Relato erótico
El mejor culo que he disfrutado
Está separado y para matar el tiempo entró en un chat. Conoció a una mujer, estaba casada y poco a poco le entraron ganas de follar con ella. Un día le dijo que su marido la había abandonado y se encontraron para tomar un café. Una cosa, llevó a la otra.
Gonzalo – MADRID
Mi nombre es Gonzalo, tengo 43 años y hace 3 que me separé. Vivo en Madrid. En mis ratos libres me he aficionado a matar el tiempo navegando en Internet y descubrí el chat como herramienta para conocer a otra gente, así fue que me topé con una chica cuyo nick era Lola. Al principio nuestras charlas eran en el chat pero después comenzamos a comunicarnos a través del MSN y finalmente me dio su teléfono y todas las mañanas charlábamos más de una hora. Lola es una mujer que lleva casada 19 años.
Era profesora de danza, especialmente árabes, y nuestras mañanas transcurrían en un tono de profunda amistad, sin embargo no tuvimos oportunidad de tomar un café siquiera para vernos la cara. Pero como no podía ser de otra manera, Lola empezó a poner loca alguna de mis pocas neuronas y entonces nuestras conversaciones empezaron a subir de tono y eso hizo que deseara follármela con mucha ansiedad. A tal punto llegó esa relación que en un par de ocasiones nos hemos pajeado por teléfono, ella desnudita en su cama y yo encerrado en mi oficina. Fueron unas masturbaciones sensacionales.
Pero había que ir al grano y se dio la mala suerte su marido decidió, de un día para otro, abandonarla. Esto provocó un acercamiento inesperado. Al principio fue por una necesidad de acercamiento afectivo ya que ella estaba poco menos que destruida. No entendía nada. Salimos un par de veces y debo asumir que era más atractiva de lo que me imaginaba en el chat. Espectacular sería poco. No es muy alta pero tiene un cuerpo que hace girarse a cuanto macho se le cruza por la calle para mirarle su culo con ojos de deseo.
Tiene muy buenas tetas, altas y muy bien desarrolladas. Un culo difícil de describir. Si el mundo es perfecto, ese culo lo era más. Y creo que no habría polla que no se enderezara después de ver ese culo. Pero Lola tenía otros atributos. Por su condición de bailarina, tenía una cinturita especial y buenas y contorneadas piernas.
No pasó mucho tiempo hasta que fuimos a follar. Nos deseábamos mucho y ella aceptó hacer el amor con otro hombre después de 19 años de absoluta fidelidad a su ex marido. Pero ya se sentía liberada y ella también sentía necesidad de follar conmigo.
Entramos en un buen hotel y en la habitación comenzamos a besarnos con mucha dulzura. Juro que hace mucho que no besaba a una mujer como lo hice esa noche con Lola. Ella también resultó muy delicada a la hora de empezar los besos. Sabía lo que quería y como lo quería.
Entre besos, logré desabrochar el sujetador y casi desmayo al ver ese par de pezones tiesos como torres gemelas, mucho mejor de lo que me imaginaba. Los besos empezaron a buscar las orejas, el cuello y las tetas de Lola, que se erizaban al contacto de mi lengua.
Por momentos sentía que me iba correr mientras le besaba las tetas, mis labios jugaban con los pezones y ella disfrutaba mucho. Seguí bajando y le quité el vestido y quedó solo con un tanga blanco extremadamente sensual. Parecía tener a una diosa entre mis manos.
– Déjame que te desnude – me pidió.
Me hizo levantar y me sacó la camisa mientras su deliciosa lengua pasaba por mi pecho, prosiguió con los pantalones, se quedó viendo el bulto y me miró con esa carita que ponen las nenas traviesas. Yo mismo me saqué la última prenda que me quedaba y mi polla erecta saltó hacia ella. Lola se agachó y tomó mi polla con una de sus manos y con su lengua recorrió la cabeza, luego fue introduciéndose despacito toda mi verga hasta donde pudo y me la fue chupando con cariño, con muchas ganas, de manera que la polla no saliera nunca de su boca, la succionaba muy fuerte, parecía saber hacer las cosas muy bien.
– ¡Que bien la chupas, cariño, pero espera que no quiero acabar todavía en tu boca! – le dije y se la saqué de sus labios.
