Relato erótico
¡Vaya día!
Según nuestro amigo fue uno de los mejores días de su vida. Le ocurrió durante el último año de Instituto y ahora, transcurridos dos años, se ha reencontrado con la protagonista de este relato.
Renato – CUENCA
No os contaré mi primera vez, pero sí una experiencia muy excitante que me sucedió en mi ultimo año de instituto y lo mejor fue que sucedió con la chica más deseada del curso, con la que todos querían follar.
Para empezar solo cambiaré su nombre, pero yo me llamo Renato y ella “Rebeca” y era la chica que ponía más caliente a todos los chicos, a pesar de ser algo bajita de estatura tenía un muy buen cuerpo, un culito bien formadito y levantadito, pechos redonditos, delgada y pelo castaño. Una diosa sexual para los chicos del curso.
Ese último año nos hicimos muy amigos, siempre nos saludábamos, y no podía evitar mirarle las tetas cada vez que hablábamos. Ese año, para mi suerte, compartimos asiento los primeros meses y siempre que podía le daba un repaso visual. Decía que le parecía un buen tío y que le caía muy bien, que era diferente de los demás compañeros que siempre iban salidos. Si hubiera sabido que en lo único que pensaba era en follármela, cambiaria su forma de pensar.
A veces teníamos que ir por la tarde al instituto para algunas clases de “refuerzo” y un día en particular nos quedamos hasta tarde algunos del curso, incluida Rebeca que, al momento de irme, salió detrás de mí y me preguntó si podía acompañarla. Yo acepté con gusto y al momento de bajar las escaleras me preguntó;
– ¿Qué tal si vamos por este pasillo?
Era un pasillo en el que casi nadie pasaba, pero que acababa en unas escaleras hacia el primer piso y una puerta de salida. Fuimos por allí y pasando por el largo pasillo se quejó de que su mochila pesaba mucho y le dije que yo se la llevaba sin ningún problema y en ese momento ella me dijo:
– Prefiero que me lleves a mí – y me dio un beso, largo, duradero, con lengua, como si fuéramos unos novios desde hacía tiempo.
Como es natural, sentí que mi polla se endurecía de inmediato. Puse mis manos alrededor de su cintura y la apoyé contra la pared para que sintiera mi erección y tras sentirla, dejó de besarme y me dijo:
– Lo sabía, eres un maldito sinvergüenza, ¿crees que no sabía que me “repasabas” todo lo que podías?
Yo no sabía si avergonzarme o decirle la verdad cuando ella añadió:
– Por lo menos yo te miraba el bulto sin que te dieras cuenta.
Me sorprendí, la miré a los ojos, ella me sonrió y empezó a sacarse la chaqueta y el polo que llevaba, quedándose en sujetador, dejando a la vista sus pechos. Ahora fue ella quien me apoyó a mí contra la pared, cogió mis manos y las puso en sus tetas. Las apreté con ganas, y me di cuenta que ella estaba palpándome el bulto que se había formado en mi pantalón y me dijo:
– Déjame chupártela.
– Con gusto – le dije yo, totalmente feliz.
Me senté en una silla que había en el pasillo, pues lo usaban también como lugar para guardar las sillas o asientos de repuesto, y ella empezó a bajarme el pantalón y cuando ya estaba con la polla al aire, empezó a sobarla haciéndome sentir en el paraíso, a darle besitos hasta que le dije:
– ¡Cómetela entera!
Ella, como si fuera una esclava sexual, inmediatamente se la metió toda enterita en su pequeña boca, y empezó a chuparlo, aunque de paso me lamía las bolas. Yo movía su cabeza para follarle la boca y con dificultad ella me dijo:
– Córrete en mi boca.
Unos segundos después sentí que toda mi leche se vaciaba en su boca. Cuando acabé, se la sacó de la boca y con cara de guarra me enseñó como se la tragaba hasta la última gota. Después, se pasó la lengua por los labios.
Aquello me calentó tanto que le dije que se bajara l
Yo no aguanté y le dije que se bajara el pantalón, ella lo hizo inmediatamente; la giré, le bajé las bragas rápidamente y le dije:
– No vayas a gritar mucho, maldita zorra.
– Pásame la chaqueta – respondió.
Se la pasé y se la metió en la boca, mordiéndola para no gritar. Entonces empecé a meter despacito mi gordo y tieso rabo en su pequeño agujero de su bien formado culito, despacio, empujando hasta que lo tenía casi todo dentro y entonces ella exclamó, casi como una orden, sacando parte de la chaqueta de su boca:
– ¡Mételo todo de una vez!
En ese momento casi me molesté conmigo mismo, por hacerla esperar, y se la introduje de golpe empezando con el metisaca y dándole azotes en las nalgas. Ella hacía movimientos para excitarnos más y le di una “estocada” que hizo que lanzara un gemido muy excitante para mí, le toqué el coño y lo noté muy mojado, cosa que me excitó más, por lo que empecé a meter mis dedos en su almeja mientras me corría como un loco en su culito. ¿Tarea cumplida? me pregunté a mi mismo y me contesté “todavía no”.
Lamentablemente para mí, cuando saqué la polla de su dilatado agujero, que chorreaba mi semen, ella me dijo:
– Me has roto, quiero más pero será otro día, ya estoy muerta.
Quise decirle que se quedara un rato más, pero recordé que vivía algo lejos así que le dije que se podía ir, pero que me la chupase antes. Ella lo hizo sin ninguna objeción, masturbándome mientras me lamía el glande, y me corrí por tercera vez, la segunda en su boca, y tras tragarse mi leche me dijo:
– Siempre supe que querías follarme, ahora ya te la he chupado dos veces, me has dado por el culo, y te prometo que también tendrás mi coño y como que sabes donde vivo, cuando esté sola, una tarde o noche, te llamaré.
Nos pusimos la ropa, salimos del instituto y como ya había anochecido, la acompañé a tomar el bus que la lleva a su casa y al momento de despedirse nos besamos y me dijo:
– Mañana vuelvo a sentarme contigo.
Yo solo atiné a sonreír y a apreciar como intentaba menear su culito recién “perforado” y observé como me guiñaba un ojo al momento de irse con el bus. Había sido uno de los mejores días de mi vida.
No sé si ese es un relato muy excitante, es el primer relato que escribo, pero tendré más material para seguir contando mi experiencia con esta chica pues ayer me la encontré cuando paseaba por la calle, pues acabamos el instituto hacía ya dos años, y entre broma y broma, recuerdo y recuerdo, hablamos de nuestras “experiencias’”y prometo contar todo lo que sucedió pues estuve con ella toda la tarde-noche en su casa ya que me llamó diciéndome que estaba “solita y aburrida”. Es fácil imaginar qué sucedió.
A la madrugada, cuando nos despedíamos, Rebeca me dijo que este fin de semana estaría sola en casa y quería que fuera a acompañarla, para seguir “recordando” nuestros tiempos de escolares.
Saludos y hasta pronto.