Relato erótico

De fiesta en fiesta

Charo
9 de octubre del 2019

Invitó a una amiga suya a una casa que tenían sus padres en un pueblo cercano a donde viven las dos. Era Agosto y había más pueblos de fiesta mayor.

Magda – VALLADOLID
Hola, mi nombre es Magda y os voy a relatar lo que me ocurrió este año en las fiestas de un pueblecito cercano al mío. Tengo 21 años y soy morena, no muy alta, mido 1,55, tengo el pelo rizado y aunque no soy muy guapa, a los chicos les encanta la mirada de mis ojos verdes, y mis pechos, que son grandes y muy tiesos. Pero sobre todo lo que más les gusta es mi culito, dicen que tengo un culo perfecto, aunque yo creo que no es así, pero bueno sin modestia la verdad es que es redondito y bien salido.
Estábamos Cristina y yo, tomando copas en la terraza de un bar, rodeadas de miradas de los lugareños, que no nos quitaban ojo de encima, sobre todo a Cristina, que es una amiga que invité a pasar unos días con mi familia. Cristina es una chica muy guapa y simpática muy desinhibida y jovial, mide 1,75, pelirroja y unos ojos que quitan el sentido, junto con unos pechitos pequeños y un culito que deja adivinar las formas, lo que en conjunto hace que sea muy deseable por los hombres.
Estuvimos un par de horas charlando y tomando copas y el aburrimiento empezó a hacer mella, así que decidimos subirnos al coche e ir al pueblo de al lado que eran fiestas y que había, según decía la gente, mucha marcha. Pagamos las consumiciones y nos fuimos. Llegamos sobre la 1 y nos dirigimos directamente al baile, que se organizaba en la plaza mayor, seguramente como en todos los pueblos.
Pronto comprobamos que lo que nos habían dicho era cierto y que había muy buen ambiente, mucha gente joven con ganas de fiesta y una buena orquesta. Nos dirigimos a la barra que estaba justo al otro lado de la entrada de la plaza. Cruzamos el baile y fuimos el centro de atención de muchos jóvenes que allí estaban bailando, no sé si sería porque no nos conocían o porque íbamos bastante provocativas.
Cristina llevaba un top ajustado que le marcaban sus lindos pechitos y un pantaloncito corto que enseñaba más de lo que tapaba y yo no era menos, con mi blusa desabrochada que dejaba adivinar unos lindos pechos y una minifalda que casi no me tapaba nada. Llegamos a la barra y nos pedimos dos copas, el camarero no nos quitaba ojo de encima, estaba como embobado y nos recorría y desnudaba con su mirada de arriba abajo. Nos miramos y nos reímos, esto nos estaba empezando a gustar.
Cogimos nuestras copas y empezamos a bailar. La mayoría de las canciones eran para esto, pasodobles, tangos, cha-cha-chas y pronto un grupo de chicos nos rodeó. Nosotras, al verlos, nos juntamos más y bailábamos más agarradas, mientras oíamos sus típicos comentarios:
– Joder mira que están buenas, vaya culitos, jo como tienen que follar…
Esta fue la última canción antes del descanso. Cuando acabó, todo el mundo se dirigió a sus grupos de amigos, que es lo típico que se hace por esta zona, nosotras aprovechamos y nos tomamos otro par de copas en la barra y decidimos hacer lo mismo que la demás gente, irnos por ahí.
Mientras recorríamos el pueblo, comentamos lo que decía la gente de nosotras y la verdad es que nos excitó, y nos empezamos a reír. Esta noche prometía, estábamos las dos en pie de guerra. Llegamos a las afueras del pueblo y vimos un local que parecía muy concurrido, y entramos. Había una música de baile de fondo y 5 chicos sentados en unos sillones, bebiendo y fumando.
– Hola buenas noches chicos, ¿nos ponéis una copa?
Fue Cristina la que se las pidió. Uno de los chicos, que no estaba nada mal, se levantó y nos dijo:
– Faltaría más guapas, todas las que queráis.

