Relato erótico

Derecho a roce y algo más

Charo
13 de diciembre del 2019

Había quedado con su buen amigo para ir a cenar y a tomar unas copas. Él, se presentó antes de hora a buscarla y la pilló saliendo de la ducha, envuelta en una toalla. Cambiaron de planes, pero fue para mejor.

María – SEVILLA
Amigos de la revista, él llegó antes de lo que esperaba ya que yo tenía que estudiar y le pedí que me diera tiempo para arreglarme, pero cuando abrí la puerta solo me dio tiempo a medio vestirme, porque acababa de salir de la ducha.
Es un poco más alto que yo, pelo castaño y unos ojos profundos que saben encender, una cara dulce y suave. Su cuerpo está trabajado, con los músculos suficientes para hacerle atractivo y un culo que impresiona, no solo a la vista sino al tacto. La verdad es que no me puedo quejar de buen gusto. Yo mido casi 1,70, con el pelo largo, liso y castaño, y tengo unos ojos negros de los cuales estoy orgullosa. Soy de complexión delgada, con unas medidas cercanas a lo deseado y unas tetas pequeñas, pero de las que no he oído quejas, sino todo lo contrario.
Me encantó verle en la puerta de mi casa, preparado para salir de juerga, con una camisa que le queda de infarto y esa colonia que le da un vuelco a todos mis sentidos. Yo llevaba puesto un pantaloncito corto y una camisa sin mangas un poco ancha que deja asomar ciertos encantos.
Le invité a cenar. Como nos llevamos muy bien, nos encanta tontear y jugar y así pasamos la mayoría de la cena. Nos encanta echarnos indirectas y calentarnos mutuamente. La verdad es que añoraba estar a su lado, ya que yo le había pedido tiempo para acostumbrarme a nuestra nueva situación de solo amigos, pero era una tarea difícil, no por las indirectas, sino porque el sentir su calor cerca y todo su cuerpo convertido ahora en tentación, no me ponía las cosas muy fáciles. Aún así decidí tomármelo todo con sentido del humor. Cenamos y nos fuimos al salón a ver una película por la televisión.
Estábamos tumbados, él abrazado a mí y yo cogiendo sus brazos. Estaba tranquila. Hablamos durante toda la noche de todos los temas, pero al final siempre acabábamos con el mismo: el sexo. Nos contamos cosas que nos gustaban hacer, las posiciones preferidas, nuestros deseos íntimos y esas cosas que nos calientan hasta más no poder. No me puedo quejar de ello, tenemos gran libertad para hablar entre nosotros, solo que yo me estaba calentando y eso no se lo podía decir para no estropearlo todo.
Vimos dos películas y después haciendo zapping encontramos un canal donde unas tías hacían strip-tease, y como nos dio morbo, nos quedamos viendo lo que hacían. El no paraba de echarme indirectas y yo, poco a poco, me humedecía más. Él lo debió notar, porque su polla crecía dentro de su pantalón y yo la notaba con mi culito.
Al rato, supongo que para quitar un poco la tensión y ya que a mí me dolía la espalda, decidió darme un masaje. Me pidió que me quitara la camisa y luego me quitó el sujetador rozándome con sus manos muy cerca de mis pechos.

