De año en año

Desde el cumpleaños de su mujer el pasado año, le había impresionado. Era la sobrina de su mujer y este año la volvería ver en el 19 cumpleaños de su hijo. Ella tenía la misma edad y fue a la fiesta con su novio.

Ignacio – Salamanca
Hola Charo, me llamo Ignacio y tras mandaros un saludo para todos quiero contaros la aventura que cambió mi vida.
Soy un hombre de 43 años, con 1,80 de estatura, moreno y normal pues no me considero guapo aunque siempre se me han dado bien las chicas. Estoy casado con una morena que está muy bien.
El año pasado, por estas fechas, fue el cumpleaños de mi mujer y lo celebramos por todo lo alto por lo que, por este motivo acudieron familiares de todas partes, viniendo, entre ellos, primos de mi mujer de Barcelona con una hija de 19 años, que se llama Laura, alta con un culo perfecto y unas tetas de 100 lo cual descompone un poco su figura, pero está de vicio.
Yo hacía tres años que no la veía desde cuando fuimos a Mallorca de vacaciones y los encontramos allí. Ella era una cría pero a mí ya me llamaron la atención sus tetas, unas mamas enormes que se le escapaban del bikini y jugando en el agua yo ya se las había tocado como aquel que no quiere la cosa.
También vino con ellos su novio, Daniel, un crío de su edad al que traen de perrito faldero pero que desde el primer momento ella se dedicó a meterle mano y darle besos cuando estaba yo delante, provocándome y poniéndome caliente.
La fiesta la hicimos en una casa rural, un sitio precioso, una finca muy grande y donde, entre otras ventajas, teníamos dos habitaciones a nuestra disposición para la abuela o para otra persona que se sintiera indispuesta. Ese día, Laura apareció con una minifalda amarilla y una camiseta ajustada que a mi, nada más verla, se me puso tiesa y creí que me iba a correr a pesar de que hacía tres o cuatro horas que me había follado a mi mujer, aunque pensando en Laura.
Durante la comida se puso de manera que estaba sentada en una esquina enfrente de mi desde donde yo le veía las piernas y casi todos los muslos, aunque yo tenía que disimular pues tenía a mi mujer al lado y a toda la familia ya que éramos 53. Así y todo, cuando yo podía, la miraba y veía como ella metía mano a su Daniel mientras se reía mirando para mi. Se pasó toda la comida provocándome e incluso se las arregló para enseñarme las bragas en un momento en que mi mujer se levantó para algo.
Después de la comida y los regalos, los niños se fueron a jugar y a algunos mayores les apeteció dar un paseo por la finca pero yo me quedé con la abuela de mi mujer por si necesitaba algo ya que es muy mayor, de 90 años, y se quedó durmiendo la siesta en una de las habitaciones. Yo estaba en la terraza tomándome un J.B. y pensando en subir al baño de la otra habitación a hacerme una paja de lo caliente que estaba cuando vi subir por el prado a Laura toda enfadada ya que su Daniel se había ido con otros a dar un paseo a caballo.
– ¿Por qué no me enseñas las braga ahora que estamos solos? – le dije con malicia.

Ella se puso colorada y me dijo que había sido sin querer. Yo le traje un chupito y estuvimos charlando un rato hasta que me dijo que tenía que ir al baño. Yo le dije que fuera al de la habitación donde no estaba la abuela y subí tras ella. Cuando salió del baño me encontró en la habitación y se quedó parada
– No he visto bien tus bragas – insistí – me gustaría verlas ahora.
Se puso colorada de nuevo y me dijo que tenía novio y que yo estaba casado, pero yo le contesté:
– Ahora estamos solos y nada va a pasar por enseñarme las bragas.
Tras unos segundos de duda, empezó poco a poco a subirse la falda dejando al descubierto una braguita amarilla preciosa donde se le notaba un bulto y algunos pelillos que le salían por los lados.
– Daría mi vida por tocar tu coñito – le dije yo a punto de correrme.
Laura se puso aún más colorada de lo que estaba y nerviosa pero cuando yo le dije que se acercase a la cama, donde yo estaba sentado, me obedeció y entonces se lo acaricié con la mano por encima de la braga mientras ella empezaba a gemir. Animado, aparté primero un poco la braga y le metí un dedo en el coño pero cuando empecé a masturbarla le bajé la prenda aunque por un momento, trató de impedírmelo diciéndome que era virgen.
La tiré en la cama, le quité la camiseta y el sujetador y empecé a comerle las tetorras más ricas que me he comido en mi vida mientras ella me decía que no pero no paraba de mover las caderas con rapidez queriendo correrse. Entonces yo paré de acariciarle el clítoris para tranquilizarla un poco y me quité pantalones y camisa y la falda a Laura, que era lo que le quedaba puesto y seguí comiéndomela toda hasta que llegué a su coño donde metí la lengua mordiéndole suavemente el clítoris, cosa que a mi mujer le encanta. Laura al momento empezó a gemir en voz alta mientras me decía que parara pero apretándome la cabeza contra su coño y tirándome de los pelos se corrió de una manera brutal momento que yo aproveché para montarla y meterle mi polla.
Me costó a pesar de que su coño estaba como un río pero cuando logré meter la cabeza, de un golpe seco se la clavé entera sacándola y metiéndola varias veces y aunque Laura me dijo que se la sacara no pude resistir más y me corrí como un colegial en una corrida interminable que nunca olvidaré.

A pesar de la corrida, mi polla seguía dura y al poco tiempo comencé a moverme de nuevo mientras consolaba a Laura que me decía que le iba a dejar preñada sin parar de llorar. Yo, en aquel momento, solo pensaba en montar a aquella mujer y al momento de morderle los pezones y acariciarla, Laura comenzó a responder a mis embestidas y a mover la cabeza de un lado a otro.
Viendo que le excitaba que le mordiera los pezones, seguí hasta que Laura, con un gemido bestial, se corrió mientras me decía que la preñara, que quería un hijo mío. Yo, del susto, casi se me baja pero seguí dándole quites hasta que me corrí de nuevo y me quedé como muerto encima de aquella maravillosa mujer.
Cuando volví a la realidad me levanté a mirar por la ventana, donde estaban los invitados y más tranquilo, pues estaban lejos, me fui a la cama con Laura donde, con una toalla, la limpié mientras le decía que si me quería algo, no contara a nadie lo que había pasado. Ella, besándome me dijo:
– No te preocupes, será nuestro secreto.
Después, sentados en la terraza, yo le pregunté que como es que era virgen teniendo novio y ella me confesó:
– Aunque lo hemos intentado alguna vez Daniel no lo ha conseguido pues se pone nervioso y se corre antes de metérmela y también tengo que decirte que aquel día que me tocaste las tetas en Mallorca, esa noche me masturbé por primera vez y siempre que me he tocado me he acordado de ti.
Aquella noche monté a mi mujer como en los primeros tiempos mientras ella me decía que me había sentado muy bien la fiesta.

El motivo por el que hoy, casi un año después, os cuente esto es que a primeros de junio voy a Barcelona al cumpleaños de un primo de Laura y voy con la intención de montarme a Laura de nuevo y si me deja abrirle ese culito que tiene, estaré encantado.
Saludos.