfa, entonces te hablo como una golfa y ya que te estoy hablando así, te voy a confesar que la primera vez que mi hijo te presentó ante mí y mi esposa, en ese momento fuiste capaz de levantarme la polla, nada más ver tus lindas piernas y esas ricas tetas que tienes, y otra cosa que también me gusta de ti, es tu linda boquita, que cosas podrías hacer con ella.
Después de todo lo que me estaba diciendo en ese momento sentí como algo muy cálido se apoderaba de mi entrepierna y sentí como mis pechos se ponían erectos. ¡Este hombre me estaba poniendo caliente! Yo no le contesté nada, pero acepté que me acompañara a casa, me despedí de mi amigo y entré en el coche. Pero de pronto algo no estaba bien, algo no iba bien, estábamos entrando en una zona residencial distinta a la mía, y lo dije:
– ¿Donde estamos? ¿A dónde nos dirigimos?-
– Te voy a llevar a un sitio donde te pueda dar el trato de golfa que quieres.
En eso, él me acarició la pierna izquierda con su mano, pero yo, por inercia, la moví, y le dije, aunque no muy convencida:
– Por favor lléveme a mi casa.
– Tranquila mi niña, ya llegamos – me contestó.
Llegamos a lo que después supe que era su oficina. Me cogió de la mano, me condujo al interior de su oficina, y una vez que entramos los dos, él cerró la puerta, y me dijo:
– Ahora sí, demuéstrame lo que sabes hacer.
– No sé con qué intenciones me trae usted aquí, pero yo no soy ninguna golfa y exijo que me saque de aquí – le contesté haciéndome la remilgada.
De pronto él me sujetó de los brazos aunque sin excesiva fuerza, me puso de espaldas apoyada contra su escritorio, y me dijo:

– Claro que sí eres una putita, ¿o no? Seguramente pensaras que soy un degenerado pero ahora mismo te voy hacer sentir y tratar como deseas.
De repente, en un movimiento rápido de su brazo, me metió la mano entre mis piernas, hasta tocar mi coño, por encima de mi ropa interior, y empezó a frotar su mano en mi raja hasta que deje escapar un gemido de placer.
– Dime Eva ¿ya has follado con mi hijo? – me preguntó.
– Si – le dije mientras él, muy lentamente, seguía masturbándome.
– ¿Y has follado con algún otro cabrón? – siguió él.
Le contesté que sí, él empezó a aumentar el ritmo de su mano y luego me dijo:
– ¿Le has chupado la polla a mi hijo u otro cabrón? – yo le repetí que sí. Entonces me subió la falda hasta la cintura aunque yo trataba de alejar sus brazos de mí, pero no podía por la gran excitación de que era presa, luego me empezó a desabrochar la blusa y comenzó a quitarme el sujetador hasta que sentí como sus labios tocaban mis pechos. Era una sensación muy agradable y no pude contener un gemido que delató el gusto que sentía, y él empezó a mamarme las tetas y con sus manos me las acariciaba. Yo ya había perdido el control de la situación, me sentía en un trance de placer inmenso y en eso él me preguntó:
– ¿Verdad que eres una golfa? – yo no le contesté y añadió – ¡Dime que eres una golfa!
Sentí como una extraña excitación desconocida que me dominaba. Creo que era el sentirme dominada por un verdadero macho como él, y le dije que sí, que era una golfa. Luego me dijo:
– Entonces como golfa que eres, quiero que me mames la polla ahora.
En eso el empezó a desabrocharse el pantalón y se bajo también la ropa interior.
Me cogió la mano derecha para que se la tocara. Era la primera vez que tenía en mi mano una polla como aquella y me dijo:
– Ahora vas saber a lo que sabe una verdadera verga.
Hizo que me arrodillara frente a él, y agarrándola, me la puso frente a la cara, y me la estuvo restregando en toda ella, para después ponerla frente a mi boca, dijo.
– Empieza a chupar, Eva.
Abrí la boca y me la metió, moviéndose como si estuviese follando. La saqué y empecé a acariciársela con la lengua desde la base de los huevos hasta la punta para luego poder metérmela de nuevo en la boca. Me sujetaba de la cabeza para poder tener el control de mi cabeza hasta que me dijo:

– ¡Basta….basta… ya… ya… que me voy a correr… y todavía hay más cosas que hacer!
De pronto, me subió a la mesa y me abrió las piernas. Yo creía que ya me iba a penetrar, pero no, estaba tomando posición para darme una buena sesión de sexo oral. Empezó separando un poco los labios de mi coño y acercando su cabeza entre mis piernas, me dijo:
– ¡Eres una ricura de golfa Eva!,
Entonces empezó a recorrer mi coño con la lengua. Al notar que estaba mojada se puso más caliente. Me sentía como una verdadera golfa, estaba ahogándome en el más exquisito de los placeres carnales, me sentía mareada ante tanto placer, que bien movía la lengua, que bien chupaba, y empecé a gemir como una golfa. Yo solo gemía, mientras me daban unos fuertes espasmos. Me estaba corriendo.
Sin dejarme reponer, él se levantó, apuntó su verga en mi coño y me penetró lentamente, ayudado por mis más que abundantes jugos. Mientras él me follaba, sus manos se ocupaban de mis pechos, acariciándolos, y así hasta que fue acelerando el ritmo. Yo trataba de aguantar las arremetidas que me daba pero casi caigo desvanecida frente al escritorio por el placer intenso que sentí. De pronto aceleró aún más el ritmo, y repentinamente me sacó la verga y me gritó:
– ¡Anda Eva, golfa, gírate! ¡Gírate rápido!
Yo me sorprendí ante tal reacción y me giré hacia él viendo que se estaba agarrando la polla o masturbando. Sin decir nada, me cogió la cabeza hacia su polla. Yo no sabía qué hacer, pero él me arrodilló a la altura de su polla, y de nuevo me gritó:
– ¡Venga, abre la boca que quiero correrme en tu linda cara!
Ya arrodillada frente a él, pude ver cómo le salía la leche a borbotones y como caía en mi cara, y en mi boca. Con sus manos, fue esparciéndome la leche por el pelo y por las tetas.

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