Relato erótico
Dias de vino, rosas y sexo
Su buen amigo, con derecho a roce, la invitó a pasar un fin de semana en la playa. Irían a un hotel de lujo, comerían bien y por supuesto tendrían buen sexo. Ocurrió algo más, muy morboso y nos lo cuenta.
Belén – Barcelona
Querida Charo, me llamo Belén, tengo 29 años y mis medidas son 100-60-92 y la historia que voy a contarte ocurrió este fin de semana cuando me fui a pasarlo a la costa con Abel, que hacía tiempo que era mi follamigo. Precisamente fue él quien me invito al viaje y acepté. Es un chico muy agradable y atractivo y aunque no es una relación seria, lo pasamos bien juntos y nos vemos de vez en cuando para tener buen sexo y pasar un momento agradable. La verdad es que me sorprendió un poco al invitarme pero necesitaba relajarme un poco así que acepté con gusto.
Llegamos al hotel, era muy elegante y algo exclusivo, por lo que no había mucha gente, era casi el mediodía, así que subimos a la habitación, nos duchamos y bajamos a almorzar, me puse un vestido ligero ya que hacia calor, no me puse sostén por lo que mis grandes tetas quedaban firmes y asomaban por el escote de mi vestido ajustado, y debajo solo llevaba un tanga pequeño, como los que uso siempre. Abel al verme se quedó asombrado y creo que deseaba que el almuerzo terminara rápido para poder follarme a gusto y de hecho yo también lo deseaba.
Nos fuimos a almorzar, ya que después de todo teníamos tiempo para disfrutar. Almorzamos y después fuimos al bar para tomar una copa y luego subir a la habitación. Al entrar al bar recibí varias miradas, pero principalmente la de un hombre que estaba en la barra. Era atractivo, como de unos 40 años, y no dejaba de mirarme. Con Abel nos sentamos en una mesa a tomar algo. Yo, de frente a este individuo, pero no le di mayor importancia, aunque debo reconocer que me atraía bastante por lo que en verdad comencé un juego de seducción con él.
Pasé el rato charlando con Abel y el otro hombre ya se animaba a hacerme algunas señas las pocas veces que yo lo miraba, entonces decidí que era tiempo de subir a la habitación con Abel pues estaba algo excitada. Nos levantamos y al salir pasé muy cerca de ese hombre, sintiendo su mirada clavada en mi cuerpo y antes de salir me di vuelta despacio, devolviéndole una mirada y dejándole una pequeña sonrisa.
Al llegar a la habitación, Abel y yo nos desnudamos rápidamente y comenzamos a besarnos y acariciarnos. Ambos estábamos muy calientes. Hicimos un 69 y él no tardó en correrse en mi boca, pero seguía con su verga bien dura por lo que luego me regaló una buena follada, haciéndome tener un buen par de orgasmos fenomenales y otro más de él.
Luego, mientras descansábamos un poco, sonó su teléfono móvil. Era de su trabajo y había un inconveniente que requería su presencia. Abel tiene un cargo muy importante y no pudo evitar tener que irse y al preguntarme sí quería volver con él, decidí quedarme a descansar ya que él regresaría al día siguiente.
Más tarde bajé un rato a la piscina. Llevaba un tanga bastante pequeño, los hombres me miraban bastante, hasta que volví a ver al hombre que me miraba en el bar y que me saludó al pasar junto a él. Le devolví el saludo, pero seguí mi camino, me puse a tomar un poco de sol y luego nadé un poco. El seguía allí pero parecía que no se animaba a hablarme y yo jugaba con un poco de indiferencia, pero realmente me gustaba. Luego vi como se levantaba y se iba. Me quedé un rato más nadando y luego volví a la habitación para cambiarme para cenar. Cené y luego fui al bar a tomar algo. Algunos hombres se me acercaron al verme sola, pero los rechacé, y no vi al hombre que me gustaba, pero cuando estaba por irme lo vi entrar al bar. Al verme me sonrió, pero parece que ahora era él quien se hacía el indiferente. Al rato me fui a mi habitación aunque no quería dormir y entonces decidí ir solazarme en el jacuzzi. El lugar estaba aislado así que podía estar tranquila, por lo que fui desnuda con solo una bata puesta.
Llegué y dejé la bata entrando al jacuzzi desnuda. El baño era relajante y yo seguía algo excitada, por lo que empecé a masturbarme despacio. Sentía un suave placer y no tardé en gemir de placer, cuando de pronto oí que alguien me decía:
– Creo que necesitas compañía.