Eso no hizo más que calentarme más, pero preferí no hacer ningún comentario. Él, con sus manos, masajeaba toda mi espalda y después empezó a rozarme con su cuerpo. La sensación era increíble. Todo su cuerpo caliente y suave estaba rozándome y yo seguía notando su miembro cada vez más grande y duro. Estaba a cien, no quería que parara, deseaba su cuerpo tanto que me dio igual toda clase de sentimientos que se pudieran pasar por mi cabeza.
El se tumbó encima de mí, y pasó su verga por mi culito, sus manos tocaban mi espalda y deseaban mis pechos, y su boca susurraba a mis oídos todo aquello que yo deseaba que me hiciera. Lo único que mi cabeza podía pensar en ese momento era tener sus manos estrujándome los pechos, su boca mordisqueándome los pezones, su verga jugando con mi culito y mi rajita… solo quería sentir su aliento sobre mi nuca y su enorme polla penetrándome.
Estaba muy excitada, mi coño estaba muy húmedo, mis tetas querían ser libres y mis pezones estaban duros como hacía mucho que no los veía. Desperté de ese dulce sueño cuando él me preguntó si estaba segura de lo que iba a pasar. Le deseaba, le deseaba tanto que todo me hubiera dado igual, pero mi corazoncito me dio un toque y entonces supe que el dolor que sentiría luego me haría más difícil el llegar a ser su amiga. Nos abrazamos, en un abrazo intenso y duradero. Le quería mucho y no podría soportar perderle solo por un sueño, pero un sueño muy apetecible.
Continuamos mirando la tele y a falta de canales con programación decente, nos quedamos viendo los strip-tease que daban mucho juego para tener una conversación. Acabamos hablando de las tetas de las tías y de si nos gustaría hacer un trío. A mí la idea de hacer un trío nunca me atrajo mucho, pero últimamente sí que me lo había planteado. El sentir a dos tíos sobándote por todas partes y dedicándose a darte placer solo a ti, me excita sobre manera y el hecho de poder sentir como hago disfrutar a otra tía mientras me dan placer, el poder descubrir todos sus encantos… hace que me humedezca.
El me confesó que estaba a reventar entre que llevábamos toda la noche tonteando, el subidón de antes, la conversación que teníamos en ese momento… y era fácil de comprobar mirando su paquete.
Le pedí que me la enseñara ya que me daba morbo vérsela tan gordota y no me desilusionó. Era la polla más grande y brillante que había visto nunca. Pudo ser fruto de la lujuria que la viera así, pero nunca se la había visto tan vistosa.

Me pidió si se podía masturbar y yo le pedí que lo hiciera delante de mí, siempre me gustó ver su cara de placer y ver como se tocaba. Se bajó los pantalones y le vi la verga entera, se sacó los huevos, que también habían sufrido a causa de la excitación y le vi el culo… ¡que tentación!
No pude dejar de mirarlo y al final me abracé a él y con una mano empecé a tocárselo. El también me abrazó y con una mano se tocaba el miembro sin parar mientras con la otra buscaba la raja de mi culo. Yo notaba como miraba la tele ya que en ese momento salía una tía con unas tetas muy bonitas y un coño casi tan depilado como el mío, con una pequeña mata de pelo encima del clítoris.
Ella se tocaba y bailaba al son de una música y la cámara le enfocaba esas zonas tan erógenas. Dejé de mirar la tele porque en parte me estaba poniendo con eso y me acerqué más a él abrazándole más, pudiendo así tocar más su culo, que no paraba de moverse al ritmo de sus propias caricias. El aprovechó la situación para agarrar más el mío y acercarse a mí.
Esta situación me acabó descontrolando, subí mi posición en el sillón para que me pudiera agarrar mejor y si quería, pudiera chuparme los pezones, pero él me metió un dedo en el coño y empezó a jugar con él. Me había agarrado por detrás, sentía su brazo ardiendo en mi culo y su dedo largo y juguetón no paraba dentro de toda mi humedad. Estaba chorreando y a él eso le excitaba más, así que empezó a jadear y suspirar encima de mí. Yo le agarraba el culo con mi mano y le tocaba los huevos para que sintiera más placer, y con tanta excitación yo también me puse a gemir y le pedí que me introdujera un dedo más.
Esos dos dedos dentro de mi coño me hicieron disfrutar como nunca, saliendo y entrando, mojándome el chocho entera, todo revoltoso jugando con mi botoncito… Esa situación se alargó un par de minutos hasta que me dijo que se iba a correr. Yo me puse boca arriba y le pedí que se corriera encima, así que se puso arriba, me bajó las bragas y continuó jugando con mi agujerito un rato más, metiéndome los dedos y comiéndose todos mis jugos, sin parar de tocarse su enorme verga que estaba a punto de reventar de placer.
Siempre le gusta tocarme el coño para excitarse cuando se masturba, ya que yo siempre me lo depilo porque me da mucho morbo al masturbarme, se me ven todos los pliegues, la entrada despejada y como la humedad sale de él. Se corrió en mi cara y luego se la chupé para dejársela reluciente.

Me guiñó un ojo y con su dulce lengua me limpió la cara de su corrida y me dio un beso más dulce todavía.
Eso fue todo.
Besos.

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