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Nos pusieron unas copas y empezamos a bailar al son de la música, y pronto dos de ellos, el que nos había puesto las copas y otro, empezaron a bailar junto a nosotras. Mi amiga pronto se cogió a su acompañante y empezaron a bailar pegados, me miraba y se sonreía así que yo hice lo mismo y me agarré a mi pareja. Empezó a sonar una música lenta, yo me junté todo lo que pude y le rodeé el cuello con mis brazos mientras él se agarraba a mi cintura. Esto me empezaba a gustar y empecé a sentir un calorcillo que me recorría todo mi cuerpo, el parece que lo notó, bajó sus manos a mi culo, y noté como me masajeaba las nalgas ante la atenta mirada de sus colegas.
Acerqué mis labios a los suyos y nos dimos un beso de espanto, su lengua empezó a jugar con la mía, nuestras salivas se juntaron, buscaba cada recodo de mi boca con su lengua, y yo estaba en la gloria. Pronto metió sus manos bajo mi minifalda y les enseñó el culo a sus amigos, los cuales abrieron los ojos al ver semejante culo, libre de su primera capa que impedía su visión. Pronto subió una mano y me empezó a desabrochar la blusa, yo estaba excitada y no podía parar y empecé a quitarle la camiseta. La verdad es que no me importaba que hubiera más gente allí, estaba tan cachonda que me traía sin cuidado. Me miró y me dijo:
– Creo que necesitas una buena dosis de polla y te la vamos a dar esta noche. Vas a acabar saciada.
Me tomó de la mano y nos dirigimos a una especie de reservado donde había un colchón en el suelo, donde supongo esta peña hacía sus orgías particulares. Entramos y vi a mi amiga que estaba con el chaval que bailaba, tenía su pechos al aire y la polla de su amigo en la boca. Me impresionó ver a Cristina con ese pedazo de carne entrando y saliendo de su boca. La agarraba con las dos manos y recorría su capullo con la lengua dándole toquecitos en la puntita, lamiendo su agujerito. Su cara de satisfacción era genial, tenía el poder sobre su chico, con su cetro en la mano acariciando sus huevos, de vez en cuando pasaba su lengua desde los huevos hasta la punta, lo que arrancaba los gemidos del propietario de aquel cetro. Cristina me miró y me dijo:
– Está riquísima… menudo cucurucho.
El chaval miró las tetitas y dijo:
– Tranquila putita, que ya la probarás después.
– Seguro que me encantará – dije sonriendo.
Esta noche estaba siendo genial y una cosa era cierta que íbamos a tomar ración doble de polla. Mi acompañante me quitó la blusa y el sujetador mientras recorría mi cuello con su lengua haciéndome vibrar y que mis braguitas se pusieran mojadas, mucho más de lo que ya estaba. Luego me tumbó en la cama y me empezó a lamer todo el cuerpo, empezando por el cuello y bajando suavemente por mis pechos, arrancándome gemidos de placer.

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Estábamos disfrutando como unas perras en celo y decidí darle más morbo a la situación. Me deshice de mi apuesto galán y me encaminé hacia Cristina, me agaché, le quité su pantaloncito y empecé a acariciarle el delicioso culito por encima de su tanga blanco. Mi lengua recorría su culo e iba acercándose a su conejo húmedo. Y más húmedo que se le iba a poner. Le aparté el tanga y empecé a lamer su agujerito trasero. Cristina gemía de placer mientras comía la verga de su nuevo amigo, que estaba extasiado.
Cristina es muy hábil con la lengua y la mamada que le estaba dando debía de ser genial. Yo seguía con su culo, metiéndole mi lengua ensalivándolo y dilatándolo. Al final mi dedo entró sin ninguna oposición y esto hacía que ella mamara cada vez más rápido. Mi acompañante estaba masturbándose mirando la escena con unos ojos como platos. Cuando saqué mis dedos de su culo, su agujerito estaba dilatado, miré a mi chico y le dije:
– ¿Cielo, te gusta este culo? Lo he dilatado para ti, vamos antes de que se cierre, fóllatelo.
Me obedeció sin rechistar y le metió la polla en el culo de mi amiga, que dio un gran gemido de placer cuando notó ese pedazo de tranca que la perforaba. Me acerqué a Cristina y la miraba mientras mamaba la polla de su amigo. Sus ojos delataban gran excitación y me miraban como diciendo, que placer me están dando estos cabrones. Yo dije:
– Cristina eres una acaparadora, todo lo quieres para ti.
– Vamos Magda, no te pongas celosa, y prueba esta verga – me dijo.
Abrí la boca y me la metí hasta el fondo. El chico dio un grito de placer cuando me la tragué. Era una delicia, menuda polla más rica y encima con el gusto de la saliva de mi amiga. Cogí a mi chico y nos fundimos en un gran beso, mi lengua recorría su boca y empecé a lamer su cuerpo, sus pechos. Él se dejaba hacer y gemía de vez en cuando. Era delicioso. El chaval era muy tímido, no decía nada, no hacía nada, simplemente se dejaba hacer. Esto a mi me excitaba muchísimo, era delicioso tener el control, me lo estaba follando.
Pronto mi culo se sentó en sus piernas y acerqué su rabo a mi rajita, que estaba húmeda. Me levanté y me dejé caer sobre su polla, dio un grito, estaba en la gloria, y empecé a coger el ritmo en un metisaca que me estaba volviendo loca. Besaba sus pechos, su boca, su cara, estaba ida, una loca del sexo. Seguimos así un buen rato y cuando nuestros chicos estaban llegando al punto sin retorno, nos separamos de ellos, que nos miraron extrañados, diciendo:
– ¿Cómo… así nos vais a dejar?
Nos acercamos las dos y nos empezamos a besar a comernos las bocas mientras recorríamos nuestros cuerpos con las manos. El espectáculo era genial, dos hembras imponentes dándose placer y dos machos mirando, con sus pollas a punto de reventar.
– ¡Venga chicos es hora de que nos duchéis con vuestra leche! – les dijimos.

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Se acercaron a nosotras, que seguíamos besándonos como fieras, empezaron a contraerse y a sentir espasmos y nos ducharon con su leche, que nos llegaba a intervalos como un surtidor. El semen resbalaba por nuestra cara y nuestro pelo y estábamos en la gloria. Cuando sentimos esa ducha nos acariciamos las dos nuestras rajas. Después de unos segundos llegábamos al orgasmo las dos juntas, y gMagdamos mientras nos derrumbábamos en el colchón exhaustas de placer.
Besos calentitos para todos

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