Relato erótico
El olvido de mi vecina
Sus padres se iban de boda todo el fin de semana y quería aprovecharlo para salir con sus amigos, ver pelis porno y pajearse hasta que se agotara. El sábado salió con unos amigos y cuando llego al portal de casa se encontró con su vecinita que se estaba morreando con su novio. Entraron juntos cogieron el ascensor y entonces, ella, le dijo que se había olvidado las llaves en casa y no podía entrar.
Sergio – Segovia
Hola, tengo 20 años, y soy de una localidad de la provincia de Segovia. Soy muy dado a leer esta clase de historias porque me excitan mucho. Hace apenas tres días, el pasado sábado me ocurrió lo que quiero contaros. No voy a deciros cómo soy físicamente ni nada de eso porque creo que no tiene relevancia en esta ocasión.
El sábado mencionado, mis padres tenían una boda en S. Pedro de la Rivera, un pueblecito del Norte, creo que en Asturias, por lo que quedé todo el fin de semana solo en casa. Bueno, pues ese sábado volví pronto a casa porque eran las fiestas de un pueblo cercano y casi todos mis amigos se fueron, los que nos quedamos nos fuimos a las tres a casa.
Cuando me acerqué caminando hasta mi portal vi dos sombras que me resultaron familiares, era mí vecina (de 19 años y de la que no voy a dar el nombre) y su novio. Era raro el Sábado que no les encontraba por ahí agarraditos, y muchas veces les encontraba también en el portal besándose y eso. Por cierto, su novio tiene 21 años, uno más que yo. Sin más les saludé, abrí la puerta y llamé al ascensor.
Mientras esperaba, la puerta del portal se abrió, era ella que iba para casa. Le abrí la puerta del ascensor y le invité a pasar caballerosamente sin poder evitar fijarme en el precioso culito que tiene. En realidad ya me había fijado varias veces, pero así tan de cerca, y con esos pantaloncitos ajustados rojos. Lástima que no llevase tanga, que fallo, pero bueno.
Cuando subimos al ascensor nos sonreímos, nos preguntamos qué tal la noche y eso y pude observar que una ligera cantidad de alcohol hacía estragos en su calidad de expresión, tartamudeaba, tergiversaba las palabras. En fin, ella vive dos pisos más abajo que yo, así que cuando bajó del ascensor volví a fijarme en ese pedazo de culito, mmmmmmmm. Terminé de subir y me acercaba a mi puerta pensando en masturbarme de nuevo cuando oí una voz que con un tono muy bajo para no alarmar a los vecinos me decía:
– Raúl, espera -. Me asomé por las escaleras abajo y vi a mi vecina subir medio corriendo.
-¿Qué te pasa?-. Pregunté preocupado por la cara que traía -.
– Se me olvidó coger las llaves y mis padres no llegan hasta mañana -.
– Pasa, no seas boba. Te tomas algo y te tranquilizas un poco. Esta vez sí acerté. Pasó a mi casa, le invité a que se sentara en el sofá del salón y le pregunté qué quería tomar.
– Coca-cola -. Dijo.
Le puse lo que me pidió pero con un poco de condimento, concretamente ginebra, que es lo que ella solía beber. Se dio cuenta, porque lo cargué quizá demasiado, pero no dijo nada, se lo tomó tan a gusto. Ahí estaba, sentada, con las piernas cruzadas y apoyando su espalda en el sofá dejando sus pechos casi en punta. Fui a la cocina a por un vaso y me masturbé. Me corrí como un loco pensando en ella: rubita, ojos claros y cuerpazo de quitar el sentido. Me puse la copa y volví al salón donde me llevé una grata sorpresa: No me di cuenta que tenía dentro del vídeo una peli porno, y ella la estaba viendo.