La levanté y la llevé a un sofá con un espejo detrás, la senté y le separé las piernas, ella adivinó lo que tenía en mente pues me dijo:
– Chúpamelo, eso me encanta Gonzalo, pásame tú… – pero no pudo decir nada más cuando apoyé mi lengua en su chocho.
Se recostó sobre el espejo y empezó a gemir. Estuvimos un buen rato hasta que Lola explotó, me tomó la cabeza con sus dos manos, apretándola muy fuerte sobre su coño y gritó bien fuerte hasta que logró un orgasmo espectacular.
La levanté del lugar donde estaba, la llevé a la cama como si fuéramos novios, besándola muy dulcemente, me puso un condón con su boca y me acosté de espaldas en la cama. Ella se sentó encima de mí y jugueteaba con mi polla que estaba a punto de estallar. Luego se la puso en la entrada de su coño y de un golpe la hice caer sobre mi sexo penetrándola hasta el fondo. Yo estaba muy caliente y no podía esperar mucho más, quería follármela ya y ella estaba totalmente a mi merced y si bien le hubiera gustado al principio un ritmo mas lento, estábamos ahora en un metisaca salvaje, un ritmo frenético. Mi polla golpeaba sus paredes vaginales empapadas, con furia. Lola saltaba sobre mi verga y gritaba y gritaba hasta el punto que creo los vecinos de otras habitaciones estaban oyendo esos gritos.
Ambos explotamos, fue una corrida espectacular y nos quedamos unos segundos abrazados y besándonos, saqué mi polla, me saqué el condón y la leche que quedó en él, se la tiré a sus grandes tetas. A ella le gustó lo que hice y se untó mi semen por sus pechos, estómago y boca, cosa que me calentó muchísimo y la hice arrodillar para que me la chupara:
– Ahora quiero que te tragues mi leche, Lola – le dije.
En poco tiempo mi verga ya estaba tiesa llena de leche, lista para descargar en su boca. Fue sublime, ella comenzó a succionar y por su cuello se podía apreciar como iba tragando mi leche mientras sentía sus gemidos de su orgasmo, que fue el momento en que sentí una succión espectacular, hasta que me la dejó limpia y dura de nuevo.
Lo que no se imaginaba ella era lo que yo tenía en mente. La tomé con mis brazos y la acosté boca abajo
– ¿Qué me vas a hacer? – me preguntaba ingenuamente.
– Te voy a follar a cuatro patas, te gustará – le contesté.
Entonces comprendió qué era lo que yo deseaba.
– No sé… mi culo no está tan abierto y no lo he hecho muchas veces – me dijo con algo de miedo.
– No tengas miedo, te lo voy a abrir bien y con dulzura – le aseguré.
La coloqué en la cama con su espectacular culo frente a mi y su cabeza sobre la almohada. Mi capullo empezó a jugar en las puertas de su perfecto culo. Ella tenía ciertas dudas por si le iba a doler, quería que se la metiera, pero dudaba pero yo le aseguré que sus dudas se despejarían enseguida. Tenía frente a mi uno de los mejores culos del mundo, os lo aseguro.
Le mojé la entrada con la lengua. Esto le encantó y así estuvimos un par de minutos. Ella contorneaba su culo disfrutando de la lamida que yo le hacía. Los lengüetazos iban desde su coño hasta el culo. Estaba loca de placer. Entre tanto lamidas, sentí que Noe se corría porque cerró muy fuerte las rodillas en el momento que tenía mi cara metida entre sus piernas.
Entonces se la fui introduciendo poco a poco. Ella gemía y se acariciaba el chocho. La cabeza de mi verga ya estaba dentro de su culo y para hacerlo más rápido, ya que estaba muy caliente, se la clavé de una vez.
Pegó un grito pero yo empecé la enculada en ese maravilloso trasero, carnoso, delicioso que necesitaba ser abierto y complacido. Ya no gritaba de dolor sino de placer.
La follada duró bastante, parecía que su ano se iba a partir, y cuando noté que mi semen estaba a punto de salir aumenté todavía más de velocidad. Ella se había corrido no menos de tres veces porque ahora contaba con la ayuda de mis dedos que le metía en el coño empapado y caliente, mientras que con la otra mano fregaba sus tetas que parecían estar a punto de estallar.
Nos quedamos abrazados, yo encima de ella y con mi polla en el culo mientras le besaba las orejas, el cuello, le acariciaba las tetas…
Fue un encuentro inolvidable.
Besos.