Al darme la vuelta vi el rostro del hombre por el que me estaba masturbando. Él, sonriendo, se acercó, lo miré y le dije:
– Me encantaría, pero primero quiero saber su nombre.
– Ramón – me dijo.
– El mío es Belén – le dije – y ahora que nos conocemos ya puedes desnudarte y venir conmigo.
Se desnudó frente a mí, dejándome ver un cuerpo atractivo, cuidado y una verga que aun dormida, era de buen tamaño. Entró en el jacuzzi y se puso junto a mí, su mano reemplazó a la mía en mi paja y comenzó a recorrer mi sexo con dedos hábiles, rozando mis labios de arriba abajo, pellizcando suavemente mi clítoris ya excitado. Pronto dos dedos penetraron mi coño y gemí de placer pero él ahogó mis gemidos con un beso y su lengua se hundió en mi boca, uniéndose a la mía mientras sus dedos se hundían por completo dentro de mí, llevándome al éxtasis y que, por toda la excitación acumulada, me hizo explotar en un orgasmo intenso, muy placentero.
Entonces era mi turno de brindarle placer. Se sentó en el borde del jacuzzi y yo, frente a él, tomé su verga que ya se ponía dura y la pajeé despacio con mi mano, luego la comencé a lamer despacio, recorriéndola en círculos con mi lengua hasta que se puso muy dura. Era una verga gruesa que yo la chupaba despacio, entrando en mi boca poco a poco.
Ramón comenzó a gemir, mi boca apretaba su verga y la tragaba cada vez más profundo, salía y entraba en mi boca, apretaba sus huevos con mi mano y devoraba su verga, fuerte, profundo, hasta que la tuve en mi garganta. La dejé allí toda metida en mi boca para luego sacarla entera y volverla a tragar toda. Ramón deliraba de placer y me pedía que siguiera, que se la chupara toda y yo así lo hacía. Entonces se sentó dentro del jacuzzi y yo me senté sobre él, montándome en su polla.
Ambos gemíamos y nuestros movimientos eran más duros hasta que ambos alcanzamos juntos el orgasmo. Mis jugos bajaban por su verga al tiempo que él inundaba mi coño con su leche caliente y así ambos nos convulsionamos hasta entregar todo lo que teníamos.
Salimos del jacuzzi y volví a chupar su verga hasta limpiarla toda de sus jugos y los míos, lo que hizo que se le pusiera dura de nuevo. Entonces me tendió en el suelo y se subió sobre mí, penetrándome despacio. Me follaba lento y profundo, haciéndome sentir su verga entrar y salir de mi coño hasta el fondo, y poco a poco ir aumentando su intensidad, más rápido y fuerte, haciéndome gemir y que le pidiera más. Cuando estaba por correme de nuevo él, notándolo, intensificó aún más las embestidas, hasta que exploté de placer, acabando fuerte e intenso, pero él no se detuvo y siguió follándome hasta que mi orgasmo terminó por completo.
Entonces se incorporó y se puso sobre mí, colocando su verga entre mis tetas, cogiéndomelas fuerte. Sentí su verga caliente e hinchada y tomé mis tetas y apretaba su verga hasta que estalló lanzando chorros de leche que alcanzaron mi cara, mi cuello y chorreaba por todas mis tetas. Luego desparramé toda su leche por mis pechos, chupé su verga y volví a limpiársela toda y aunque queríamos seguir, le propuse hacerlo en mi habitación.
Llegamos y decidimos darnos una ducha, nos bañamos juntos excitándonos, luego nos dirigimos a la cama, donde me hizo acostar boca abajo y comenzó a besar mi espalda, recorriéndola con su lengua, hasta llegar a mis nalgas, besándolas, lamiéndolas. Las abrió un poco y su lengua recorrió mi agujerito hasta llegar a mi coño que se mojaba cada vez más, hundió su lengua en cada uno de mis agujeritos, dejándome muy mojada, y luego mi hizo incorporar un poco quedándome a cuatro patas. En esta posición apoyo su verga sobre mi coño y de un golpe me penetró hasta el fondo haciéndome gritar de placer y empezó a follarme fuerte, bien duro y salvaje. Cogía mis caderas y me embestía con fuerza, clavándome toda su verga, mientras yo me movía en círculos sobre ella con mi chocho lleno por esa verga, dura y gruesa, así alcancé un nuevo orgasmo.
