Relato erótico
De compras y acabé follando
Fue a comprar un equipo de música para el coche y lo compró pero, además consiguió el teléfono de la dependienta.
Miguel – SEVILLA
Querida Charo, lo que relataré a continuación fue algo que me ocurrió hace apenas unos cuatro meses. Tengo 32 años, soy casado desde hace 8 y a decir verdad no me considero un Adonis, mido 1,75, soy moreno claro, de complexión mediana, y mi aspecto en general podría ser el de un tipo demasiado serio. Soy simpático y creo que en eso ha estribado mi suerte para conocer y relacionarme con mucha gente.
Todo lo que cuento ocurrió cuando tuve la intención de comprar un equipo de música para mi coche y me acerqué al departamento de electrónicos de la tienda en la ciudad donde vivo. Allí conocí a Belén, la que atendía muy amablemente las ventas de los equipos que eran de mi interés.
– Buenos días, ¿le puedo ayudar en algo? – dijo acercándose con una amplia sonrisa para atenderme.
– Si señorita, mire, estoy buscando un estéreo para mi coche, busco uno con capacidad para reproducir audio de todo tipo, mp3, wma, etc.
Me mostró algunos equipos que en realidad me gustaron bastante pero en definitiva lo que más me gustó fue su sonrisa por lo que mostrando mi mejor cara e intención de ligar, le estuve respondiendo en medio de sonrisas. Me sorprendió que me cuestionara si todo el tiempo reía por lo que opté por ponerme serio y decirle que solo lo hacía en presencia de alguien que me recibía así, sonriendo.
Al preguntarle la edad me dijo que tenía 28 años, añadiendo que si mi intención era ligármela y si era así, que tuviera cuidado y no se fuera a enterar mi mujer.
– ¿Cómo sabes que estoy casado? – le pregunté volviendo a sonreír con cierto nerviosismo.
– Es evidente que un hombre de tu edad no estará soltero y menos si tiene esa manera tan amena de acercarse a la gente. ¿Donde está tu mujer?
Marta se encontraba a tres o cuatro metros detrás de mi mirando los televisores por lo que, con toda la tranquilidad, le dije a Belén donde estaba mi esposa. Se sorprendió y siguiéndome el juego del flirteo, me acusó de sinvergüenza diciéndome que como era posible que delante de ella me pusiera a coquetear, a lo que nuevamente respondí que solo lo hacía si mi interlocutora era una mujer tan bella como ella y no se ponía nerviosa ante mis galanteos.
Belén es morena, con pelo lacio negro a media espalda, ojos rasgados, unos labios gruesos y boca bastante grande que, sin mentir, desde el primer momento que vi su sonrisa se me antojó que era estupenda para una buenísima mamada. Tiene unos pechos que parecen globos, firmes y talla 90, una cintura no muy pronunciada pero llamativa y un traserito que bien merece un par de azotes suaves durante el follaje.
Terminé comprando el estéreo y al darme la nota para pasar a recoger el equipo me dijo:
– Al reverso está mi número telefónico y si el equipo tiene alguna falla, no dudes en llamarme.
Todo esto lo dijo mientras me guiñaba un ojo y mordía deliciosamente su labio inferior.
Revisé la nota y rápidamente anoté el número en mi móvil para que no se me perdiera, pues debía entregarle la nota al recoger el equipo y ella lo sabía. Al día siguiente, ni lento ni perezoso, marqué y ella me respondió pero como en su móvil el número le pareció desconocido, contestó con cierta reserva, pero su voz cambio de tono cuando le dije quien era. Quedamos de vernos y esa tarde solo salimos a tomar un café en un bar muy alejado del centro de trabajo de ella y de los lugares que normalmente frecuentan nuestras amistades. Allí estuvimos hablando un buen rato y de pronto, ante mi mirada insistente a sus pechos y su boca, me dijo:
– ¿Estás pensando que en esa primera salida acabarás acostándote conmigo? Pues estás equivocado.
Muy tranquilamente le respondí que yo no llevaba ninguna prisa y que si ella estaba allí era porque también deseaba lo mismo. Ella solo se rió y me dijo:
– ¡Que seguro estás de que me acostaré contigo!
De regreso, en el coche, nos estuvimos besando mientras conducía y nos empezamos a tocar. Era algo como de locura porque había momentos en que perdía concentración sobre la calle. Pero no podía dejar de acariciar esas bellísimas tetas mientras ella se entretenía acariciando mi entrepierna que para ese momento ya mostraba los efectos de sus caricias. No es de presunción pero mis 18 cm hicieron que ella se emocionara y me bajara la cremallera para meter su mano, liberar mi erección y acariciarla directamente. Mi avance por la calle se hizo más lento y yo ya había empezado a tocar su coño sobre el pantalón y pude claramente sentir en la caricia que ella llevaba un tanga, pero lo que más me calentó fue el notar su monte de Venus completamente depilado.
Se lo pregunté y me dijo que sí, que a ella no le gustaba ir “peluda” y que se sentía más cómoda, más segura, más mujer así, sin nada de pelo púbico. Para ayudarme abrió su pantalón y se lo bajó a media pierna, mostrándome así su vientre plano, un ombligo muy coqueto y más abajo la raja de su coñito perfectamente depilado. Como pude, dejé ir mi dedo medio, sin dejar de conducir, en medio de sus labios mayores y claramente sentí la humedad de su almejita mientras ella cerraba los ojos suspirando y aflojando un poco la presión de su mano sobre mi pene.
