Relato erótico
Cumpleaños “especial”
Fue a celebrar su cumpleaños con tres amigas y tuvieron la genial idea de ir a un cabaret. Entraron en una sala en la que actuaban chicas montando calientes escenas lésbicas.
Marta – Madrid
Me llamo Marta y escribo para contar una historia vivida por mí, con asombro. Pero antes de nada me presentaré. Como digo, me llamo Marta, soy de Madrid, tengo 30 años y trabajo en una oficina como administrativa. Por mi trabajo resido en Jaén pero lo que cuento me ocurrió en Madrid. El día de mi 28 cumpleaños, junto con tres amigas, nos fuimos a un cabaret.
En el local había tres salas y nosotras nos decidimos por la más oscura. Nos sentamos en una mesa, miramos a las chicas actuar y entre copas y risas, nos fuimos calentando. El ambiente también se caldeaba y bromeábamos sobre las chicas de la pista. Que si vaya tetas, que culo, que cantidad de pelo y cosas así. Llegamos hasta a tocarnos entre nosotras e incluso, Ana y Maite, dos de mis compañeras, llegaron a morrearse.
Así estuvimos hasta las tantas de la madrugada cuando en el local ya que no quedaba prácticamente nadie, excepto una pareja de novios y nosotras cuatro. Cinco chicas del local, al terminar su actuación, se sentaron con nosotras con dos botellas de cava. A mi lado se situó una que dijo llamarse Ángela. Era atractiva y simpática. Me cayó muy bien y tras los saludos, pasamos a tomar unas copas al tiempo que le decía a Ángela que era mi cumpleaños. Me felicitó con un beso en los labios, cosa que me sorprendió pero que no me desagradó.
– Voy a hacerte una actuación especial – añadió poniéndose en pie.
Era alta, delgada, muy mona de cara y con el chochito completamente afeitado. Con ella se levantó otra chica, Jani, de voluptuosas curvas, tetas grandes y firmes y el pelo rizado y pelirrojo, incluso en el coño, aunque lo llevaba bastante recortado. Montaron un número lésbico y al terminar se acercaron y nos ofrecieron otra actuación mucho más personal.
Ángela se subió a los brazos del sillón, con un pie a cada lado, para que observásemos como abría y cerraba el chocho sin tocarse con las manos, solo con la fuerza de sus músculos vaginales. Luego se sentó en otro sillón y se metió un vibrador en el coño y jugó con su almeja mientras Jani hacía lo mismo. Cuando terminaron, nos despedimos pero al besarla, Ángela me dijo al oído que me esperaba en la esquina de detrás del local. Ya en la calle, me despedí de mis compañeras y me fui a la esquina donde ya me esperaba Ángela.
– Te invito a comer algo – me dijo cuando llegué a su lado.
Sin saber porque acepté y fuimos juntas hasta su casa. Ya en la cocina, mientras preparábamos algo, me sorprendió por detrás, agarrándome y susurrándome al oído:
– Me gustaría hacer el amor contigo.
– Nunca lo he hecho con otra chica y… – le contesté.
Sin dejarme terminar, me dio la vuelta y sin pensarlo me besó, metiéndome la lengua en la boca, buscando la mía. Me sacó el jersey, desabrochó mi blusa y me la quitó junto con el sujetador. Cogió mis tetas y sobándomelas, me dijo:
– ¡Me gustan tus tetitas… voy a hacerte sentir lo que nunca has sentido!
Empezó a chuparme las tetas, a mordisquearme los pezones y así estuvo un buen rato hasta que se arrodilló ante mí, me bajó los vaqueros hasta sacármelos y pasó su lengua por toda mi entrepierna, por encima de las bragas hasta notar mi humedad, llegándomelo a decir:
– ¡Estás mojada, seguro que te has corrido mientras chupaba tus tetitas!
