Relato erótico
Días maravillosos
Fueron de vacaciones de Semana Santa a Lanzarote y su marido había quedado con un amigo suyo y su pareja. Eran alemanes y muy simpáticos. Al principio no le hizo gracia, prefería estar a solas con su marido, pero reconoce que fueron las mejores vacaciones de su vida.
Víctor – Granada
Mi marido había quedado para pasar unos días en Lanzarote con su amigo alemán y la novia. Yo prefiero pasar este tipo de días en pareja, pero dado que se ven muy pocas veces, consentí en compartir mis mini vacaciones de Semana Santa.
Tengo un trabajo estresante, acumulado a mis labores domésticas, a pesar de que las comparto con Víctor, me producen unas sensaciones de agobio tremendas que hacen que mi líbido vaya por los suelos y necesito de vez en cuando evadirme y desconectar para poder recargar esas baterías necesarias para hacer frente a la vida. Es durante estos períodos cuando vuelvo a ser yo y recuperar mis ganas de pasarlo bien, de salir por la noche, de charlar, de sexo.
Mi marido aprovecha estas salidas para sacar lo mejor de mí y vaya que si lo consigue. Habíamos quedado en vernos en un hotel de lujo en una zona denominada Playa Blanca. La isla es preciosa, completamente volcánica, con una desnudez exquisita y a la vez agresiva… es un lugar que engancha, que te invita a volver y volver y volver.
Ese primer día aprovechamos que no estábamos acompañados para ir a la playa. A mí me encanta hacer topless pero siempre en lugares donde la gente es desconocida, así que llegué a mi límite de librarme de la parte superior del bikini y entrar mi braga estilo tanga para broncear mi culo.
Mi marido al ver que estaba un tanto apenada al no poder repetir aquella situación durante las vacaciones, me confesó que por él no había el menor problema de que continuara haciéndolo en presencia de nuestros amigos, así que la cosa quedó en el aire.
No me considero una persona cerrada, pero tampoco tengo el carácter tan liberal como para sentirme cómoda en tal situación; en ese momento pensé que la situación conduciría a algún lado.
Al día siguiente aparecieron nuestros amigos. Él es un tipo de gimnasio, bien formado, 1, 80 cm de altura, bastante guapo de cara, no está nada mal y ella lo cierto es que es un bombón, rubia, ojos azules… no puede negar su origen germano.
Durante la mañana fuimos como no, a la playa. Venían desesperados por pillar unos rayos de sol. Charlamos amigablemente, nos bañamos, reímos, comimos en un restaurant de la zona, pescado, vino, cubata… como me pasé con el alcohol y me altera e inhibe bastante y todo este taponamiento que llevaba en el interior desaparecía por momentos. Incluso nos marcamos unos bailes de salsa.
Mathias se me agarraba a la cintura con constantes rozamientos. Yo iba lanzada a tope y estaba esperando la ocasión para volver al hotel y pillar por banda a mi marido. De pronto pusieron una música más suave y el alemán se me acercó, me agarró y se pegó literalmente a mi cuerpo. Noté un importante bulto que me rozaba a la altura del ombligo. El estaba con el bañador, yo con mi bikini y un pareo. Aquello en otra situación hubiera supuesto un sobresalto de inmediato pero lo cierto es que me estremecí y se me puso la carne de gallina.
Él se dio cuenta y me dijo:
-No te muevas que está a punto de salirse del bañador.
¡¡¡Mentira!!! Se había salido y me estaba restregando su glande por mi ombligo y barriga. No sabía cómo actuar, mi marido charlaba amigablemente con Norma y no se percataron de la situación. Yo estaba descontrolada, así que como pude se la puse dentro de su bañador, toqué retirada y propuse irnos de nuevo a la playa. Moción aprobada y buscamos un rincón más apartado, pues estaba claro que las chicas nos liberaríamos de parte de nuestros bikinis.