Se inclinó como pudo hacia mí, me empezó a besar suavemente el capullo y luego la cubrió con su boca presionando todo el glande con sus labios. Casi pierdo el control del coche mientras sentía esto, por lo que opté por estacionarme en el primer callejón que encontré, ya casi oscureciendo.
Nunca me habían hecho una mamada en el coche por lo que me empecé a preguntar que haría al correrme. Mis manos siguieron trabajando, una en su chocho, ya por demás mojado, y la otra en una de sus tetas que lucían unos pezones chiquitos al igual que sus aureolas, pero que estaban erectos, durísimos y con una tersura que pocas veces he podido llegar a tocar.
De pronto, la sentí ponerse tensa y aprisionar mi mano entre sus piernas tan fuerte que casi creí que me la arrancaría, pero aun en medio de este orgasmo nunca dejó de mamar mi verga ni acariciarme los huevos muy suavecito. En un momento dado se sacó la verga de la boca y me dijo:
– ¡No te detengas!
Seguí tocándola pero ahora ya no solo la tocaba sino que empecé un metisaca de dedo en su coño marcando un ritmo igual al que ella llevaba mamándome la verga. Ella jadeaba, se torcía pero no soltaba mi polla y cuando no pude más, solo le dije:
– ¡Ya, ya…!.
Ella se la sacó de la boca solo para decirme:
– ¡Dámelo todo, échamelo dentro!
La volvió a engullir en el preciso instante en que mi corrida caía directamente en su boca y hasta su garganta. Ella no dejó de mover su boca con el ritmo que llevaba hasta que tragó la última gota de mi leche cuando sentí que me volvía a apretar la mano con sus piernas, me mojaba y me aprisionaba el dedo que tenía dentro de su coño.
La dejé en su casa y antes de despedirme de ella le pregunté si ya había cambiado de opinión, me dijo que no, pero que la prueba le había gustado y que creía que el irnos a la cama sería muchísimo mejor, pero no en esa ocasión. Durante la semana le seguí llamando a su móvil, hablamos, nos reíamos y prácticamente no descuidábamos un tema de conversación, incluso de nuestras familias, pues ella tiene una nena de 2 años.
El fin de semana me escabullí de un compromiso que tenía con mis jefes y pretextando en casa ese compromiso, fui a por Belén al trabajo, previa llamada telefónica. Aceptó la invitación sin reparos. Llegué por ella y casi se me cae la baba de ver como iba vestida. Llevaba un pantalón blanco casi transparente en el que se notaba perfectamente que llevaba un tanga de hilo dental ya que no se marcaba en sus nalgas una prenda mayor y una blusa de tejido que permitía ver más de lo común, con unos adornos color piel en los pezones, que hacían creer que no llevaba sujetador. Y, evidentemente, así era.
Se rió de mí por la manera en que me quedé mirándola y me dijo que no era para tanto.
La besé y arrancamos del lugar lo más rápido que pude. Ya en camino, le pregunté si quería ir a algún lugar en especial y solo se limitó a besarme y a tocarme la polla que, solo de verla, ya estaba enderezándose.
Me dirigí al motel que me quedaba más cerca, entré en el garaje individual y bajé la cortina eléctrica pero antes de abrir la puerta que daba a la habitación, ella me cogió por el cuello y me besó. Llevó sus manos a mi cinturón y a mi bragueta y me bajó rápido mi pantalón mientras yo hacia lo propio con su ropa. A continuación se subió la blusa sobre sus tetas y así, metidos en el coche, se subió encima de mi enredando sus piernas en mi cintura y de un golpe se metió los 18 cm de mi polla en su chocho, que estaba completamente mojado. Le pregunté si llevaba rato excitada y ella me dijo que desde que la había llamado para pasar a por ella empezó a sentir humedad en su coñito.
Como pude la llevé dentro de la habitación y así de pié, con ella en mi cintura, continuamos mientras sus tetas se pegaban contra mi pecho. La apoyé en la pared, sin dejar de follármela y ella me pedía más y más hasta que se corrió bañándome las piernas. Entonces me di la vuelta y la puse en la cama, le abrí las piernas y le empecé a mamar el coño hasta que tuvo otro fenomenal orgasmo, pudiéndolo sentir por la manera en que me mojaba y me apretaba con sus piernas y como se clavaban sus uñas en mi cuero cabelludo.
En cuanto recuperó la noción de donde estaba me dio unos cuantos lengüetazos y se subió sobre mi. Nunca me habían hecho algo así. Se puso en cuclillas y empezó a moverse sobre mi verga a una velocidad que parecía que no hubiera follado desde siglos atrás. La presión de las paredes de su vagina eran exquisitas y la manera de sentarse y moverse hacia arriba eran tan calculadas que en ningún momento mi polla dejó de sentir su humedad y su coño aprisionándomelo. Cuando ya no pude más se lo dije y casi en el mismo instante ella también se corrió.
Los seis orgasmos que mi hizo disfrutar fueron lo máximo que he sentido, pero ella se fue bien recompensada con 8 orgasmos que según me dijo le habían dejado completamente llena después de casi año y medio de no tener relaciones ya que su ex esposo no la había tocado en los últimos seis meses que vivió con él, más el año que había permanecido sin salir con nadie.
En la siguiente salida, aunque con miles de esfuerzos, terminó dándome el culo. Pero eso lo contaré más adelante.
Saludos y hasta otra.