Entonces Ramón empezó a pasar su verga por mi culito, mojándolo todo con mis jugos. Lo miré y le pregunté sí deseaba follarme el culo y contestó que le encantaría, así que le pedí que me lo podía follar todo. Animado, comenzó a penetrarme despacio, pero al pedirle yo más, empezó empujar con fuerza y yo sentía como su verga entraba hasta el fondo de mi culo. Ya dentro de mí, se agarró de mis tetas y me clavaba fuerte, enterrándome toda su verga en mi culo hasta que volví a explotar.
Ramón seguía enculándome cuando noté que Abel estaba parado en la puerta de la habitación mirándonos. Tenía su verga en la mano y se pajeaba. Entonces dijo:
– Veo que no puedes estar sola – Ramón se sorprendió al oír su voz y se detuvo un momento, pero Abel le dijo – No pares amigo, es una hembra para disfrutar.
Dicho esto se puso delante de mí y me ofreció su verga que metí en mi boca por completo mientras Ramón retomaba su follada de mi culo. Sus embestidas hacían que me tragara la verga de Abel entera hasta que oí como Ramón gritaba y su leche inundaba mi culo. Su verga se convulsionaba vaciándose dentro de mí por completo. Entonces quedó un tanto exhausto al costado de la cama, y Abel aprovechó para follarme, ocupando el lugar que acababa de dejar Ramón en mi culo. Su verga de un tamaño similar, entró sin dificultad en mi ano abierto, follándome fuerte, hasta que nos dimos vuelta y quedé sentada de espaldas a Abel cabalgándome por el culo. Lo que veía puso a Ramón de nuevo a punto y mirándolo le pedí que me follara por el coño.
Se puso delante de mí y Abel se detuvo un momento para que Ramón entrara en mi almeja y una vez los dos dentro comenzaron a moverse dentro de mis agujeros, llenándome con sus vergas. Las embestidas eran intensas, profundas y duras, así me llevaron a un orgasmo bestial, pero no dejaban de follarme haciéndome terminar un orgasmo y comenzar otro que lo terminé al tiempo que ambos llenaban mi interior con su leche caliente y abundante que inundaba mi interior y desbordaba de mí mezclada con mis jugos que emanaban de mi coño chorreante.
Quedé extenuada, extasiada y satisfecha, y ambos machos rendidos, y nos quedamos dormidos los tres. Al despertar, Abel no estaba pero leí una nota que me había dejado diciéndome que debía hacer unas llamadas y volvía luego, que me daba tiempo para la despedida de Ramón. Sonreí pensando en lo comprensivo que era Abel y como tenía clara nuestra relación de amantes sin compromisos.
Me di vuelta y Ramón estaba desnudo, dormido y no dudé en tomar su verga con mi boca, verga que reaccionó de inmediato, y se despertó viendo como su verga desaparecía en mi boca. La chupé hasta tenerla bien dura y entonces lo monté de frente, cabalgaba su verga. Mis tetas saltaban con cada clavada en su verga que entraba y salía completa de mi coño. Yo gemía y gozaba cabalgándolo hasta que me la saqué del coño, la apoyé en mi culito y me dejé caer, clavándome su verga entera de un golpe hasta el fondo de mi culo. Grité en una mezcla de dolor y placer pero me gustaba y gozaba mucho. Así lo cabalgué hasta que me corrí sobre su verga y al notar como le llegaba a él el placer, me levanté y lo hice sentar en el borde de la cama, me arrodillé frente a su verga y la chupé fuerte, sintiendo llegar su leche.
Se la empecé a pajear frente a mi cara hasta que un chorro salió directo estrellándose sobre mi mejilla, otro más sobre mi cara y boca. Eran chorros abundantes. Abrí mi boca y otros dos entraron en ella, dos más sobre mi pelo y ojos. Bañó mi cara con su leche. Luego me la metí en la boca y la chupé succionándola hasta sacarle la ultima gota y bebiendo todo el resto de su leche caliente.
Lamí toda su verga y la chupé hasta dejarla limpia y brillante, entonces lo besé y le dije que había sido un placer pero ya debía irse. Me dijo que él placer había sido suyo, se despidió y se fue. Me fui a duchar y mientras lo hacía aun sentía el placer que invadía mi cuerpo con Ramón amándome, sabiendo que él lo había disfrutado tanto como yo y tal vez en algún momento podríamos repetirlo.
Con todo mi cariño para mi amigo Ramón, dedicado a él y gracias por compartir estos buenos momentos.