Se puso en pie y empezó a quitarse la ropa hasta quedarse completamente desnuda. Me quitó las bragas, pasó los dedos por mi raja y después se los llevó a la boca, chupando mis jugos. Al final nos fuimos a la habitación y sobre la cama, nos amamos como dos posesas. Me enseñó a comerle el coño, a hacerle el beso negro y ella hizo igual conmigo. Amanecía y como estaba agotada, llamé a mi trabajo para decirles que no iba ya que no me encontraba nada bien. Cuando Ángela se despertó, yo le había preparado algo para desayunar las dos en la cama.
Nos besamos y mientras desayunábamos, hablamos de lo ocurrido.
– No voy a trabajar – le dije – Me quedaré aquí, en la cama contigo para que me enseñes más de lo mismo.
Al terminar, nos fuimos a la ducha y allí empezamos a amarnos, terminando en la cama. De pronto se levantó, abrió un cajón y sacó un consolador de correas que se colocó en la cintura. Se me acercó, me lo dio a chupar y tras unos segundos, me tumbó y metió ese pedazo de polla entre mis piernas follándome el coño mientras nos besábamos hasta que me hizo estallar en un orgasmo brutal. Después me lo colocó a mí y me hizo follarle el culo hasta reventar de placer dos veces, quedando agotadas sobre la cama.
Tras un pequeño descanso, me quitó el consolador, me dio la vuelta, me abrió las piernas y se puso a lamerme el culo mientras me estimulaba el clítoris con sus dedos. Me hizo poner el culo en pompa, quedando levantado. Pasaba su lengua una y otra vez por mi agujero, echándome saliva. Sabía lo que se proponía y le dejé hacer.
Tenía ganas de probarlo aunque sabía que podía dolerme por ser la primera vez. Vi como se colocaba nuevamente el consolador, como cogía un tarro de vaselina y se untaba el nabo para después apoyarlo en mi agujero e ir metiéndolo poco a poco.
Me dolió la entrada, pero aguanté hasta tenerla toda dentro. Llegué a correrme tres veces antes que ella se corriera conmigo y quedamos totalmente destrozadas.
Estuvimos todo el día juntas y parte de la noche hasta que volví a mi casa, aunque antes me folló de nuevo con el consolador, esta vez por el coño. Para ser mi primera vez con otra mujer, fue muy bien y estoy orgullosa de ello, sobre todo de que fuese una chica la que me abriera el culo.
Llegué a mi casa nerviosa y turbada, pero sobre todo tan caliente, que decidí darme una ducha. Ya en la ducha, sonó el teléfono. Lo cogí y era de mi oficina informándome que había llamado una tal Ángela preguntando por mí y que dejó un número de teléfono. Sin pensarlo, la llamé y después de hablar un rato, la invité a venir a mi casa. Mientras llegaba, me duché teniendo que hacerme una soberbia paja. Nos pasamos toda la noche haciendo el amor. Había traído un consolador de punta doble y me estuvo follando con él lo menos una hora.
A la mañana siguiente llamé a la oficina, siguiendo con la mentira de que me encontraba mal, y volvimos a hacer el amor, pero cuando me desperté por la tarde Ángela se había ido. Estuve llamando al número tres días pero no contestaba nadie hasta que un sábado, Ángela me llamó diciéndome que tenía ganas de verme y explicarme porque se había marchado. Le propuse que viniera a mi casa y ya en ella me explicó que llevaba tiempo saliendo con un hombre pero que sus relaciones eran muy inestables y conflictivas. Justo después de conocerme le había planteado dejarle pero él se enfureció y la amenazó.
Aquella misma mañana ella salió de viaje de tres días y por eso yo no la había localizado. Ángela no quería seguir en su casa así que la invité a trasladarse a la mía y desde entonces vivimos juntas, nos amamos y somos felices. Follamos cada día, salimos por ahí juntas, a fiestas, cines…
Es la dueña de mi cuerpo y yo del suyo, nos hemos depilado el coño, follamos como queremos y pasamos veladas inolvidables. Hemos metido en nuestra cama a muchas chicas, pero nunca a chicos. La última fue una madurita de 58 años que nos follamos todo un fin de semana, las dos a la vez, una por su coñazo y otra por su culazo.
Besos de las dos.