Así fue, pero no acabó la cosa, ellos propusieron hacer nudismo. Jamás lo hubiera pensado, pero lo cierto es que con la calentura que llevábamos todos, que la zona estaba desértica sin moros en la costa y que deseaba ver bien el pedazo de pollón de Mathias dije que sí.
Norma fue la primera en despojarse de su ropa. Que cuerpo tenía, completamente depilada, piel blanca, era perfecta. Yo no me quedo atrás, pero soy morena y con la piel mucho más oscura, me quité todo. A los chicos les costó más, estaban un poco avergonzados. Sus pollas estaban a punto de estallar, por fin vi la polla de Mathias… estaba en pleno apogeo y Norma no le quitaba ojo a mi marido.
A mí se me notaba que estaba completamente húmeda, pero no me importaba, en ese momento no me importaba absolutamente nada, estaba como ida, ausente. Nos sentamos en la arena sobre las toallas de playa. La posición hizo que tuviéramos que abrir las piernas. Norma estaba completamente abierta, cerró los ojos y se reclinó. De repente Mathias llamó a Víctor para que se situara frente a ella y pudiera ver su chochito. Era perfecto, sonrosado, depuradísimo, y le invitó a tocarlo. Aquello me produjo un nuevo escalofrío, no me importó nada.
De hecho, me excitó más de lo que estaba. Mathias comenzó a besar a Norma por todo el cuerpo, mientras mi esposo tenía prácticamente todos sus dedos dentro de ella, la alemana comenzó a gemir, Mathias me invitó a mí también. Nunca había tocado a una mujer, pero si me lo había planteado alguna vez, así que aquella era el momento y la persona perfecta. Me acerque y la besé en la boca, luego en los pechos. Bajando por su barriga me encontré con el enorme aparato de Mathias, allí estaba, empitonado como un toro bravo, deseaba chuparlo, comerlo, succionar sus flujos, miré a mi marido y este asintió en prueba de su consentimiento. No lo dijo dos veces, Marcos gritó de placer, yo estaba que casi me corría sólo de tener aquello en mis manos, en mi boca, de pronto note como me penetraba mi marido por detrás. El interior me ardía, me pedía más y más.
Norma se puso conmigo en posición de 69 y comenzó a comerme el clítoris mientras me penetraban y yo chupaba a Mathias con desesperación, notaba como de vez en cuando Víctor se salía para ponerla en la boca de Norma.
Yo no podía parar, gritaba y gritaba, mi marido estaba flipando de verme tan caliente y tan desesperada. Era como una perra salida que no tenía freno.
Tumbé a Mathias y me puse encima metiéndomela toda dentro, le echaba saliva en su boca que comía sin cesar, mi marido me dijo lo puta y zorra que me veía, lo buena que estaba y lo caliente que estaba él. Me la metió por el culo, notaba como las dos pollas se rozaban, estaban los dos dentro de mí, aquello fue mi perdición, me corrí gritando y con unos espasmos que hicieron que Mathias me soltará su leche dentro. También al momento mi culo se vio repleto de semen de mi esposo. Como jadeaba, como me enculaba.
La pobre Norma se limitó a ver cómo era follada por todos los sitios mientras se masturbaba entre jadeos y gemidos.
Su premio fue dedicarle tocamientos, cunnilingus, besos, por parte de los tres hasta que alcanzó el éxtasis en un orgasmo que la convulsionó estirando todo su cuerpo hasta la deformación. Después me comió todo el semen que salía de dentro de mí, aquello hizo que alcanzara otro orgasmo. Me relajeeeee… Estaba lanzada, pasé los mejores días sexuales de mi vida.
Cambiamos las parejas, follábamos los cuatro, incluso una noche la pasamos cada uno con la pareja del otro, en la playa siempre desnudos, nos acostamos un par de veces Norma y yo mientras ellos sólo miraban. Tuve experiencias fantásticas, sensaciones únicas. Fue un pacto entre los cuatro para esa semana, pero como deseo mis próximas vacaciones con ellos.
Quedamos en repetirlo y así lo hicimos durante un puente largo. Fue maravilloso.
Besos a todos.