No pude más y mi polla entró en una bestial erección. Ella me miró y me dijo que nunca había tenido la oportunidad de ver una de esas. Lo dijo manteniendo una inquietante sonrisa que me puso aún más caliente. No sabía cómo reaccionar, tragué saliva, suspiré y dije:
– Bueno, pues…yo, eh…yo tengo unas cuantas, je, je. Me sabía esa peli de memoria, así que a medida que se iba acercando el momento del primer polvo me sentía incómodo pero a la vez muy excitado. No sabía cuál sería su reacción, pero imaginaba que diría ¡qué guarrada! qué asco, o algo parecido; pero no. Apenas se inmutaba mientras una actriz mamaba un enorme miembro. Ella permanecía sentada a mi lado sin ni siquiera pestañear, sin mover un solo dedo. Bueno, uno sí movía: yo no prestaba atención casi a la tele, le prestaba más atención a ella, la miré de arriba abajo de nuevo y al llegar a la zona de su sexo pude observar cómo tenía la bragueta bajada, dejándome ver parte de sus blancas braguitas, y una mano metida por debajo de estas, moviéndose suave y rítmicamente. Quedé absorto. Cuando mis ojos coincidieron con los suyos, no pude articular palabra alguna, solo la miraba y ella me miraba a mí.
-¿No te excitan estas pelis? -. Me dijo mientras me miraba mordiéndose el labio inferior en un gesto de puro placer. No contesté. Solamente me desabroché la bragueta y comencé yo también a masturbarme.
– Ya veo que sí. Trae -. Me cogió suavemente la polla y comenzó a masturbarme despacito, muy despacito, pero cada vez lo hacía más fuerte. Era fantástico. Me relajé y me recosté sobre el sofá, casi tumbado. Cada vez me excitaba más y más, hasta que no pude más y me corrí. Fue una corrida intensísima, tanto que le cayeron varias gotas de mi semen a ella en el brazo.
– Lo siento -. Dije.
Ella no dijo nada y recogió todas y cada una de las gotas con sus labios. Luego sonrió y siguió masturbándome aún más despacio que antes, hasta que rápidamente tuve otra erección. Ella esperó ese momento para besarme el rabo suavemente, para después metérselo poco a poco en la boca. Primero el glande, que lo saboreó una y otra vez como si de un caramelo se tratase. Luego fue bajando por el tronco hasta metérsela casi entera. Era increíble: mi vecina me la estaba chupando, y de qué manera. Siguió mamando y mamando durante casi cinco minutos más, hasta que me volví a correr.
Cuando salió el primer borbotón de semen la tenía dentro de su boca, pero pronto se la sacó poniendo mala cara. Le dio una arcada, pero luego se la volvió a meter y se tragó casi toda mi leche. Todo menos parte del segundo borbotón que le salpicó en el carrillo. Ella lo sabía, así que lo recogió con su mano y lo chupó.
Mi pobre polla estaba exhausta. Pero me lo volvió a endurecer jugando con su lengua. Cuando ya estaba a punto, me levante, la puse a ella sentada y comencé a restregar su botoncito muy suavemente, a la vez que lo excitaba aún más con la puntita de mi lengua. El flujo vaginal crecía por instantes, y las contracciones eran ya más bien fuertes. Me metí su clítoris por completo en mi boca y noté su enorme temperatura, casi ardía.
Un increíble río resbalaba por su interior, así qué seguí excitando su clítoris con mis dedos y pegué mi boca a sus labios, absorbiendo para recoger tan delicioso manantial.
Tragué todo lo que pude, pero no todo lo que salió. Era la primera vez que tenía un orgasmo y fue brutal. Inmediatamente volví a introducirme en la boca su pequeña montaña, esta vez solo succionando, nada más, hasta que poco a poco sus contracciones disminuyeron y quedó tumbada en el sofá, extasiada. Levanté la vista y la vi con los ojos cerrados, sudorosa pero feliz, muy feliz. Un buen trabajo, sin duda.
Nos abrazamos y nos sentamos a ver la tele juntos. Cuando me desperté la tenía a mi lado, abrazada, desnuda tal y como la dejé antes de dormirme agotado. La besé en la frente y despertó. Esa mañana desayunamos juntos, hicimos algunos juegos eróticos a mediodía y volvimos a hacer el amor después de comer. Fue genial. Espero que algún día podamos repetirlo.
Saludos a todos.